Escuadra de granaderos franceses en plena acción |
Poilu a punto de disparar una granada VB con su Lebel. En la bolsa que le cuelga del pescuezo lleva más para enviárselas a los tedescos |
Prosigamos...
Mientras que los british (Dios maldiga a Nelson) se dedicaban a sus trapicheos con las bocachas lanzagranadas que vimos en la entrada anterior, los gabachos (Dios maldiga al enano corso) hacían lo propio y, las cosas como son, con un modelo tanto de bocacha como de granada más acertado. Al igual que sus aliados, tuvieron sobrados motivos para llevar a cabo el diseño ya que las granadas de fusil con vástago, como ya se comentó en su momento, tenían la irritante tendencia a deteriorar el estriado de las armas, dejándolas inútiles para disparar cartuchería de guerra normal. Así pues, y tras varios intentos fallidos para encontrar algo razonablemente válido, dos civiles dieron con la solución. Los artífices del invento fueron Jean Viven, un industrial dedicado a cuestiones metalúrgicas, y Calix Gustave Bessières, un ingeniero mecánico a los que se debió un diseño que se mantuvo operativo hasta los años 90 en manos de las unidades anti-disturbios para el lanzamiento de gases lacrimógenos y demás porquerías para hacer ver a la ciudadanía cabreada que se está mejor en casa, apalancado en la butaca viendo pelis chulas de guerra.
El invento en cuestión consistía en una bocacha como la que vemos en la foto de la izquierda, provista de un vástago con dos ranuras que era encajado en el cañón del fusil simplemente a presión, por lo que las tolerancias en su fabricación eran mínimas para que no tuviese holguras. Una de las ranuras era para el punto de mira, mientras que la otra era para dar cabida al raíl de engarce de la bayoneta. La banda moleteada era para facilitar la extracción con las manos llenas de mugre, grasa o cualquier porquería resbalosa. Tenía un peso de 1,5 kg. y su diámetro interior era de 5 cm. Junto a la bocacha vemos la funda de cuero donde se guardaba y que se prendía al cinturón del correaje. Se entregaban 16 unidades por compañía con la finalidad de desplegar una gran potencia de fuego tanto a la hora de atacar como de defenderse, pudiendo abarcar un frente de hasta 200 metros con una cadencia de 150 granadas por minuto, lo que suponía una barrera artillera en miniatura sumamente eficaz si era necesario detener en seco el avance del enemigo hacia sus posiciones.
Granada VB |
En cuanto a la granada que disparaba, en honor a sus inventores recibió el nombre de Grenade à fusil Viven-Bessières o, simplemente, VB. Contrariamente a las británicas, que eran granadas Mills con un accesorio que permitía su uso en este tipo de lanzador, la VB estaba concebida para ser empleada exclusivamente con su bocacha. Esto, que podría parecer un inconveniente de cara a la logística del ejército, no solo no supuso ningún problema sino que facilitó en gran medida su uso porque no necesitaba cartuchos de proyección, sino que era disparada con la munición convencional. De hecho, debido a la tensión del combate más de una vez algún british introdujo un cartucho de guerra en vez de uno de proyección a la hora de lanzar una de sus granadas, con las consecuencias que ya podemos imaginar. Este problema no se podía dar en la VB porque, simplemente, era la bala la que activaba la espoleta. Veamos sus entresijos...
En la figura A tenemos una vista en sección de la granada, por cuyo centro transcurría un orificio por el que pasaba la bala. El tapón marcado en rojo era para llenarla de explosivo. El verde tapaba el alojamiento del multiplicador que hemos marcado en naranja. Para impedir accidentes por golpes o caídas accidentales- recordemos que el fulminato de mercurio era más inestable que la moral de un político reclamado en 37 juzgados por corrupción- encima del tapón llevaba un tope de caucho. El tapón amarillo era el alojamiento de la mecha de retardo de 8 segundos que podía tener una tolerancia de ±1 segundo. Finalmente, en color púrpura vemos el pistón que iniciaba la mecha. El proceso de disparo podemos verlo en las siguientes figuras. En la B vemos como la bala avanza por el orificio central. Los gases que le siguen son los que impulsarán la granada fuera de la bocacha. En la figura C vemos el instante en que la bala empuja el percutor que detona el pistón, iniciando el retardo que, una vez consumido, hará detonar el multiplicador y este a su vez la carga explosiva. Si alguien no acaba de verlo claro, en la foto de la derecha puede que lo aprecie mejor. La flecha roja marca el pistón, mientras que la azul señala el percutor.
