viernes, 24 de junio de 2016

Mitos y leyendas: la Inquisición española




Antonio Pérez, el todopoderoso secretario
de Felipe II que acabó convirtiéndose en el
mayor traidor de la historia española.
Vendido a los ingleses, fue uno de los más
empeñados coadyuvadores de la Leyenda
Negra que nos persigue desde hace siglos.
Si a cualquier ciudadano se le pregunta por la institución más infame, sádica, sanguinaria y malvada de todos los tiempos, apostaría mis patriarcales barbas a que respondería sin dudarlo que la Inquisición. Y cuando se habla de inquisiciones, el personal no se molesta en especificar que se refiere a la española ya que dan por sentado que fue la única que existió en todo el planeta. O sea, que la famosa Leyenda Negra creada por los enemigos de España- Inglaterra y los Países Bajos- fue tan eficazmente propalada que hasta los mismos españoles acabaron creyéndosela por obra y gracia de ese absurdo complejo de inferioridad que nos atenaza desde hace décadas y que nos hace sentir vergüenza de haber sido los dueños de un inmenso imperio. Bueno, el que se lo quiera creer y el que quiera sentirse inferior, porque yo jamás he padecido semejante sentimiento de culpa ni me he creído una palabra de esa absurda leyenda. Y gran culpa de ello lo tiene el hecho palmario de que el personal tiene la irritante tendencia a creerse todo lo que les digan sin molestarse en corroborar si es cierto, de modo que así nos luce el pelo.

Así pues, y aprovechando que los hijos de la Gran Bretaña se largan en buena hora del seno europeo en un arrebato de la infinita soberbia que siempre ha caracterizado a esa raza de piratas y ladrones, pues procederé a desmentir muchas de las creencias sobre lo que fue la base principal para crear esa siniestra leyenda que nos hizo parecer a los ojos del mundo como los seres más fanáticos, sádicos y perversos del mundo mundial.

1. Los españoles crearon la Inquisición

Barbacoa de cátaros muy anterior a que en España se
plantearan siquiera establecer el Santo Oficio
Falso. La Inquisición la fundó el papa Lucio III en 1184 a raíz de la publicación de la bula AD ABOLENDAM debido al cada vez más preocupante avance del catarismo, secta proveniente del este de Europa que encontró gran acogida en el Langedoc en aquella época. Esta primera inquisición delegaba en los obispos para mantener la pureza de la fe y frenar la herejía, pero fue un fracaso debido a que gran parte del clero languedociano, obispos incluidos, simpatizaba de forma más o menos abierta con los cátaros. De ahí que, en 1231, Gregorio IX optara por poner la inquisición bajo el control directo del pontificado tras publicar el decreto ILLE HVMANI GENERIS. La misión de combatir la herejía recayó en la orden de los Predicadores, luego conocida como dominicos por santo Domingo de Guzmán, uno de los más preclaros cerebros de su época y denodado defensor de la fe católica. Por cierto que en aquellos primeros tiempos la intención era convertir a los herejes celebrando apasionados debates entre los principales picos de oro de cada lado, católicos y cátaros, en los que cada parte defendía sus creencias. El fracaso de esta política "blanda" contra los herejes dio paso luego a la Cruzada Albigense, la única predicada para combatir cristianos.

2. Bueno, no crearon la Inquisición, pero fueron los primeros en adoptarla.

Pedro II
También falso. De hecho, los primeros en aceptar la presencia de inquisidores en sus dominios fueron el conde de Tolosa (muy a su pesar) y el rey de Francia. En puridad, el primer estado que la admitió como institución oficial fue Aragón en 1249 bajo el reinado de Pedro II el Católico, un ferviente monarca que puso bastante empeño en limpiar sus dominios de herejes. Cabe suponer que, aparte de su desmedido afán por mantener la pureza de la religión en su reino, lo que preocupaba al monarca era el inquietante avance hacia el sur de una secta que, caso de aceptar su presencia, lo convertiría de facto en un protector de la misma, lo que le acarrearía algo aún peor: el entredicho de Roma y el convertirse en objetivo de otros reyes que aprovechaban la más mínima excusa para, con el placet del papa, invadir sus tierras y mandarlo a paseo por sospechoso de herejía. Eso fue precisamente lo que acabó con el otrora poderoso condado de Tolosa, dueño y señor del Languedoc, que acabó siendo fagocitado por la corona francesa por la actitud ambigua, cuando no abiertamente favorable, hacia los cátaros.

