Castillo de Cortegana |
Hasta ahora hemos hablado largo y tendido sobre fortificaciones, tanto neuro como pirobalísticas. Sin embargo, aunque se han mencionado de pasada, aún no nos hemos detenido en estudiar con más detalle las líneas defensivas con que, a lo largo de la historia, se pretendía dar a entender al enemigo que adentrarse en el territorio no era nada aconsejable.
La Península en el siglo XII |
En su momento ya se explicó con detalle la función de un castillo como elemento, no solo defensivo, sino también persuasivo ante hipotéticos invasores. Pero en determinadas ocasiones, un solo castillo no bastaba para cerrar con llave el acceso a una comarca o región, por lo que se hacía necesario la formación de estas líneas defensivas. Básicamente, podemos decir que eran conjuntos de fortificaciones y atalayas diseminadas por un territorio cuya orografía permitía un fácil acceso al mismo, de forma que supusieran un serio inconveniente a cualquier ejército que intentase adentrarse en dicho territorio. Así pues y explicado de forma muy resumida el objeto de estos sistemas defensivos, iniciaremos una serie de entradas dedicadas a las diferentes líneas fortificadas emplazadas en la Península a lo largo del tiempo. Empezaremos por una que, casualmente, no estuvo destinada a defender el reino de Castilla contra la morisma, sino contra los portugueses: la Banda Gallega.
Más de uno se preguntará que si el enemigo a batir eran los vecinos de Portugal, a santo de qué apodarla como gallega. Para esta peculiar denominación hay dos teorías igualmente válidas, así que cada cual se quede con la que más le guste:
1. En 1158, cuando Castilla y León eran aún reinos diferentes, pactaron entre ambos que las tierras conquistadas al este del Guadiana serían para Castilla, y las situadas a poniente serían para León. Y como la línea defensiva que nos ocupa se encontraba al norte de la actual provincia de Huelva, pues en teoría sería para los leoneses, llamados gallegos en aquella época.
2. La otra teoría sugiere que recibió el nombre por el origen de los repobladores cristianos que acudieron tras la conquista de ese territorio a lo largo de la segunda mitad del siglo XIII, siendo en su mayoría gallegos y leoneses los cuales pudieron acceder fácilmente a dicho territorio por la Vía de la Plata.
Aclarado lo del nombre, veamos los motivos por la que se hizo necesario crearla.
La Península a comienzos de la segunda mitad del siglo XIII. Como vemos, el reino de Niebla había quedado reducido a la mínima expresión. |
La reconquista del Algarbe y el Andévalo se llevó a cabo a lo largo del siglo XIII por la corona portuguesa, la castellana, así como por las órdenes militares de Santiago y el Hospital, estos últimos al servicio de una u otra monarquía en función de la ubicación de las encomiendas de donde partían las expediciones punitivas contra estos territorios. Así pues, en 1230 cae Moura en manos de los hospitalarios, que la tomaron en nombre del rey Sancho II de Portugal, lo que abre la puerta a la conquista de Serpa y Ayamonte. En 1238, los santiaguistas ocupan Mértola y avanzaron hacia el sur, partiendo en dos la taifa de Niebla. Posteriormente, Afonso III toma, también con la ayuda de los hospitalarios Aroche y Aracena entre 1245 y 1251. En la misma época, Castilla, más ocupada en recuperar Córdoba, Jaén y Sevilla, se desentiende un poco de la zona de poniente, lo que no impide que los templarios ocuparan Jerez de Badajoz (luego de los Caballeros) y Fregenal. Los de Santiago se hicieron con Guadalcanal, Montemolín, Monesterio, Tudía y Segura de León, así como Noudar, Torres, Zufre, Almonaster, Cortegana y Castil Rubio. Para aclarar la cuestión a los que no conozcan la zona: durante la primera mitad del siglo XIII cayó en manos de Portugal y Castilla todo lo que actualmente es el Algarbe, así como el sur de la actual provincia de Badajoz y el norte de la de Huelva. Finalmente, en 1262 sucumbió el penúltimo reino andalusí, Niebla, conquistada por Alfonso X de Castilla.
Alfoz de Sevilla con los diferentes señoríos que lo componían |
Pero eso no supuso ni mucho menos la pacificación del territorio, ya que los portugueses pretendían expansionarse más allá del Guadiana aún a costa de enfrentarse a la cada vez más poderosa Castilla. Sin embargo, en esa ocasión no fue necesario recurrir a las armas ya que entre 1250 y 1263 se llevaron a cabo una serie de acuerdos mediante el que se permutaban para uno y otro reino las plazas situadas al este o al oeste del Guadiana desde Badajoz hasta Ayamonte, quedando la frontera delimitada tal como la conocemos actualmente salvo por la cuestión de Olivenza, si bien eso es otra historia que no tiene nada que ver con lo que nos ocupa hoy.
