PzKpfw I Ausführung A avanzando por una población de Vizcaya previamente castigada por la aviación nacional |
Como ya habrán podido deducir a la vista de la foto de cabecera, el artículo de hoy no va de ciudadanos melaninos de talla inferior a la media, antes negros bajitos a secas, ni tampoco de sus cónyuges en estado de buena esperanza, sino de los pequeños Panzer I que envió el ciudadano Adolf junto a otras cantidades importantes de material como ayuda al bando sublevado durante nuestra cainita guerra civil de la que, por cierto, hace solo cinco días se cumplió el octogésimo aniversario de su final. Aunque muchos ya lo sepan, conviene señalar que lo de Negrillo obedecía simplemente al mote que le pusieron los españoles por el aspecto que presentaban con su pintura gris oscuro original, por lo que para el resto del conflicto fueron denominados de esa forma incluso en escritos y oficios reglamentarios del ejército nacional. Ya sabemos que en España tenemos una especial predilección por poner motes a todo, y prueba de ello es que la gran mayoría del material usado por ambos bandos recibió su apodo como no podía ser menos: Pavas, Pedros, Tiznaos, Moscas, Ratas, Chatos, Chirris, etc., así que estos pequeños carros de combate no iban a ser menos.
Dos PzKpfw I Ausf. A en el campo de maniobras de Munster durante el verano de 1935. Un año más tarde serían calurosamente recibidos en Spanien para llevar a cabo maniobras con fuego real del bueno |
Hechas pues estas aclaraciones previas, sin más demora vamos al grano y, como en toda historia chula que se precie, comencemos desde el comienzo, como debe ser.
Como es de todos sabido, el Tratado de Versalles firmado tras el armisticio que puso término a la Gran Guerra controlaba entre otras cosas hasta el índice de natalidad de los tornillos y las tuercas. La perspectiva de un nuevo ejército tedesco formidablemente armado provocaba crisis de ansiedad entre los ganadores de la contienda, y entre las prohibiciones de tipo militar que impusieron a sus belicosos vecinos del norte se incluía de forma expresa la fabricación de carros de combate. Esos artefactos, que fueron toda una revolución en los conceptos tácticos del conflicto, podían ser especialmente peligrosos en manos de unos sujetos tan proclives a organizar unas guerras estupendas, así que les dejaron claro que ni se les ocurriera fabricar siquiera un patinete con una escopeta atada al manillar con un cacho de alambre.
No obstante, está de más decir que esas prohibiciones le daban una higa germánica a los tedescos, que ya en una época tan temprana como 1926 se estaban diseñando en el más absoluto secreto diversos prototipos escondidos bajo la inocente denominación de Großtraktor, tractor pesado, unos chismes de alrededor de 20 Tm. en los que se preveía instalar cañones de 75 mm. En 1928 fueron más allá diseñando varios modelos de Leichtertraktor, tractores ligeros, que en teoría serían armados con cañones de 37 mm. En resumen, en el papel lo que figuraban eran diversos modelos de tractores para uso civil sin que los aliados sospecharan que incluso los Großtraktoren habían sido probados en secreto con la complicidad de los rusos en el campo de maniobras de Kazán en 1926, y con unos resultados bastante satisfactorios por cierto. En 1930 se llegó a crear un nuevo diseño, el Neubaufahrzeug (Vehículo de nueva construcción), inspirado en los modelos más avanzados del momento, el Vickers Medium Mk. III y el ruso T-28, unos armatostes llenos de torretas y erizados de cañones y ametralladoras basados en el concepto de la Gran Guerra, es decir, como vehículos de apoyo a la infantería. Pero los cerebros pensantes de la nueva arma acorazada tenían unos conceptos muy distintos acerca del uso táctico del carro de combate en el futuro.
