miércoles, 27 de febrero de 2013

Curiosidades curiosas sobre la Armada






Acabo de caer en la cuenta de un detalle chorra, y es que en las cuatrocientas y pico largas de entradas publicadas, jamás he hecho mención alguna a temas navales, que son tan interesantes como los terrestres y, qué carajo, a la Hispania nos atañen bastante ya que nuestra Armada siempre ha sido uno de los factores más importantes de nuestras glorias militares. Así pues, nada mejor que comenzar esta temática con algunas curiosidades curiosas para ir haciendo boca. Veamos...



1. Aunque en las pelis se suelen ver siempre los cañones dispuestos para el combate aunque la paz reine en el mundo, en realidad estos siempre iban trincados de las dos formas que vemos en la ilustración. La superior, llamada abatiportado, sujetaba el cañón con la boca del mismo sobre la porta y permitía ponerlo en combate con más rapidez. La inferior, llamada a la bretona o abretonado, dejaba más espacio libre en los puentes lo que indica que sería el utilizado para travesías donde no se esperaba tener conflictos con otras naves ya que ponerlo en posición de fuego llevaba mucho más tiempo que de la forma anterior. ¿Por qué se trincaban? Pues por algo tan sencillo como impedir que decenas de piezas de varias toneladas de peso rodasen de un lado a otro por los puentes sin control alguno en caso de que la mar estuviera agitada.



Estallido de un navío alcanzado en la santabárbara
2. La santabárbara era el sancta sanctorum del buque. Entrar en la misma sin permiso estaba penado con la muerte. Entrar con una simple vela estaba penado con la muerte. Creo que solo permitían estornudar dentro sin que te colgasen de una antena o te pasaran por la quilla. Sólo se podía acceder a la misma acompañado del sargento artillero y siempre bajo su supervisión, ya que hablamos de que, solo en pólvora, la cantidad almacenada en al santabárbara era de varias toneladas, dependiendo del número de bocas de fuego emplazadas en el navío. De hecho, el tema de los fuegos estaba controladísimo en los buques por razones obvias, y se condenaba con las penas más severas a todo aquel que encendiera fuego sin permiso, aunque fuese encender un simple farol. Un buque podía arder por los cuatro costados en cuestión de minutos.



Coys en uno de los puentes del Victory
3. La tropa y la marinería dormían en coys suspendidos entre los cañones y el centro de los puentes. De esa forma podían descansar a pesar de los movimientos del buque, así como despejar con gran rapidez la cubierta en caso de zafarrancho. Durante el día, estos coys se enrollaban y se ponían en las batayolas, unas barandillas situadas en cubierta provistas de una red, de forma que se ventilasen y sirviesen de parapeto contra el fuego de fusilería enemiga en caso de ataque. En cada puente dormían centenares de hombres apiñados, así que ya podemos imaginar el gratificante ambiente que se respiraba y se escuchaba durante las noches. 



4. Los castigos físicos eran diferentes para la marinería y la tropa, o sea, los infantes de marina. En el caso de la gente de mar, lo habitual eran los golpes de rebenque o chicotazos en la espalda atados sobre un cañón o a un enrejado.  Para la tropa, la tradicional carrera de baquetas que, para los que lo desconozcan, consistía en pasar entre dos filas formadas por los propios compañeros a paso lento y, sin inmutarse, debían soportar los golpes propinados en la espalda con las baquetas de los mosquetes. Conviene señalar que estas baquetas no eran de madera, sino de acero.



5. Las bajas más numerosas en los combates navales no eran a causa de los disparos de fusilería o de la metralla, sino por las astillas. Los golpes que recibían los costados de los buques por parte de las balas enemigas no lograban perforar las gruesas cuadernas de los mismos, pero sí hacían saltar miles de astillas hacia el interior, algunas tan largas como bayonetas. Estas astillas se clavaban profundamente en las sufridas carnes de los servidores de los cañones, muchos de los cuales acababan mutilados o ciegos por esta causa. 



