Bien, prosigamos...
En el centro de la foto se ve el soporte para una de las ametralladoras laterales. A la derecha está el motor. |
Nos quedamos en el armamento que equipaba al A7V, así que debemos continuar con el puesto de conducción. Como salta a la vista en las fotos ya mostradas, iba ubicado en el centro del vehículo, en una plataforma sobre los motores. En dicho puesto iban el jefe del carro y el conductor los cuales, para disponer de un mejor campo visual, disponían de dos mirillas delanteras, dos traseras y una a cada lado más dos escotillas situadas en el techo. No obstante, debido a su posición solo podían ver lo que tenían por delante a partir de 9 metros de distancia. Por ello, cuando circulaban por terrenos escabrosos tenían que recurrir a las indicaciones que les daban los mecánicos que observaban el panorama desde las mirillas del casco o bien desde la puerta izquierda, la cual estaba situada en la parte delantera del casco. La del lado derecho estaba en la parte trasera. Este detalle obedecía al hecho de facilitar a la tripulación el acceso al carro o abandonarlo lo antes posible ya que el puesto de conducción situado en el centro del vehículo dejaba solo un angosto pasillo de apenas 1,60 mts. de alto para poder pasar de un lado a otro (foto de la izquierda).
La ilustración de la derecha nos permite ver la ubicación de la tripulación, que se elevaba a 18 hombres distribuidos de la siguiente forma: doce para servir las ametralladoras- un tirador y un cargador por máquina-, artillero, cargador, dos mecánicos- uno de ellos era además el señalero ya que, al carecer de equipos de radio, las comunicaciones se hacían mediante banderas-, el conductor y el jefe de carro.
A la izquierda tenemos la plataforma de conducción con los mandos necesarios para manejar el vehículo. Como vemos, el jefe de carro iba sentado a la derecha en un cómodo asiento con apoyabrazos y todo. Él era el encargado de designar los blancos, comunicando al tirador su posición mediante un dial situado sobre el cañón. El conductor iba en el lado izquierdo en un asiento similar y con todos los mandos a su alcance. La conducción normal se realizaba con el volante 3. Al girarlo a derecha o izquierda frenaba el motor de ese mismo lado, lo que permitía una conducción suave. Si era preciso realizar un giro más brusco tenía que echar mano a las palancas 4, que actuaban de la forma convencional en todos los carros. A la izquierda del asiento tenía la palanca del freno de mano. Delante estaban los pedales de embrague, uno para cada motor, que permitían accionar las palancas 5. Estas eran las palancas de cambio, si bien el carro carecía de varias marchas. Solo tenía dos: hacia adelante y hacia atrás. En el detalle vemos el acelerador manual 8 situado en el mismo volante y que permitía elegir tres velocidades de crucero distintas: 3, 6 y 12 km/h.
A la derecha podemos ver un A7V con su tripulación casi al completo. Se trata del vehículo 563 Wotan, al mando del teniente Goldmann (por su apellido, uno de tantos judíos que luchó por su país para luego ser puteado por los nazis, manda cojones) que aparece en el centro, con binoculares y gorra de plato. El soldado señalado con una X está sentado sobre un asiento abatible que había en cada puerta. Estos asientos estaban destinados precisamente a los encargados de ayudar a la conducción del carro debido a la escasa visibilidad cercana desde el puesto de conducción. Las flechas rojas señalan las cubierta de los ganchos de remolque, las cuales impedían que se enganchasen objetos que dificultasen el avance del vehículo, sobre todo las alambradas enemigas. En la parte trasera llevaba otros dos ganchos similares. La flecha azul marca el característico faldón delantero que equipaba estos carros y que tenía como misión impedir que proyectiles que chocaran en el suelo, o bien los que eran desviados cuando impactaban en la zona inferior de la proa, rebotasen hacia la parte inferior del vehículo que, como recordaremos, tenía un blindaje de apenas 6 mm. en esa zona.
En la foto de la derecha vemos una de las puertas de los A7V. Iban provistas de una mirilla giratoria que, además de permitir controlar lo que ocurría fuera del carro, servía para disparar una pistola contra cualquier enemigo cercano que no podía ser abatido por las ametralladoras al estar fuera del ángulo de tiro de las mismas. Ese es un problema que siguen teniendo incluso los carros modernos, y es que una vez que un enemigo se aproxima demasiado al mismo se convierte literalmente en invisible, circunstancias que desde la Gran Guerra se aprovechaba para destruir los carros enemigos mediante explosivos. No obstante, el A7V estaba mejor provisto de elementos de visión que sus oponentes, especialmente en los flancos y por detrás que, por razones obvias, eran las preferidas para intentar acercarse al vehículo.
Una vez que entraban en acción, el jefe del carro era, como ya se ha dicho, el encargado de designar los blancos. Cuando localizaba una ametralladora o un carro enemigo, hacía girar el dial marcado con la flecha roja, lo que indicaba al artillero la dirección hacia donde debía dirigir el cañón para buscar el objetivo con el visor. Una vez localizado, el artillero indicaba el tipo de proyectil que debía usarse, tras lo cual el cargador esperaba hasta que se encendía la luz blanca del indicador luminoso que aparece dentro del óvalo rojo, señal que significaba "atención", o sea, que se preparase para abrir fuego. La orden de disparar la daba también el jefe de carro cuando se encendía el indicador rojo, tras lo cual el cargador accionaba la palanca marcada con la flecha azul. Como vemos, en este caso el artillero solo tenía como misión localizar el blanco que le señalaba el jefe de carro y apuntar la pieza.
