Emisarios andalusíes pactan con un rey cristiano la entrega de su ciudad |
Bien, dilectos lectores... prosigamos con el tema de las repoblaciones, que aún quedan algunas cosillas por mencionar. En la entrada anterior se habló de como los monarcas medievales fomentaban la repoblación de las tierras arrebatadas a los enemigos ya que, al fin y al cabo, un territorio baldío no daba fruto y, por otro lado, era más fácil de recuperar por sus antiguos propietarios.
Conviene además aclarar un punto antes de proseguir, ya que es habitual ver los sucesos de hace siglos bajo el prisma de nuestros días, lo que puede dar lugar a cometer ciertos errores y, especialmente, caer en juzgar de forma equivocada a los que nos precedieron.
Cuadro de Zurbarán que representa de forma figurada la entrega de las llaves de Sevilla a Fernando III por parte del valí de la misma, Abu Hassan al-Saqqaf |
Así pues, debemos considerar que la reconquista del territorio no solo se veía en los reinos hispanos como una obligación de tipo moral, sino económico. Los monarcas de aquel tiempo no acometían la costosísima empresa que suponía levantar en armas una hueste para recuperar tal o cual ciudad si no era viable su posterior mantenimiento. Una ciudad y el territorio adyacente baldío no era rentable luego, si no daba beneficios, ¿para qué gastar dinero y vidas en apoderarse de los mismos? O sea, que la ocupación militar carecía de sentido si no se tenían garantías de que, a continuación, la tierra fuese repoblada y rindiese las rentas adecuadas. En definitiva: primero se tenía en cuenta el aspecto económico, y luego todas las consideraciones religiosas, morales, etc. Así pues y procurando no olvidar esta puntualización, entremos sin más en el tema.
Ciudad tomada por asalto |
1. Una operación de esa envergadura requería el concurso de grandes cantidades de tropas, y una hueste numerosa implicaba además tener que costear los bastimentos, armas y provisiones para tanta gente. El cerco a una población de tamaño medio para la época, o sea, de entre cinco y diez mil vecinos más o menos, requería un ejército de varios miles de hombres para poder abarcar todo el perímetro amurallado y contener las espolonadas procedentes del interior de la ciudad. Así mismo, solo disponiendo de efectivos en cantidad se podía intentar el asalto con un mínimo de probabilidades de éxito en caso de que el cerco se alargase más de la cuenta. A más duración del mismo, más caro resultaba y más tiempo estaban los hombres lejos de casa, por lo que no rendían en sus trabajos habituales.
El rey recibe a una mesnada |
3. En función de las condiciones de rendición pactadas, se permitiría o no a sus habitantes permanecer en la misma. En el primer caso se solía permitir a los judíos y musulmanes permanecer en sus casas, conservar sus bienes y regirse por sus leyes. Se les obligaba a pagar tributos para rentabilizar la guerra o bien se les expropiaban las tierras que, a su vez, eran entregadas como pago a los que habían cooperado en la operación. En otros casos, los habitantes eran simplemente expulsados y se les expropiaban sin más sus casas, tierras y bienes y se tenían que largar con lo puesto. En otros, caso por ejemplo de haber tomado la ciudad al asalto, los vecinos eran esclavizados o pasados a cuchillo como escarmiento.
Así pues, tenemos que la corona llama a la guerra a todo aquel que pueda arrimar el hombro, ya sea con tropas, bastimentos o ambas cosas para arrebatar tal ciudad al enemigo. ¿Y cómo garantizar que tras la guerra la ciudad y las tierras adyacentes no quedarán baldías? Por los repartimientos.
Tras la guerra, la paz. Hay que sacar fruto a la conquista |
Las repoblaciones dieron lugar a una nueva burguesía |
Mercado medieval |
Así pues, ya vemos los medios de que se valían los monarcas para favorecer tanto la economía estatal como el afianzamiento de sus conquistas. Porque independientemente de la "sagrada labor de extender la fe" o la de "recuperar el sacrosanto solar de nuestros ancestros", lo primero y principal era, como siempre ha sido y será, el poderoso caballero que es Don Dinero.
Algunas curiosidades curiosas
Feria en una ciudad medieval |
2. En muchos casos se repoblaban pueblos pequeños con milicias completas. De ese modo, al ser todos conocidos y del mismo talante, la convivencia era más llevadera. Muchos pueblos españoles fueron en su día repoblados por gente proveniente de los puntos más diversos del mapa, de forma que encontramos actualmente a sus descendientes por la coincidencia de determinados apellidos. Por ejemplo, en Olivares (Sevilla) se repiten bastante dos apellidos, Fraile y Gelo. En Villafranca (Sevilla) están los Begines y los Moguer. En Pilas (Sevilla) los Catalán. Y así podríamos seguir con solo mirar el listín telefónico.
3. Las tierras más deseadas eran las de olivos, las de viñas y las huertas por ser las que rendían mejores beneficios.
4. Las casas donadas en las ciudades solían ser para los nobles, el clero y las órdenes. En el caso de los freires aprovechaban para crear hospitales o casas de descanso para sus hermanos. En muchos casos, los inmuebles obtenidos disponían incluso de parcelas de terreno o huertas tras las mismas donde podían obtener el sustento sin necesidad de salir de la muralla.
5. En el repartimiento de Sevilla de 1253, el que aparece en primer lugar es don Remondo, primer obispo de la ciudad, el cual recibió de la corona "unas casas en la plaza de Santa María con su bodega, cocina, establo y una hortezuela en las casas". Los curas siempre los primeros, que había que asegurarse la entrada en el Paraíso estando a buenas con los vicarios de Cristo, qué carajo...
6. Dicho repartimiento tuvo que ser rehecho dos veces, en 1255 y 1263, debido a que hubo gente que prefirió volver al terruño y abandonaron sus donadíos. Por ese motivo, llegó un momento en que sobraban bienes para repartir, lo que indica que, contrariamente a lo que se pueda pensar, repoblar no era precisamente fácil y solo a base de conceder propiedades y grandes privilegios se lograba, y no siempre con la prontitud deseada.
Bueno, no olvido nada, creo.
Hale, he dicho...
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