lunes, 3 de junio de 2013

Héroes III. Louis Nolan, el Mensajero de la Muerte





Suena un tanto melodramático, pero es como mejor podríamos definir al capitán de caballería Louis Edward Nolan, del cual vuecedes es más que probable que no hayan oído hablar en sus vidas. Pero si les digo que su persona estuvo íntimamente relacionada con la famosa carga llevada a cabo por la Brigada Ligera del ejército inglés en Balaklava, durante la guerra de Crimea (1853-1856), ya no se quedarán mirando al vacío preguntándose quién leches sería el mortífero mensajero ese. Veamos algo de su vida...

Nolan había nacido en Canadá en enero de 1818, hijo de un oficial de infantería de origen escocés que estuvo posteriormente destinado en el cuerpo diplomático británico en Milán en 1829. Sus contactos le permitieron matricular a su hijo Louis en la academia de Tulln para, posteriormente, servir en el ejército austro-húngaro. Recordemos que una parte de Italia estaba en aquellos años bajo el dominio de la corona austriaca. Gozó de cierta fama en su regimiento, especialmente por su destreza como jinete y su inteligencia, cualidad esta última bastante rara en la oficialidad de la época que lograba los ascensos a base de untar a los mandamases en vez de por sus méritos o conocimientos. De hecho, Nolan era un auténtico teórico de la caballería, escribiendo incluso dos tratados acerca de la evolución de la misma y de su desempeño en los campos de batalla de la época. 

Húsar del 15º Rgto. de Húsares del Rey
En 1838 y ante la imposibilidad de promocionarse en el ejército austriaco por su condición de plebeyo, por mediación de su padre logró ser entrevistado por lord Raglan, secretario de lord Wellington, y ser admitido en el ejército británico con el rango de cornet, un grado exclusivo de la caballería y equivalente al actual de alférez o segundo teniente y que fue simple y llanamente comprado. A Nolan le salió la broma por la nada despreciable cifra de 450 libras esterlinas. Si consideramos que en aquella época un artesano ganaba unas 30 o 40 al año, ya podemos hacernos a la idea de la untada de mano que tuvo que dar nuestro hombre para largarse del ejército austriaco a fin de hacer carrera en su país. Fue destinado al 15º Regimiento de Húsares del Rey, una unidad creada en 1759 como de dragones ligeros y que en 1807 fue reciclada en húsares. Ojo, que nadie piense que por comprarse el rango el capitán Nolan era el típico oficial inepto  y estirado que se suele representar en el imaginario popular respecto a la oficialidad de la época. Antes al contrario, era un sujeto bastante capacitado como demuestra el hecho de que dedicó gran parte de su tiempo libre al estudio sobre el arma de caballería a fin de adecuarla a los tiempos modernos. La cuestión es, simplemente, que la compra de cargos era la tónica habitual en los ejércitos de la época, contando más la fortuna y el linaje que el mérito o la capacidad para ostentar un rango, lo que explica las masacres que tuvieron lugar en las guerras de aquellos años debidas en muchos casos a la total ineptitud de los mandos. 

Silla de Nolan
Tras unos años destinado en la India, en los que por cierto aprovechó no solo para perfeccionar su equitación, sino también para comprarse el rango de capitán, volvió finalmente a Inglaterra en 1851 donde escribió "The Training of Cavalry Remount Horses: A new system" y diseñó una nueva silla de montar para caballería que desplazó el modelo reglamentario desde 1796, la cual fue muy elogiada por ser más cómoda, ligera y práctica que el modelo anterior. Fue denominada oficialmente como "Universal Wood Arch Pattern", si bien en los ambientes cuarteleros era más conocida como "la silla de Nolan". Fue declarada como modelo reglamentario en 1856. En 1853 publicó su segunda obra, "Cavalry, It's History and Tactics", que incluso se tradujo al francés y, mira por donde, en aquel momento estalló la Guerra de Crimea contra el imperio ruso, por la que Nolan pasará a la historia no por su habilidad como jinete o sus enjundiosos tratados sobre equitación militar, sino por una serie de desdichados malentendidos que causaron un verdadero desastre.


Sir Richard Airey,
I barón de Airey
El envío de caballos por barco hasta el frente era excesivamente caro, engorroso y, además, muchos animales llegaban muertos a destino por lo que nuestro hombre, que ya gozaba de bastante prestigio en el ejército y había sido nombrado ayudante del campo del general Richard Airey, fue enviado a Turquía a comprar caballos para la brigada ligera mientras esta llegaba a destino. Tras adquirir 298 animales, se reunió con su unidad. Todo estaba ya en marcha para que el capitán Nolan pasase a la historia, así que sin más nos vamos al día clave, el 25 de octubre de 1854, cuando el ejército anglo-francés hace acto de presencia en una zona cercana a la población de Balaklava, en Crimea, dentro del contexto de las operaciones llevadas a cabo para arrebatar a los rusos la ciudad de Sebastopol, base de la armada rusa en el mar Negro.


