Acojonado me he quedado cuando, totalmente desolado, he comprobado y constatado tras haberlos contado que el último articulillo dedicado a estos letales chismes data de hace algo más de dos años (ahora viene lo de que el tiempo es el enemigo inexorable, y blablabla), por lo que procederemos a aparcar de momento las historias de la mili y vamos a darle un repasillo a la que, en puridad, fue la primera ametralladora ligera plenamente operativa empleada por el ejército tedesco, la MG-08/15, un trasto enorme que, comparado con las actuales, parecería un obús portátil pero que, en su época, supuso todo un avance a la hora de proporcionar potencia de fuego a la infantería que, en plena ofensiva, no podía contar con el apoyo de las enormes y pesadas MG-08, que simplemente no podían seguir el ritmo de las tropas.
INTROITO
Infantería gabacha avanzando durante un ataque. En cuanto abran fuego las Maxim tedescas empezarán a caer como bolos |
Desde el mismo comienzo de la contienda, la ametralladora se colocó rápidamente en la segunda plaza en el puesto de segadoras de vidas, solo superadas por la artillería, puesto que mantuvo durante todo el conflicto. Por muy concienzuda y devastadora que resultase la preparación artillera previa a una ataque, en cuanto los cañones alargaban el tiro y la infantería salía de las trincheras para avanzar por la tierra de nadie con la esperanza de encontrarse las posiciones enemigas vacías o destruidas, las máquinas eran sacadas de sus refugios, puestas en posición y, con eficacia y prontitud, empezaban a hacer sonar su siniestro tableteo. En cuanto empezaban a caer decenas o cientos de hombres, los atribulados atacantes ya sabían que la ofensiva había fracasado y que, o daban media vuelta a toda leche, o dejaban sus osamentas allí tiradas para abonar la tierra. Salvo que fuesen destruidas, las ametralladoras podían cerrar con cerrojo y candado cualquier posición y, como ya explicamos en su día, el fuego cruzado desarrollado por los hábiles tiradores tedescos era más nocivo que una epidemia de ébola con moquillo.
Pero
si el ataque tenía éxito y lograban expulsar al enemigo de las trincheras,
estos se replegaban hacia una segunda línea defensiva donde, naturalmente,
esperaban la embestida de una infantería envalentonada que, en ese momento, ya
no contaba con más apoyo que sus fusiles y las dos o tres granadas de mano que
llevaba encima cada hombre. Obviamente, la ausencia de un arma capaz de
proporcionar potencia de fuego podía dar al traste con una ofensiva que,
inicialmente, parecía prometedora. Lo mismo ocurría si se llevaba a cabo un
contraataque. Una vez que los enemigos optaban por dar media vuelta camino de
sus posiciones y la infantería propia salía de las trincheras, si lograban
alcanzar las del enemigo se veían en la misma situación: no tenían fuego de
apoyo para explotar el éxito inicial. Al final, mogollón de fulanos caídos como
auténticos y verdaderos héroes para no haber avanzado ni medio metro por parte
de ambos bandos. Y si alguien tiene la ocurrencia de preguntarse por qué la
ametralladoras pesadas no formaban parte de un contraataque, basta echar un
vistazo a la foto de la izquierda, en la que vemos a la dotación de una MG-08
transportando el arma, la munición y el agua para refrigerar el arma, una
estampa que sería más o menos similar en los demás ejércitos salvo los gabachos
(Dios maldiga al enano corso) ya que la Hotchkiss se refrigeraba por aire y podían prescindir del bidón de agua. Sea
como fuere, hablamos de máquinas que pesaban lo suyo: la MG-08 pesaba 26'5 kilos, la Vickers se quedaba en 23 kilos, y la Hotchkiss en 23'6, a lo que habría que añadir los afustes, munición, agua para la refrigeración, pertrechos, etc.
Bien, así estaban las cosas al comienzo de la guerra. Las ametralladoras mataban una cosa mala, pero solo podían mostrar su devastadora eficacia cuando se usaban desde una posición estática en una trinchera o una casamata, desde donde perpetraban un auténtico pim-pam-pum con los enemigos, y solo un impacto directo de un obús o un metrallero podrían silenciarlas. Hacía falta un arma más ligera y manejable para acompañar a la infantería tanto en los repliegues como en los ataques y, llegado el caso, suplir a sus hermanas mayores para asegurar una zona ocupada con fuego sostenido sin tener que esperar la llegada de una compañía de ametralladoras pesadas para mantener al enemigo a raya.
