martes, 8 de agosto de 2017

Curiosidades. El primer carro de combate


El Motor War Car con su inventor a bordo

Si en la entrada anterior vimos el que podemos considerar como el primer vehículo blindado autónomo, en esta estudiaremos el que fue el primer carro de combate, o sea, un vehículo automotriz provisto de armamento ofensivo. Obviamente, su aspecto no se asemeja al concepto de carro que se impuso a raíz de la Gran Guerra ya que todo invento tiene sus comienzos y posterior evolución hasta dar con el diseño más adecuado, así que conviene que, por un rato, despojemos nuestras mentes del típico chisme sobre orugas con una torreta y un cañón que todos conocemos.

La idea de crear un vehículo de combate automóvil fue del probo ciudadano británico (Dios maldiga a Nelson, como está mandado) que vemos en la foto de la derecha y que, curiosamente, es un gran desconocido para el público en general a pesar de ser un pionero de la industria automovilística y creador de dos palabras que usamos a diario tropocientas veces, gasolina y automóvil (en inglich, naturalmente). Se trata de Frederick Richard Simms (1863-1944) que, aunque nacido en Hamburgo en el seno de una familia de inmigrantes británicos tenía, como se aprecia en la foto, una pinta de british acojonante con su bombín, su cuello duro y sus patillas propias de contramaestre de la Navy. Simms, que gracias a su amistad con Gottlieb Daimler se hizo con los derechos de explotación de sus motores de gasolina en Gran Bretaña, no solo fue un innovador de primera clase en la naciente industria del automóvil, sino que se interesó en grado sumo por sus aplicaciones militares, que como vimos en la entrada anterior era un campo con inmensas posibilidades de cara a explotarlo con los nuevos motores que se inventaron a finales del siglo XIX.

El primer invento de aplicación bélica del creativo Simms fue un cuadriciclo provisto de un pequeño motor de 1'5 H.P. armado con una ametralladora Maxim refrigerada por aire ya que se consideraba un engorro el añadido del habitual depósito de agua refrigerante habitual en las máquinas de la época. Para defensa del conductor se había instalado un escudo de chapa gracias al cual el ocupante del vehículo podía ser acribillado por todas partes menos por el frente. El vehículo, que fue bautizado como Motor Scout (Explorador a Motor), fue diseñado en 1898 por encargo de la firma Vickers, Son & Maxim Ltd., y fue presentado al público en junio del año siguiente. En la foto superior podemos ver al prolífico Simms a bordo del vehículo, conduciendo con la ayuda de un manillar mientras que con la mano derecha empuña la ametralladora. El Motor Scout, como es lógico, tenía sus limitaciones y, en sí, su mismo nombre no engañaba a nadie. Era un mero vehículo ligero destinado llevar a cabo misiones de exploración y enlace cuya ametralladora podía dar que pensar a posibles patrullas enemigas que intentar apresar a su ocupante era un tanto peligroso. 

Pero el ingenio de Simms no se limitaba a lo que hoy sería un quad ametrallador con el que los frikis es estos peculiares vehículos flipan en colores haciendo el gamba por mitad del campo. En la misma época en que andaba liado con el diseño del Motor Scout tuvo noticia de un vehículo de combate creado por un tal Edward Joel Pennington, un yankee tan imaginativo como el inglés que, además de llevar a cabo mogollón de inventos dentro del campo de la automoción y la aeronáutica, parece ser que acuñó la palabra motocicleta (motorcycle, en la abominable lengua de los anglo-sajones). El invento de Pennington, que podemos ver en el grabado superior, consistía en un pequeño vehículo blindado armado con dos ametralladoras Colt que, aunque apareció en la prensa de la época, por lo visto no fue más allá de la mesa de diseño. Pero el concepto de vehículo armado caló en Simms, que no tardó ni medio segundo en hacer el suyo propio con tal semejanza al del yankee, al menos en lo referente a su morfología externa, que podríamos considerarlo como un plagio de tomo y lomo.

Así pues, nuestro hombre llevó a cabo un par de diseños claramente basados en el de Pennington que, aunque había sido presentado al público, posiblemente no pudo patentarlo porque, según parece, este hombre siempre anduvo escaso de peculio. Uno de ellos fue el que vemos a la izquierda que, en vez de circular por carreteras, estaba concebido para desplazarse por raíles, quizás pensando en que sería más útil de cara a su empleo en la guerra que su país mantenía con los belicosos bóers en Sudáfrica. Como salta a la vista, su parecido con el de Pennington no es precisamente pura coincidencia. Según parece se fabricó un único ejemplar, el que vemos en la foto, el cual fue enviado a Sudáfrica sin que haya noticias de su paradero, su funcionamiento o siquiera si llegó a entrar en acción. Lo más probable es que cualquier mandamás ultraconservador lo mandase guardar en cualquier acuartelamiento a la espera de que se pudriese, como era habitual en aquellos tiempos con las cosas que se salían de los cánones establecidos.

El otro diseño, y este sí que podemos considerarlo como el primer carro de combate convencional, podemos verlo a la derecha. Consistía en un chasis sobre el que se montaba un casco con forma, valga la redundancia, de casco de barco. El motor iba en el centro del vehículo y estaba armado con dos ametralladoras Maxim refrigeradas por agua e instaladas en sendas torretas giratorias, una en cada extremo del vehículo. Sin embargo, este diseño inicial no llegó a fabricarse ya que se llevaron a cabo una serie de modificaciones antes de pasarlo de la mesa de diseño al taller.