Para evitar posibles accidentes con el multiplicador ya montado en las granadas, estas iban protegidas por una tapa de latón como vemos en la foto de la izquierda. Estas tapas también tenían el orificio para la bala ya que podían dispararse dos a la vez, aumentando así su cadencia de tiro. A la derecha vemos el interior de una de estas granadas que, como se aprecia, estaban divididas mediante acanaladuras en 40 partes para facilitar una fragmentación uniforme. El motivo de hacerlo así en vez de por fuera, como era lo habitual, era impedir fugas de gas entre las acanaladuras, lo que mermaría su alcance. El peso total de la granada era de 490 gramos, y su carga era de 60 gramos de chedita, un explosivo habitual en los proyectiles franceses que debe su nombre a la ciudad de Chedde, una población francesa donde estaba radicada la firma Berges, Corbin & Cie., empresa en la que trabajaba su inventor, E. Street, que lo creó en 1897.
Granadero francés introduciendo una VB en la bocacha de su fusil. Entre la mano izquierda se adivina el tapón de otra granada |
Su manejo era aún más fácil que el de las granadas británicas. Solo había que introducirlas en la bocacha, cargar el fusil y disparar. No era necesario remover ningún tipo de seguro o activar algún mecanismo . Lógicamente, esto no solo repercutía en la seguridad del hombre que la manipulaba, generalmente sometido a la tensión del combate salvo que las lanzara desde la seguridad de la trinchera, sino que facilitaba enormemente aumentar la cadencia de tiro. Por otro lado, su pequeño tamaño permitía llevar encima una buena cantidad de ellas, de forma que los 16 granaderos por compañía que citamos anteriormente podían desencadenar un verdadero infierno en caso de querer desalojar una trinchera enemiga o de detener un ataque. Cuando ya no era necesario proseguir con los lanzamientos solo había que extraer la bocacha y guardarla en su funda sin necesidad de cambiar de munición ni nada por el estilo. Buena prueba de su eficacia es que se mantuvieron operativas durante todo el conflicto, alcanzando una producción de 50 millones de unidades. Estuvo en servicio hasta aproximadamente 1940.
Su alcance máximo era de unos 190 metros a 45º, disponiendo de un sistema de puntería que podía acoplarse en el lateral izquierdo del fusil, atornillado en el alza. Este chisme, que podemos ver a la izquierda, recibía el nombre de appareil de pointage et de repérage Modèle 1917, que traducido en román paladino viene a significar dispositivo de puntería y marcación modelo 1917. Este aparato estaba graduado desde los 50 a los 85 grados con escalas de 10 metros, lo que permitía cubrir distancias entre los 175 y lo 80 metros. Para disparar se recurría al mismo método explicado en la entrada anterior: bien apoyando la culata en el suelo o bien desde la cadera o el hombro. Aunque el retroceso era muy violento, al parecer no se producían las roturas en los guardamanos frecuentes en los Enfield británicos.
Para el tiro desde posiciones estáticas se disponía de una base que, lógicamente, permitía una precisión mucho mayor. Como se puede apreciar en el dibujo, en la parte delantera llevaba unas picas para fijar el soporte al terreno e impedir que con el retroceso producido tras cada disparo hubiese que volver a apuntar el arma. En la práctica, estos artefactos convertían un simple fusil en un lanzagranadas a pequeña escala como los que hemos visto en las entradas correspondientes a este tipo de armas y que, aunque con unos efectos muy inferiores como es lógico, no por ello dejaban de ejercer una fuerte presión psicológica en los enemigos a base de someterlos a un machaconeo constante.
El tiempo de permanencia en el aire, dependiendo del alcance, oscilaba entre los 5 y los 7 segundos según vemos en la tabla de la izquierda. Conviene aclarar que todos los cálculos, tanto para lanzar desde posición estática como a mano, estaban basados en dos factores: el primero era el tipo de munición, en este caso concreto el cartucho con bala tipo D (puntiaguda de cobre macizo y ranura de engarce) y pólvora tipo BN de filiación 3F. El segundo sería la temperatura ya que, a medida que se disparaba, el cañón se calentaba, lo que suponía un aumento de presión que, lógicamente, influía en la potencia del lanzamiento. Es decir, que si se mantenía fuego sostenido habría que ir corrigiendo el tiro a medida que la temperatura del arma fuese ascendiendo.
