La necesidad del hombre de buscar la forma de protegerse de agresiones procedentes de otros hombres, animales, etc., es casi tan antigua como la humanidad misma. No voy a perderme en divagaciones acerca de los orígenes de las fortificaciones, porque ni es el objeto de este blog, y sería además tan prolijo que harían falta tropocientas entradas solo para entrar en antecedentes. Así pues, nos ceñiremos a la tipología medieval, que es la que nos encontraremos en Portugal.
El castillo medieval tal como lo vemos hoy día nació de simples torres rodeadas de una empalizada y, a lo más, un foso. Obviamente, hablamos de una herencia de la cultura romana, cuyos ingenieros militares llevaron a cabo fortificaciones de proporciones admirables. En fin, vamos al grano, que sino me enrollo más de la cuenta.
En Portugal, contrariamente a lo que vemos en España, la inmensa mayoría de los castillos, aunque en muchos casos fueron edificados sobre anteriores fortalezas de origen árabe, a base de sucesivas reformas les dieron un aspecto y una morfología sui géneris, ya que tanto los materiales usados para su fabricación como la distribución de sus diferentes elementos son propios del castillo románico o gótico. El croquis inferior nos permitirá verlo con más claridad:
En el dibujo podemos ver una distribución convencional. Obviamente, su planta y forma son una mera suposición, ya que este tipo de edificios, al contrario de los fuertes, no solían obedecer a patrones constructivos tan estrictos. Salvo sus elementos esenciales, su forma, número de torres, etc., iban en función de la orografía del terreno, adaptándose al mismo. En todo caso, siempre se buscaban dos factores que se tenían muy en cuenta:
1: Una posición elevada, con lo que tenían mejor control visual sobre el territorio e impedían la aproximación de máquinas de asedio
2: Edificarlos sobre una base rocosa a fin de impedir su minado, así como disponer de una cimentación resistente a ultranza.
En cuanto a sus elementos defensivos, como se ha dicho, se ceñían al espacio disponible y a las necesidades de tipo estratético. Así, podían contar con una falsabraga o no, o con foso, o sin el mismo, y con más o menos torres en función de la necesidad que hubiere para defender las murallas. Lo que nunca faltaba era la torre del homenaje, parte esta a la que se dedicará una entrada para estudiar sus diferentes tipos y morfologías. De cada una de sus diferentes elementos ya iremos haciendo el estudio pertinente. Esta entrada es simplemente para poner al personal en antecedentes, así como para irnos habituando a usar la terminología de cada parte del edificio. En sucesivas entradas, se estudiarán sus diferentes elementos defensivos, como matacanes, aspilleras, etc., los distintos tipos de torres, las defensas exteriores y, por supuesto los tipos de aparejo y materiales usados para su construcción.
Muchas de las poblaciones actuales de Portugal fueron en su día cercadas por murallas que permitían a la población tener un mínimo grado de seguridad. Así mismo, la corona se cuidó mucho de edificar castillos en dichas poblaciones para, aparte de ejercer un control militar sobre el territorio, ser un último enclave de resistencia en caso de invasión. Por ello, la mayoría de castillos que visitaremos se encuentran en dichas ciudades, siempre en cotas dominantes o bordeando el curso de un río. Estos edificios, dados en tenencia a las órdenes militares o a la nobleza, se guarnecían con tropas profesionales, que, en caso de necesidad, se podían reforzar con los hombres útiles de la población. En aquella época, cualquiera sabía manejar con más o menos destreza un arma, aunque fuese de circunstancias, como una simple címbara o una horca.
Dicho esto, se elaborarán sucesivas entradas para explicar con detalle las siguientes partes del castillo medieval:
1: Fortificaciones exteriores, como la falsabraga, la coracha y la barbacana
2: La muralla, con sus diferentes partes: parapeto, adarve, almenado, rebotadero y paradós.
3: Las torres de flanqueo y sus diferentes tipos: cubos, tambores, albarranas y escaraguaitas.
4: La torre del homenaje
5: Los aljibes
6: Las puertas en sus diversas variantes
7: Los elementos defensivos, como matacanes, cadalsos, fosos, aspilleras y troneras
8: Morfología de los castillos románicos, góticos, abaluartados, así como las atalayas, torres señoriales, puentes fortificados y las iglesias fortificadas
9: Tormentaria, engenhos, y técnicas de asedio
10: Vida cotidiana en un castillo
y 11: Lo que ahora mismo no caigo, pero que si se me ocurre caerá
Como se ve, el tema da para mucho...
1: Una posición elevada, con lo que tenían mejor control visual sobre el territorio e impedían la aproximación de máquinas de asedio
2: Edificarlos sobre una base rocosa a fin de impedir su minado, así como disponer de una cimentación resistente a ultranza.
En cuanto a sus elementos defensivos, como se ha dicho, se ceñían al espacio disponible y a las necesidades de tipo estratético. Así, podían contar con una falsabraga o no, o con foso, o sin el mismo, y con más o menos torres en función de la necesidad que hubiere para defender las murallas. Lo que nunca faltaba era la torre del homenaje, parte esta a la que se dedicará una entrada para estudiar sus diferentes tipos y morfologías. De cada una de sus diferentes elementos ya iremos haciendo el estudio pertinente. Esta entrada es simplemente para poner al personal en antecedentes, así como para irnos habituando a usar la terminología de cada parte del edificio. En sucesivas entradas, se estudiarán sus diferentes elementos defensivos, como matacanes, aspilleras, etc., los distintos tipos de torres, las defensas exteriores y, por supuesto los tipos de aparejo y materiales usados para su construcción.
Muchas de las poblaciones actuales de Portugal fueron en su día cercadas por murallas que permitían a la población tener un mínimo grado de seguridad. Así mismo, la corona se cuidó mucho de edificar castillos en dichas poblaciones para, aparte de ejercer un control militar sobre el territorio, ser un último enclave de resistencia en caso de invasión. Por ello, la mayoría de castillos que visitaremos se encuentran en dichas ciudades, siempre en cotas dominantes o bordeando el curso de un río. Estos edificios, dados en tenencia a las órdenes militares o a la nobleza, se guarnecían con tropas profesionales, que, en caso de necesidad, se podían reforzar con los hombres útiles de la población. En aquella época, cualquiera sabía manejar con más o menos destreza un arma, aunque fuese de circunstancias, como una simple címbara o una horca.
Dicho esto, se elaborarán sucesivas entradas para explicar con detalle las siguientes partes del castillo medieval:
1: Fortificaciones exteriores, como la falsabraga, la coracha y la barbacana
2: La muralla, con sus diferentes partes: parapeto, adarve, almenado, rebotadero y paradós.
3: Las torres de flanqueo y sus diferentes tipos: cubos, tambores, albarranas y escaraguaitas.
4: La torre del homenaje
5: Los aljibes
6: Las puertas en sus diversas variantes
7: Los elementos defensivos, como matacanes, cadalsos, fosos, aspilleras y troneras
8: Morfología de los castillos románicos, góticos, abaluartados, así como las atalayas, torres señoriales, puentes fortificados y las iglesias fortificadas
9: Tormentaria, engenhos, y técnicas de asedio
10: Vida cotidiana en un castillo
y 11: Lo que ahora mismo no caigo, pero que si se me ocurre caerá
Como se ve, el tema da para mucho...