domingo, 20 de noviembre de 2022

SPLITTERSCHUTZZELLEN

 

Surtido de supositorios gordísimos fabricados con hormigón, enésima muestra del ingenio bélico tedesco. Lo que no invente esta gente no lo inventa nadie

Dos sobrinos del tío Sam bicheando un SSZ en algún
lugar del territorio arrebatado a los tedescos, que sembraron
media Europa con supositorios gordos hormigonados

Sí, Splitterschutzzellen. Me apostaría mi abundosa y mayestática pelambre facial a que el 99'5% de los que me siguen no han leído ni oído ese palabro rarito en sus vidas, y sus cuñados menos aún. Como solo los tedescos pueden escribir un término de 20 letras de las cuales apenas cinco son vocales y pronunciarlo sin sufrir un colapso lingual, pues optaremos por la versión abreviada: SSZ. Este galimatías gramatical viene a significar algo así como "célula de protección contra la metralla", si tomamos el término zelle como célula y no como celda, cabina o caseta". En fin, que cada cual le ponga el palabro que prefiera. Yo he tomado célula porque suena como más técnico y tal. No obstante, los supositorios gordos tenían más nombres: Einmannbunker (búnker para un hombre), Einzelschutzraum (refugio individual), Luftschutzstelle (refugio antiaéreo), e incluso Kochbunker (búnker de Koch) y Kochtöpfe (ollas de Koch), estos últimos en referencia al SA-Obergruppenführer Eric Koch, Reichsverteidigungskommissar (Comisario de Defensa del Reich) para Prusia Oriental y, desde noviembre de 1944, jefe del Volkssturm de dicho territorio, que recibió en aquellas fechas la orden de Goebbels de construir mogollón de supositorios gordos cuando el Reich de los Mil Años veía severamente recortada su esperanza de vida y se planteaban mil formas de contener a las desaforadas hordas del padrecito Iósif. En cualquier caso y para no tener que andar copiando y pegando el palabro rarito, pues nos limitaremos a usar su breve y cómodo acrónimo que mencionamos antes: SSZ.

Bien, creo que ya ha quedado claro el objeto de los supositorios gordos, que no era otro que brindar una protección adecuada a los abnegados tedescos cuando se veían bajo una lluvia de bombas. Sin embargo, su uso se remonta a tiempos anteriores al conflicto; y no solo en Alemania, sino en otros países de la Europa se diseñaron estas pequeñas casamatas que podían acoger a una, dos o incluso diez personas. Así pues, hagamos un pequeño introito antes de entrar a fondo en el tema.

A partir de la segunda mitad de los años 30 el ambiente se enrareció bastante por obra y gracia del ciudadano Adolf, que sin prisa pero sin pausa iba rearmando su atribulada Germania para tomarse cumplida venganza por la humillación sufrida en 1918. Las cosas se pusieron cada vez peor, algo similar a los años más calentitos de la Guerra Fría a pesar del buenismo de algunos líderes europeos, creyendo los muy ilusos que lo más sensato era mantener una política de apaciguamiento. Esto solo sirvió para que el ciudadano Adolf los tomara por el pito de un sereno y se convenciera aún más de que el personal estaba muy acojonado gracias a sus ínfulas de pseudo-nibelungo colérico. En Alemania se empezaron a fabricar unas pequeñas casamatas unipersonales destinadas sobre todo a operarios de fábricas, portuarios y ferroviarios que pudieran verse muy lejos de los refugios antiaéreos. Igualmente, podrían ser muy útiles como protección en caso de incendios o cualquier percance habitual en las industrias peligrosas en las que hubiera la posibilidad de que algunos currantes se quedaran aislados por el lugar donde desempeñaban sus trabajos. En la foto superior podemos ver dos ejemplos de estos SSZ iniciales, fabricados enteramente de metal.