Por último, comentar que esta bocacha podía disparar también bengalas de señales, con o sin paracaídas, e incluso granadas porta-mensajes como la que vemos en la foto. Este tipo de artilugio, que creo haber comentado en alguna ocasión para otro tipo de arma, venía bastante bien para enviar mensajes a posiciones que, por el motivo que fuese, habían quedado aisladas o bien por haber sufrido alguna interrupción en la línea telefónica. En su interior había un pequeño contenedor que era cerrado con el tapón superior, más una carga fumígena para permitir su localización una vez que caía al suelo. Su alcance máximo era de 350 metros, y para lanzarla era preciso recurrir a un cartucho de proyección como el que vemos en la foto. Las bengalas eran lanzadas también con ese tipo de munición. No obstante, este tipo de granada no fue precisamente exitosa ya que si caía sobre un suelo duro el tapón se partía, perdiendo el mensaje, y si era demasiado blando se enterraba y no quedaba ni rastro de la misma.
Doughboy yankee cargando su Springfield para disparar una granada. La bocacha que usa es la original francesa encajada a presión |
Debemos añadir que los yankees adoptaron tanto la granada como la bocacha a su llegada a Europa ya que carecían de este tipo de armas, siendo adquiridas 50.000 unidades a las que hubo que modificar las ranuras para adaptar las bocachas a los cañones de los fusiles Springfield mod. 1903. Por cierto que, en un alarde de despiste majestuoso, las granadas fabricadas por los yankees estaban copiadas de las francesas, calibradas como es lógico para el cartucho de 8x50R del Lebel, por lo que el orificio para la bala era demasiado grande para el proyectil de los cartuchos 30-06 del Springfield, lo que dio lugar a no pocos problemas. Total, que tuvieron que desecharlas y fabricarlas de nuevo con las modificaciones pertinentes. Posteriormente se fabricó también una bocacha modificada, la Mk. IV que vemos en el detalle de la foto superior y que, contrariamente al modelo original, tenía un engarce en espiral y un bloqueo mediante dos tornillos que fijaban sólidamente la pieza al cañón del arma.
Tras el problema surgido con la diferencia de diámetro del orificio para la bala, las granadas que se fabricaron en USA tenían dicho orificio de mayor diámetro que las originales francesas, lo que no acabo de entender porque el 30-06 es de un calibre inferior al 8x50R del Lebel. Pero, sea como fuere, la cosa es que si se disparaba una VB fabricada en Francia en un Springfield se producían peligrosos picos de presión, por lo que idearon un sistema bastante elemental para que ambas granadas fueran intercambiables. Se limitaron a abrir dos pequeños orificios en la base de la bocacha que facilitaban la salida del excedente de presión. En la foto superior podemos observar uno de ellos dentro del círculo rojo en una vista superior de una bocacha Mk. IV en la que, además, vemos el sistema de fijación mediante tornillos mencionado en el párrafo anterior. Se pueden apreciar junto al punto de mira.
Tras el problema surgido con la diferencia de diámetro del orificio para la bala, las granadas que se fabricaron en USA tenían dicho orificio de mayor diámetro que las originales francesas, lo que no acabo de entender porque el 30-06 es de un calibre inferior al 8x50R del Lebel. Pero, sea como fuere, la cosa es que si se disparaba una VB fabricada en Francia en un Springfield se producían peligrosos picos de presión, por lo que idearon un sistema bastante elemental para que ambas granadas fueran intercambiables. Se limitaron a abrir dos pequeños orificios en la base de la bocacha que facilitaban la salida del excedente de presión. En la foto superior podemos observar uno de ellos dentro del círculo rojo en una vista superior de una bocacha Mk. IV en la que, además, vemos el sistema de fijación mediante tornillos mencionado en el párrafo anterior. Se pueden apreciar junto al punto de mira.
