jueves, 18 de febrero de 2021

LOS ESPÍAS DE ROMA

 

El espionaje y la inteligencia militar son tan antiguos como los ejércitos. Desde que alguien tuvo la ocurrencia de juntar a varios compadres para ir a darle un berrinche al vecino, fue imperiosamente necesario conocer de antemano sus efectivos, su armamento, la solidez de sus murallas y, sobre todo, si la invasión les traía cuenta, que no era plan de invertir un dineral para obtener un botín de chichinabo o unos cautivos que no valían ni para esclavizarlos un par de semanas antes de que palmaran de agotamiento. Sea como fuere, desde mucho antes de los tiempos de Cristo ya se era plenamente consciente de la importancia que tenía conocer al enemigo para anticiparse a sus movimientos. Un ejemplo bastante ilustrativo lo tenemos en Sun Tzu (c. 544 a.C.- c. 496 a.C.), el sesudo ciudadano chino que en su obra "El arte de la guerra" dejaba bien claro que un general competente debía disponer de nada menos que cinco tipos de espías: los locales, los internos, los dobles, los pasivos y los activos que, actuando en colaboración unos con otros con la mayor discreción "...son una suerte de red intangible, un verdadero tesoro para el soberano". Obviamente, la organización militar de la China de Sun Tzu estaba por aquella época a años luz de nuestros probos imperialistas, que estaban aún metamorfoseándose de pastores de cabras en ciudadanos aspirantes a dominar el mundo occidental.

En el caso que nos ocupa, lo cierto es que las fuentes de la época- Polibio y Tito Livio principalmente- no son especialmente prolijas a la hora de detallar el nacimiento y evolución de cualquier tipo de inteligencia militar, e incluso aún hoy día hay bastante controversia acerca de la misma organización en tiempos tan tardíos como el Principado y el Imperio, y en este intenso debate se incluyen las denominaciones de los hombres encargados de llevar a cabo misiones de espionaje e información. Así, nos encontramos con EXPLORATORES, SPECVLATORES, BENEFICIARII y FRVMENTARII que, aunque en apariencia por sus títulos no tengan nada que ver con el tema que nos ocupa, lo cierto es que fueron los protagonistas principales del espionaje y la inteligencia militar durante siglos, lo que no quita que sus funciones también pudieran ir variando a lo largo del tiempo a medida que el imperio engordaba con conquistas en las que, sin duda,  estos hombres estuvieron involucrados de forma decisiva.

Intercambio de opiniones entre romanos y etruscos. En este
caso, el tribuno Aulo Cornelio Coso escabecha diestramente
al rey Tolumnio de Veyes en el 437 a.C.
Por otro lado, también es complicado poner fecha al inicio de cualquier tipo de organización dedicada al espionaje porque, como afirma R. Sheldon, en los primeros y violentos cambios de impresiones que mantuvieron los romanos con sus vecinos etruscos y volscos en el 482 a.C. y, unos veinte años después, con los ecuos, lo más parecido al espionaje que podía hacerse era enviar merodeadores a bichear lo más cerca posible los campamentos enemigos para cuantificar sus efectivos y poco más. Dionisio de Halicarnaso describía el uso de EXPLORATORES por parte de cónsul Quinto Fabio Vibulano en su enfrentamiento con los ecuos pero, como decimos, no esperaban intuir su estrategia o despliegue en el campo de batalla por una sencilla razón: todos los pueblos de aquella época seguían el modelo de la falange griega, así que ya sabían que no se encontrarían con ninguna sorpresa. De ahí que, a lo sumo, el interés radicaba en conocer los efectivos del enemigo y si habían dormido bien la víspera de la batalla. Así pues, los EXPLORATORES serían en principio el germen de las distintas actividades de información e inteligencia que, poco a poco, se irían formando tanto a nivel militar como civil a medida que el imperio aumentaba de tamaño y, por ende, el número de enemigos deseosos de sacarles las tiras de pellejo.

