PAX VOBISCVM, sufridos, abnegados y siempre bien ponderados lectores que, a pesar de la desidia que me atocina últimamente, hacen gala de una paciencia equiparable a la de Job a la espera de un nuevo articulillo. Bueno, pues hoy la musa se ha dignado hacerme una breve visita, de modo que procedo a dar cuenta de una relación que, aunque poco enjundiosa, les permitirá humillar a los miserables de sus cuñados con algunas curiosidades curiosas sobre los carros de combate con los que el padrecito Iósif hizo frente al ciudadano Adolf.
Colijo que los aficionados a estas máquinas de muerte habrán visto tropocientas fotos de las mismas y, del mismo modo, infiero que más de una vez y más de dos se habrán hecho mil preguntas acerca de tal o cual accesorio, pieza, etc. de las mismas. Bien, pues a continuación podrán ver aclaradas algunas de sus cuitas y poder resoplar de satisfacción sabiendo que no palmarán llevándose la duda a la fosa. Veamos pues...
CURIOSIDAD 1.

Observen la foto de la derecha, donde aparece un BT-5, un carro ligero que se mantuvo operativo durante todo el conflicto aunque el protagonismo se lo llevó el omnipresente T-34. Como ven, no lleva cadenas, y es que la serie BT (Bystrohodnyi tank, tanque ligero) estaba equipada con un tren de rodaje que podía funcionar con o sin las mismas. Este sistema tenía sus ventajas ya que, cuando había que circular sobre carreteras o caminos compactos, en menos de una hora se podían desmontar las cadenas, estibarlas sobre el casco y circular como un vehículo convencional. Esto proporcionaba un mayor confort de marcha y alcanzar más velocidad. Para ello, el piloto disponía de un volante convencional, que se conectaba a la dirección de forma que las ruedas delanteras girasen como las de un automóvil, como vemos en la rueda marcada de rojo. Cuando se colocaban las cadenas, el carro circulaba con las dos palancas de siempre. ¿Qué por qué no se usó ese sistema en el T-34, que usaba la misma suspensión Christie? Fácil: la cadena del T-34 pesaba unos cientos de kilos más, lo que requeriría horas para efectuar el cambio.
CURIOSIDAD 2.
¿Nunca se han preguntado qué leches es esa barandilla que se ve en las torretas de algunos carros? Bueno, pues no es una barandilla, es la antena de la radio. Rarita, ¿no? Pozí, pero tenía su razón de ser, aunque era tan chorra que se acabó suprimiendo. Con esa antena circular se pretendía que no fuera visible, como podría ocurrir con una antena convencional. En realidad, una antena apenas se distingue en la lejanía, de modo que acabaron eliminando la pseudo-barandilla. Pero observen que, de todos los carros de la foto, solo lleva la antena el primero. El resto no. ¿Por qué? Pues porque la escasez de equipos de radio obligó a que solo los carros de mando de las compañías estuvieran equipadas con las mismas hasta bien avanzada la guerra. ¿Y cómo se comunicaban con los demás carros de la unidad? Ahora lo vemos...
CURIOSIDAD 3:
La carencia de radios había que suplirla con el sistema antiguo: a base de banderas. Observen el fulano de la foto. En cada mano lleva una bandera, una blanca y otra colorá. Así pues, cuando el comandante de la compañía tenía que dar órdenes a sus carros tenía que asomarse por la escotilla con sus banderitas y ponerse a menearlas, dando por sentado que los jefes de carro de la unidad estarían pendientes de sus indicaciones. Si alguno estaba en Babia, pues se liaba parda. Obviamente, éste sistema no era en absoluto fiable, pero era lo que había. Por el contrario, los sofisticados carros de los malvados tedescos sí estaban provistos de radios cojonudas para no tener que asomar medio cuerpo por la escotilla y arriesgarse a que una ráfaga de ametralladora lo friese bonitamente.
CURIOSIDAD 4.
Precisamente para poder asomarse sin que les endilgasen un balazo, las escotillas de muchos carros soviéticos se abrían al revés. Cuando lo habitual era hacia atrás o hacia un lado, las de los T-26, los BT y los T-34 se abrían hacia adelante. Aunque en la foto anterior podemos observarlo, en ésta queda más claro. La imagen muestra tres T-34 modelo 41/42, provistos de una única escotilla que actuaba como un auténtico escudo para los tripulantes de la torreta. Pero la protección les costaba ver dificultada la visión hacia adelante, como queda claro en la foto. En todo caso, la escotilla permitía al comandante de una compañía agitar sus banderitas sin que un francotirador le metiera una bala en el cráneo.
CURIOSIDAD 5.
Otro detalle en el que posiblemente hayan reparado: las asas distribuidas en el casco y la torreta, en éste caso de un T-34. Y no, no eran para estibar equipo extra, sino probos homicidas. No había estándares en cuanto a su forma o distribución sobre el vehículo y, de hecho, ni siquiera se colocaban en las fábricas, sino a nivel de unidad. De ahí que la mayoría sean lo que vemos en la foto: redondos burdamente curvados, soldados y colocados al antojo del personal. Ojo, solo verán éste accesorio en los carros soviéticos. En los de otros ejércitos no aparecen. ¿Por qué? Pues ahora lo vemos...
CURIOSIDAD 6.