Así pues, todo lo que hoy es la provincia de Huelva, el sur de Badajoz y parte de las de Cádiz y Córdoba pasaron a formar el alfoz de Sevilla, y para defender este territorio de las algaras procedentes de Portugal fue por lo que se hizo necesaria la creación de una línea defensiva que impidiese adentrarse a los vecinos cuando venían con ganas de incordiar y, más importante aún, para que inspirara seguridad a los repobladores de un territorio que había quedado prácticamente desierto, con escasos núcleos de población de poca entidad. Es de todos sabido que la mejor forma de asegurar la tierra es poblarla, así que para ello era preciso que estos colonos tuvieran al menos la tranquilidad de poder contar con lugares donde refugiarse en caso de necesidad.
Vías romanas. En el detalle, en rojo, las vías que partían de Beja. En verde, la Vía de la Plata |
Así pues, y siendo la comarca del Andévalo la más susceptible de servir de entrada a los portugueses, se creó la línea defensiva en cuestión, la cual estaba compuesta por una serie de castillos y atalayas para comunicarse entre ellos. Esta línea estaba basada en un sistema defensivo en profundidad, vigilando además las dos antiguas vías romanas que comunicaban Moura y Beja (la antigua PAX IVLIA romana) con el Valle del Guadalquivir, únicos caminos aptos para el tránsito de un ejército con sus pertrechos ya que más al sur el Guadiana era una frontera natural prácticamente infranqueable. ¿Y qué es un sistema defensivo en profundidad? Pues una serie de fortificaciones escalonadas hacia el interior del territorio desde la cuales se podía hostigar un ejército invasor de forma constante durante su avance, lo que reducía sus efectivos, impedía su abastecimiento de vituallas y, lo más importante, minaba su moral hasta el extremo de optar por cesar en su avance, dar media vuelta y retornar a su punto de origen sin haber logrado sus objetivos.
Para este fin se reutilizaron fortificaciones andalusíes y se fabricaron otras de nueva planta, logrando así una línea de doce castillos y al menos seis atalayas comprendidos en un trayecto de nada menos que 100 km. de longitud desde la última fortaleza hasta la raya con Portugal. En el mapa inferior lo veremos mejor:
Para ver el mapa con más detalle, picar en la imagen |
Castillo de Santa Olalla, mandado construir por Sancho IV |
Como podemos observar, dichas fortificaciones se extienden en una amplia comarca en dirección este-oeste y norte-sur, no habiendo ninguna más hasta las poblaciones costeras de la provincia de Huelva, lo que corrobora el hecho de que la zona en cuestión era la única por donde se podían esperar incursiones procedentes del país vecino. Todas ellas salvo dos son de origen andalusí con modificaciones posteriores a su reconquista. Los únicos castillos de nueva planta son el de Cumbres Mayores, paraje que en aquella época era un mero despoblado, y el de Santa Olalla, construido por orden de Sancho IV mediante el Privilegio de Toro de noviembre de 1293. Ambas fortificaciones tienen como punto en común en hecho de disponer en su interior de amplios albácares para dar acogida a la población en caso de necesidad.
En cuanto a las atalayas, como se dijo anteriormente hay noticia de al menos seis de ellas, si bien su localización en la comarca de la Contienda solo ha sido posible mediante intervenciones arqueológicas ya que no quedan más que restos de las mismas. Según la documentación de la época, son: Torrequemada, Torrellano, Naranjero, Valle de la Torre, Sierra de la Torrecilla y Cumbres del Moro.
Castillo de Cumbres Mayores |
La Banda Gallega estuvo operativa desde su creación a finales del siglo XIII hasta que sus fortificaciones neurobalísticas fueron relegadas a la obsolescencia, porque los conflictos fronterizos con Portugal duraron hasta el siglo XIX. En todo caso, su existencia impidió que las tropas portuguesas se hicieran con el control de la comarca, lo que intentaron en multitud de ocasiones, y que de lograrlo habría supuesto quizás la pérdida de la actual provincia de Huelva al extender sus conquistas hacia el sur. Afortunadamente, tanto Alfonso X como sus sucesores tuvieron muy claro que los dineros invertidos en la creación y mantenimiento de esta línea defensiva serían vitales para la integridad del alfoz hispalense, pudiendo de ese modo conservar las fronteras tal como fueron delimitadas en 1263.
Bueno, creo que no olvido nada relevante, así que ahí queda eso.
Hale, he dicho
Ruinas del castillo de Cala |
No hay comentarios:
Publicar un comentario