sábado, 19 de marzo de 2016

Reencarnaciones


Siempre se ha dicho que todos tenemos por ahí un doble, o sea, una persona que se parece a nosotros como dos gotas de agua y que pueden vivir en la otra punta del mundo, lo que alejaría las sospechas sobre posibles parentescos ilícitos, ya me entienden. Hace ya muchos años se pusieron de moda los concursos esos donde buscaban gente que se pareciese a actores, cantantes, políticos, etc., y hasta conocí personalmente a un fulano que era clavado al extinto Manolo Escobar. De hecho, era el hijo de un capitán chusquero que servía en el mismo acuartelamiento que yo cuando estaba en el ejército, y una tarde se presentó en busca de su padre estando yo de guardia, y flipaba pensando qué leches pintaría allí el célebre cantante. Se rió horrores cuando le comenté mi asombro tras pedirle la documentación para facilitarle el acceso, y me dijo que, ciertamente, había ganado uno de aquellos concursos. 

Al hilo de esto, hace tiempo se puso también de moda eso de buscar coincidencias de personas famosas con otras, casi siempre anónimas, que llevan criando malvas la tira de años. Quizás recuerden vuecedes aquella foto que salió hasta en la caja tonta en la que aparecía un tipo del siglo XIX que era talmente el vivo retrato de John Travolta, pero sin bótox. A raíz de aquella curiosa foto surgieron más, como la de otro decimonónico muy parecido a Nicholas Cage para, con el tiempo, aparecer otras muchas. Así pues, y ya que hoy es Sábado de Pasión, paso de cofradías, estoy atocinado porque he dormido de pena a consecuencia de la "presencia" que tengo en casa y ha hecho ruiditos esta noche, está lloviendo, y la prima de riesgo estaba ayer a 123 puntos, pues me he entretenido un ratillo en buscar reencarnaciones de estas que, ciertamente, son muy curiosas. Ah, una cosa: como se verá a continuación, las jetas de los famosos han sido trasplantadas a los cuerpos de sus respectivos sosias para apreciar aún mejor el parecido, pero en modo alguno han sufrido ningún retoque para aumentar dicho parecido. Solo se ha procurado igualar la textura de la foto del famoso a la de la imagen original. Dicho esto, veámoslas...




Ahí tenemos al conocido actor Jake Gyllenhaal, que se me antoja clavadito al hierático ciudadano que aparece a la izquierda, el coronel Edward Hatch, comandante del 9º Rgto. de Caballería tras la Guerra de Secesión entre los Estados Juntitos y los Confederados. A la derecha he puesto la foto de donde he partido para el trasplante para que se pueda comprobar que no se ha modificado en absoluto.




Aquí tenemos otra, en esta ocasión del actor Steve Carell que puede que muchos recuerden por sus actuaciones en "Como Dios" o "Virgen a los 40". Bueno, tal como lo vemos en la foto, es la reencarnación del capitán Franz Von Seestein, un tedesco que combatió en la armada imperial durante la Gran Guerra. Por cierto que ambos tienen las orejas cuasi idénticas, redondeadas y un poco salientes.




Otra, en este caso de William Fichtner, un actor secundario que ha hecho mogollón de pelis. La foto que he elegido para el trasplante tiene ya sus años- el tipo este va a cumplir los 60 tacos ya mismo-, pero ofrece la misma pose que la del original, un ignoto combatiente austriaco de la Gran Guerra, así que me vino de perlas. En este caso, el triángulo formado por nariz, boca y mentón son increíblemente similares, ¿no?




Y terminamos con producto nacional, en este caso con Antonio Banderas que, según podemos ver, es la reencarnación de un teniente 2º llamado Wentworth Gray Trimingham, que palmó como un auténtico y verdadero héroe en 1918. Ya ha sido casualidad que haya podido dar con una foto del malagueño en la que aparece con un bigote idéntico al del inglés. Como vemos, es de la caratula de un DVD en el que hace de joven Mussolini y de la que, la verdad, no tenía ni idea de semejante película.

En fin, ya está. Si alguno de mis dilectos lectores cree que se parece a Hitler, a Kim Jong-un o a Lee Harvey Oswald, pues que me lo diga y... bueno, mejor que no me diga nada y se haga una operación para cambiarse la jeta, no sea que lo confundan y acabe de mala manera.

Hale, he dicho...

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