Chulo, ¿eh? El castillo de Miraflores se yergue sobre un elevado risco situado al norte de Alconchel, un pequeño pueblo pacense muy cercano a la frontera portuguesa. De hecho, el castillo fue arrebatado a la morisma por don Afonso I en 1166. Posteriormente fue capturado por Castilla, siendo dado en tenencia al Temple, que lo conservó hasta la disolución de la orden en 1314. A raíz de ese suceso, fue cedido, junto a las tierras del señorío, a la familia de los Sotomayor. Por su situación fronteriza no se convirtió en uno de esos castillos condenados al olvido, sino que permaneció activo hasta el siglo XVII, sufriendo sucesivas reformas para adaptarlo al uso de la artillería.
Muy bien preparado para su defensa, no ya por lo inaccesible de su emplazamiento, sino por sus elementos defensivos, como la rampa de acceso en doble recodo hasta la puerta de entrada, o las nada menos que cinco cisternas para almacenamiento de agua, el castillo de Miraflores fue durante siglos un celoso guardián de la raya lusitana. Hoy, sin embargo, y tras una concienzuda "restauración", ha sido convertido en...un albergue.................juvenil...........
El título de esta entrada debería ser: "El castillo de Miraflores, o como profanar impunemente una fortificación". Por fuera, como se ve en la foto de cabecera, ofrece un aspecto magnificente, gallardo, desafiante... Pero cuando se traspasa la puerta, la magnificencia, la gallardía y el desafío de evaporan de forma inusitada con la contemplación de la perpetración llevada a cabo en su interior. O más bien, ensañamiento. Sí, ese es el término correcto: el ensañamiento llevado a cabo en su interior. Vean, vean... Un aviso: Las imágenes pueden herir la sensibilidad de más de uno.


Ahí podemos..."admirar" una vista superior del acceso principal, con más añadidos de corriente modernista: puertas de hierro y cristal, techumbres de azotea perdida ensoladas con toba... en fin, todo un alarde del más refinado sadismo arquitectónico.
Ah, y el simulacro de rastrillo, muy logrado. Con esa reja romboidal, propia de un presidio, le da un toque inquisitorial tan convincente... Además, han puesto una cupulita, unos tragaluces la mar de molones, y sobre hierro, mucho hierro, como un homenaje a la férrea y belicosa época en que estuvo en su esplendor.
Esta de abajo no precisa de comentarios, así que la pongo bien grande para asco y nausea de propios y extraños:
Esta de abajo no precisa de comentarios, así que la pongo bien grande para asco y nausea de propios y extraños:
Y ni las más profundas entrañas del castillo se libraron de la audaz pericia tecnológica de los perpetradores. He ahí un aljibe, lleno de regletas, interruptores y cajas de registro eléctrico. Ignoro qué leches pintan ahí, porque aquello estaba oscuro como una cripta. Menos mal que llevaba el trípode y pude hacer una foto medianamente decente, con casi 1 minuto de exposición, para dejar testimonio de la infamia:
Hale, ya podéis ir a vomitar.
Puarrrrrrrgggggggggg...........
He dicho..
He dicho..
No hay comentarios:
Publicar un comentario