martes, 3 de febrero de 2015

Algunas curiosidades curiosas sobre el HMS Victory


El HMS Victory en el puerto de Portsmouth, más reluciente que una patena

Los ingleses, esa raza de piratas y de herejes, tienen una incuestionable habilidad, que no es otra que ser maestros consumados en la propaganda. Buena prueba de ello es que incluso en España cualquier cuñado que no hizo ni la EGB sabe quién fue Nelson (Dios lo maldiga), y sin embargo no han oído hablar en su vida de Gravina, Lezo o Churruca. Y llegan hasta el extremo de que ensalzan sus añejas glorias por los siglos de los siglos mientras que en el suelo patrio relegamos al más tenebroso olvido a nuestros prohombres. Ya nos retrató bien Quevedo cuando decía que "en España se llama maricón al que trabaja e hideputa al que triunfa", lo que no solo es una verdad como una casa, sino una muestra palmaria de que la envidia, nuestro deporte nacional por antonomasia, siempre sale triunfante. 

Panorámica del primer puente con las enormes piezas de
32 libras. Como se ve, tanto los juegos de armas como los
baldes para arena y agua cuelgan de los baos, dejando
espacio libre para manejar las piezas.
El Victory es pues un magnífico ejemplo de cómo los hijos de la Gran Bretaña saben seguir hurgando en las heridas del pasado y chinchar como nadie. Mira que han tenido cientos de barcos que acabaron en el desguace... Pues nada, el Victory, símbolo de su mayor victoria naval, no solo sigue anclado en Portsmouth tan campante, sino que incluso permanece en activo, alistado en los roles de la armada de su graciosa majestad y, para colmo, aprestado para entrar en combate en cualquier momento (tócate el níspero, como decía el eximio Jaime Campmany). Igual lo mandan a Gibraltar para reforzar las naves piratas del caciquillo de Picardo al cual nuestros sempiternos complejos de buenismo le permiten vivir en Sotogrande mientras jode a nuestros pescadores en La Línea y se dedica a dar cobijo a contrabandistas y empresas fantasma en su feudo llanito siendo como es, el muy bellaco, hijo de españoles. Bueno, pues al hilo de la entrada en la que se detalló como pasó del Más Acá al Más Allá al controvertido Nelson (Dios lo maldiga), esta la dedicaremos a algunas curiosidades acerca del buque en el que nos meó las cachas gracias, siempre insistiré en ello, a la absoluta incompetencia del memocretinoagilipolladoinútilgabacho de Villeneuve. Veamos pues...

Los coys se colgaban entre los cañones o, en el caso del
puente inferior, a lo largo de la parte central de cubierta.
El Victory iba provisto de 460 coys, a razón de uno por
cada dos tripulantes.
1. Las cosas de palacio siempre van despacio incluso entre los hijos de la Gran Bretaña. El origen del Victory se remonta a una orden dada por el primer ministro William Pitt (no confundirlo con su hijo del mismo nombre) para la construcción de doce navíos el 13 de diciembre de 1758. Curiosamente no fue bautizado hasta el 30 de octubre de 1760, cuando la armada decidió llamarlo Victory a pesar de que aún no había sido botado, ergo no había ganado ninguna batalla, aunque igual tuvieron un presentimiento, quién sabe... Fue diseñado por sir Thomas Slade, a la sazón supervisor de la armada entre 1755 y 1771, el cual había recibido la especificación de que el buque debía estar armado con 100 bocas de fuego, que no era cosa baladí, distribuidas en tres puentes. Fue botado el 7 de mayo de 1765, y su graciosa y enloquecida majestad Jorge III (los Hannover arrastraban y arrastran un poco de chaladura de tipo genético) no lo inspeccionó hasta el 27 de abril de 1768. Finalmente, el 8 de mayo siguiente lo destinaron a la flota del Canal. Como vemos, se lo tomaron con la tradicional flema de que tanto hacen gala los británicos. 

El mascarón de proa del barco: las armas
de la corona inglesa de la época con dos
querubines como tenantes.
2. Estuvo navegando hasta el 28 de noviembre de 1812, quedando anclado en el puerto de Portsmouth. Pero no fue desguazado o, como era habitual, reciclado ya que los ingleses (Dios los maldiga) siempre adolecieron de gran escasez de madera y reutilizaban la de los barcos que eran dados de baja, sino que fue destinado a las cosas más variopintas: nave de guardia del puerto (las naves de guardia eran las encargadas de vigilar las bocanas de los puertos para que no entraran visitas inesperadas a horas intempestivas), buque insignia del almirante del puerto, residencia del capitán de grumetes del puerto de Portsmouth y buque insignia del almirante superintendente del puerto. Actualmente, el Victory es el buque insignia del Segundo Lord del Mar, manda huevos. El 20 de marzo de 1922, el Almirantazgo decretó que el Victory permaneciera anclado donde había estado desde 1812: el muelle nº 2 del puerto de Portsmouth, donde aún sigue más flamante que el día en que los terminaron de construir. 