George Bingham,
III conde de Lucan
Conviene aclarar un detalle, y es que la famosa carga de la Brigada Ligera no fue "la batalla de Balaklava", sino una fase de la misma, concretamente la cuarta. De hecho, las hostilidades comenzaron a las 5 de la mañana, y la acción que nos ocupa no tuvo lugar hasta seis horas más tarde, exactamente a las 11 en punto. No voy a entrar en los entresijos de la batalla, sino solo de la controvertida intervención de Nolan en la misma, la cual ha hecho correr bastante tinta entre los estudiosos de estos temas para dirimir quien fue el responsable de los patéticos resultados de la nefasta carga. Porque, como está mandado cada vez que tiene lugar un desastre militar, desde el mandamás supremo hasta los cabos furrieles intentan escurrir el bulto ya que, cuando llega la hora de buscar culpables de la escebachina, todo el mundo mira para otro lado poniendo jeta de arrebato místico y mirada de héroe intemporal, algo así como diciendo en tono escueto y con el laconismo propio de un buen soldado eso de "yo cumplí con mi deber" o, el aún más socorrido "obedecí las órdenes".


James Brudenell, VII
conde de Cardigan
Previamente, a las 09:15 horas la Brigada Pesada al mando de sir James Scarlett había llevado a cabo una acción en la que arrollaron a las tropas rusas, las cuales se replegaron sin que lord Lucan, constantemente apremiado por Raglan, cargara contra ellos para explotar el éxito de la primera carga y abreviar el final de la jornada. Este tipo de acción figuraba en todos los manuales militares del planeta, ya que un ejército que huye es presa fácil: no se defienden, no atienden las órdenes de sus mandos, no saben reaccionar ni reagruparse para intentar recuperar la iniciativa e incluso muchos arrojan las armas para correr más rápido. Por todo ello, una carga efectuada por la caballería ligera podía aniquilar bonitamente a regimientos enteros a sablazos, lo que además contribuía a minar la moral de los camaradas de los enemigos que, a lo lejos, contemplaban llenos de impotencia como fileteaban a sus colegas uno a uno. Así pues, los rusos aprovecharon la coyuntura para apoderarse de una serie de reductos ocupados por tropas turcas, así como de las bocas de fuego emplazadas en los mismos. Lord Raglan estaba ya que echaba leches, porque él podía ver lo que estaba ocurriendo desde su posición sin que Lucan moviese un dedo por evitarlo alegando que estaba esperando la llegada de la infantería de apoyo. Le dictó a Airey su cuarta orden al respecto:

"Lord Raglan desea que la caballería avance hacia el frente y trate de impedir que el enemigo se lleve los cañones. Las tropas de la artillería a caballo pueden acompañarla. La caballería francesa se encuentra a su izquierda.

R. Airey

Inmediato"


Fitzroy Somerset, I barón de Raglan
Y aquí, el destino quiso que el capitán Nolan se hiciera cargo de transmitir la orden. Nolan, que aún vestía el uniforme del 15º de Húsares porque todavía no había tenido tiempo de encargar el de oficial de Estado Mayor, tomó la nota y emprendió el abrupto descenso hacia el Valle del Norte, donde se encontraba la brigada. Una vez allí, se encaró con lord Lucan cuando éste preguntó que a qué enemigo y a qué cañones se refería. Obviamente, desde su posición Lucan no podía ver nada de aquello, y menos aún que los rusos se habían reorganizado y habían dispuesto artillería y tiradores a ambos lados del valle, así como al final del mismo. 

-Las órdenes son que la caballería ataque inmediatamente, milord- bramó Nolan ante la exasperante indolencia de Lucan.

-¿Atacar, señor? ¿Atacar qué? ¿Qué cañones, señor?- replicó Lucan furioso.

Nolan, aullando ya y casi rayando en la insubordinación, le espetó enloquecido mientras señalaba hacia el fondo del valle:

-¡Allí, milord! ¡Allí está el enemigo! ¡Allí están los cañones!


La Brigada Ligera en plena carga
Lucan ya no podía negarse a obedecer la orden, así que comunicó a su cuñado Cardigan que debía avanzar hacia el enemigo. Éste, que aunque era el típico militarote arrogante y de poco seso tampoco era tonto, enseguida se percató de que la carga sería suicida. Pero como era un tipo bragado no discutió la orden de su superior, así que erizó su poblado mostacho y se puso al frente de la brigada, dando la orden de avanzar. La brigada estaba compuesta por tres líneas: la primera estaba formada por el 13º de Dragones Ligeros al mando del capitán Oldham y el 17º de Lanceros al mando del capitán Morris. La segunda por el 11º Rgto. de Húsares y la tercera por el 4º de Dragones Ligeros al mando del teniente coronel Paget y el 8º de Húsares del teniente coronel Shewell.