Infantería de Marina
española



6. En caso de combate, parte de la infantería de marina subía a las cofas de los mástiles para, desde allí, hostigar con fuego de fusilería las cubiertas de los buques próximos. Precisamente uno de estos tiradores acabó con la vida del almirante Nelson (Dios lo maldiga por siempre) en la nefasta jornada de Trafalgar (que Dios maldiga también a Villeneuve, culpable del desastre). 











7. El buque de guerra de la época que nos ocupa más grande jamás construido fue el Santísima Trinidad, un mastodonte salido del arsenal de La Habana en 1769. Con cuatro puentes y provisto de 140 bocas de fuego, fue el navío de línea más grande y mejor armado de su tiempo. En Trafalgar fue capturado por los ingleses (Dios maldiga a Nelson), pero se hundió cuando lo llevaban remolcado hacia Gibraltar. Para acabar con él fueron necesarios cinco navíos ingleses que, rodeándolo, lo machacaron hasta dejarlo fuera de combate. Su capitán fue don Baltasar Hidalgo de Cisneros, que mandaba sobre una tripulación compuesta por 1.160 hombres entre gente de mar y tropa.



Baltasar Hidalgo de Cisneros
8. Como cifras curiosas, éste buque llevaba raciones de agua para 120 días, 92.880 raciones de comida y 900 de dieta, 1.322 libras de balas de plomo para mosquetes y pistolas, 1.600 balas de cañón de calibre 36, 1.700 para calibre de a 24 y 1.800 para calibre de a 12. Además, en su armería contaba con 136 mosquetes con sus bayonetas, 136 pistolas, 136 chuzos de abordaje, 224 espadas, 136 hachas de abordaje y 165 granadas de mano. Estas últimas eran simples bolas huecas de hierro colado rellenas de pólvora y provistas de una mecha. Eran bastante efectivas a la hora de barrer las cubiertas enemigas, sobre todo cuando eran lanzadas por los tiradores emplazados en las cofas.







Vista en sección del casco del
Santísima Trinidad
9. Para hacernos a la idea de las dimensiones de este colosal navío, algunas cifras más: 
- Las velas tenían una superficie total de más de 3.000 m2, o sea, aproximadamente 1/3 de un campo de fútbol.
- El palo mayor tenía una altura, contando desde la cubierta superior, de 50 metros, o sea, la altura de un edificio de unos 15 pisos.
- Su puntal, o sea, la altura del casco desde la quilla hasta la cubierta superior era de 16,76 metros, algo más de la altura de un edificio de 5 plantas. Su francobordo, que para entendernos sería lo que sobresale del agua, era de 28 pies de Burgos y 9 pulgadas, o sea, 7,98 metros.
- Para dar forma a la quilla fueron necesarios 300 troncos de caguairán, un árbol cubano cuya madera es especialmente dura, resistente e incorruptible.
- Para las vergas y masteleros se usaron 60 pinos.
- En total se usaron 2.200 Tm. de madera de diversos tipos para la construcción del navío.



Don Cosme Damián Churruca
10. Y como colofón, una curiosidad curiosa sobre el arrojo y la valentía de nuestros marinos: el brigadier don Cosme Damián Churruca, capitán del San Juan Nepomuceno (de 74 cañones), al comienzo de la batalla de Trafalgar (Dios maldiga a Nelson) mandó clavar la bandera, lo que indicaba que no pensaba rendirse jamás, y dio tanta guerra que fueron necesarios seis navíos enemigos para hacerle frente. Alcanzado por una bala de cañón que le arrancó de cuajo una pierna a la altura de la rodilla, no consintió en retirarse del puente de mando, por lo que metió el muñón en un balde con arena para contener la hemorragia hasta que, finalmente, murió desangrado. Solo entonces se arrió la bandera. El San Juan Nepomuceno fue capturado por los ingleses (Dios maldiga a Nelson), y reutilizado por su armada. Durante el tiempo que permaneció en activo, la cámara del capitán permaneció cerrada y con una placa en la puerta con el nombre de Churruca en letras de oro. Todo aquel que quisiera entrar en la misma debía hacerlo descubierto como señal de respeto a tan valeroso marino. 

Bueno, espero que les resulten interesantes estas diez curiosidades curiosas, dilectos lectores.

Hale, he dicho...

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