El resultado podemos verlo en la foto de la izquierda y, una vez más, su semejanza con el de Pennington es sospechosamente similar. Como se puede ver, las torretas fueron desechadas y en su lugar se instaló en la parte delantera un cañón de tiro rápido Maxim de 1 libra, mientras que en la parte trasera se colocaron dos ametralladoras Maxim que, inicialmente, disponían de escudo frontal el cual fue posteriormente eliminado, seguramente para ahorrar peso ya que el motor no era precisamente una bestia. No obstante, Simms aseguraba que incluso podría instalarse en el vehículo un cañón de 6 libras, que era la pieza de artillería de campaña estándar de la época, y que la tripulación podía incrementarse en 8 hombres, convirtiendo así el vehículo en un transporte de tropas blindado de lo más eficaz . El acceso al interior queda patente en la foto: una simple escala de cuerda que aunaba lo práctico con lo económico, pero suficiente para que sus cuatro tripulantes pudieran entrar en el vehículo que fue bautizado como Motor War Car, uséase, Vehículo de Guerra a Motor. No se devanó mucho los sesos el tal Simms a la hora de elegir un nombre para su invento.

Vista trasera del Motor War Car. Como podemos ver, por la
forma del casco en sus extremos podía actuar como ariete
contra fortificaciones ligeras del enemigo.
El Motor War Car estaba construido por la Vickers mediante un chasis principal con largueros de acero en forma de U sobre el que se instalaba otro armazón, en este caso de tubos, sobre el que iba el motor. El caparazón del blindaje de 6 mm. de grosor también estaba fijado al armazón del motor, pero pronto se comprobó que las vibraciones producidas al desplazarse y por el retroceso de las armas hacían que los remaches que lo sujetaban se cayesen, por lo que hubo que idear un nuevo sistema de fijación consistente en unir el blindaje al chasis mediante unas pequeñas ballestas que absorbiesen las trepidaciones, lo que de propina sirvió para aumentar un poco la resistencia del blindaje al resultar más flexible y, de ese modo, absorber la energía de los proyectiles enemigos. El motor era un Connstatt-Daimler de 4 cilindros y 16 H.P. de potencia que le permitían desplazarse a una velocidad máxima de 14 Km/h. Podía funcionar tanto con gasolina como con aceite pesado, lo que le convierte en un preclaro antecesor de los motores policarburantes que usan los carros de combate modernos. En cuanto a la transmisión, consistía en una simple cadena de rodillos conectada desde el motor a las ruedas traseras, estando provisto de una caja de cambios con 4 velocidades hacia adelante y una hacia atrás. Lo que no ha llegado a nuestros días es el peso total del ingenio, que no debía ser una pluma precisamente. En cuanto al tren de rodaje, las ruedas estaba fabricadas de madera con las llantas de acero. Las traseras, más grandes, medían 122 cm. de diámetro y 15 de ancho mientras que las delanteras, más pequeñas, tenían un diámetro de 91 cm. y 9 de ancho. La suspensión trasera era de ballestas y la delantera de muelles helicoidales y, según aseguraba Simms, su sistema de frenado permitía detener totalmente el vehículo en poco más de 7 metros gracias a su mecanismo combinado que actuaba sobre el buje de las ruedas traseras y las llantas de las mismas con la ayuda de una rueda manual que manejaba el conductor. 

Presentación del Motor War Car en el Crystal Palace. Como se ve, levantó
una gran expectación entre el público asistente al evento.
El Motor War Car fue presentado al público y a la prensa el 4 de abril de 1902 en el Crystal Palace de Londres, causando verdadera sensación y, posiblemente, el desmayo de alguna que otra dama ante la visión de aquella máquina apocalíptica. Sin embargo, no estuvo presente absolutamente NA-DIE del War Office. Pero nadie, nadie, ni un mal tenientillo que luego se dignara informar a sus superiores del Estado Mayor. De hecho, y según manifestó el mismo Simms posteriormente, un oscuro comité nutrido por militares de elevado rango decidió descartar cualquier tipo de apoyo o siquiera darse por enterados de la existencia de aquel diseño que, de haber tenido la aceptación adecuada, podría haber sido decisivo a la hora de desarrollar los carros de combate que, apenas 13 años más tarde, demostraron que serían el arma del futuro. Como era por desgracia tan habitual en los estados mayores de la época, cualquier cosa que oliera a novedad o que imaginasen que les restaría influencia y/o poder les daba tal repeluco que se negaban en redondo a aceptarla. Y lo bueno es que el desdén del ejército por el invento de Simms no pasó desapercibido ya que incluso hubo algún que otro periódico que se hizo eco del vacío que se le hizo en la presentación oficial, asegurando con bastante ironía que para el War Office era en aquel momento mucho más importante el diseño de una gorra de plato o un troquel para un nuevo modelo de botón que aquel tipo de armas. Sea como fuere, la cosa es que el carro de combate de Simms no pasó del prototipo inicial y, como siempre, los responsables de la desidia que impidió que se pudieran tal vez ahorrado cientos de miles de vidas en la Gran Guerra no tuvieron que dar cuenta de su incuria. Y ojo, que hoy día sigue pasando lo mismo como vemos a diario en políticos que se van de rositas a pesar de dejar la economía de un país en la ruina, permitiendo desmanes sin cuento o metidos en guerras de dudoso final.

En fin, ya seguiremos que es la hora del paseo vespertino, amén de los amenes.

Hale, he dicho

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