3. Entonces, ¿cuándo apareció la Inquisición española?

Emblema del Santo Oficio. El lema pertenece,
tal como figura en el escudo, al salmo 73:
Levántate Señor, y juzga tu causa
Mucho tiempo después. De hecho, la Inquisición no fue implantada en el reino de Castilla hasta el 1 de noviembre de 1478, durante el pontificado de Sixto IV y tras la publicación de la bula EXIGIT SINCERAS DEVOTIONIS AFFECTVS, y su cometido inicial no era precisamente perseguir herejes, sino vigilar que los judíos y moriscos que juraban por sus barbas haberse convertido al cristianismo lo habían hecho de corazón. Era de todos sabido que muchos de ellos habían aceptado ese trágala para no verse expulsados de Castilla, y que en la intimidad de sus hogares seguían practicando la religión de sus mayores. La lucha contra la herejía en España no tuvo lugar hasta la aparición y propalación del luteranismo varias décadas más tarde. Por otro lado, no podemos hablar de Inquisición española hasta la verdadera unión de las coronas de Castilla y Aragón ya que este último reino no aceptó inicialmente las condiciones de la bula de Sixto IV. Es más, incluso cuando Felipe II encargó a la Inquisición la investigación sobre las traiciones llevadas a cabo por Antonio Pérez pensando que si le daba a sus maldades un tinte religioso le sería más fácil acabar con él, éste alevoso, refugiado en Aragón, se fue de rositas precisamente porque los inquisidores castellanos no pudieron arrestarlo debido a que carecían de jurisdicción para ello. Recordemos que hasta el advenimiento de la dinastía borbónica no se acabaron con los absurdos y obsoletos fueros medievales que aún perduraban, y por desgracia aún perduran en algunas zonas, en todo el país. En definitiva, que la Inquisición española como tal fue más bien la última que se implantó en Europa.

4. Vale, pero eran malísimos de la muerte, tenían muy mala leche y sometían al personal a terribles tormentos.

Virgen de Nuremberg, producto del
chispeante ingenio de los tedescos
para idear maldades
No más que cualquier otra inquisición europea. No debemos olvidar que la tortura era admitida en todas partes como un eficaz sistema para obtener confesiones, y en países con una imagen tan civilizada como Alemania aún se permitía el uso de la siniestra virgen de Nuremberg a mediados del siglo XIX, mientras que en España jamás se habían usado esos diabólicos artefactos. Por otro lado, los medios de tortura inquisitoriales no permitían la efusión de sangre, por lo que no podían emplearse máquinas o métodos cruentos. Obviamente, eso no quiere decir que el potro, la garrucha, la cuna de Judas o la toca no fueran una bestialidad, pero no más que otros de los usados por la justicia civil. Por otro lado, los interrogatorios inquisitoriales se llevaban a cabo bajo la supervisión de un médico, el cual indicaba cuando debía cesar el tormento llegado el caso.

El enrodamiento, que consistía en ir rompiendo uno a uno
cada hueso de las extremidades, gozó de bastante difusión
allende nuestras fronteras. En España jamás se emplearon
métodos de ejecución tan sádicos como ese y otros muchos
que tuvieron validez legal en Alemania, Francia o Inglaterra
Es cosa casi desconocida por el personal el hecho de que, ante todo, los inquisidores procuraban sonsacar a los sospechosos que, como es lógico, negaban su condición de herejes. O sea, que no se recurría a la tortura nada más ser arrestados sino que, previamente, se les sometía a intensos interrogatorios en los que los dominicos recurrían a la PRACTICA, una obra de Bernardo Guidonis, mucho más conocido como Bernardo Gui (pronúnciese güi), en la que volcó toda su experiencia como inquisidor. En dicha obra se detallaban los hábiles recursos dialécticos y estratagemas de los que se valían los herejes para escaquearse, y de las respuestas que daban para ocultar su verdadera condición. Por ejemplo, cuando se quería obligar a un cátaro a recitar el Credo, como esta secta se negaba a aceptar dicha oración respondían poniendo jeta de cordero degollado que no podían porque nadie se había molestado en enseñárselo. Algunos ejemplos más:

-¿Cuáles son tus creencias?- pregunta el inquisidor para que el sospechoso se delate.