El concepto era en sí bastante simple ya que se trataba de refugios portátiles que podían colocarse en cualquier sitio y que se podían trasladar sin problemas. Su peso, de apenas unos 600 kilos en los modelos más reducidos, permitía a una grúa engancharlo por las argollas que vemos en la parte superior y cargarlo o descargarlo de un camión en menos que canta un gallo. A la derecha podemos ver uno de los primeros modelos que se instalaron en las fábricas hacia 1935, construido por la Mannesmannröhren-Werke AG. Se trata de una campana de chapa de acero de 10 mm. de grosor, una altura de 195 cm. y un diámetro de 120 cm. en la base. La cúpula estaba formada por cuatro gajos más el sombrerete, siendo todo el conjunto unido con soldadura eléctrica. El cuerpo era de una pieza plegada, y con el suelo formado por un disco de acero también soldado al conjunto. Disponía de cuatro ranuras que daban a su ocupante un campo visual de 360º y era fijada mediante cuatro pernos a una base de hormigón para impedir su vuelque. Este refugio ofrecía protección contra explosiones- siempre y cuando no cayera la bomba demasiado cerca- y contra el fuego ya que en el interior disponía de unos portillos corredizos para sellar las ranuras de visión. Lo que no ofrecía era protección contra el gas o humos por lo que, en caso de necesidad, su ocupante debería hacer uso de la máscara. También se fabricó una versión para dos o tres personas con un diámetro de 145 cm. en la base, una altura de 215 cm. y un peso de 800 kg. que incluso se puso a la venta para particulares que, como los yankees en la Florida de los años 60, tuvieran problemas de insomnio pensando qué pasaría si se liaba parda y les llenaban la azotea de bombas.

Apenas comenzada la guerra quedó claro que estos refugios metálicos no eran viables. El acero con que estaban construidos era caro y escaso, por lo que se decidió usar una estructura de menos grosor reforzada con una capa exterior de 25 cm. de hormigón, solución esta que no supuso ninguna ventaja y sí encarecer y dificultar el proceso de fabricación, por lo que finalmente se decantaron por hacerlos solo de hormigón. Pero, ojo, no cualquier hormigón, sino uno armado con dos mallas de corrugados de 5 mm. soldados unos a otros. Los grosores de las paredes oscilaban entre los 10 y los 40 cm. si bien lo más habitual era alrededor de los 15 cm. Al cabo, si una bomba caía cerca destruiría irremisiblemente el refugio de todas formas, y 15 cm. de hormigón armado ofrecían protección suficiente para que cualquier probo currante tuviera una oportunidad de salir vivo del brete. En la imagen de la izquierda podemos ver un SSZ de los más básicos, destinado a operarios o incluso policías urbanos. Se consideraba que, en muchos casos, determinados hombres no podían meterse en un refugio en cuanto sonaba la sirena de alarma porque no podían dejar desprotegidos sus puestos de trabajo o, en el caso de los policías, permitir que los malvados que se dedicaban al pillaje en cuanto veían las calles desiertas camparan a sus anchas. Así pues, refugios como el que vemos les permitían permanecer a salvo sin dejar de vigilar. En este caso se trata de una célula cuyo acceso carecía de puerta móvil, quedando el vano protegido por un muro envolvente que facilitaba el acceso mientras que impedía la entrada de metralla en el interior.

Poco antes de que empezara la fiesta, hacia mediados de 1939, los mismos polacos ya habían tomado buena nota del invento y lo vendían a particulares por el módico precio de 100 zlotys el modelo unipersonal, si bien también se tenía previsto fabricarlos con capacidad para cuatro o cinco personas y dotarlo con un par de asientos y un sistema de ventilación y filtrado de aire accionado a mano por lo que, además de proteger de la metralla o la onda expansiva de las explosiones, libraría a las sufridas familias polacas de respirar porquerías. Se trata del refugio "Bastión", que como vemos se parece a un proyectil de cañón a lo bestia. Estaba construido con hormigón y una puerta de acero y, en vista de cómo se estaba poniendo el patio, el gobierno polaco decidió emprender su fabricación en masa para instalarlos en enclaves de importancia militar como puentes,  nudos ferroviarios, etc. Sin embargo, todo quedó en la intención porque, como ya sabemos, el 1 de septiembre de aquel año la poderosa máquina de guerra del ciudadano Adolf se puso en movimiento y arrasó con todo lo que pilló a su paso. En cualquier caso, el intento por parte de los polacos de equiparse con estos búnkeres pequeñajos deja claro que no eran una chorrada pergeñada por la belicosa mentalidad germánica. De hecho, no solo no era una chorrada, sino que tuvo un éxito tremendo y los SSZ se convirtieron así en el primer sistema defensivo prefabricado construido en masa.