En abril de 1931 fue nombrado Inspekteur der Verkehrstruppen (Inspector de las Tropas Motorizadas) el general mayor Oswald Lutz, que eligió como jefe de personal a un capacitado oficial con ideas bastante revolucionarias sobre el tema acorazado, el teniente coronel Heinz Guderian. Ambos tenían bastante claro que el carro de combate por sí solo no podía consolidar ningún objetivo, y que tampoco servían de gran cosa viéndose obligados a avanzar lentamente junto a la infantería. Para abreviar, lo que Lutz y Guderian tenían in mente era un tipo de unidad acorazada provista de todos los medios para avanzar de forma fulgurante con el apoyo necesario y romper la línea enemiga en un punto concreto para aprovechar al máximo su potencia de fuego, abriendo una brecha por donde la infantería propia se infiltraría a continuación para rodear al enemigo y exterminarlo. En definitiva, lo que ambos pretendían crear era lo que luego se conoció como las Panzerdivisionen que dieron a los tedescos sus abrumadoras victorias sobre ejércitos que, en teoría, los superaban con creces como ocurrió con los gabachos, que sobre el papel tenían en 1939 el ejército más poderoso del mundo y fueron literalmente barridos del mapa en menos tiempo que un político saquea un ministerio.
Estas divisiones acorazadas, según el nuevo concepto de Lutz y Guderian, debían estar formadas por dos tipos de carros de combate. Uno medio armado con un cañón de 75 mm. y dos ametralladoras para emplearlos como fuerza principal, y uno ligero armado con un cañón de 37 mm. y dos ametralladoras destinados principalmente a misiones de reconocimiento, hostigamiento y, llegado el caso, como apoyo a sus colegas más pesados. Por este motivo, el concepto de carro de combate basado en el Neubaufahrzeug estaba ya más desfasado que un troncomóvil, y aunque las pruebas llevadas a cabo habían sido satisfactorias no servían para armar a las Panzerdivisionen que, aunque de momento solo figuraban en el papel y se estudiaban en el secreto más absoluto, estaban empezando a gestarse a la espera de sacudirse de una vez la tutela aliada y mandar al carajo al humillante Tratado de Versalles que, en cierto modo, tuvo gran parte de culpa en el resurgimiento del más exacerbado sentimiento nacionalista alemán y en el ascenso al poder del ciudadano Adolf que, nos guste o no, tuvo la habilidad de decir al pueblo alemán precisamente lo que quería oír en aquellos momentos de tribulación, viéndose como se veían con una hiperinflación monstruosa y con mogollón de territorios arrebatados en manos de gabachos, polacos, etc.
Sin embargo, las avanzadas ideas del binomio formado por Lutz y Guderian no podían llevarse a cabo sin más, entre otras cosas porque carecían incluso de vehículos con que entrenar a los futuros miembros de las divisiones acorazadas. Además, los controles aliados no pasarían por alto saber que en los campos de maniobras del ejército se llevaban a cabo ejercicios con carros de combate aunque fueran impulsados a pedales, de modo que tuvieron que seguir recurriendo a hábiles subterfugios para no llamar la atención y verse sometidos a controles aún más férreos. La solución estaba, como ocurrió en el caso del Großtraktor, en el diseño y fabricación de otro "vehículo agrícola" aparentemente inofensivo que, además, fuera barato, fácil de producir y que no llamase la atención. La verdad es que tampoco se comprende como no sospecharon de tanto tractor, pero igual pensaron que eran para poder plantar más campos de coles para la elaboración del sauerkraut al que tan aficionado son los tedescos.
En julio de 1932 y a requerimiento del Heereswaffenamt (Oficina de Armamento del Ejército), la Krupp había diseñado y construido un pequeño carro inspirado en el Carden Lloyd británico que fue designado como Landwerk Krupp A , abreviado como LK A por la empresa. Como vemos en la ilustración de la izquierda, era un pequeño vehículo provisto de una torreta con forma de cono truncado situada en la parte central de la barcaza. El motor, diseñado también por la Krupp, iba en la parte trasera, y el tren de rodaje estaba formado por la rueda tractora situada delante, cuatro ruedas de rodadura con suspensión independiente, la rueda tensora y dos rodillos de retorno. Su armamento consistía en dos ametralladoras Dreyse MG-13 de calibre 8x57 (o 7,92 mm., es lo mismo). Este prototipo fue la base establecida por el Heereswaffenamt para que otras firmas desarrollaran un modelo con un peso máximo de 5 Tm., un armamento de dos ametralladoras y con un blindaje capaz de resistir impactos de armas ligeras.
