El fin de semana ha sido invertido en la más absoluta y aplastante molicie. O sea, tirado como un despojo en el sofá viendo películas de miedo que, la verdad, daban poco o ningún miedo. Solo la llegada del inmundo lunes me ha sacado del trance, así que esta entrada irá también de cosas curiosas, que no hay que comerse el coco en demasía para elaborarlas.
1. Puede que más de una vez y más de dos vuecedes hayan reparado en un detalle referente a las testas marmóreas de los ciudadanos romanos que perduran en los museos, y es que muchas de ellas no son bustos, sino solo la cabeza y un tramo de cuello. Así mismo, también se suelen ver estatuas en perfecto estado a las que, en lugar de la cabeza, vemos un agujero. Ello es debido a lo siguiente: la industria del retrato en Roma era bastante pujante, y todo aquel con un mínimo de posibles se mandaba hacer una, o bien de algún ancestro y tal. Así pues y para ahorrar tiempo, en los talleres de escultura tenían ya cuerpos tallados en serie con diversas poses e indumentarias, faltando solo colocar la cabeza que era lo que se hacía de encargo propiamente dicho. Si el modelo estaba vivo solo tenía que posar. Si era de algún fallecido, para eso les sacaban las mascarillas de cera. Obviamente, si el retratado lo pagaba le hacían la estatua completa para él solito, faltaría más...
2. Si desean vuecedes fardar a base de bien delante de parientas, cuñados y demás familia y afectos, cuando vean sarcófagos pétreos pueden saber e informar a continuación si el huésped era varón o mujer por un simple detalle: los destinados a los difuntos eran rectangulares con los ángulos rectos, y los de las difuntas redondeados. En la foto de la derecha tenemos un ejemplo que, además, está tallado en una sola pieza ya que era para un matrimonio que, no contentos con estar juntos en vida, también deseaban seguir discutiendo tras la muerte.
3. Si alguno piensa que los modernos bloques de pisos son un invento moderno, se equivoca de medio a medio. Estos hormigueros de personas fueron inventados por los romanos, debido entre otras cosas al aumento de la población y al escaso espacio disponible. Hablamos de las INSULÆ, unos edificios de varias plantas divididas a su vez en varias viviendas por planta que eran habituales en los barrios humildes. De hecho, muchos ricachones, al igual que hoy día, ganaban jugosas rentas con el alquiler de las INSULÆ que tenían en propiedad. Estos edificios, con la madera como elemento constructivo principal, eran una de las principales causas de los pavorosos incendios que sufrió Roma durante su historia. Por cierto, el palabro significa isla, lo que se asemeja bastante a estas viviendas.
Recreación del foro de Trajano |
4. Los centros comerciales también son un invento romano. Sí, no es coña. La primera estructura que podemos identificar como tal es el foro de Trajano, un suntuoso complejo mandado edificar por este emperador entre los años 107 y 112 y diseñado por el arquitecto griego Apolodoro. Además de la famosa columna que lleva su nombre sobre sus campañas victoriosas en la Dacia y un templo en su honor, había dos bibliotecas y varias galerías destinadas a comercios distribuidas en varias plantas. La morfología de estos locales es idéntica a la de los actuales: un espacio cuadrangular con el lado que daba a la galería completamente abierto para exponer la mercancía al público. Como se ve, prácticamente está todo inventado.
Servio Sulpicio Galba |
5. Servio Sulpicio Galba, el insigne militar que sucedió a Nerón tras su caída, tenía bastante tendencia hacia los de su mismo sexo a pesar de estar casado, de lo que se deduce que no había acabado de salir del armario. Según Suetonio, al mensajero que le comunicó la muerte del césar lo mandó depilar y bañar, tras lo cual se fue con él a su pabellón a celebrarlo como es debido. Conviene señalar que, aunque la homosexualidad y la bisexualidad estaban bastante extendidas en Roma, eran unas tendencias consideradas como indecentes y estaban muy mal vistas socialmente hablando.