Folleto publicitario de la firma DYWIDAG, uno de
los más prolíferos fabricantes de SSZ, que nos muestra
a un currante metiéndose en su refugio instalado en
su puesto de trabajo
Bien, este fue el origen de los búnkeres unipersonales que, al poco de comenzar la guerra, se propagaron como chisme en reunión de comadres. En el momento en que los british (Dios maldiga a Nelson) empezaron a hacerles visitas nocturnas, los SSZ se instalaron por doquier. Como ya comentamos, inicialmente se concibieron ante todo para dar cobijo a currantes alejados de los refugios antiaéreos, pero a medida que la guerra aérea se recrudecía hubo que aumentar de forma notable las existencias de búnkeres. Las ciudades se llenaron de ellos, no solo para uso policial, sino también para empleados bancarios, bomberos, porteros de edificios oficiales del cualquier tipo y, en resumen, para todo aquel que tuviera que permanecer en su puesto por muchas bombas que cayesen. Y además de las ciudades, todo tipo de instalación militar, almacenes, tinglados portuarios o cualquier cosa que pudiera ser objetivo de la aviación enemiga se vio plagado de SSZ. Por otro lado, hay que tener en cuenta que solo las poblaciones de más de cien mil habitantes disponían de refugios comunes, mientras que en las ciudades más pequeñas cada cual se buscaba la vida si eran atacados. El personal recurría a los sótanos, bodegas o a las alcantarillas si hacía falta, por lo que la presencia de varios SSZ siempre era bienvenida porque, aunque apretujados, siempre podían meterse dentro los que el ataque pillaba desprevenidos y lejos de cualquier refugio.

Refugio para varias personas construido sobre una estructura de acero.
Obsérvense las dos argollas situadas en la parte superior para facilitar
su transporte. La escasa renovación de aire que permitían las mirillas
había que compensarla instalando tubos de ventilación en el techo
A partir de 1941 se amplió el número de usuarios de estos refugios portátiles a raíz de la creación de la Werkschutz, una unidad policial destinada a proteger las fábricas de saboteadores y  del pillaje que se producía cuando sonaba una alarma y todos se largaban echando leches. Los miembros de la Werkschutz, que debían poseer elevadas dosis de testiculina para permanecer dentro de un supositorio de hormigón mientras caían bombas a su alrededor, se encargaban de vigilar como perros de presa que ningún saqueador arramblara impunemente con todo lo que pillase. También se instalaron en puentes, centrales eléctricas o incluso para mantener a buen recaudo los detonadores de cargas explosivas instaladas en dichos puentes, vías férreas o cualquier otra instalación susceptible de ser volada antes de permitir que cayese en manos enemigas. Y, por supuesto, no solo se ciñeron al territorio alemán, sino también a todas las zonas ocupadas por los tedescos, especialmente en el este. Decenas de miles de SSZ fueron sembrados por todas partes.