CARTHAGO DELENDA EST. La escena muestra el asalto
final de las tropas de Escipión para acabar con los inventores
del odio africano incluyendo su red de espías
Por lo general, la opinión más aceptada es que los romanos empezaron a tomar conciencia de que el tema del espionaje era más serio de lo que creían a raíz de las guerras mantenidas con los odiados cartagineses, concretamente en la Segunda Guerra Púnica, y no por iniciativa propia, sino porque descubrieron que sus taimados enemigos hacían un inteligente uso de sus espías. Es aquí donde, al menos en las fuentes de la época, aparece el término SPECVLATOR, pero como sinónimo de EXPLORATOR ya que se usaron indistintamente al traducirlo del griego καταςκοπος (kataskopos) usado por Polibio. No obstante, Tito Livio les atribuye cometidos diferentes: mientras que los EXPLORATORES se encargaban de efectuar misiones de reconocimiento y mensajería por parte de la caballería, los SPECVLATORES realizaban misiones de espionaje puro y duro, bien actuando solos o en mínimos grupos que se infiltraban de forma encubierta en territorio o campamentos enemigos para obtener información. Por ejemplo, disfrazados de mercaderes, simples campesinos o, como cita Livio, como sirvientes de unos embajadores enviados por Roma a un campamento cartaginés. Estos SPECVLATORES, centuriones todos ellos, tuvieron ocasión de tomar buena nota de lo que se cocía allí bajo su apariencia de simples esclavos. Ojo, los cartagineses hacían exactamente lo mismo, así que no demos por sentado que los romanos eran más sagaces ni más listos.

Marco Porcio Catón el Viejo
Como ya sabemos, Roma acabó derrotando a Cartago, con lo cual lograron dos cosas: una, dejar de escuchar a Catón el Viejo soltar su sempiterna coletilla de "CETERVM CENSEO CARTHAGINEM ESSE DELENDAM" al final de cada discurso (Por lo demás, opino que Cartago debe ser destruida), y dos, darse cuenta de que sus guerras preventivas les proporcionarían un imperio como jamás viose. De hecho, algunos autores sugieren que el triunfo de Roma sobre los africanos se debió en parte a su eficiente inteligencia militar que, por aquella época, aún no estaba formada por profesionales ni estaban integrados en un OFFICIVM (oficina o departamento), sino por hombres especialmente valerosos y con la suficiente capacidad de disimulo y sangre fría como para colarse en un campamento enemigo y pasearse de un lado a otro tomando nota mentalmente de lo que veía para, posteriormente, repetirlo minuciosamente al cónsul o legado a cuyas órdenes servía. Está de más decir cuál era el destino de los SPECVLATORES que eran descubiertos, tanto por un bando como por otro, no sin antes apretarles bien las clavijas para sonsacarles lo que habían averiguado, así como la información de que disponía el enemigo.

Jinetes celtas leales a Roma que podían infiltrarse donde les diera
la gana sin que nadie sospechara lo más mínimo
El imperio empezó a tomar forma, los territorios que Roma arrebataba a sus vecinos aumentaban una cosa mala y, como está mandado, el estado de guerra constante favorecía la ampliación y perfeccionamiento de una buena red de espionaje e información. Y, además, en este caso nos legaron datos más concretos procedentes de los Comentarios que escribió César sobre la guerra de las Galias y su posterior conflicto civil contra Gneo Pompeyo y los OPTIMATES. En sus garbeos por la Galia, César llevó a cabo una sutil estrategia con los EXPLORATORES. Cuando se trataba de obtener información sobre el enemigo no recurría a tropas romanas, que daban un cante tremendo, no conocían el terreno y hablaban galo con acento de la Suburra. Así pues, se valía de tribus aliadas de galos y germanos que, obviamente, se paseaban por allí como Pedro por su casa. Está de más decir que solo usaba hombres muy fiables, leales a su persona y que no lo traicionarían bajo ningún concepto. Pero si se trataba de otro tipo de misiones más específicas, que podían incluir incluso el asesinato de algún régulo tribal, siempre podía recurrir a romanos adecuadamente preparados para infiltrarse en territorio enemigo. Un grupo de EXPLORATORES a caballo era relativamente fácil de detectar, pero un SPECVLATOR solitario que se movía cómo una culebra por la zona era mucho más complicado.

