viernes, 22 de noviembre de 2013

La Banda Morisca IV. La torre del Bao





Bueno, ya hemos hablado de algunos castillos así que hoy toca torre, que también tienen derecho, pobrecitas. Así pues, vamos a estudiar la torre del Bao, cuyos restos, tal como se aprecia en la foto de cabecera, aún son imponentes a pesar de su avanzado estado de ruina. Vamos a ello...



Como vemos en la imagen, la torre se asienta sobre una suave loma que, según los estudios arqueológicos realizados, estuvo poblada desde muy antiguo ya que han aparecido incluso restos de cerámica ibera. Su posición geográfica era inmejorable para tal fin ya que las tierras de la comarca eran ricas y abundantes en olivos, vides y secanos para cereales. A la derecha tenemos una imagen cenital de la torre y su entorno que nos permitirá hacernos una idea de lo dicho. Dentro del círculo aparece la torre, que se yergue, como se ha dicho, en lo alto de una loma de apenas 84 metros sobre el nivel del mar. Sombreado en verde aparece toda la zona que aún hoy día se puede ver literalmente sembrada de restos cerámicos y de ladrillos, señal inequívoca del pequeño poblamiento que hubo hasta la Baja Edad Media. En azul tenemos el río Guadairilla, que proveía de agua rica y abundosa a los colonos (hoy mejor ni meter la mano en ella porque se le puede desintegrar a uno o algo peor). La distancia de la torre al río no alcanza los 170 metros, así que, como comento, el entorno era inmejorable para el desarrollo de la ganadería y la agricultura. Lo tenía todo: buenas tierras, buenos pastos, agua en cantidad y, encima, estaba perfectamente comunicada por encontrarse junto a la vía romana (que seguía en uso en la Edad Media y por cuyo trazado corre la carretera actual) que unía Morón con Alcalá de Guadaíra y Sevilla.



La única aspillera que perdura en
la torre.
El origen del poblamiento data del siglo XIV. Concrétamente, el 3 de marzo de 1374 (1336 de la Era de Cristo) el rey Alfonso XI concede a Álvar García de Yllas, alcalde mayor de Algeciras, una heredad en las cercanías de Los Molares "... por muchos seviçios que nos fezistes e nos fazedes de cada día, e porque se pueble la dicha heredat a serviçio de Dios e nuestro, e a defendimiento de la nuestra tierra por quanto está frontera de moros, enemigos de la fe, tenemos por bien que ayades la dicha heredat para vos e para los que vos vinieren por juro de heredat para syempre jamás, et que fagades en la dicha heredat una fortaleza que aya por nombre Bao en cualquier logar que vos quisieredes de la dicha heredat". En el documento de donación se especificaba además que, caso de no haber en algún momento heredero legítimo, el poseedor podía cederla a cualquier pariente de su linaje, e incluso protegía a estos de cualquier tipo de vulneración por parte del poder civil, penando con "... mil maravedises de la buena moneda...  por los dannos e menoscabos que por esta raçon reçibiese doblados". En fin, que el tal Álvar García se debía llevar estupendamente con el desmedido y garañón Alfonso XI. Y la cosa no quedó ahí ya que unos años más tarde, concrétamente el 10 de mayo de 1382 (1344), el monarca concedió media legua más de territorio a la heredad a añadir a la otra media que ya conllevaba cuando se realizó la donación.



Cara suroeste en la que se aprecian abundantes
restos de enlucido
Así pues, la torre del Bao es un preclaro ejemplo de lo que se comentó en anteriores entradas acerca de las necesidades de asegurar el territorio: repoblar con colonos y disponer de buenas fortificaciones tanto para su refugio como para detener las algaras enemigas. En este caso, además, hacía también funciones de atalaya. De hecho, la donación lo dice bien claro: "...a defendimiento de la nuestra tierra por quando está frontera de moros". Sin embargo,la heredad no tardó mucho tiempo en verse despoblada, y eso que las aceifas morunas solían acometer más bien hacia tierras de Utrera. Ya fuera por el constante estado de alerta, bien porque las condiciones de los colonos no eran las más adecuadas, la cosa es que la torre del Bao se quedó más sola que la una. De hecho, en el mismo siglo XIV ya se despobló la heredad y así se quedó. La torre, cuya única utilidad era dar refugio al personal, debió ser abandonada. Aunque su campo visual era espléndido, enlazando con Morón (17.820 metros), Cote  (21.160 metros), Membrilla (11.473 metros) e incluso Los Molares (7.036 metros), sin colonos que defender carecía de sentido mantenerla en buen estado por los gastos que conllevaba. Así ha llegado a nuestros días, en estado de avanzada ruina y sometida a un expolio inmisericorde sin que nadie, como suele ser habitual, se haya molestado en hacer nada para impedir su inexorable destino.

Veamos ahora su estructura y morfología...


La torre es un poderoso edificio de planta cuadrada y unos 12x12 metros. Lo que queda actualmente es la planta baja, ya desprovista de su bóveda original. Debió tener al menos otra planta mas la azotea almenada. Por desgracia, los sillares de piedra caliza de la zapata base han sido robados a lo largo del tiempo para su uso como materiales de construcción. Igualmente, toda la sillería de la puerta de entrada, orientada al nordeste, han desaparecido vete a saber cuando.



Ahí podemos apreciar el relleno de los paramentos, consistente en cantería de tamaño medio colmatada con mortero de arena basta y cal. Su dureza es considerable, y quizás su pétrea consistencia es la que ha impedido hasta ahora que, privada de su sillería original, no se haya desmoronado. La torre está cimentada sobre una base de cantería y hormigón, debido obviamente a la inexistencia de afloramientos rocosos sobre los que asentarla.





Vista desde el interior en la que se aprecian los arranques de la bóveda. Los paramentos interiores también han desaparecido, de lo que podemos colegir que también eran de sillería. Es evidente que Álvar García no escatimó gastos a la hora de edificar una torre de primerísima clase. A la izquierda de la foto se aprecia la bóveda de cañón fabricada con ladrillo donde se encontraba la escalera que conducía a la planta superior. De dicha escalera no queda ni rastro, así que también podemos achacarlo al expolio.





Detalle en el que podemos ver el esgrafiado en los restos del mortero que cubría el exterior de la torre simulando sillares. Como ya se explicó en su momento, este trampantojo arquitectónico se realizaba para engañar al enemigo,haciéndole creer que una muralla o torre no estaba fabricada de tapial o mampuesto, sino de buenos y resistentes sillares. 







Finalmente, ahí podemos ver la parte superior de los paramentos, fabricados con mampuesto careado y nivelado con ladrillo, todo ello unido mediante argamasa de cal. El conjunto era recubierto, como ya se ha comentado varias veces, con mortero y varias capas de cal para protegerlo de la humedad. 





En fin, esperemos que alguien "tome conciencia", como se dice ahora, y haga algo por, al menos, consolidar la ruina. Sería una pena que algún día se viniese abajo como ya ha ocurrido con tantos y tantos monumentos históricos por obra y gracia de la incuria y la ignorancia de los de siempre: los políticos (Dios los maldiga, amén).

Ah, lo olvidaba... esta torre también recibe el nombre "del Barro" por llamarse así la finca en la que se asienta en nuestros días. También he leído en alguna parte que se la denominaba "del Vado", posiblemente por su cercanía con el Guadairilla.

Hale, he dicho...

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