En cuanto a la morfología y diseño de los SSZ, inicialmente no había ninguna reglamentación al respecto. Cada fabricante construía su producto como le daba la gana si bien, como es habitual en estos germanos, los baremos de calidad siempre se tenían muy en cuenta; y no ya porque forma parte de su idiosincrasia, sino también porque no era plan de que el consejo de administración y los miembros del departamento de diseño de una empresa recibieran una inesperada visita de dos probos agentes de la Gestapo a pedir explicaciones de por qué los SSZ de la última remesa se habían desmoronado en cuanto estallaron dos bombas lejanas. Por todo ello, aparte de su estructura metálica reforzada y el uso de cementos de gran calidad, se procuraba hacerlos de forma que su instalación fuese lo más rápida y fácil posible a pesar de que hablamos de estructuras nada livianas. El peso de los SSZ oscilaba entre las tres y las cuatro toneladas dependiendo del modelo, lo que a pesar de todo no evitaría que la onda expansiva de una bomba gorda lo volcase. Para impedirlo, y tal como vimos en el SSZ metálico con forma de campana, se practicaban vaarios orificios en el suelo para fijarlos con gruesos pernos a una base de hormigón que era enterrada para darle más solidez al conjunto. En la imagen izquierda tenemos un ejemplo. Se trata de un SSZ construido por una firma parisina (obviamente a instancias de los ocupantes alemanes) en el que vemos la base con varias perforaciones para fijarlo a los cimientos. Ojo, los modelos tedescos carecían de ese disco de hormigón, y el suelo del refugio se circunscribía a la superficie interior del mismo. No obstante, he preferido mostrar esta foto para que se aprecien mejor los orificios en cuestión. Por cierto, si uno de esos supositorios gordos volcaba sobre la puerta, su ocupante ya podía rezar porque lo echaran de menos tras el ataque y no lo dieran por muerto, porque de lo contrario se quedaría dentro experimentando la horripilante sensación de vivir una novela de Edgar Allan Poe.

SSZ superviviente en una calle alemana. A saber qué leches pinta ahí.
En este caso, el refugio fue reforzado por un talud de mampostería
revestida de cemento.
Y precisamente porque había mogollón de fabricantes y cada cual a su iba a su bola, nos encontramos con la misión imposible de dar cuenta de todos y cada uno de los modelos que se construyeron. De hecho, un mismo fabricante podía ofrecer varios diseños, lo que complicaría aún más la tarea. Por este motivo nos limitaremos a señalar los más frecuentes o más peculiares si bien, en algunos casos, las diferencias de diseño son menores. Con todo, a partir de 1943 las autoridades tomaron cartas en el asunto y se dictaron una serie de normas en lo tocante a calidades, grosores y dimensiones, asignando a cada fabricante y modelo una designación oficial que debía figurar en una placa fijada en el interior donde aparecía el nombre de la empresa, la referencia del modelo y el número de personas que podía albergar. Imagino que, tal vez por la escasez de metal, se sustituyó en algunos casos la placa por una impresión en el mismo hormigón. Sea como fuere, el aspecto de cada SSZ siguió quedando al arbitrio del constructor y, en cuanto al precio, oscilaba entre los 430 y 525 marcos. 

Placa de la Westermann & Co. Debajo indica que es una firma dedicada
a las construcciones de hormigón (obvio) radicada en Broistedt, en la
Baja Sajonia, la capacidad del refugio y, finalmente, la
referencia asignada al producto
Cuando terminó la guerra, los aliados se encontraron con miles de SSZ que, como está mandado, había que destruir por si a los irredentos de turno les daba por volver a liarla parda. Obviamente, semejante tarea costaría un pastizal tremendo tanto en material como en recursos humanos, por lo que muchos de ellos fueron olvidados y aún permanecen en su lugar, siendo objeto de muchas excursiones y paseos por parte de los aficionados a estos temas para dar con los supervivientes. Otros, aprovechando la facilidad para transportarlos, fueron removidos de sus ubicaciones y llevados a depósitos donde han permanecido durante décadas sin que nadie les hiciera puñetero caso. Otros, finalmente, fueron reaprovechados para uso civil como refugio para los artificieros de las canteras, a los que venía de perlas un buen búnker para llevar a cabo sus voladuras sin riesgo para sus envolturas carnales. No obstante, la inmensa mayoría de ellos fueron destruidos, para lo cual se llevó a cabo un método curioso: se llenaban de agua y se detonaba una carga en su interior. la enorme presión ejercida por el líquido facilitaba enormemente su destrucción total con un gasto de explosivos muy inferior al que se necesitaría para hacer lo mismo, pero "en seco".

Bien, estos serían los orígenes y posterior evolución de los SSZ. A continuación veremos las tipologías más representativas, así como algún que otro modelo cuyo fabricante no ha sido posible dilucidar pero que, por su peculiar diseño, creo que merece la pena reseñarlos. 

