En una entrada anterior pudimos ver con todo detalle como se vestía y armaba un caballero medieval antes de la aparición de las armaduras de placas. En ésta vamos a ver precisamente eso, como se armaba un caballero a partir del surgimiento de éste tipo de armaduras. Antes de entrar a fondo en la materia, conviene hacer una aclaración y es que, dependiendo del tipo de armadura, como podemos suponer, había algunas variaciones ya que, según la época y la moda, las piezas no eran exactamente las mismas. En todo caso, el proceso era básicamente el mismo con la diferencia de la adición de más piezas o de la forma de fijarlas. Pero, con todo, creo que con lo que se explicará a continuación quedará la cosa bien clara.
Así pues, conviene tener claro ante todo un detalle, y es que el peso de estos arneses iba repartido entre las caderas y los hombros. De esa forma y mediante un buen ajuste al cuerpo, estos hombres tenían mucha más movilidad de lo que se suele creer, pudiendo montar a caballo por sí mismos, levantarse del suelo en caso de ser derribados y hasta saltar por encima de una valla si era necesario. Debemos tener en cuenta que una armadura convencional pesaba entre 20 y 30 kilos, así que cualquiera al que le sobren un par de arrobas ya sabe de lo que hablamos: se sentirá un poco más pesado y menos ágil, pero puede llevar a cabo cualquier actividad normal sin problemas. Por otro lado, si necesaria era la ayuda del escudero para armar a un caballero del siglo XII, mucho más lo era para uno del siglo XIV o XV, por lo que la presencia de estos personajes era inexcusable a la hora de proceder a montar cada pieza sobre el cuerpo de su señor. Dependiendo del tipo de armadura, el armado podía durar entre 15 y 30 minutos aproximadamente. Por cada pieza que se montaba, el caballero debía comprobar que el ajuste era correcto, que las correas no apretaban, etc. porque, una vez iniciado el combate, no tendría ocasión de hacerse ajustes por razones obvias. En todo caso, el escudero ya sabía como armar a su señor de forma que el arnés le quedase lo más cómodo posible. Por otro lado, para los que desconozcan la terminología y el uso de cada pieza de una armadura, les recomiendo que vaya pinchando en los enlaces que iré marcando, de forma que no se quede sin entender una papa del tema. Dicho esto, vamos al grano...
Antes de ser armado, el caballero lógicamente tenía que vestirse. Su ropa era básicamente la misma que vimos en la entrada citada anteriormente: calzones, calzas, camisa y zapatos. Sobre todo ello añadía dos piezas; un jaco con recubrimiento de malla en los sitios más expuestos, como cara interna de los codos y axilas o incluso las mangas enteras, o bien un jaco acolchado sobre el que luego vestía una camisa de malla. Todo ello dependía del tipo de armadura que se vestiría y, por ello, las zonas que quedarían expuestas. Así pues, en la imagen superior tenemos a la izquierda un jaco forrado de malla en determinadas zonas. Está fabricado con fustán y va acolchado para aminorar los golpes que reciba sobre la armadura. En el centro vemos unos calzones de malla, una especie de pantalón corto destinado a proteger las ingles, una de las zonas más vulnerables para el caballero derribado. Finalmente, a la derecha tenemos un jaco simplemente acolchado sobre el que vestirá una camisa de malla. En dicha prenda se observan una serie de cordones en los cuales se irán anudando determinadas piezas, de forma que el peso del arnés quede lo más repartido posible por el cuerpo.
Bien, con esto ya tenemos a nuestro caballero completamente vestido y dispuesto para que el escudero comience a armarlo. En la imagen de la izquierda vemos el aspecto que ofrece con su indumentaria: sobre la camisa viste un jaco abrochado por delante. Como luego se cubrirá con una camisa de malla o un gambesón, solo necesita el jaco para sustentar las piezas de las piernas, como veremos a continuación. Dichas piernas van cubiertas con las calzas, que van anudadas al cinturón que le sujeta los calzones, y se calza con unas botas de media caña abrochadas mediante unos cordones a los lados de la misma. Debe aprovechar para echar una última meadita antes del combate porque, una vez armado, lo tendrá bastante complicadillo el hombre...
Así pues, el escudero empieza a armar al caballero. Por norma, sea cual sea el tipo de armadura que se use, siempre se empieza de pies a cabeza. Así pues, lo primero que le pondrá son los escarpes, que generalmente irán sujetos al talón mediante una correa. Los escarpes no llevan suelas, protegiendo solo el empeine. A continuación le calzará las espuelas o los acicates. Había casos en que el caballero prescindía de los escarpes. Bien por comodidad, bien porque combatiría a pie y los escarpes le restaban movilidad, el caso es que muchos no los usaban. En ese caso, quedaba a la vista la bota y, si acaso, protegían el empeine con un botín de malla. En la imagen superior tenemos ambos casos: a la izquierda vemos el caballero con los escarpes ya calzados, mientras en la otra no los usa. A continuación se ponían las grebas, las cuales podían proteger solo las espinillas, como es el caso de la foto izquierda, o bien envolver totalmente la pantorrilla, como ocurre en la foto de la derecha.