-Yo creo en lo que los buenos cristianos deben creer- respondían de forma ambigua ya que un cátaro o un luterano eran cristianos también.

-¿Crees en la transubstanciación del pan y el vino en la carne y a sangre de Cristo?

-¿Es que no debo creer en eso?

-No te pregunto si debes creerlo, sino si lo crees.

-Yo creo en todo lo que vuestra paternidad y otros santos doctores me ordenen que crea.

Ahí estaba la trampa: al mencionar los "santos doctores" el sospechoso se refiere a los mandamases de su secta. En fin, estos interrogatorios se convertían en un interminable juego de frases de doble sentido y de verdades y mentiras dichas a medias. Solo en el caso de que no hubiera forma de que el sospechoso reconociera su pertenencia a una secta o declarase que el motivo de la denuncia era cierto se recurría al tormento, si bien de forma previa se conducía al preso a la dependencia donde se llevaba a cabo la tortura para que viera los instrumentos y se acojonase. Por lo general, la sola visión del potro solía ejercer un efecto fulminante, y solo los más enconados herejes se veían arrostrados a padecer un estiramiento que los hacía crecer de golpe hasta 20 centímetros nada menos. Sin embargo, en la siniestra y atrasada España nunca se usaron métodos como el que vemos a la derecha, empleado en la avanzada y tolerante Alemania sobre todo con los sodomitas. El motivo de poner cabeza abajo al reo no era otro que mantener el cerebro irrigado, alargando de ese modo el suplicio ya que, a pesar de la tremenda hemorragia que produciría, la cabeza no se quedaba sin sangre de inmediato.

5. ¿Y las pobrecitas brujas, qué? ¿No acabaron en la hoguera trillones de pobres mujeres que, en realidad, eran honradas herboristas o simples curanderas?

Imagen de los famosos procesos contra las brujas de Salem,
en los que decenas de personas fueron enviadas a prisión,
condenas y ejecutadas sin las más mínimas garantías legales
y bajo la presión rayana en la histeria de los puritanos
Falso no, falsíííísimo. Precisamente, en España fue donde menos incidencia tuvo la persecución de la brujería, apenas un 8% entre los siglos XVI y XVIII. Aquí preocupaban más los judeizantes y los protestantes, y precisamente fueron estos últimos los que, bajo el patronazgo del rebelde Guillermo de Orange, usaron la religión como arma política para justificar su traición a su legítimo rey, que lo era también de España. Aprovecho para incidir en que los Países Bajos no eran "una colonia española" ni estaban "bajo dominio español", sino que eran unos territorios totalmente independientes en ese sentido pero que, mira por donde, pertenecían al mismo monarca que reinaba en España, en Portugal o en Nápoles. Pero el uso de tropas españolas para mantener la autoridad real hizo que se viera como una opresión española sin pararse muchos a comprobar que, además, en los contingentes regios iban tropas italianas, portuguesas, alemanas, etc. Y siguiendo con el tema de la brujería, esta fue mucho más perseguida en países como Alemania, donde se ejecutaron a unas 25.000 personas, mientras que en los dominios de los Austrias apenas llegaron a las 500. Y conviene además tener en cuenta que muchas de estas inocentes herboristas y curanderas se dedicaban, además de a preparar filtros amorosos y demás pócimas chorras, a practicar abortos o a elaborar venenos y maleficios de todo tipo para, previo pago, enviar a la tumba a personas non gratas.

6. Bueno, mataron a pocas brujas, pero cualquiera te denunciaba y te metían en un calabozo sin más.

El castillo de Triana, sede del Santo Oficio en Sevilla
hasta la abolición del mismo. No solo era prisión, sino
"edificio de oficinas" en el que se desarrollaba toda la
administración y la burocracia de la Inquisición hispalense
Otro mito más falso que Judas. Según Walsh, la realidad era bien distinta ya que, de entrada, era necesario que una denuncia fuese corroborada por más de una persona, tras lo cual se abría una investigación secreta para ver si los denunciantes podrían tener algún tipo de malquerencia contra el denunciado. Por ejemplo, si le debían dinero, si había algún tipo de pleito civil de por medio y se usase el Santo Oficio para liquidar a la parte contraria o si eran sus cuñados y querían quitarlo de en medio porque se bebía todo el vino almacenado en la bodega de casa. Una vez comprobado que, en efecto, la denuncia estaba justificada era cuando se procedía a la citación del sospechoso. Pero, curiosamente, una inmensa mayoría de denuncias se quedó en nada porque los investigadores del Santo Oficio no vieron motivo para iniciar un proceso, o pudieron comprobar que la denuncia era infundada. Y ojo, eso podría acarrear un serio disgusto al que había efectuado la denuncia por haber levantado falso testimonio contra un inocente. Por otro lado, la Inquisición no solo velaba por la pureza de la fe, sino que también actuaba contra los blasfemos, los propaladores de supersticiones o los místicos que aseguraban que tal o cual santo, o incluso el mismísimo Jesucristo, se les aparecían y les contaban su vida y tal.

