miércoles, 15 de mayo de 2013

Chatarra bélica 2ª parte


Miembro del TEDAX junto a una bomba alemana de
250 kilos hallada en Morata de Tajuña. Fue detonada,
llegando la metralla hasta una distancia de
kilómetro y medio del lugar de la explosión.
Bueno, en la entrada de ayer ya tuvimos ocasión de ver las granadas de cuerpo pre-fragmentado. Pero había más tipos, naturalmente, y más peligrosos que las que hemos visto ya. Y no por llevar una carga más potente ni nada semejante, sino porque estaban fabricadas de aluminio, por lo que la corrosión apenas las ha podido afectar y, por otro lado, sus mecanismos, que ya eran peligrosos con la granada nuevecita, al cabo de más de 70 años pueden ser la releche.

En cualquier caso, las granadas que veremos a continuación son del tipo ofensivo las cuales, como ya se comentó ayer, estaban destinadas a lanzarlas cuando el atacante carecía de defensa contra la explosión de su propia granada. De ahí que los cuerpos de estas granadas estuvieran fabricados con materiales que arrojasen poca metralla, como el aluminio o el latón, y basaban su efectividad en la onda expansiva, que era mucho más efectiva dentro de un bunker o una trinchera que en campo abierto. Para entendernos: una granada ofensiva tenía un alcance eficaz de escasos metros (10 ó 15 a lo sumo) pero si explotaba en un espacio cerrado la onda expansiva podía aplastar a los ocupantes del reducto.

Veamos las más habituales...

Granadas de huevo


Eran denominadas así por su aparente similitud con los huevos (de ave, naturalmente), para lo que ciertamente hay que tener bastante imaginación, digo yo. 


Granada italiana OTO modelo 35. Fabricada con cuerpo de aluminio pintado de rojo y provista de espoleta de impacto, o sea, no explotaba pasados x segundos, sino, en teoría, cuando golpeaba contra algo. Para lanzarla se le quitaba el tapón de seguridad (en color negro) y se tiraba de la lengüeta, fabricada de caucho para poder hacerlo con los dientes en plan peliculero. Lo malo es que el mecanismo eran tan cutre que más de una vez la misma energía que le imprimía el lanzador bastaba para hacerla explotar y arrancar la mano del desgraciado. Estas granadas fueron usadas por el ejército nacional y son bastante fáciles de reconocer por su pintura roja, que suelen conservar. Estaban cargadas con 70 gramos de trinitrotolueno, y dos advertencias: si no tienen puesto el capuchón pueden explotar aún conservando la lengüeta. Y si encontramos una sin capuchón ni lengüeta, NI RESPIRARLE ENCIMA. Marcar el sitio y salir literalmente cagando leches de allí.



Granada italiana Breda modelo 35. Otra enana peligrosa como la anterior. Pesaba apenas 180 gramos, pero iba cargada con 63 gramos de trinitrotolueno. La chapa perforada era el seguro de distancia ya que mientras no se separase del cuerpo de la granada, esta no explotaría. Pero los italianos cultivaron a base de bien la "granada con sorpresa", porque cuando un guripa arrancaba la puñetera lengüeta no sabía si acabaría matando al enemigo o, por el contrario, sería él el que causaría baja de forma traumática. Ojo, en éste modelo el tapón no es de aluminio, sino de hierro. Eso quiere decir que dicho tapón habrá desaparecido casi con seguridad, mientras el cuerpo y, por ende, la espoleta y la carga, estarán vivitos y coleando. Hace cosa de dos o tres años recuerdo haber leído la noticia de que un albañil había encontrado un chisme de estos en una casa de campo por Tarragona, si mal no recuerdo. Bueno, pues a pesar de que estaba en perfecto estado por haber sido hallada en un muro explotó nada más cogerla. Está de más decir que se dio de baja como albañil porque este oficio es complicado de llevar a cabo con la mano zurda solamente. Reitero y repito: ES MUY PELIGROSA.



Granada italiana SRCM modelo 35. La tercera enana hideputa. Igual de mala, igual de peligrosa y mismos mecanismos que sus hermanas. La carga era de 43 gramos de trinitrotolueno. Otro de los inconvenientes de este tipo de granadas era que si caían en suelos poco consistentes, como enfangados, arenosos o nevados, podían no estallar. Pero bastaba darles el más mínimo golpecito para que lo hicieran, así que muchas de ellas quedaron latentes en sitios donde, por ejemplo, nevara cuando se usaron. 




Granada "de bola de cama". Aunque de origen polaco, esta granada fue fabricada en grandes cantidades en España. Podría ir armada con tres espoletas diferentes, la B-3, la Koveshnikov (a la izquierda) y la WZ-GR 31 (a la derecha), muy similar a la B-3. El cuerpo estaba fabricado de latón o de acero, y la carga, dependiendo del lugar de origen y la espoleta, podía ser amonal, ácido pírico o trinitrotolueno.

Granadas de bote

No creo que haga falta especificar que la morfología de estas granadas era similar a la de una lata de leche condensada. Podremos encontrar solo una: la Lafitte usada en cantidades masivas por el bando nacional. Veamos de qué iba éste chisme...