En cuanto a los tripulantes en general, eran voluntarios. Aunque lo habitual era que vistiesen el uniforme normal de la infantería, se diseñó uno propio para ellos que podemos ver en la foto de la derecha. Consistía en un mono de cuero y un casco con una chichonera alrededor para proteger la cabeza de posibles coscorrones durante el penoso y complejo avance de estas máquinas. Y al igual que los carristas enemigos, iban provistos de unas máscaras prácticamente idénticas a las usadas por ellos para evitar que las esquirlas de metal que saltaban hacia el interior cuando el vehículo era alcanzado por la metralla enemiga les hiriese la cara o los ojos. Este tipo de máscara ya se vio en las entradas dedicadas al Renault FT, y eran unas simples caretas de cuero con unos oculares metálicos en forma de rejillas. La parte inferior de la cara y el cuello quedaban protegidos por la malla.
Pero el peor inconveniente que padecían las tripulaciones de estos carros era la vida en el interior de los mismos. A pesar de las rejillas de ventilación situadas en el techo del casco, además de las mirillas y las puertas que podían abrirse para facilitar la renovación del aire, los gases que despedían los motores unido a la pestilencia del aceite quemado, el venenoso gas producido por la combustión de la cordita, el infernal ruido de los motores y una temperatura que rebasaba los 50º debido a que estos no llevaban ningún tipo de mamparo aislante hacían el ambiente dentro del carro en algo literalmente insoportable. De ahí que, por norma, las tripulaciones prefiriesen ir sobre el techo o caminando tras el vehículo, y solo accedían al interior cuando el combate era inminente.
De los veinte ejemplares fabricados solo uno sobrevivió al conflicto. Concretamente el carro 506 Mephisto al mando del teniente Theunissen, abandonado por su tripulación en Villers-Bretonneux el 28 de abril de 1918 y capturado posteriormente por tropas australianas, siendo luego transportado a Australia como trofeo de guerra. Actualmente se conserva en el Workshops Rail Museum. En la foto de la derecha podemos ver el momento en que era embarcado camino de las antípodas.
En fin, esta es grosso modo la historia del A7V. Por el número de unidades fabricadas, su relevancia en el conflicto fue prácticamente nula. Entre las averías y los que fueron destruidos o capturados, la actuación de estas máquinas no supuso el más mínimo quebranto a los aliados. Sin embargo, fue el germen de la futura arma acorada alemana y, lo más importante, sirvió a los tedescos para aprender de sus propios errores, cosa que muchos no suelen hacer. Como colofón, ahí dejo algunos detalles curiosos para los que gustan de humillar bonitamente a esos cuñados que siempre se las dan de listos cuando echan los pésimos documentales del Canal Historia o del Discovery.
1. Todos los A7V fabricados se numeraron con tres dígitos, siendo siempre el 5 el primero de ellos.
2. Del mismo modo, todos menos cuatro de ellos recibieron su mote correspondiente. Uno de ellos, concretamente el 543, tuvo hasta tres nombres diferentes: Hagen, Adalbert y König Wilhelm.
3. El peso en orden de combate de un A7V era de 29.900 kg., de los cuales 8.500 kg. eran de blindaje, 3.500 de armamento y 2.000 de tripulantes, combustible y demás equipamiento. Obviamente, el peso real era mayor tanto en cuanto, como ya se comentó en la entrada anterior, era habitual duplicar el número de proyectiles del cañón y, posiblemente, lo mismo se hacía con la munición de las ametralladoras.
4. El primer A7V fabricado de serie fue acabado hacia finales de octubre de 1917, recibiendo el número 501 y el nombre de Gretchen. Inicialmente iba equipado con cuatro ametralladoras y dos lanzallamas.
5. El bautismo de fuego del A7V tuvo lugar a las 09:30 horas del 21 de marzo de 1918, cerca de San Quintín. El ataque lo llevó a cabo el Abteilung 1 formado por cinco unidades al mando del capitán Walter Greiff con la misión de apoyar el avance de la 36 división. El estreno no fue precisamente para tirar cohetes ya que, de los cinco vehículos en liza, uno quedó fuera de combate por una avería antes siquiera de empezar, y otros dos se quedaron inutilizados por averías en la transmisión nada más comenzar la fiesta. Solo los números 501 (el Gretchen inicial) al mando del capitán Greiff y el 506 Mephisto al mando del teniente primero Skopnik pudieron actuar de forma efectiva en el ataque.
6. Curiosamente, esa primera unidad, que fue formada en septiembre de 1917, recibió la denominación oficial de Sturm Panzerkraftwagen Abteilungen 1, siendo abreviada esta letanía como Stuka, el mismo acrónimo usado más tarde para el archifamoso Ju-87 si bien en ese caso la denominación era un palabro impronunciable para una lengua cristiana: Sturzkampfflugzeug, que viene a significar "avión de combate en picado".
7. Los A7V fueron pintados originariamente de un color gris pizarra denominado feldgrau- gris de campaña-, que fue sustituido por esquemas de camuflaje a base de manchas irregulares en tonos marrones, amarillos, verdes y negro. El feldgrau siguió en uso durante el siguiente conflicto en base a que era el mejor color para que los vehículos no fuesen visibles cuando rodaban sobre el asfalto, si bien semejante chorrada cayó por su propio peso a poco de comenzar la guerra ya que, obviamente, cuando de verdad debían ser menos visibles era cuando iban campo a través.
8. Los cañones que equipaban a los A7V procedían, como ya se comentó en la entrada anterior, de las piezas capturadas al ejército belga nada más iniciarse el conflicto. Concretamente fueron 185 unidades que estaban instaladas en las casamatas de las fortificaciones que defendían Lieja, Namur, Huy y Antwerp. Habían sido adquiridas por el gobierno belga en octubre de 1890.
Bueno, supongo que con lo explicado más estas ocho curiosidades curiosas bastarán para callar la boca al cuñado más contumaz.
Hale, he dicho
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