7. ¿Ah, sí? ¿Y qué me dice de Torquemada, ese monstruoso ser que mandó a la hoguera a miles y miles de inocentes?

Matanza de San Bartolomé. Tras la masacre parisina se
calcula que unas 50.000 personas fueron víctimas de la
persecución religiosa en la culta y refinada Francia
Pues le diría que le dé un repasito al tema, porque las gigantescas cifras que la leyenda ha atribuido a fray Tomás de Torquemada han sido revisadas por historiadores tan poco sospechosos de parcialidad como Walsh o Kamen y no son ni remotamente tan escandalosas. Torquemada, que ciertamente protagonizó la etapa más dura del Santo Oficio, no fue más allá de las 2.000 personas- la mitad de los 4.000 hugonotes liquidados en la Noche de San Bartolomé de una sola tacada- condenadas por herejía, y recordemos que la Inquisición no mandaba quemar a nadie. Eso lo llevaba a cabo la justicia civil, a la que eran entregados los reos de herejía y ejecutados. O sea, que la Inquisición no tenía poder para mandar ejecutar a nadie. Lo que hacía era, por decirlo de alguna forma, "desentenderse" del condenado, al que renunciaba a intentar convencer de sus errores, y lo ponía en manos de la justicia secular, cosa que hacían el resto de las inquisiciones de Europa porque eran las normas. Por cierto que Torquemada, el siniestro martillo de herejes, aunque fanático hasta el tuétano, al menos era el primero en dar ejemplo ya que hacía gala de una austeridad proverbial, se ponía cilicios hasta el el hígado, jamás probaba la carne y dormía en una puñetera tabla sin más tapija que su hábito. Por lo demás, el supuestamente feroz dominico estaba considerado como uno de los más preclaros intelectuales de su época, incluso se molestó en fundar la Confraternidad de la Anunciación, destinada a proveer de dote a las mocitas sin medios económicos que, de otro modo, no se habría podido casar.

8. Bien, vale, pero no por ello la Inquisición dejaba de ser una institución sanguinaria a tope.

Fragmento del famoso cuadro de Berruguete
que muestra a dos herejes que va a ser
agarrotados antes de encender la pira.
Falso también. Según autores como Kamen o Parker, apenas un 4% de los procesos iniciados acababan en la entrega del reo al brazo secular, y la proporción de condenas a muerte entre los procesos civiles y los religiosos eran de cien a uno. La inmensa mayoría de las condenas fueron multas, imposición de sambenitos o penas de prisión. Además, solo eran quemados vivos los relapsos, o sea, los que aún en el mismo palo de la hoguera se negaban a abjurar de sus herejías. En caso de hacerlo, el reo era estrangulado mediante garrote y luego su cadáver quemado. Y ojo, que en las actas de los procesos aparecen como "quemados" bastantes herejes que fueron juzgados en rebeldía por haber puesto tierra de por medio a tiempo, por lo que eran quemados en efigie. Sea como fuere, en Inglaterra, Alemania, Francia o Suiza acabaron convertidos en torreznos bastantes más personas, incluyendo a Miguel Servet, condenado por los calvinistas y enviado a la hoguera sí o sí porque al mismísimo Calvino se le metió entre ceja y ceja. O sea, que estaba condenado de forma irremisible aún antes de ser procesado.

9. ¿Me está vuecé sugiriendo que los protestantes, esos probos ciudadanos que se negaron a seguir sometidos a la abyecta tiranía del pontificado, también ejercían una suerte de Inquisición?

