martes, 5 de marzo de 2013

Mitos y leyendas: Caballeros hispanos en las Cruzadas



Por norma se suele pensar que los hispanos no participaron en las Cruzadas tanto en cuanto ya tenían la suya propia con el infiel en casa. El constante estado de guerra en la península desde que Tariq ibn Ziyad al-Layti desembarcó en Gibraltar en abril de 711 hizo que la inmensa mayoría de los esfuerzos, tanto humanos como económicos, se encaminasen a expulsar a los invasores, si bien la cosa se demoró solo un poco más de la cuenta. Total, qué son casi ocho siglos en la inmensidad del tiempo... Pero eso no fue obstáculo para que algunos nobles y caballeros, que igual se aburrían como galápagos por estos lares, decidieran largarse a combatir a Tierra Santa ya en épocas tan tempranas como la predicación de la Primera Cruzada por el papa Urbano II. Así pues, de los reinos hispanos partieron diversos contingentes a lo largo del tiempo y, como está mandado, dieron bastante guerra al infiel. Pero como suele pasar, tenemos cierta tendencia a olvidar bastantes cosas notables de nuestra historia, así que esta entrada irá dedicada a realizar un breve resumen de los hispanos que participaron en tan sonado "conflicto cultural" o "choque de civilizaciones", como dirían los amantes de las frases altisonantes pero más huecas que el cráneo de los políticos, o sea, los mismos políticos. 

En todo caso, conviene tener en cuenta que las crónicas de la época no son en modo alguno exactas, y conviene cotejar diversas fuentes ya que, por ejemplo, algunas dan por cierto que el infante don Ramiro de Navarra participó en la Primera Cruzada cuando, en realidad, en aquella época estaba de casorio con una de las hijas de Rodrigo Díaz. Con todo, hay constancia de que otros hidalgos y ricoshombres sí participaron en el evento bélico, por lo que dejo una relación de varios de ellos como muestra de que, en efecto, hubo hispanos en las Cruzadas.


Rodrigo González (c. 1078-1144)

Ricohombre castellano, miembro de la poderosa casa de Lara, anduvo a las malas con el rey Alfonso VII desde el advenimiento al poder del mismo. Tras constantes conflictos con el monarca, fue desposeído de las tenencias y señoríos que ostentaba y ante el mal cariz que estaba tomando la situación optó por exiliarse en 1136 a Tierra Santa. No hay datos que permitan conocer con exactitud las andanzas de este hombre. La CHRONICA ADEFONSI IMPERATORIS menciona que hizo construir un castillo en Torón, al sur del Líbano, el cual entregó al Temple tras pertrecharlo. Sin embargo, dicho castillo fue edificado en 1105 por Hugo de Saint Omer, por lo que o es simplemente un camelo o, quizás más posiblemente, Rodrigo González se unió a su guarnición durante su periplo por tierras lejanas, ya que esta fortificación constituía por sí misma un señorío y tenía una gran importancia estratégica. En cualquier caso, tras un tiempo indeterminado retornó a Castilla sin lograr hacer las paces con Alfonso VII, por lo que se puso al servicio del conde de Barcelona, después del rey de Navarra y, por último, del emir de Valencia, donde contrajo la lepra. Finalmente retornó a Tierra Santa, donde acabó sus días.

Pedro González (¿?-1130)

Hermano del anterior, fue alférez real de Alfonso VI entre 1088 y 1091. En 1095 se une a la hueste de Raimundo de Saint-Gilles, IV conde de Tolosa, de donde provendrá con seguridad el mote de "el Romero" con que se le conoció. Participó en el cerco de Antioquía (octubre 1097-junio 1098), en el que se distinguió salvando de una muerte segura al conde de Flandes cuando éste cruzó un pontón en llamas y se vio rodeado de enemigos, acudiendo en su ayuda Pedro González y un caballero francés llamado Drongo de Miramonte. Tras la muerte del conde de Tolosa en 1105, Pedro González retornó a Castilla, donde se vio envuelto en los mismos conflictos que su hermano. Puesto al servicio del rey de Aragón, murió durante el cerco a Bayona en un combate singular con Alfonso Jordán, hijo precisamente de su anterior señor durante las Cruzadas.