AVXILIARII que, como los aliados nativos, hacían un buen
servicio como EXPLORATORES
La guerra civil supuso una continuidad en el uso de EXPLORATORES Y SPECVLATORES si bien, por razones obvias, en este caso ambos bandos prescindían de usar tropas auxiliares procedentes de otros pueblos porque serían fácilmente descubiertos. Así, la opción más viable era emplear romanos, que hablaban latín estupendamente y no iban por el mundo luciendo una melena leonina rubia ni frondosas barbas del mismo color. Con todo, y a pesar del notable aumento del personal dedicado a este tipo de misiones de inteligencia, aún no se llegó a dar forma a un espía profesional. Los mandos militares se limitaban a recurrir a los hombres que consideraban más cualificados para llevar a cabo misiones de este tipo, diferenciándolos solo por la zona donde deberían actuar: si se trataba de obtener información en territorio enemigo, echaban mano de AUXILIARII o nativos aliados de los que nadie sospecharía. Si la cosa iba de peleas entre romanos, pues se designaban probos ciudadanos o incluso esclavos o siervos de los que acompañaban a las legiones y que, a cambio de sus servicios, pues igual obtenían un trato de favor como recibir menos bofetones al cabo de la semana o algo así.

El advenimiento del Principado fue, por así decirlo, el pistoletazo de salida para llevar a cabo una organización más adecuada en todo lo referente al espionaje, y por varios motivos. Ante todo, el poder ya no descansaba en un senado y dos cónsules cuyo mando apenas duraba un año, sino por un único príncipe- rey de facto- que tras varias guerras civiles y el asesinato de los principales líderes de cada bando sabía que tenía enemigos hasta en las letrinas de palacio. Augusto, que entre otras cosas era un sujeto bastante inteligente, era plenamente consciente de que los partidarios de Catón, Bruto, Casio y, sobre todo, Pompeyo y Marco Antonio, lo odiaban a muerte, y que los viejos senadores no veían con buenos ojos eso de que un nuevo rey, aunque fuera bajo el ambiguo título de PATER PATRIÆ (Padre de la Patria), se hubiese hecho el amo del cotarro, y el poder del senado se fuese al garete así como el de los cónsules que se seguían nombrando como una mera formalidad.

Lucio Ælio Sejano. Se hizo de oro gracias a su
extensa red de DELATORES que esquilmaron a
la alta sociedad de Roma hasta su caída en
desgracia y ejecución en el 31 d.C.
Por lo tanto, nos encontramos con un autócrata dueño de un inmenso imperio en el que, en modo alguno, reinaba la paz. Las fronteras con los germanos, con los partos, en la Hispania, etc. siempre eran un avispero que podía estallar en cualquier momento, y en Roma sus enemigos políticos urdían a todas horas como quitarse de encima la monarquía y retornar a la república. Para tener a raya a estos últimos recurrió a los DELATORES, chivatos profesionales reclutados principalmente entre libertos que se dedicaban a husmear como hurones todos los chismes, conversaciones, murmullos o proclamas en las que se cuestionara la legitimidad de Augusto para ejercer el poder o incluso hacer la más mínima burla de su persona o de la familia imperial. En las termas, el foro, los mercados e incluso en los banquete privados siempre podía haber un DELATOR que, aunque aparentase estar en babia, tomaba buena nota de lo que se decía y quién lo decía para, a continuación, dar parte y empezar un seguimiento hasta tener pruebas suficientes como para meterle un paquete de los buenos. O sea, que lo mejor era hablar solo de mujeres, gladiadores, aurigas y obras de teatro, y dejar los chismes peligrosos para la más absoluta intimidad. Como hasta aquel momento ese tipo de delito era inexistente y los tribunales no podían actuar de oficio, pues se aceptó el hecho de que estos "leales súbditos del césar" denunciaran de forma voluntaria a los infractores, a los que se incoaba proceso aplicándoles la LEX IVLIA MAIESTATIS. En realidad, la delación se convirtió en un verdadero negocio ya que, caso de que el denunciado resultase convicto, sus bienes eran confiscados por el estado, obteniendo el DELATOR una parte de los mismos a modo de gratificación. Recordemos como el malvadísimo prefecto pretoriano Lucio Ælio Sejano esquilmó a las clases altas y la gente de dinero de Roma con este método mientras que Tiberio se dedicaba a practicar la pedofilia con sus "pececitos" en su dorado retiro de Capri.