Calvino, que llegó a adquirir la fea
costumbre de procesar a todo aquel que
le discutiera sus creencias. Con todo
fue canonizado por la iglesia protestante
No se lo sugiero,  sino que lo afirmo categóricamente. De hecho, los protestantes eran tanto o más fanáticos que los católicos, y personajes como Lutero, Calvino, Zwinglio, Knox o Cranmer fueron unos represores del mismo nivel que el vilipendiado Torquemada. Lo que tanto reprocharon al catolicismo, ellos lo elevaron a la quinta potencia, persiguiendo de forma despiadada a todo aquel que no se doblegara ante sus nuevos dogmas. Y estos no se andaban con tonterías, porque los puritanos que se largaron a incordiar al Nuevo Mundo no se cortaban un pelo a la hora de castigar de la forma más cruel a sus propios herejes, castigos que en España jamás se llevaron a cabo por el Santo Oficio: corte de orejas, perforación de la lengua con hierros candentes, persecución del culto católico, segregación civil por motivos religiosos, etc.


10. En fin, que la Inquisición española era la quintaesencia de la bondad y la tolerancia, ¿no?

Irlandés torturado por tropas inglesas en
1798. Para que luego estos vainas digan
que somos más malos que nadie
No. Era simplemente un tribunal religioso más que no fue ni remotamente tan perverso ni tan sádico como se le ha representado durante siglos, y al que debemos juzgar con ecuanimidad para no caer en lo mismo que los que crearon la Leyenda Negra: la difamación gratuita. Como hemos aclarado, el tristemente famoso Santo Oficio no fue ni creado ni mucho menos difundido por España, ni de sus tribunales y autos de fe salieron tantos quemados como se suele imaginar. Y como los amantes de lo políticamente correcto me saldrían ahora diciendo que solo he pretendido justificar a los perseguidores de la libertad religiosa y la cultura, pues le responderé que los protestantes hicieron exactamente lo mismo y que, ya puestos, la represión que llevó a cabo el Santo Oficio tuvo al menos un efecto positivo, que no fue otro que eliminar la posibilidad de que en España estallaran las guerras religiosas que durante décadas asolaron a países como Alemania, Francia o, en definitiva, todos aquellos en los que se dio ocasión a que la religión sirviera como arma política. Por lo demás, conmino a todos aquellos que se ceban de forma despiadada con este tipo de instituciones y se auto-erigen en jueces implacables en nombre de las libertades que, aunque sé que les costará trabajo, hagan el ímprobo esfuerzo de olvidarse por un momento de sus firmes creencias y se pongan en el lugar y la época en que este tipo de instituciones estuvieron vigentes.

Masacre de Vassy, en la que las tropas del duque de Guisa
mataron a 63 hugonotes e hirieron a un centenar más en el
contexto de la Primera Guerra de Religión en Francia.
Como es lógico, plantearse hoy día la existencia de este tipo de instituciones sería impensable. Pero lo que también es impensable es que haya aún gente que persista en la costumbre de repudiar determinadas costumbres o leyes sin pararse a pensar que en su día tuvieron su razón de ser, y que los que nos precedieron en el tiempo no eran tontos cuando adoptaban ese tipo de soluciones. En fin, como hemos visto, ni la Inquisición española fue la más terrible, ni acabaron en la hoguera los cientos de miles de herejes que por norma se les ha atribuido. La Inquisición fue implantada por un motivo bastante simple, el cual hoy carece de relevancia en el mundo Occidental, y no es otro que el hecho de que la política y la religión iban de la mano. La tolerancia religiosa que hoy se considera un logro de nuestra sociedad era imposible en una época en que, precisamente por la costumbre de los humanos de imponer a los demás sus creencias, el surgimiento de ideas o de una fe diferentes a las de la mayoría solo podría significar el comienzo de enfrentamientos debidos al empeño de ambas partes por imponer su criterio al contrario. Buen ejemplo de ello es el efecto de las teocracias que aún perduran en determinados países musulmanes, que pretenden seguir en la Edad Media sea como sea.

En fin, espero haber desmitificado un absurdo mito.

Hale, he dicho

"Interrogatorio en la cárcel" (c. 1710), obra de Alessandro Magnasco. A cualquiera que se lo pongan por delante y le
pregunten qué representa el cuadro respondería sin dudarlo que a la Inquisición española. Sin embargo, obsérvese que
los que dirigen el interrogatorio del sujeto que pende de la garrucha no son religiosos, sino jueces seglares.




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