HECHOS
Tropas australianas haciendo prácticas de tiro con la Lewis |
Sin embargo, a pesar de que el uso táctico de la ametralladora en 1914 se basaba en el de un arma de posición, lo cierto es que hacía ya tiempo que la Gewehrprüfungskommission (Junta de Revisión de Armamento) tenía en mente la creación de una Einheitsmaschinengewehr, o sea, una ametralladora universal como años más tarde lo fueron las MG 34 y 42. La eminencia gris que estaba detrás de este concepto era el capitán Friedrich von Merkatz, uno de los militares más cualificados del Reichswehr en lo tocante a este tipo de armas. Sin embargo, aunque las opciones eran varias, no había aún un criterio concreto sobre las características del arma y, finalmente, el estallido de la guerra dejó en el aire este tema hasta que las circunstancias obligaron a retomarlo, y más cuando vieron que los british (Dios maldiga a Nelson) y los gabachos ya disponían de la Lewis y el Chauchat respectivamente para proporcionar apoyo de fuego a la infantería en movimiento.
Tirador británico defendiendo una trinchera machacada por la artillería cerca de Ovillers, en el Somme |
Los mismos tedescos tuvieron que reconocer que el desempeño de las Lewis en la batalla del Somme fue bastante notable. En su informe preceptivo, el Generalleutnant Hermann von Stein, comandante del XIV Cuerpo de Reserva en el sector de Monchy-Lagache, afirmaba que la infantería británica "...estaba provista de un gran número de ametralladoras Lewis que se pusieron en acción muy rápida y hábilmente en las posiciones recién capturadas. Es muy deseable que nuestra infantería esté equipada con una gran cantidad de ametralladoras ligeras de esta descripción para aumentar la intensidad de su fuego." Esto lo podemos traducir como que las posiciones ocupadas por los british pudieron mantenerse gracias a la potencia de fuego proporcionada por las Lewis ya que, de lo contrario, seguramente habrían sido rechazados en no pocos sectores.
No obstante, la Lewis no estaba exenta de problemas, sobre todo debido al sobrecalentamiento del cañón, en su caso refrigerado por aire aunque la gruesa carcasa que lo envuelve de que pensar otra cosa. Lo cierto es que en interior de la carcasa contenía una serie de aletas longitudinales que mantenían el cañón separado de la misma, pero eso no era óbice para que, en el caso de tener que efectuar fuego sostenido, los calentones fuesen antológicos. Por lo demás, su sistema de carga estaba bien concebido para un arma móvil ya que disponía de cargadores de plato para 47 y 97 cartuchos, bastante acertados para poder barrer una trinchera sin verse con la munición agotada. En cuando al Chauchat, era un compendio de cómo no fabricar un fusil ametrallador, que era la denominación que recibía ese chisme. Mal diseñado, mal construido, malos materiales y provistos de unos cargadores semicirculares con capacidad para 20 cartuchos que había que llenar solo con 16 o 17 para que funcionaran debido a la escasa potencia del muelle elevador y, como remate, una cadencia de tiro birriosa de apenas 220 dpm, la tercera parte de la de cualquier ametralladora de la época. Su única ventaja consistía en su ligereza, de apenas 9 kilos contra los 13 de la Lewis.
Y mientras tanto, los tedescos se devanaban la sesera buscando una contrapartida aceptable entre las armas de este tipo que ya estaban en funcionamiento y fabricadas por Dreyse, Bergmann, Parabellum y Madsen (foto de la izquierda) entre otros, siendo esta última la que resultaba más adecuada según el criterio de los mandamases. Era, como el Chauchat, un fusil ametrallador provisto de cargadores de petaca para 25, 30 y 40 cartuchos que se introducían por una tolva superior, lo que facilitaba hacer fuego en posición de tumbado.