El teniente general sir James Scarlett
Nolan se unió al 17º Rgto. de Lanceros pidiendo permiso al capitán Morris, con el que tenía amistad. Apenas habían recorrido unos cien metros cuando Nolan se percató de que Cardigan se dirigía hacia una dirección errónea, ya que el primer objetivo a batir era el reducto nº3, situado en unas colinas a la derecha del valle. Pero Cardigan iba de cabeza a la ratonera, por lo que Nolan se adelantó para avisar a su superior. En ese instante, una granada rusa estalló cerca de él y un casco de metralla lo hirió mortalmente en el pecho. Nolan dio un alarido, soltó el sable y, contraído por un repentino espasmo post mortem, se quedó erguido en la silla mientras su caballo dio media vuelta. Eso hizo que Lucan lo tachara de cobarde, ya que pensó que no estaba muerto y que el chillido era producto del miedo. 

La carga tuvo éxito a pesar del constante cañoneo que sufrió durante los aproximadamente dos km. que tuvo que recorrer y durante los que sufrió grandes pérdidas, si bien tuvieron que retirarse al carecer de infantería de apoyo que rematase la acción aniquilando a los desorganizados supervivientes que acababan de ser arrollados por la caballería. La escabechina fue tan majestuosa que, de los 270 hombres que formaban parte de la primera línea, solo llegaron al contacto 50. El balance final fue bastante desolador, aunque tampoco se llegó al exterminio casi absoluto que los dados a mitos heroicos han solido propalar. Ojo, que las cifras son orientativas ya que se dan varias según el autor de turno:

Efectivos de la Brigada Ligera: 664 hombres (otras fuentes: 673)
Muertos: 110 (otras fuentes: 113)
Heridos: 130 (otras fuentes: 247)
Prisioneros: 58
Caballos muertos: 362 (otras fuentes: 475 más 42 heridos)

No está nada mal para veinte minutos, ¿verdad? Un 40% de bajas para una acción tan breve es digno de figurar entre los récords de escabechinas suntuarias. Lord Cardigan, que detestaba a Nolan tanto en cuanto era exactamente lo opuesto a él, o sea, un militar profesional que consideraba que para hacer la guerra con eficacia hacían falta algo más que cojones, se refirió a él de forma despectiva diciendo a Scarlett que lo había visto "...cabalgar hacia atrás y gritando como una mujer". Scarlett le replicó diciendo: "No me digas más, acabo de pasar junto a su cuerpo".


Supervivientes de la Brigada Ligera
En fin, esa es la historia. Ahora bien, ¿fue Nolan un héroe? Yo diría que sí. En realidad, este hombre fue el germen de una nueva casta de oficiales que estaban muy lejos de la tradición militar que permitía la compra de rangos, lo que dejaba el mando de las tropas en manos de oficiales sin cualificación. Si Nolan no hubiese caído en Balaklava, quizás su experiencia y sus conocimientos habrían ayudado a que esa casta de militares sacados de la nobleza hubiera desaparecido antes. La controversia sobre la carga duró décadas, siendo Nolan considerado inicialmente como el responsable en parte del desastre por haber transmitido mal la orden. Pero la verdad fue saliendo a relucir poco a poco a pesar de que un muerto nada podía hacer para defenderse, y tanto Raglan como Lucan fueron señalados como los verdaderos culpables si bien tampoco recibieron castigo alguno por ello. En cuanto a Cardigan, se limitó a obedecer a su cuñado (ay, los cuñados...), actuando según las órdenes recibidas por él. Su valor jamás fue cuestionado e incluso recibió tres heridas en la acción.


El cadáver de Nolan cabalga hacia retaguardia
En todo caso, quizás el verdadero heroísmo del capitán Nolan consistió en pretender divulgar métodos racionales y concebir la milicia como un oficio de profesionales de la misma. Esto, en una sociedad fuertemente jerarquizada y clasista como la británica de aquella época, ya era todo un reto. De hecho, el rencor de la casta nobiliaria de la milicia contra Nolan llegó hasta el extremo de que lord Lucan se negó a que su cuerpo fuera devuelto a las líneas inglesas, siendo enterrado en un simple hoyo junto al reducto nº 5. Un oficial de la ambulancia alegó que el despótico Lucan le dijo cuando se dispuso a evacuar el cadáver:

- No, ha recibido su merecido. Ha muerto como un perro y, como el perro que era, que sea enterrado en un hoyo.


El sargento mayor Hughes en 1873
Sea usted héroe para esto, ¿no? En fin, así son las cosas... Como dato curioso y a modo de colofón, comentar que el último superviviente de la Brigada Ligera, el sargento mayor Edwin Hughes, falleció el 18 de mayo de 1927 a la provecta edad de 96 años. O sea, se pasó contando sus batallitas nada más y nada menos que 73 años.

Bueno, ya está.

Hale, he dicho


El Valle Norte que inmortalizó Tennyson como el Valle de la Muerte en su poema dedicado al mítico desastre.
Como se puede ver, el suelo está literalmente minado por balas de cañón rusas

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