6. Las ciudades lineales también las inventaron los romanos, que apenas dejaron nada que inventar a los ingeniosos que vinieron detrás de ellos en el tiempo. Itálica, ciudad natal de Adriano y Trajano, es un ejemplo. La vieja ciudad para jubilados del ejército fundada por Scipión fue ampliada por Adriano con la construcción de la VRBS NOVA, la Ciudad Nueva, cuya planta hipodámica, como podemos ver a la derecha, es equiparable a la de cualquier ciudad moderna. Disponía de amplias calles porticadas para establecimientos comerciales, termas, gimnasios, teatro y uno de los anfiteatros más grandes del orbe romano. De hecho, jamás llegó a quedar oculto y hasta aparece en ilustraciones panorámicas de la Sevilla del siglo XVII y XVIII. Itálica era conocida en aquellos tiempos como "Sevilla la Vieja".
Marco Porcio Catón el Viejo o el Censor |
7. DELENDA EST CARTHAGO, Cartago debe ser destruida. ¿Quién no ha leído u oído alguna vez esa frase lapidaria? Sin embargo, puede que no todos conozcan su origen, que no era más que la coletilla con que Catón el Censor terminaba todos sus discursos a fin de acicatear al personal para acabar con la creciente pujanza cartaginesa, que amenazaba con arrinconar a Roma: CETERVM CENSEO CARTHAGINEM ESSE DELENDAM, que viene a querer decir: Por lo demás, opino que Cartago debe ser destruida. Así es, absolutamente todos sus discursos, aunque no tuvieran nada que ver con el tema, los concluía con esa frase. Al final se salió con la suya, las cosas como son.
Gaio Julio César |
8. Gaio Julio César se empezó a quedar calvo con apenas 16 años, cosa que le irritaba sobremanera ya que era un hombre que miraba mucho por su apariencia física. A medida que su alopecia aumentaba y le iba dejando el cráneo más pelado, hacía verdaderos malabarismos con cada pelo para colocarlo de forma que cubriera el máximo posible de cuero cabelludo. Recordemos que la moda romana en cuestiones de pelambre masculina era peinarse hacia adelante, lo que en cierto modo le facilitaba las cosas. Pero su obsesión era tal con la puñetera calvicie que no paró hasta que el Senado le concedió permiso para portar siempre la corona de laurel que, en teoría, solo podía ser usada durante los triunfos. Por cierto que el laurel para confeccionar dichas coronas se extraía de un bosque cercano a Roma muy poblado por estos árboles. Los esquejes usados para la corona de marras debían ser inmediatamente plantados en dicho bosque ya que era considerado como sagrado.
9. Por inventar, inventaron hasta la sacrosanta merienda. La MERENDA era la comida de media tarde la cual, aunque no solía hacerse en las ciudades, sí estaba muy extendida en la gente del campo ya que parar a comer a esa hora permitía un descanso a los jornaleros que trabajaban de sol a sol. Conviene recordar que el almuerzo lo realizaban a mediodía, no como nosotros que no lo hacemos antes de las 2 o las 3 de la tarde. La alimentación del romano medio era bastante frugal, basada principalmente en pan, verduras, legumbres, huevos cocidos, polentas y cosas así.
10. La cena era la comida más importante del día para esta gente. De hecho, si se recibían invitados en casa era siempre para la cena, jamás para un almuerzo, costumbre esta que, en cierto modo, también ha llegado a nuestros días. Cada invitado acudía, aparte de con sus porteadores para la litera o incluso una pequeña escolta debido a que las calles de Roma durante la noche no eran precisamente un lugar seguro, con un esclavo que en todo momento permanecía a los pies del TRICLINIVM. Era el denominado SERVVS AD PEDES (sirviente a los pies), el cual estaba encargado de atender a su amo si pillaba una cogorza monumental o si del atracón acababa con una indigestión de antología. Porque igual que durante el día los romanos eran bastante frugales, de noche no se privaban de abusar tanto de la comida como de la bebida, y más cuando había un sarao de por medio. A medida que avanzó la época imperial, estas comilonas fueron haciéndose cada vez más sofisticadas y los anfitriones de las clases más elevadas competían a la hora de ofrecer a sus invitados los platos más refinados y extravagantes. Si el tal Ferrán Adriá hubiera nacido en aquella época habría tenido aún más éxito que hoy día con esas cosas nitrogenadas que valen un dineral y encima te dejan con hambre.
Bueno, ya están las diez curiosidades curiosas.
Hale, he dicho
Bueno, ya están las diez curiosidades curiosas.
Hale, he dicho
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