Al cabo de un año, la Daimler-Benz, la Henschel, la MAN, la Rheinmetall Borsig y la misma Krupp presentaron sus prototipos y, tras concienzudas pruebas efectuadas en el campo de Kummersdorf, fue nuevamente el de la Krupp el que se consideró más adecuado. En realidad, el proyecto presentado era básicamente un LK A con un nuevo tren de rodaje con una suspensión rediseñada y una cadena de 64 eslabones. La fabricación en serie del chasis y el tren de rodaje fue encomendada a la misma Krupp, mientras que la Daimler se hizo cargo del casco y la torreta. Para no levantar la más mínima sospecha, el Heereswaffenamt recurrió a su habitual embuste a base de "tractorizarlo" todo, dando a este proyecto el kilométrico nombre de Landswirtschaftlicher Schlepper o LaS en forma abreviada para no envejecer pronunciando esa retahíla totalmente impronunciable para cualquier terrícola que no tenga el cerebro cúbico y que venía a significar simplemente "tractor agrícola". Las primeras unidades fueron terminadas en diciembre de 1933 y probadas en febrero del año siguiente, comenzando la producción en serie en 1934 con el nombre de MG Panzerwagen Vs. Kfz. 617 aunque de forma oficiosa siguió conservando las denominaciones de LaS o LA K hasta 1938, que fue cuando la Whermacht, libre de la restricciones del Tratado de Versalles desde que el ciudadano Adolf decidió usarlo como papel higiénico, se olvidó definitivamente de buscar nombres chorras a sus proyectos bélicos para dar a sus máquinas denominaciones como Odín manda, en este caso Panzerkampfwagen I Ausfürung A Sonder Kampffahrzeug 101, lo que demuestra que los tedescos son incapaces de bautizar cualquier chisme que no tenga un nombre larguísimo. Bueno, toda esa leyenda era abreviada como PzKpfw I Ausf. A SdKfz 101, que dicho en cristiano sería "carro de combate I modelo A, vehículo especial sobre orugas 101".
El pedido inicial fue de 135 unidades, al que fueron inmediatamente añadidos otros dos por 400 carros más. Los primeras 15 vehículos fueron construidos entre febrero y abril de 1934, comenzando por una versión desprovista de la parte superior del casco y la torreta denominada ohne Aufbau y cuya finalidad era servir para entrenamiento de los pilotos y, de paso, empezar a llevar a cabo maniobras para ir puliendo las nuevas tácticas sobre el arma acorazada ideadas por Guderian. En la foto de la izquierda podemos ver uno de estos vehículos en los que, además del piloto, podían viajar el instructor y dos o tres hombres más para ir aprendiendo los entresijos de la conducción de carros de combate. El motor era un Krupp M305 de cuatro cilindros de gasolina refrigerado por aire que daba una potencia de 57 HP a 2.500 RPM, lo que le permitía alcanzar los 37 km/h. por carretera, que era todo lo que daba de sí para mover los 5.4oo kilos que pesaba ese chisme. Su autonomía era de unos 150 km. dependiendo del terreno, con un "módico" consumo de alrededor de 100 litros de combustible cada 100 km. Al precio actual de la gasofa, un paseo desde Sevilla a Jerez costaría unos 125 euracos nada menos. Aparte del motor, el vehículo estaba dotado de transmisión delantera con una caja de cambio de cinco velocidades hacia delante y una hacia atrás.
El puesto de conducción, situado a la izquierda como en cualquier país civilizado, podemos verlo en la foto. El panel de mandos era más simple que la sesera mononeuronal de un político: un indicador de temperatura del aceite, un velocímetro que marcaba hasta los 50 km/h. y un cuenta revoluciones de 0 a 3.000 RPM, indicando con una raya roja que a partir de las 2.500 no era recomendable circular mucho tiempo. A la derecha, sobre la transmisión, vemos la palanca de cambio, y ante el panel de mandos las dos palancas que permitían frenar las cadenas para maniobrar el vehículo. Finalmente, los tres pedales de toda la vida. Tras el puesto de conducción había dos depósitos de combustible que sumaban en total 177 litros de gasofa, de modo que colijo no sería nada agradable circular por ahí sabiendo que si los depósitos eran alcanzados y echaban a arder no encontraban del piloto ni los clavos de las botas.