RÆDA, carro de cuatro ruedas usado por los
correos de la VEHICVLATIO
Pero le inteligencia militar era mucho más compleja, porque había que obtener información, procesarla y, llegado el caso, enviarla a Roma con la mayor prontitud. Para ello, Augusto ordenó la creación de la VEHICVLATIO- luego llamada CVRSVS PVBLICVS-, una red de correos extensa y compleja capaz de permitir la circulación de mensajeros que pudieran hacer llegar a manos del césar todos los informes recopilados por los gobernadores y prefectos de cada territorio, que en aquel momento se habían convertido en los encargados de organizar estas cuestiones. Como vemos, aún no se podía hablar de un organismo centralizado, pero sí de la creación de OFFICIA en cada provincia en donde se recopilaba toda la información obtenida. Ya no se optaba por encargar a Fulanus o Menganus que se dieran un garbeo a ver qué tramaba el enemigo, sino que se había empezado a organizar personal destinado en cada OFFICIVM, cada uno con un cometido específico. Así, los EXPLORATORES siguieron con sus labores de merodeo y obtención de información de enemigos, reales o potenciales, para anticiparse a sus movimientos. De hecho, muchos autores señalan que un imperio de semejante envergadura solo pudo mantenerse y obtener tantas victorias gracias precisamente a una concienzuda labor de inteligencia que les permitió en la mayoría de las ocasiones saber de antemano cuándo habría una revuelta, o cuando un régulo con el que mantenían una alianza les traicionaría, etc.

Y con los EXPLORATORES siguieron ejerciendo los SPECVLATORES, si bien de forma más específica ya que a cada OFFICIVM se asignaban diez hombres por legión. El SPECVLATOR tenía un rango similar a lo que hoy sería un suboficial, y se solía usar como trampolín para, con el tiempo, optar al centurionado. Como anticipamos al comienzo del artículo, hay muchas divergencias acerca del verdadero cometido de los SPECVLATORES ya que diversas tropas recibieron ese mismo nombre, desde una guardia personal con los efectivos de una cohorte establecida por Marco Antonio a una guardia a caballo de los emperadores, pasando por funcionarios en las  OFFICIA provinciales bajo el mando directo de los gobernadores o prefectos, como espías en toda regla incluyendo el asesinato selectivo de enemigos del estado e incluso como verdugos encargados de ejecutar a los reos de muerte de sus respectivas legiones.

Pero un sistema más complejo requería más personal, así que a las figuras de los EXPLORATORES y SPECVLATORES de siempre se añadieron los BENEFICIARII y los FRVMENTARII, de los que también hay, como no podía ser menos, teorías de todo tipo en lo referente a su origen y función. En el caso de los BENEFICIARII, la opinión más aceptada es que dirigían las STATIONES, o sea, los puestos militares distribuidos a lo largo de la VEHICVLATIO. Un BENEFICIARIVS era también un suboficial asignado al OFFICIVM del gobernador de turno y que, al parecer, se encargaba de filtrar la información que recibía de los EXPLORATORES y SPECVLATORES tras sus garbeos por la región. La contrastaba, la clasificaba y, una vez elaborado el informe preceptivo, la enviaba al gobernador para que dispusiera de ella. O sea, ya hablamos de una inteligencia militar como Júpiter manda, donde se recopilaba información, se analizaba y se decidía el nivel de importancia que podría tener, dando prioridad a la que se consideraba de mayor relevancia o la procedente de personajes de más categoría. A la derecha podemos ver un cipo funerario con la efigie de un BENEFICIARIVS en la que aparece a su derecha la lanza con la característica moharra símbolo de su rango