La firma que más expansión logró fue la Dyckerhoff & Widman AG, DYWIDAG para los amigos, cuya producción abarcó desde 1941 a 1945. Fundada por Wilhelm Gustav Dyckerhoff en 1865, desde su nacimiento fue una empresa pionera en el desarrollo de la construcción con cemento y sus derivados, alcanzando en poco tiempo gran fama incluso a nivel internacional. Aún existe hoy día tras haber pasado por varias manos, como es habitual. En lo que nos concierne, los SSZ de DYWIDAG fueron instalados por toda Alemania y varios países del este, en los que aún perduran una cantidad relativamente alta de ejemplares. Su modelo más característico lo podemos ver a la derecha. Constaba de un cuerpo cilíndrico construido en una sola pieza con una forja de doble malla de 20x20 que le daba una resistencia muy elevada. Con un diámetro exterior de 120 cm., sus paredes de 15 cm. de espesor dejaban un espacio interno de 90 cm. de diámetro donde podían meterse hasta dos personas. Curiosamente, los DYWIDAG que han llegado a nuestros días son todos con una capacidad máxima de dos o tres personas, no conociéndose otros de mayor tamaño. Su altura interior era de 180 cm, por lo que los ciudadanos especialmente arios y altos se tenían que encoger hasta que terminase la fiesta. La puerta, situada a 40 cm. del suelo para no verse inmovilizada por escombros, tenía unas dimensiones de 80
x60 cm., estaba también fabricada de hormigón y disponía de un cierre accionable desde fuera y desde dentro. Como vemos en la ilustración, estaba anclada al cuerpo con robustas bisagras unidas por un perno. Para disponer de visión hacia el exterior se abrían cuatro mirillas que daban una visión de 360º.

Y aunque lo habitual era suministrarlas con una sola puerta, también se fabricaban con dos para que no se convirtieran en una trampa mortal si un derrumbe bloqueaba el acceso o, como ya hemos comentado, volcaba a causa de la onda expansiva producida por un bombazo gordo y la puñetera puerta quedaba mirando hacia abajo. En la foto podemos ver uno de estos SSZ y, además, nos permite apreciar el grosor de una de dichas puertas, así como su cierre, con menos mecanismos que un chupete. De hecho, básicamente todos los refugios montaban cierres similares basados en una pletina basculante. Total, nadie iba a entrar a robar... 

Pero la característica más peculiar de los DYWIDAG era el techo, formado por una pieza cónica cuyo grosor podía variar entre los 15 y los 53 cm. según se pidiese. Este se instalaba en el cuerpo fijándolo con seis pernos situados en otros tantos rebajes practicados en el borde de la pieza, siendo después sellados con mortero. Así mismo, antes de colocarlo también se vertía mortero en el contorno del cuerpo para obtener una mayor fijación al conjunto. El fabricar el techo como una pieza aparte no solo permitía elegir su grosor independientemente del cuerpo del refugio, sino que además facilitaba su transporte y montaje. Para fijarlo al suelo se anclaba a la base de hormigón con otros seis pernos. En cuanto al peso, oscilaba entre los 3.240 kilos del modelo para una o dos personas y los 4.110 para el de dos o tres. Una vez instalado el refugio se procedía a pintarlo, por lo general con esquemas de camuflaje cuando se instalaban fuera de las ciudades. No obstante, hacia el final de la contienda pasaron de tanta pijada germánica porque, total, nadie iba a desperdiciar una bomba para apiolar al pringado que se meaba encima de pánico mientras duraba el bombardeo. Esto del pintado podemos hacerlo extensivo a todos los refugios ya que no era cosa del fabricante, sino del mandamás de la instalación, fábrica o lo que fuese donde era colocado. Prosigamos...