Además de las herramientas de respeto, el extintor y el botiquín de primeros auxilios, cada vehículo estaba equipado inicialmente con un juego de banderas de señales ya que, en aquella época, no todos estaban provistos de radio. En todo caso, los que sí disponían de ella llevaban un transmisor receptor FuG-2 con un alcance de unos 10 o 15 km. dependiendo del terreno. La antena, situada en el lateral derecho del casco, podía ser manejada desde el interior y tenía un mecanismo que la abatía de forma automática cuando giraba la torreta para que no la bloquease al tocar los cañones de las ametralladoras. Recordemos que el giro era manual, y que cualquier impedimento podría detenerlo. Pero lo más significativo y, al mismo tiempo, preocupante, era el blindaje tan birrioso del vehículo, apenas 13 mm. en sus zonas más gruesas. Esto solo lo protegía contra fuego de esquirlas de metralla, fusilería y ametralladoras, y eso siempre y cuando no se usara munición perforante. Sin embargo, el Heereswaffenamt nunca llegó a considerar seriamente la posibilidad de que estos carros llegaran a entrar en combate, considerándolos como meros vehículos de instrucción baratos y fáciles de construir con los que podían adiestrar a miles y miles de carristas en las nuevas tácticas de la guerra acorazada o, a lo más, como carros de exploración que no tendrían que entrar en combate contra adversarios más poderosos. Pero, como iremos viendo, apenas año y medio después de su presentación en sociedad el devenir de la historia hizo que tuvieran que batirse el cobre en un cálido país del sur donde la gente tenía muy mala leche y se estaban dando estopa de forma inmisericorde.
Bueno, ya vale por hoy, que cuando el tiempo se pone en plan soviético mis odiosas cervicales se erizan y me dejan para el arrastre, juro a Dios. Ya seguiremos.
Hale, he dicho
Monografía completa pinchando exactamente aquí: AQUÍ
Uno de los prototipos de Großtraktor durante su fase de pruebas. En este caso se trata del fabricado por la Krupp |
Neubaufahrzeug tipo B. Estaba armado con un cañón de 75 mm., dos de 37 mm. y tres ametralladoras |
El general Oswald Lutz (1876-1944) |
El entonces teniente coronel Heinz Guderian (1888-1954), considerado como el padre del arma acorazada alemana |
Aspecto del descomunal complejo industrial de la Friedrich Krupp AG en Essen. En esa fábrica comenzó la historia de nuestro protagonista |
En julio de 1932 y a requerimiento del Heereswaffenamt (Oficina de Armamento del Ejército), la Krupp había diseñado y construido un pequeño carro inspirado en el Carden Lloyd británico que fue designado como Landwerk Krupp A , abreviado como LK A por la empresa. Como vemos en la ilustración de la izquierda, era un pequeño vehículo provisto de una torreta con forma de cono truncado situada en la parte central de la barcaza. El motor, diseñado también por la Krupp, iba en la parte trasera, y el tren de rodaje estaba formado por la rueda tractora situada delante, cuatro ruedas de rodadura con suspensión independiente, la rueda tensora y dos rodillos de retorno. Su armamento consistía en dos ametralladoras Dreyse MG-13 de calibre 8x57 (o 7,92 mm., es lo mismo). Este prototipo fue la base establecida por el Heereswaffenamt para que otras firmas desarrollaran un modelo con un peso máximo de 5 Tm., un armamento de dos ametralladoras y con un blindaje capaz de resistir impactos de armas ligeras.