3. El número de bocas de fuego incluidas en el diseño inicial era de 100 piezas distribuidas de la siguiente forma: 
  • Primer puente (el inferior): 30 cañones de 42 libras. Era donde se emplazaban los cañones de más calibre para tirar a la línea de flotación de las naves enemigas. Conviene tener en cuenta que el grosor del casco de un barco de dimensiones similares al que nos ocupa oscilaba por el medio metro de dura madera de roble o caoba, que no es moco de pavo precisamente. Estas piezas se sustituyeron posteriormente por otras de 32 libras, que daban una velocidad en boca de 487 m/seg. y podía penetrar unos 75 cm. de madera de roble. Estas piezas requerían una dotación de 7 hombres. 
  • Segundo puente (el de en medio): 28 cañones de 24 libras, destinados a batir la obra muerta de la nave enemiga y, por ende, su artillería. Estas piezas, tirando prácticamente a bocajarro, causaban gran mortandad a causa de las astillas que salían despedidas hacia el interior del puente como consecuencia de los impactos de las pelotas de hierro que disparaban. De hecho, las dichosas astillas mandaban más gente a la enfermería que los disparos de los infantes de marina. Su dotación era de 6 hombres.
  • Tercer puente (el superior): 30 cañones de 12 libras servidos cada uno por 5 hombres y cuyo cometido era disparar de todo. O sea, pelotas contra la cubierta enemiga, metralla contra los tripulantes, y palanquetas, angelotes y balas enramadas para desarbolar al buque adversario.
  • Cubierta: 10 cañones de 6 libras, destinados a disparar botes de metralla a mansalva.
  • Castillo de proa: 2 cañones de 6 libras con la misma finalidad. 

Cuando no estaban en combate, los oídos de los cañones
se cubrían con una plancha de plomo para impedir que
entrara humedad en el ánima de la pieza.
4. En Trafalgar entró en combate con 104 cañones: 30 de 32 lb., 28 de 24 lb., 44 de 12 lb. y dos carronadas de 68 lb. en sustitución de las piezas de 6 lb. del castillo de proa. Esto significa que la masa por andanada era de 520 kg., o sea, que cada vez que se disparaban todas las piezas de un costado del buque salía más de media tonelada de hierro hacia el navío enemigo. Acojona, ¿que no? Ya hemos visto la dotación de cada pieza y, si en algo echaban la pata con creces los hijos de la brumosa Albión al resto de las marinas mundiales era en el entrenamiento de sus artilleros. Estos solo tardaban seis minutos en poner la pieza en orden de combate desde que se pitaba a zafarrancho, y solo dos en recargar. Con todo, y como es natural, las bajas contribuían a menguar dicha cadencia, llegando momentos en que muchos cañones se quedaban sin personal.

Los gruesos cabos para las anclas principales
5. Construir el barco llevó seis años y dos meses. Debido a su tamaño, casi 70 metros de eslora, no se pudo seguir el sistema habitual de colocar la quilla sobre una rampa para, una vez terminado el casco, deslizarlo hasta el agua. Por ello, tuvieron que construirlo en un dique seco que fue inundado una vez terminado el casco. Y como todos los buques de la época, del plano a la realidad siempre surgían historias raras ya que la construcción de naves no era una ciencia exacta. Así pues, resultó que el barco flotaba más de la cuenta, quedando las portas inferiores a una altura de casi tres metros sobre el nivel del agua en vez de los 1,6 metros que figuraban en el plano. Esta diferencia influiría negativamente tanto en la estabilidad de la nave como en la puntería de los cañones cuando los emplazados en el puente inferior abrieran fuego en alta mar. Por otro lado, hubo que añadirle nada menos que 38 toneladas extra de lastre bajo las portas de estribor para nivelar la nave, la cual escoraba que daba gloria.