No he podido dar con el creador de este peculiar diseño, pero por ser algo diferente creo que merece la pena incluirlo en esta relación. Como vemos, se trata de un refugio con forma de bala formado por cuatro gajos unidos mediante unas pletinas acodadas a 90º que van integradas en cada parte y unidas entre ellas mediante tornillos pasantes. En cada casco se abre una mirilla. El techo está formado por una pieza elíptica, igualmente unida al cuerpo mediante el mismo sistema de tornillos. Encima de todo podemos ver la argolla que permitía manipularlo con la ayuda de una grúa. Este sistema, aunque obviamente menos resistente que los SSZ obtenidos de una sola pieza, tenía al menos la ventaja de que facilitaba enormemente su montaje, así como la sustitución de una parte dañada. La puerta, instalada sobre un bastidor de acero, está construida con hormigón vertido sobre una estructura metálica. Las bisagras aparecen soldadas. En cuanto al cierre, por los ejemplares que se conservan parece ser que solo se podía accionar desde el interior, teniendo en la parte exterior una simple asa para abrir. No he podido obtener datos sobre sus dimensiones y demás detalles, pero por algunas fotos he podido inferir que sus paredes tenían un grosor de unos 20 cm., y su capacidad era para solo una o dos personas. Conviene añadir, y esto es extensivo a cualquier otro SSZ, que las bases de hormigón eran previamente cubiertas con una lechada de cemento antes de asentar el refugio para crear una superficie uniforme. Por otro lado, el interior de los mismos se pintaba de blanco o cualquier otro color claro para aliviar la evidente sensación de claustrofobia que se debía padecer en esos ataúdes hormigonados. Sigamos prosiguiendo...

A la izquierda tenemos otro SSZ cunero fabricado con materiales mixtos, uséase, cuerpo de hormigón y puerta de acero. Su perfil es muy similar al Mannesmann enteramente metálico que vimos más arriba y, aunque no podría confirmarlo, no me extrañaría que procediera del mismo fabricante. Como vemos, tiene forma de campana rematada con una argolla, y está provisto de cuatro mirillas fabricadas con chapa para obtener un campo visual de 360º. El techo es una pieza aparte que se fijaba en el cuerpo mediante pivotes y mortero. Lo más señalado es su única puerta, construida con una hoja de una sola pieza de acero plano, sin adaptarse a la curvatura del refugio. Está montada sobre un bastidor metálico empotrado en el hormigón del cuerpo, y colgada de unas bisagras con largas pletinas soldadas a la hoja. Como tantos otros, el cierre se puede accionar por ambas partes mediante una pletina basculante. El grosor del cuerpo es de 15 cm. Prosigamos más...

Este otro, con una acusada forma de supositorio gigante, era la tipología habitual de la firma Westermann & Co. cuya chapa de identificación vimos anteriormente. Esta empresa fabricó los SSZ entre 1942 y 1944. Se trata de un refugio bastante básico con un cuerpo muy similar al anterior, o sea, fabricado en dos piezas y con el techo finalmente unido al cuerpo. También presenta la argolla para facilitar su manejo. La puerta, de 105x65 cm., es una pieza de hormigón con el mismo perfil curvado que el resto del refugio, y es de hormigón mondo y lirondo, es decir, no cuenta con bastidor ni nada semejante fabricado con acero. Las bisagras están empotradas en cada lado mediante garras y unidas por un perno atornillado. En el lado opuesto había una pequeña salida de emergencia no apta para ciudadanos orondos ahítos de salchichas y Sauerkraut bien regados con mogollón de picheles de cerveza, porque apenas medía 36x36 cm., uséase, eran solo válidas para canijos. El sistema de cierre es un asa metálica con forma elíptica que se gira como un pomo para bascular una pletina alojada en el interior. Dicha pletina está soldada a otra asa para poder abrir y cerrar desde dentro. El refugio dispone de seis mirillas situadas a 1'70 metros de altura que, por cierto, no están centradas respecto a la puerta. No sé el motivo, pero se fabricaban así. Quizás fuese porque el cuerpo se sacaba de dos mitades y partir en dos un par de mirillas daba problemas. Los Westermann se construían con una capacidad para 1-2 personas, con unas dimensiones exteriores de 3x1'5 metros y una pared de 20 cm. de espesor, lo que producía unas dimensiones internas de 2'25x1'10 metros. Otro proseguimiento...