Presentación en público del PzKpfw I Ausf. A en Nuremberg durante la celebración del Día del Partido de 1935 |
El pedido inicial fue de 135 unidades, al que fueron inmediatamente añadidos otros dos por 400 carros más. Los primeras 15 vehículos fueron construidos entre febrero y abril de 1934, comenzando por una versión desprovista de la parte superior del casco y la torreta denominada ohne Aufbau y cuya finalidad era servir para entrenamiento de los pilotos y, de paso, empezar a llevar a cabo maniobras para ir puliendo las nuevas tácticas sobre el arma acorazada ideadas por Guderian. En la foto de la izquierda podemos ver uno de estos vehículos en los que, además del piloto, podían viajar el instructor y dos o tres hombres más para ir aprendiendo los entresijos de la conducción de carros de combate. El motor era un Krupp M305 de cuatro cilindros de gasolina refrigerado por aire que daba una potencia de 57 HP a 2.500 RPM, lo que le permitía alcanzar los 37 km/h. por carretera, que era todo lo que daba de sí para mover los 5.4oo kilos que pesaba ese chisme. Su autonomía era de unos 150 km. dependiendo del terreno, con un "módico" consumo de alrededor de 100 litros de combustible cada 100 km. Al precio actual de la gasofa, un paseo desde Sevilla a Jerez costaría unos 125 euracos nada menos. Aparte del motor, el vehículo estaba dotado de transmisión delantera con una caja de cambio de cinco velocidades hacia delante y una hacia atrás.
El puesto de conducción, situado a la izquierda como en cualquier país civilizado, podemos verlo en la foto. El panel de mandos era más simple que la sesera mononeuronal de un político: un indicador de temperatura del aceite, un velocímetro que marcaba hasta los 50 km/h. y un cuenta revoluciones de 0 a 3.000 RPM, indicando con una raya roja que a partir de las 2.500 no era recomendable circular mucho tiempo. A la derecha, sobre la transmisión, vemos la palanca de cambio, y ante el panel de mandos las dos palancas que permitían frenar las cadenas para maniobrar el vehículo. Finalmente, los tres pedales de toda la vida. Tras el puesto de conducción había dos depósitos de combustible que sumaban en total 177 litros de gasofa, de modo que colijo no sería nada agradable circular por ahí sabiendo que si los depósitos eran alcanzados y echaban a arder no encontraban del piloto ni los clavos de las botas.
Además de las herramientas de respeto, el extintor y el botiquín de primeros auxilios, cada vehículo estaba equipado inicialmente con un juego de banderas de señales ya que, en aquella época, no todos estaban provistos de radio. En todo caso, los que sí disponían de ella llevaban un transmisor receptor FuG-2 con un alcance de unos 10 o 15 km. dependiendo del terreno. La antena, situada en el lateral derecho del casco, podía ser manejada desde el interior y tenía un mecanismo que la abatía de forma automática cuando giraba la torreta para que no la bloquease al tocar los cañones de las ametralladoras. Recordemos que el giro era manual, y que cualquier impedimento podría detenerlo. Pero lo más significativo y, al mismo tiempo, preocupante, era el blindaje tan birrioso del vehículo, apenas 13 mm. en sus zonas más gruesas. Esto solo lo protegía contra fuego de esquirlas de metralla, fusilería y ametralladoras, y eso siempre y cuando no se usara munición perforante. Sin embargo, el Heereswaffenamt nunca llegó a considerar seriamente la posibilidad de que estos carros llegaran a entrar en combate, considerándolos como meros vehículos de instrucción baratos y fáciles de construir con los que podían adiestrar a miles y miles de carristas en las nuevas tácticas de la guerra acorazada o, a lo más, como carros de exploración que no tendrían que entrar en combate contra adversarios más poderosos. Pero, como iremos viendo, apenas año y medio después de su presentación en sociedad el devenir de la historia hizo que tuvieran que batirse el cobre en un cálido país del sur donde la gente tenía muy mala leche y se estaban dando estopa de forma inmisericorde.
Bueno, ya vale por hoy, que cuando el tiempo se pone en plan soviético mis odiosas cervicales se erizan y me dejan para el arrastre, juro a Dios. Ya seguiremos.
Hale, he dicho
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