6. Algunas cifras:

  • El costo total del buque ascendió a la friolera de 63.176 libras esterlinas. Para hacernos una idea, ya que hoy se podría comprar solo un automóvil de gama media-alta por ese importe, un sargento de infantería de aquellos tiempos ganaba 1 chelín y 6 peniques al día lo que, según el atroz sistema monetario inglés de la época digno de mentes retorcidas, nos permite calcular que el sueldo anual del sargento sería de 18 libras y cinco chelines, así que ya podemos imaginar el pastizal que costó el barco. En todo caso, el equivalente actual a ese dinero es lo que cuesta construir un portaaviones.
  • Para la construcción del navío fueron precisos 8.500 m² de madera, o sea, suficiente para llenar 3,5 piscinas olímpicas. Dicha madera fue obtenida de 6.000 árboles que habían sido talados 20 años antes ya que era el tiempo mínimo necesario para que tuviera un secado aceptable. Si la madera no había alcanzado un nivel adecuado de curación, la estructura del barco se resentiría y quedaría un churro.
  • El Victory iba provisto de siete anclas:
      • 2 principales con un peso de 4.262 kg. cada una
      • 2 de repuesto del mismo peso
      • 1 ligera de 1.067 kg.
      • 1 anclote de 533 kg.
      • 1 anclote de 254 kg.
  • El barco transportaba multitud de bastimentos y provisiones. Algunos datos sobre los mismos:
      • 300 toneladas de agua
      • 50 toneladas de carbón y lana para combustible
      • 2o toneladas de madera para reparaciones
      • 20 toneladas de salazones
      • 45 toneladas de bizcocho
      • 10 toneladas de harina
      • 15 toneladas de legumbres
      • 50 toneladas de zumo de cebada
      • 35 toneladas de pólvora de graduaciones diversas (si explotaba no encontraban del barco ni las astillas). A título orientativo la carga para un cañón era aproximadamente de 1/3 de su calibre. O sea, un cañón de 24 libras requeriría una carga de 8 libras de pólvora, que equivalen a 3,63 kg.
      • 120 toneladas de munición de cañón, incluyendo 997 pelotas para las piezas de 32 libras, 872 para las de 24 y 800 para las de 12.
  • El mascarón de proa se diseñó en junio de 1763 según las especificaciones del Almirantazgo en base a un diseño muy elaborado conforme al gusto de la época. Se talló en madera de olmo y costó 190 libras más otras 20 del prototipo moldeado en barro. O sea, que el sargento tendría que estar currando casi doce años solo para ese detallito. En 1803 fue sustituido por un modelo menos recargado que costó solo 50 libras, el cual fue nuevamente reemplazado en 1815 por el que se puede ver actualmente. El costo total de la decoración del barco, casi toda en el castillo de popa, ascendió a 415 libras.
  • El grosor de los cabos de las anclas principales era de 61 cm. Al ser excesivamente gruesos para los cabrestantes de la nave, se empalmaban con cabos de "solo" 38 cm. para no dificultar la maniobra de los mismos.
  • Los mástiles, contrariamente a lo que más de uno piensa, no estaban construidos de una sola pieza. Antes al contrario, estaban conformados por multitud de partes que iban encajadas unas a otras como si fuera un puzzle cilíndrico; dichas partes se aseguraban a cada tramo enrollando cuerda en los mástiles o, como hicieron en el Victory, con zunchos de hierro. Aparte de ser inviable encontrar, cortar, dar forma y transportar árboles de semejante tamaño, con  ese método se podían reparar o reponer los mástiles averiados con facilidad. Imaginen sino vuecedes la que habría que liar para plantar en un buque como el que nos ocupa un palo mayor que iba directamente encajado en la quilla y que tenía un diámetro de 91 cm. y una longitud total de 76,2 metros. Los tres mástiles del navío sustentaban 34 velas, teniendo otras 23 de repuesto. Todo el velamen desplegado tenía una superficie de 5.443 m², o sea, el equivalente a medio campo de fútbol.
  • El barco iba provisto de 41,8 km. de cuerdas de todo tipo y calibres agrupadas en rollos u ovillos. Solo para manejar, sujetar y estibar las piezas de artillería eran precisos 628 rollos de cuerda.
  • El peso de la artillería embarcada tampoco era modo de pavo. Nada menos que 271.740 kg.- contando tanto cañones como cureñas- con la configuración de 104 cañones con que combatió en Trafalgar.
Fragmento del palo mayor del Victory en el que se aprecian las diferentes partes que lo componían. A medida que se iba alargando, tres piezas exteriores quedaban siempre unidas a las centrales mientras que la cuarta era la primera
de la serie en el siguiente tramo central, de forma que todas las piezas formaban un conjunto muy sólido.

Bueno, con esta serie de curiosidades curiosas supongo que tendrán vuecedes de sobra para dejar embobadas a las novias, prometidas o parientas, así como para anonadar al cuñado más empollón o el compadre más listillo.  

En fin, ya he escrito bastante, así que me piro.

Hale, he dicho...

Coy de Nelson (Dios lo maldiga), situado en el entrepuente, escoltado por dos piezas de 12 libras. Por lo visto, esas
cortinas tan cursilonas son una réplica de las originales, elaboradas por su amante lady Hamilton

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