Típica foto de pose en la retaguardia que nos muestra a tres guripas con sus respectivos Madsen |
El Madsen era un arma diseñada y fabricada en Dinamarca por Julius Rasmussen y Theodor Schouboe que fue lo que se dice un verdadero pelotazo ya que estuvo en producción durante algo más de cien años. En puridad, era un arma que se prestaba al máximo a las necesidades del ejército tedesco, pero el hecho de estar fabricada en un país extranjero ya era una pega importante. No podían depender de que el suministro de este tipo de armas se cerrase de golpe por cualquier motivación de tipo político, y más como estaba el patio. Alemania compró una pequeña cantidad de estas armas que ya estaban en uso al comienzo de la guerra, como vemos en la foto de los fulanos esos con sus pickelhauben, siendo distribuidas entre algunas compañías de infantería y, más tarde, reasignados a las Sturmtruppen. Por lo demás, el Madsen era un arma muy bien fabricada, fiable y, por lo tanto, cara. Y si a eso sumamos su procedencia foránea, pues fue suficiente para quitar las ganas a los mandamases de incluirla en el arsenal del Ejército Imperial.
La siguiente candidata era Bergmann, con un arma diseñada por Louis Schmeisser en 1901. Esta máquina, inicialmente refrigerada por agua, fue modificada para enfriarla por aire, lo que la convirtió en una buena opción para armar aviones. No obstante, y a falta de encontrar algo mejor, se realizó un nuevo diseño destinado a las tropas de tierra. Denominada como LMG-15 nA (nA = neuer Art, nuevo modelo, en referencia al sistema de cierre). Para adaptarla mejor a las necesidades de la infantería se la equipó con una culata, empuñadura de pistola, bípode y un asa de transporte. Podía disparar tanto cintas de lona como de eslabones desintegrables, un diseño austriaco denominado Ruszitska. Se compraron un total de 5.000 máquinas que fueron destinadas principalmente al Frente Oriental, donde los hijos del padrecito Nikolái Aleksándrovich Románov no estaban tan bien equipados como sus aliados occidentales. Con todo, la Bergmann no ofreció un rendimiento adecuado debido a los recalentamientos del cañón que, al parecer, obligaba a dividir las máquinas en grupos de tres para que se turnaran efectuando unos 30 disparos sucesivamente para no poner los cañones al rojo. En fin, un churro.
En fin, no es plan de alargarnos más dando pelos y señales de cada modelo examinado y desechado por la Gewehrprüfungskommission encabezada por el capitán von Merkatz, de modo que iremos al grano con la solución que, aunque llegó en último lugar, no dejaron de admitir que era la primera que debían haber tenido en consideración: una versión aligerada de la MG-08 que tan excelente rendimiento estaba dando. El principal problema que había que hacer frente, y eso ya lo comentó von Hindenburg, es que "...era necesario tomar una decisión, porque había que hacer los preparativos para la fabricación, y esto llevaría meses y meses. Cada compañía de infantería debía tener cuatro y luego seis de estas ametralladoras ligeras." En resumen, el concepto táctico lo tenían bastante claro. La cuestión estaba en buscar un modelo que pudiera ser puesto en servicio cuanto antes ya que, de lo contrario, cualquier contraataque, contraofensiva, golpe de mano o intento de asegurar una zona conquistada al enemigo estaba condenada al fracaso por algo tan chorra como no disponer de una máquina capaz de aportar la suficiente potencia de fuego como para tener a raya a los enemigos. La solución la aportó von Merkatz que, aparte de tener en cuenta las cuestiones puramente técnicas, también vio la forma de abreviar el período de adiestramiento de los tiradores ya que, al cabo, el nuevo modelo sería una versión ligera del que ya había, por lo que todos los pormenores en lo referente a su funcionamiento no serían ninguna novedad.
La foto los permite apreciar algunos de los cambios más significativos, como la adición de un tambor de munición y una correa de transporte |
Las modificaciones que debían llevarse a cabo en la MG-08 tomaron forma a lo largo de 1915, de modo que a finales del año siguiente se habían incluso fabricado unas 2.000 unidades. Como hemos dicho, la 08/15 era una 08 aligerada en todo lo posible para que pudiera ser manejada con cierta soltura por un solo hombre. Lo principal era adelgazar las paredes del masivo cajón de mecanismos y eliminar cualquier elemento superfluo. Gramo a gramo podían eliminarse kilos de acero pero, eso sí, conservando los mecanismos tal cual. Otro elemento que sufrió cambios fue la carcasa del depósito de agua, al que se redujo el grosor de la chapa y el tamaño para que, en vez de los cuatro litros convencionales, tuviese una capacidad de solo tres. Por otro lado, el masivo afuste de trineo, que pesaba la friolera de 38'5 kilos, fue sustituido por un simple bípode removible de apenas 68o gramos de peso. Las empuñaduras del disparador fueron eliminadas, y en su lugar se instaló una culata de madera que facilitaba la estabilidad de un arma que ya no disponía del pesado afuste de trineo, y el disparador se colocó en la parte inferior del cajón de mecanismos. Consistía en una empuñadura de pistola y un gatillo, el cual disponía de un seguro que lo bloqueaba.