Granada modelo 1921 Lafitte. Esta granada, de origen franco-italiano, cosechó críticas similares a sus primas, las enanas de color rojo. Declarada como reglamentaria por el ejército español en el año 21, se fabricó en la Pirotecnia de Sevilla. A saber a quién leches sobornaron para aceptar una granada tan mala y poco útil, pero la cosa es que estuvo en activo hasta el año 46. Mi venerable abuelo, que fue alférez provisional y dotado de un carácter excesivamente fogoso el hombre, cuando me contaba sus batallitas siempre dedicaba un capítulo a las Lafitte, que bajo su experta opinión de guerrero avezado eran simple y llanamente "una puta mierda italiana". Su funcionamiento era el siguiente: al retirar el seguro y lanzarla, la chapa que llevaba pegada al cuerpo hacía desliarse la cinta que la envolvía y que actuaba como seguro de distancia. Cuando se desliaba del todo, un pasador colocado al final de la misma liberaba el percutor que incidía en el multiplicador por impacto. El mismo sistema que usaba la posterior P-01 y que recordarán los que hicieron la mili. Bueno, pues la puñetera cinta se liaba en todas partes, incluyendo las ramas de los árboles. Sobre esto narraré una anécdota al final de la entrada.



Por lo demás, era demasiado grande para ser una granada ofensiva, y más de uno se vio alcanzado por su propia metralla. Era tan engorrosa que los tapones que se ven en el ejemplar de la foto eran: uno para llenarla de explosivo, otro para el percutor y su muelle y otro para el multiplicador, el cual se colocaba solo cuando se iba a usar porque era bastante peligroso llevarla armada. De ahí que muchas de ellas aparezcan sin dicho multiplicador, pero mejor no intentar comprobarlo porque esa pieza estaba fabricada con fulminato de mercurio o bien con nitruro de plomo, substancias ambas que pueden explotar con solo rozarlas. Y aunque la carga esté muerta, el detonador tiene energía para dejarle a uno la mano con aspecto de calamar atropellado por un trolebús. Era la granada más potente de todas las usadas en la guerra, ya que cargaba nada menos que 200 gramos de nitramina moldeada dentro de su cuerpo de chapa de hierro. En cuanto a su enorme tamaño, la foto de la derecha nos muestra claramente sus generosas dimensiones en manos del soldado de la izquierda que está a punto de lanzar una. No llegaría demasiado lejos con ella ya que pesaba 415 gramos. Demasiado para una granada ofensiva.


Granadas de mango



Aparte de la Ferrobellum que vimos en la entrada anterior y que clasifiqué como pre-fragmentada, se usaron granadas de este tipo procedentes de Alemania y Rusia, si bien la más habitual fue la Sthg (Stielhandgranate, granada de mano con mango) modelo 1924. Ahí la tenemos...

Granada alemana modelo 1924. Si las granadas italianas eran una porquería, esto era una verdadera virguería made in Germany que daría hasta pena lanzarla de lo bonita y bien acabada que estaba. Su mango le permitía alcanzar grandes distancias, lo que le daba ventaja sobre las usadas por el enemigo. Fue utilizada prácticamente en su totalidad por las tropas nacionales, y cargaba 165 gramos de trinitrotolueno que detonaban mediante una espoleta de retardo BZ.26 de 5 segundos. Las que puedan aparecer, salvo casos raros, habrán perdido el mango total o parcialmente. Ojo pues, porque el frictor y el multiplicador estarían a la vista. 

Bueno, con esto concluímos con las granadas. Para la próxima, temas artilleros, que acojonan más y tal...


Anécdota del abuelo fogoso:

Me contó una vez que una noche, cuando estaban todos en brazos de Morfeo recordando a las novias y las camas blanditas, se vieron repentinamente sacados de sus míseras piltras llenas de chinches y piojos por un ataque por sorpresa por parte de brigadistas checos. Pero ojo, un ataque a gran escala, no un golpe de mano para robar tabaco y latas de sardinas. Total, se lió parda allí, con el personal sin saber de donde le venían los tiros y haciendo lo posible por no dejarse superar por el enemigo. Y como se veía más bien poco por ser luna nueva, nada mejor que echar mano a la reserva de granadas de mano, que de eso solían ir sobrados, y liarse a lanzar como locos.


Brigadistas asaltando una posición enemiga. Van
armados con el fusil ruso Mosin-Nagant
Al amanecer, los brigadistas se largaron porque les había dado para el pelo. Eso de ponerse en plan bravo con la infantería española por muy comunistas que fuesen no les salió bien, y cuando el abuelo y sus colegas asomaron cuidadosamente la jeta por encima de los parapetos a ver cómo estaba el patio, vieron el campo sembrado de checos de aquellos más tiesos que la mojama, aparte de unos cuantos que aún berreaban como consecuencia de sus heridas. Total, que salieron a retirar a los heridos y a recolectar a los muertos pero, de repente, se levantó un fuerte ventarrón y, enseguida, empezaron a escucharse explosiones. Volvieron echando leches a sus trincheras pensando que era un nuevo ataque pero, al cabo de un rato seguían sonando las explosiones sin que nadie se acercase a su posición. Al final se dieron cuenta de lo que pasaba: las puñeteras Lafitte, al estar las trincheras en una zona con arbustos y árboles, se habían quedado enganchadas con las cintas sin llegar a detonar. Al levantarse el aire se terminaron de soltar, y caían al suelo una tras otra causando el desasosiego del personal, que se dedicaron el resto del día a detonarlas a tiros de fusil mientras que una pira de checos bien rociados de gasofa soltaba un aroma nada gratificante. Al parecer, la cremación era habitual cuando el número de caídos era excesivo o si por las circunstancias del momento no era posible abrir fosas comunes.

En fin, cosas que pasan en las guerras. Mira que venir desde Checoslovaquia a España para diñarla en un sitio que ni siquiera sabían que existía...

Bueno, mañana más.

Hale, he dicho


Continuación de la entrada pinchando aquí

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