El cobro de impuestos era un buen momento para captar
nativos que se aviniesen a colaborar como espías al
servicio de Roma
En cuanto a los FRVMENTARII, pues estamos en una situación similar porque, en origen, un FRVMENTARIVS era el encargado de distribuir el FRVMENTVM (el grano) entre las tropas, misión que, aparentemente no tiene nada que ver con el espionaje. Por ese motivo, algunos autores afirman que los abastecedores de grano eran los FRVMENTATORES, por lo que un FRVMENTARIVS era en realidad el receptor de una ración suplementaria de trigo en razón de su rango, equivalente al de un BENEFICIARIVS o un CORNICVLARIVS (contables y encargados de las cuestiones administrativas de cada legión). De hecho, las primeras referencias sobre los FRVMENTARII aparecen durante el Principado como mensajeros directos entre las STATIONES y Roma, por lo que no eran unos cualesquiera. Más aún, a partir del siglo II d.C., los FRVMENTARII fueron ganando cada vez más relevancia, y de la misma forma que los BENEFICIARII eran unas piezas clave en lo referente a la recopilación y clasificación de informes, los FRVMENTARII eran los encargados de hacerla llegar a Roma, pero no para entregarla a cualquier funcionario de chichinabo de la archicompleja administración imperial, sino de los más elevados personajes- léase cónsules o personal del rango más elevado- cuando no directamente en manos de los mismos césares, por lo que se convertían de facto en confidentes del amo del mundo, y eso no era cualquier cosa. Parece ser que incluso llegaron a ejercer en cuestiones relacionadas con lo que hoy día sería una policía política en toda regla.

FRVMENTARIVS untando al DELATOR para que delate
a su abuela si hace falta
De ese modo, los FRVMENTARII se convirtieron en el KGB de los césares, controlaban la red de DELATORES y estaban bajo las órdenes directas del emperador de turno, lo que los convertía en unos ciudadanos especialmente temidos y, a la par, odiados. Y no solo se encargaban de controlar posibles veleidades entre los súbditos del estado, sino también de hacer callar a los enemigos políticos del emperador por el medio más eficaz, desde el vil chantaje por un devaneo de la parienta con el tribuno de la plebe Gaius Macizus, a la fabricación de pruebas falsas o, llegado el caso, la eliminación física organizando una sutil emboscada nocturna, contratando los servicios de una diestra envenenadora o colocando un puñalito junto a un mensaje personal del césar en el que le indicaba que mejor se daba la puntilla a sí mismo si no quería ver desde el Averno a toda su familia ultrajada y mendigando por las calles. Parece ser que el personal estaba ya tan harto de los FRVMENTARII que Diocleciano, en un alarde de corrección política, los disolvió para, a continuación, crear los AGENTES IN REBVS (literalmente, "activos en los asuntos"), que eran exactamente lo mismo pero con otro nombre para despistar. Al cabo, el poder nunca ha podido ni podrá prescindir de los hombres que obedecen las órdenes sin rechistar por muy repulsivas o ilegales que sean.

Lápida de Tito Veratio, un SPECVLATOR pretoriano que
sirvió durante nueve años antes de palmar con apenas 28
Bien, este sería grosso modo el origen y la organización del espionaje y la inteligencia militar y política de Roma. A modo de resumen final, tenemos a los EXPLORATORES encargados del reconocimiento del territorio, los SPECVLATORES que igual actuaban como espías que como verdugos o como mensajeros, los BENEFICIARII, al mando de las STATIONES donde se clasificaba la información proporcionada por los dos primeros y, finalmente, los FRVMENTARII, que empezaron de correos especiales y acabaron de policías políticos de quienes dependía la seguridad del estado. Ya les dedicaremos un artículo para ellos solitos y, tras el repaso inicial, acabar de hundir a nuestra audiencia formada por los cuñados más ruines.

Hale, he dicho

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