También se eliminó el soporte para la mira óptica Zielfernrohr 12 que iba en el costado izquierdo del cajón de mecanismos, dejando solo un alza tangencial graduada de 400 a 2.000 metros (foto 1) y, además del sistema de carga por cinta de lona en cajas, se añadió uno de tambor (foto 2) del que hablaremos con más detalle. Para facilitar su transporte y manejo al tirador, se añadió una robusta correa de transporte que, inicialmente, era de cuero. Posteriormente, y a medida que la guerra iba dificultando el suministro de determinadas materias primas, se pasó a fabricar con lona para, finalmente, elaborarlas con tiras de papel trenzado. El peso total del arma con el depósito de agua lleno y un tambor de munición era de 19'5 kilos, un tercio de la masa de la MG-08. Se fabricaron un total de 130.000 unidades más otras 23.000 manufacturadas en Spandau destinadas a la aviación, en las que se eliminó la refrigeración por agua, abriéndoles en la carcasa unas ranuras para facilitar el enfriamiento por aire. En este caso no hubo problemas de sobrecalentamiento porque, aparte de que las temperaturas a más altura eran inferiores, las ráfagas producidas durante los combates aéreos eran muy breves, de apenas unos instantes cuando el avión enemigo se cruzaba ante el piloto.
En cuanto al sistema de refrigeración, en las fotos de la derecha podemos verlo con más detalle. En la foto 1 tenemos el tapón de llenado del depósito de agua (flecha blanca), situado junto al cajón de mecanismos. A la derecha vemos el tambor con la cinta entrando por la tolva. La flecha roja señala la válvula de evacuación del agua vaporizada, que se condensaba e iba a parar al depósito que vemos en la foto inferior. El manguito de la izquierda es por donde entraba el agua condensada. El tapón grande es para rellenarlo. Puede que a más de uno le resulte contradictorio usar una máquina refrigerada por agua como ametralladora de acompañamiento, pero lo cierto es que no daban los problemas de recalentamiento debido a la dificultad para intercambiar el cañón. No obstante, en climas fríos había que controlar que el agua no se congelase porque podría producir deformaciones en la carcasa. Ojo, que el sistema de refrigeración fuese por agua no quiere decir que no se pudiera abrir fuego con el depósito vacío, pero solo un tirador experto podría mantener una cadencia adecuada para no fundir el cañón en menos que canta un gallo.
MG-08/18 |
Bueno, grosso modo así surgieron y evolucionaron las primeras ametralladoras ligeras que señalaron el camino a la futura Einheitsmaschinengewehr, la ametralladora multipropósito que actualmente forma parte de todos los ejércitos del mundo: una ametralladora que puede desplegar una gran potencia de fuego desde una posición estática, así como arma de apoyo a una infantería que avanza y conquista un sector enemigo. La MG-08/15 siguió operativa hasta los años 30, cuando los nuevos modelos la enviaron finalmente al baúl de los recuerdos no sin haber dado antes estopa en cantidad. Y aún hubo un postrero diseño que apenas tuvo tiempo de entrar en acción, la MG-08/18, a la que se eliminó el sistema de refrigeración por agua y se sustituyó por uno de aire colocando una envuelta perforada alrededor del cañón, pero su vida operativa no fue especialmente extensa ni brillante ya que se encontró con el mismo problema que sus coetáneas: problemas de sobrecalentamiento aumentados por la dificultad para cambiar el cañón, nada que que ver con los menos de 5 segundos que se necesitaban para hacer lo propio con una MG-42.
Bueno, ya me he enrollado bastante.
Hale, he dicho
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