Una de las máximas de los manuales del Ejército Rojo era que los carros no debían atacar sin apoyo de la infantería. Sí, puede parecer una chorrada que los poderosos carros de combate necesiten el apoyo de mogollón de probos homicidas canijos y llenos de piojos para no ser destruidos, pero todo tiene su explicación. Un carro es como un rinoceronte, que es una bestia imparable pero ve menos que un gato de escayola. Ante un ataque en masa, los malvados enemigos se apostaban en pozos de tirador o escondrijos que les permiten pasar desapercibidos para, llegado el momento, endilgarles una mina magnética o un chupinazo con un Panzerfaust. Precisamente para evitarlo, los carros iban acompañados de infantería cuya misión era neutralizar a los enemigos mientras que los rinocerontes arrollaban las líneas tedescas. Y para poder trasladar hasta el campo de batalla su dotación de defensores servían esas asas a fin de no irlos perdiendo por el camino que, por lo general, no tenía precisamente la superficie uniforme de una autovía. En la foto vemos un T-34 atestado de infantería trepando por una pendiente camino del matadero. Por lo general, la dotación reglamentaria de infantes de cada carro era de seis hombres, aunque en modo alguno se respetaba a rajatabla.
CURIOSIDAD 7.

Puede que más de uno haya reparado en que no son raras las fotos en las que aparece un KV-1 o su hermano mayor, el KV-2, con las cadenas flojuchas, colgando de los rodillos de retorno como el de la foto. Esto no se ve en los carros con suspensión Christie, pero sí en las convencionales. El motivo de aflojar la tensión de la cadena era que la acumulación de fango las sacase de las ruedas tractoras o tensoras. En un territorio como el ruso, en el que las lluvias o la nieve convertían el terreno en inmensos cenagales, era un problema bastante serio, y ver un batallón de carros inmovilizado y expuesto al fuego enemigo por culpa del barro asaz enojoso. Pero la madre del cordero la tenemos en el detalle de la foto, un accesorio invisible y que nadie conoce salvo que sepa de su existencia: es una cuña soldada al casco junto a la rueda tractora que actuaba como una cuchilla para eliminar la plasta de barro adherida a la cadena. Si a eso sumamos que el bailoteo de los rodillos de retorno facilitaba escupir el fango, pues tenemos que era menos probable ver como una cadena de una tonelada de peso se saliese de su sitio, dejando el carro vendido al enemigo.
CURIOSIDAD 8.

Otra imagen bastante recurrente es la que vemos a la derecha: carros soviéticos cubiertos por parrillas bastante cutres fabricadas de forma artesanal con malla sobre bastidores metálicos o incluso somieres de camas robados de casas alemanas. Pero, ojo, este accesorio solo aparece en las postrimerías del conflicto, cuando los combates se desarrollaban en muchas ocasiones en el interior de las ciudades y había que luchar casa por casa. En éstos casos, el enemigo no eran veteranos homicidas de la Wehrmacht o las SS, sino fanáticos nenes de las Hitlerjugend ávidos de palmarla por su amado ciudadano Adolf o vetustos abuelos del Volkssturm ávidos por perder de vista de una vez al ciudadano Adolf. En estos casos, los probos homicidas del padrecito Iósif se preocuparon bastante al ver como desde cualquier ventana, montaña de escombros o respiradero de un sótano salía el cohete de un Panzerfaust y aniquilaba el carro que encabezaba la formación por una calle, dejándola bloqueada y a sus cuñados expuestos a ser también víctimas de los lanzagranadas enemigos. Con esa solución de circunstancias pudieron evitar que las cargas huecas no alcanzaran el casco o la torreta de sus carros, salvando así a muchos de ellos de ser destruidos y a sus tripulantes de verse reducidos a la condición de momias carbonizadas.
CURIOSIDAD 9.
Es posible que ésta la conozca más de uno, pero como es posible que haya más de dos que no tengan ni idea, pues la pongo. Hablamos de los troncos estibados en los guardabarros. Y esto no solo lo vemos en los carros soviéticos, sino en casi todos. Y no, no eran para reforzar el blindaje, ni para hacer fuego ni para liarse a palos con el enemigo si se acababan las municiones, sino para usarlos cuando el carro se atascaba en el barro, o sea, algo similar a las planchas que actualmente usan los todoterrenos cuando se ven en circunstancias similares. Si el fango atrapaba y cegaba las orugas, se echaba mano del tronco y se ponía debajo de las cadenas para que estas tuvieran donde agarrarse. Algo primitivo, pero bastante útil, la verdad...
CURIOSIDAD 10.
Otra imagen bastante recurrente es la de los depósitos de combustible externos. En la foto podemos ver un T-34/85 con la configuración habitual de dos depósitos en el costado derecho y uno en el izquierdo, lo que proporcionaba un total de 270 litros extra. No obstante, podían añadirse más, eliminarlos todos o colocar otros dos de forma cuadrangular en la parte trasera. Los dos cilindros que vemos en esta foto y que aparecen sobre los tubos de escape no son depósitos de gasofa, sino de fumígeno para crear una nube de humo a lo bestia si las cosas se ponían chungas y había que salir echando leches. Curiosamente, ésta solución de los depósitos externos solo la emplearon los hijos del padrecito Iósif, mientras que en los carros tedescos o aliados aparecen en la parte trasera mogollón de jerrycans de 50 litros para reponer gasofa.
En fin, criaturas, con estas diez curiosidades curiosas tienen para chinchar a sus cuñados diez veces antes de que les dejen la botella de Hennessy XO llena de aire. Si a pesar de todo las curiosidades no les hacen efecto, pues viertan un poco de lejía en el brandy. Sí, ya sé que es una infamia, pero todo sea por acabar con el miserable.
Bueno, vale de momento.
Hale, he dicho
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