En la última entrada en que hablamos sobre expugnación castral ya vimos de qué iban el asedio y el asalto. Sin embargo, había otras formas de intentar apoderarse de una fortaleza, válida tanto para fortificaciones neurobalísticas como pirobalísticas.
El bloqueo era una táctica a seguir cuando el ejército agresor no era lo suficientemente numeroso como para permitirse establecer un asedio en toda regla, por lo que se limitaban a cortar el paso en los caminos, ríos o cualquier acceso viable que permitiera la llegada de socorros a la plaza sitiada. O sea, impedir con los medios disponibles el abastecimiento, especialmente de vituallas, a fin de rendirla por hambre o bien, cuando el tiempo transcurrido permitiera suponer que las existencias de las mismas hubiesen disminuido lo suficiente, intentar un asedio o incluso un asalto.
El bloqueo era una acción no exenta de riesgos ya que, precisamente por llevarlo a cabo un ejército no muy numeroso, las mismas tropas de la plaza bloqueada podrían intentar ir minando sus efectivos a base de rápidas espolonadas. Otra posibilidad era que un ejército acudiera en auxilio de la plaza, obligando a los agresores a largarse a toda prisa. Como podemos suponer, los jefes de las tropas invasoras no eran tan memos como para intentar un bloqueo sin tener claros al menos una serie de factores, siendo los dos principales que la plaza enemiga no estaba bien abastecida y que el enemigo no tuviera en las cercanías tropas capaces de presentar batalla ya que en el primer caso el bloqueo se alargaría peligrosamente, y en el segundo podrían vapulearlos bonitamente si se trataba de un ejército más numeroso que el propio.
Así pues, y como una imagen vale más que tropocientos tochos sobre estrategia, vamos a invadir el vecino país e intentaremos apoderarnos de la plaza de Almeida. Contamos con un ejército un poco birrioso para tamaña empresa por aquello de la crisis: 3.000 hombres de infantería, 500 de caballería y una batería de seis bocas de fuego calibre de a 12 y dos morteros de 9 pulgadas. La plaza está guarnecida por un regimiento de infantería y un escuadrón de caballería. Su población es de 1.800 vecinos, de los cuales unos 500 podrían unirse a la guarnición. ¿Cómo bloqueamos la plaza? Veamos la fotito de abajo...
Ahí tenemos nuestro objetivo: una poderosa plaza de guerra de traza italiana, bien guarnecida y pertrechada. Se encuentra en una planicie cortada al oeste por un valle por donde corre el río Côa. Así pues, vamos a plantar el campamento (pabellón grande) junto al camino principal que comunica Almeida con España por si hay que salir de allí echando leches y protegiendo nuestra zaga con el río a fin de prevenir ataques por sorpresa. Establecemos un perímetro de alrededor de unos 4 ó 5 kilómetros, fuera del alcance de los cañones de la plaza, para cortar todos los caminos que conducen a la ciudad, estando así lo suficientemente lejos como para que el enemigo no pueda ofendernos con su artillería ni tener certeza de nuestros efectivos.
Espolonada durante la Edad Media ante la fortificación asediada. |
En cada camino se instala una pequeña fuerza, sobrada para ahuyentar a cualquier paisano que quiera acercarse a la plaza y suficiente para contener una espolonada. Cada pabellón pequeño indica el lugar de cada campamento menor, entre los que merodearán destacamentos de caballería por si algún listo conoce un sendero oculto y quiere colarse por la cara. La zona sombreada en amarillo corresponde al valle del Côa, que será patrullada por merodeadores de caballería ya que no hay caminos practicables para carros, pero es un terreno por el que pueden circular perfectamente reatas de acémilas. Nuestra artillería, por ser muy escasa para abrir una brecha en las murallas o causar daños en el interior, quedará a buen recaudo en el campamento. Y una vez establecido el bloqueo, pues nos sentamos a esperar a que al enemigo se les terminen las vituallas, cosa que puede tardar meses durante los cuales un ejército de socorro puede acudir a liberar la plaza, así que no podemos bajar la guardia ni un instante y, sobre todo, impedir a toda costa que no entre en la ciudad ni un grano de trigo.
Estos campamentos deberán estar fortificados a fin de que sus destacamentos puedan refugiarse y hacer frente a posibles salidas de los sitiados o bien de una fuerza de socorro. Para tal posibilidad se excavará un foso en todo su perímetro, y con la tierra sobrante se fabricará un parapeto reforzado con salchichones o fajinas y su banqueta para los fusileros. Para asegurar en lo posible que no sea invadido, una pasarela de madera levadiza o protegida por caballos de frisia o blindas cerrarán el acceso. En caso de tratarse de un bloqueo efectuado durante la Edad Media aplicaríamos los mismos principios con la salvedad de que los campamentos de los destacamentos no usarían parapetos, sino empalizadas a lo sumo. Caso de producirse un ataque contra el campamento, se realizará una ahumada si es de día o una candela si es de noche a fin de que la caballería pueda ir en su ayuda, atacando por la zaga al agresor. Finalmente, si el bloqueo ha sido verdaderamente efectivo y se supone o se tiene constancia de que en la plaza empiezan a escasear las provisiones y/o el agua, el comandante del ejército agresor podría plantearse establecer un asedio en toda regla ya que las fuerzas de la guarnición estarían mermadas y/o enfermas.
Navíos ingleses durante el bloqueo a Cádiz en 1797 (Dios maldiga a Nelson) |
En fin, dilectos contertulios, esto era básicamente un bloqueo. Podríamos añadir que era una opción bastante válida para las tropas que mantenían un asedio y que, ante la llegada del invierno, contemplaban la posibilidad de alejarse de la plaza ya que las operaciones se veían interrumpidas por el mal tiempo y mantenerla bloqueada hasta la llegada de la primavera, tiempo este en el que, obviamente, los víveres en el interior de la misma disminuirían notablemente. Así mismo, caso de tratarse de plazas costeras, el bloqueo no solo se llevaba a cabo por tierra, sino también por mar, disponiendo una serie de naves de guerra que impidan la entrada o salida por la bocana del puerto y a una distancia tal que queden fuera del alcance de las bocas de fuego de la plaza bloqueada.
Bueno, supongo que habrá quedado claro a vuecedes, ¿no?
Hale, he dicho
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