Tras colocar escarpes y grebas, a continuación se ponían las rodilleras que, generalmente, iban unidas a los quijotes. Estas piezas quedaban ajustadas a las piernas mediante correas y se sustentaban atándolas a los cordones que penden del jaco, tal como vemos en la foto izquierda. De ese modo se evitaba que el peso de las mismas recayera en las piernas. En la foto de la derecha vemos como el escudero ajusta las piezas a la pierna. La rodillera irá ajustada por detrás mediante una correa o una lazada de cuero. EL quijote irá sujeto por dos correas, una de las cuales sujetará también una pieza o plaza abisagrada que cubrirá la parte externa superior del muslo. Con esto, las piernas de nuestro caballero ya están totalmente armadas. La operación se ha llevado a cabo, dependiendo de la armadura, en unos 5 o 10 minutos más o menos. Tras comprobar que todo el conjunto ha quedado perfectamente ajustado, bien sujeto y sin molestias ni trabas, se procederá a colocar las piezas superiores.
Lo primero que se vestirá será el peto y el espaldar, ya que en esas piezas se sujetarán las hombreras. En la foto de la izquierda vemos como el escudero ajusta el peto bajo el que el caballero se ha puesto una camisa de malla para cubrir las zonas que quedan expuestas, especialmente las axilas y las caras internas de los brazos. A la derecha tenemos la misma operación, pero vistiendo bajo el peto un gambesón. Esta prenda, generalmente acolchada, estuvo en uso principalmente durante la época final de las armaduras de transición. Como vemos, la zona púbica queda desprotegida por lo que era imprescindible portar bajo el mismo el calzón de malla mostrado al principio.
Una vez ajustada la coraza se colocaban las piezas de los brazos. Estas solían ir sujetas o bien al jaco mediante cordones, como vemos en la foto derecha, o bien con unas correas sujetas al peto. Se aseguraban mediante correas alrededor de brazos y codos, mientras que la pieza del antebrazo solía envolverlo completamente. Estas piezas, por lo general, no solían llegar hasta las muñecas, sino que se fabricaban de forma que quedaran un poco más cortas para que no molestasen a la hora de calzar los guanteletes, que será lo que se ponga en último lugar. Así pues, tras armar los brazos había que hacerlo con los hombros.
Al igual que en el caso anterior, las hombreras se sujetaban de diferentes formas. Dos de ellas, las más habituales, podemos verlas en la foto de la derecha: en el primer caso, van anudadas mediante unos cordones al peto. En el otro, mediante una correa. Las hombreras, como se aprecia en ambas imágenes, estaban formadas por varias launas articuladas que permitían mover los brazos en cualquier dirección. En algunos casos, para proteger la parte expuesta entre el peto y la hombrera, se anudaban unos varaescudos a fin de no dejar expuestas las axilas cuando se levantaba el brazo para golpear, momento ideal para un infante para meterle la pica de una alabarda por el sobaco y aliñarlo allí mismo.
Con esto ya solo resta cubrir la cabeza. En el primer caso, al tratarse de una armadura gótica, el escudero dispondrá delante de la cara una babera que protegerá el cuello y la parte inferior del rostro ya que las celadas góticas no cubrían esas zonas. Dicha babera o gorguera quedará sujeta al peto mediante una correa y por otra que rodeará el cuello. A continuación se cubrirá la cabeza con una cofia de armar y, finalmente, la celada. En cuanto al otro caso expuesto, al tratarse de una tipología anterior, el caballero se cubrirá la cabeza con la cofia y un almófar, tras lo cual el escudero le pondrá en la cabeza un bacinete de pico de gorrión al uso en la época. Con esto, nuestro caballero ya está completamente armado a falta solo de que el escudero le ciña la espada y la daga, lo que hará en último lugar. A partir de ese momento, nuestro hombre está listo para entrar en combate. Que salgo vivo o no del brete dependerá de su destreza, de la suerte y de la furia y el arrojo que ponga en su empeño.
Bueno, creo que han quedado bastante claras todas las operaciones necesarias para convertir a un caballero en un carro de combate humano, ¿no? En todo caso, si alguien tiene alguna duda al respecto, pues que pregunte y tal.
Hale, he dicho
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