Golfer de las Torres

Caballero castellano, participó al parecer en el cerco de Antioquía  al servicio de Raimundo de Saint-Gilles, IV conde de Tolosa. Quedó constancia de un enfrentamiento en solitario contra cinco sarracenos, de los que mató a tres y puso en fuga a los otros dos, apoderándose de sus monturas. Debido a ello, los defensores salieron en espolonada a darle un escarmiento mientras los cristianos acudieron en tromba a defenderle, lo que dio lugar a un enfrentamiento en el que los musulmanes salieron derrotados. Así mismo, en otra ocasión salvó a su señor el cual estaba rodeado de enemigos y sin posibilidad de salir vivo del brete. Golfer acudió en su ayuda junto a otro caballero, dando muerte a un caudillo musulmán en la refriega.

Guillem Ramón (1068-1095)

Conde de Cerdaña y de Berga, al parecer formó parte de la hueste del conde de Tolosa. No debió darle tiempo a batallar mucho, ya que murió el mismo año en que partió a Tierra Santa como consecuencia de una herida de flecha.  De lo que sí tuvo ocasión fue de emparentar, ya que en los escasos 27 años que vivió le dio tiempo de casarse tres veces nada menos. Recibió el apodo de "Jordán" por haber muerto en Tierra Santa.

Guitardo (¿?-1113)

Conde de Rosellón, señor de Vallespir y tenente del castillo de Colibre. Sobrino del anterior, partió en 1095 junto a él con la hueste del conde de Tolosa. No hay constancia de sus hechos, sino solo la referencia de que era un esforzado caballero. Menos da una piedra, ¿no?

Arnaldo Valgario

Ricohombre vasallo del conde de Barcelona, tenente de las fortalezas de Flix, Conques, Figarola, Vallbert y Calaf. Marchó a Siria en 1116, no habiendo constancia de sus hechos. 

Aznar Garcés

Ricohombre navarro. Partió hacia Tierra Santa en 1094, dejando escrito en su testamento que legaba sus posesiones en Oteiza al monasterio de Leire en caso de que su único hijo muriera sin descendencia. Previamente, en 1070 ya había donado a la abadía de Irache un monasterio ubicado en Arriezo llamado de Santa María de Eza. Es evidente que entre donaciones y cruzadas debió ir al Cielo de cabeza, y que los curas estarían con él locos de contento por su generosidad.

Fortún y Sancho Íñiguez

Hidalgos navarros. La fecha de partida de Sancho se ignora, si bien fue anterior a 1097 ya que en ese año su hermano Fortún donó al monasterio de Leire los siervos de gleba que poseía en San Vicente de Olaz, así como las tierras y viñas que poseía en el momento de su partida, especificando que, caso de que él muriera y su hermano Sancho volviera sano y salvo, deberían darle a él su parte. Caso de no volver ninguno de los dos, todo quedaría en propiedad de los frailes. Se sabe que Sancho sí retornó, ya que hay documentación sobre sus chanchullos con el clero en 1104. 

Mir Gombal

Hidalgo aragonés natural de Ribagorza, en 1096 vendió a don Lupo, obispo de Roda, su castillo de Canalillos para obtener fondos con que juntar una pequeña mesnada y poder llegar a Tierra Santa. Todo sea por lograr la salvación eterna, amén.

Y como colofón, una breve relación de algunos más por no enrollarmeen demasía: Bodino de Estella, Arnaldo Alamán, Sancho Fortuñones, García Luiar, Fernando de Trava, Pedro Mir, Ramón Folch, Guillem Jofre, Pedro Guerao, Guillem de Canet, etc.


Finalmente, conviene reseñar que el mismo papa Urbano desaconsejó a los monarcas hispanos participar en la Cruzada tanto en cuanto el envío de efectivos a Palestina podía debilitar las fronteras de sus reinos y provocar un peligroso avance musulmán en la península, por lo que se puede decir que los que tomaron parte en esta épica expedición lo debieron hacer más bien a título personal como ex-voto y, de paso, aparte de cumplir con la peregrinación, rebanar pescuezos agarenos, de forma que así se aseguraban más la gloriosa entrada en el Cielo y tal.

Bueno, ya está.

Hale, he dicho





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