Este otro diseño fue obra de la firma muniquesa Leonhard Moll Betonwerke GmbH & Co., fundada en 1894. Al igual que la DYWIDAG, la Moll fue una empresa puntera en su campo y, como curiosidad, patentaron las primeras traviesas de ferrocarril fabricadas con hormigón que actualmente vemos en todas las vías. El refugio estaba formado por un cuerpo cilíndrico de 2'30 metros de altura y provisto de entre 4 y 6 mirillas. El cuerpo tenía un espesor de 25 cm., y en su interior había dos pequeños asientos de madera. Su capacidad era para 1-2 personas. En cuanto al techo, era un sombrerete cónico con un espesor de 30 cm. Lo más peculiar de su diseño es la puerta con su curiosa forma abombada por los extremos. Tanto bisagras como cierre eran similares a los que ya hemos visto anteriormente en otros diseños. El refugio estaba provisto de dos puertas gemelas situadas en lados opuestos. El peso total del Moll era de 5.300 kilos, y se empezó a producir a partir de 1942. Vamos a proseguir un poco más...

Y proseguimos con el SSZ producido por la Humerohr GmbH radicada en Doberlug-Kirchhain, en Brandeburgo. Como en otros diseños, este refugio se construía en tres partes que luego eran unidas para formar una sola pieza. Las bisagras estaban empotradas en el grosor de las paredes, por lo que había que prever dos mortajas para dar cabida a los cilindros de la puerta. Esta estaba fabricada de hormigón sobre un bastidor de acero de 7 cm. de profundidad, y con un cierre por pletina basculante accionada por un picaporte tanto fuera como dentro. Las mirillas, cuatro en total, disponían de una chapa perforada como la que vemos en el detalle, destinada a impedir la entrada de esquirlas pequeñas o proyectiles de aviación, cuando los cazabombarderos enemigos ametrallaban las instalaciones en vuelo rasante. Los Humerohr que se conservan eran refugios grandes, con capacidad de hasta siete ciudadanos. El que mostramos en la ilustración tiene una altura de 2'60 metros- 2'05 metros en el interior- y un diámetro externo de 2'05 metros. Sus paredes, de solo 15 cm. de espesor, proporcionaban un diámetro interior de 1'75 metros. El techo tiene un grosor de 21'5 cm., y en su extremo superior tiene empotrada una tuerca donde se roscaba la argolla que, una vez instalado el SSZ en su lugar, era retirada. Bueno, un proseguimiento final...

...para mostrar el refugio de la Klöcknerwerke AG que, con diferencia, construía los SSZ más gordos de todos. Hablamos de refugios con unas paredes de nada menos que 40 cm., lo que los hacía especialmente masivos aunque fuesen para un máximo de dos ocupantes. Debido a su peso, el cuerpo se fabricaba en tres tramos de 60 cm. de largo cada uno, que añadidos al techo y la puerta hacían un total de cinco piezas, lo que daba una altura interior de 1'80 metros que, con los 50 cm. de grosor del techo, hacían un total de 2'30 metros. En el cuerpo se abrían seis mirillas que quedaban a la altura de los ojos de un hombre de estatura normal. Para fijarlo a la base de hormigón se usaban cuatro vástagos de 40 mm. de diámetro. Atención especial merece su única puerta, un tocho de hormigón de 40 cm. de espesor y unas dimensiones de 74x62 cm. que, como vemos, requería unas bisagras especiales que abarcaban toda su anchura, siendo fijadas mediante gruesos tornillos pasantes para soportar su enorme peso. El cierre no requiere explicación ya que era como los de sus hermanas, una pletina basculante. Como ya podemos imaginar, el peso total de esta mole no era moco de pavo, alcanzando los 10.000 kilos. No obstante, también se fabricó una versión más ligera, con paredes de 25 cm. y que estaba fabricada en tres partes, como todas las vistas hasta ahora.

Bueno, dilectos malvados, con esto terminamos. Espero que este tema les haya resultado revelador y, con seguridad, podrán usarlo como arma extremadamente dañina contra sus cuñados cuando se pongan especialmente cansinos.

Concluimos pues, que es hora de merendar y eso no lo perdono.

Hale, he dicho

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Dos refugios supervivientes que se conservan en lo que hoy parece ser un jardín descuidado o algo por el estilo. Igual el dueño de la propiedad los compró por si el refugio le pillaba en la gran puñeta...

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