Lebel con su tromblon montado. Tromblon era el nombre que le daba los gabachos a la bocacha. Significa trabuco. Qué originales, ¿no? |
Bien, ya solo nos resta comentar el lanzador empleado por el ejército alemán que estaba claramente inspirado, por no decir casi copiado, del que acabamos de ver. Cabe suponer que los alemanes, que consumían granadas de fusil en cantidades industriales, debieron echarle el guante a un poilu equipado con bocacha y granadas y las fusilaron bonitamente si bien, eso sí, con las mejoras pertinentes, que para eso los tedescos se pintan solos. No obstante, conviene aclarar que, aunque la granada estaba inspirada en el mismo sistema de funcionamiento, contenía algunas mejoras e incluso su forma era diferente. En la foto de la derecha tenemos un grupo de granaderos en una posición estática pasando el rato lanzando granadas modelo 1914, de las que ya hablaremos en su momento y que, como ocurría con las demás granadas provistas de vástago, dejaban las ánimas de los cañones listas de papeles en menos que canta un gallo. De ahí, lógicamente, su interés por copiar la VB de los gabachos.
La bocacha, como vemos, era muy similar salvo con dos diferencias. Una, que su interior tenía 6 centímetros de diámetro, o sea, era un centímetro más gruesa que la francesa. Y dos, la más importante, es el disco de fijación de que iba provista. Este era básicamente una tuerca moleteada cuya finalidad era bloquear mediante presión la bocacha al cañón del fusil y que, al contrario que su homóloga, tenía solo una ranura para dar cabida al punto de mira ya que el encastre de la bayoneta quedaba demasiado atrás. Por lo demás, su cometido era exactamente el mismo: servir de lanzador a la granada. En cuanto a su denominación oficial era Schießbecher, que podríamos traducir como copa de disparo.
Gewher 98 con la bocacha montada |
En cuanto a la granada se trataba de la Gewehrgranate 17, o sea, granada para fusil modelo 1917, año en que entró en servicio este chisme. A la derecha podemos verla y, por su aspecto, los aliados las llamaban ink pot, tintero, y ciertamente no andaban muy descaminados. Como salta a la vista, su apariencia no se asemeja en nada a la VB salvo por el orificio central y en que, aunque no salga en la foto, también estaba pre-fragmentada interiormente. Por lo demás, la ausencia de mecanismos en la parte exterior de la granada le permitía prescindir de dispositivos de seguridad para su transporte, como ocurría con la granada francesa. Veamos el interior...
Esta granada carecía de tapón de llenado para el explosivo. Al estar fabricada en dos partes, que hemos señalado con una raya púrpura, se introducía la carga, en la mitad inferior y la mecha y el multiplicador en la superior para, a continuación, sellar ambas partes. En la figura A vemos la granada ya cargada y con sus accesorios. En rojo tenemos el tapón por donde se introducía el pistón (en amarillo) que iniciaba la mecha, lo que permitía manipular las granadas sin riesgo hasta que dicho pistón era introducido ya en el frente. En naranja tenemos el multiplicador y en verde la mecha de retardo de 5 segundos. En la figura B ya vemos como la bala avanza por el orificio central mientras que los gases de la pólvora empujan la granada fuera de la bocacha, de la misma forma que ocurría con la VB. Finalmente, en la figura C vemos como la bala, antes de abandonar la granada, impacta contra el pistón, haciendo que este inflame la mecha.
Aspecto de la bocacha montada en el fusil y con una granada lista para ser lanzada |
El peso de la granada era de 440 gramos, y la carga de 36 gramos de trinitrotolueno, un explosivo obtenido mediante la mezcla en caliente de tolueno con nitrato y ácido sulfúrico. Es lo que en España conocemos como trilita. Es un explosivo muy estable y, muy importante en este caso, no explotaba si por accidente la bala golpeaba y/o penetraba en la granada. El alcance oscilaba por los 180 metros, más o menos similar a las de sus adversarios.
Inicialmente se distribuyeron cuatro bocachas por compañía, número que se duplicó a partir de 1918. En lo referente a sus efectos, alcances y demás podemos remitirnos a todo lo detallado en las VB. Y, faltaría más, también disponían de una base para fijar el fusil en una posición estática, pero hecho en plan germano, o sea, una virguería absoluta. Ese trasto lo introdujeron en 1915 para disparar granadas de fusil convencionales y, lógicamente, también sirvió para el modelo que nos ocupa. Como vemos, disponía de regulación vertical y horizontal, y hasta de un muelle helicoidal para que el retroceso no afectase a la culata. La base consistía en una pesada plancha metálica para darle estabilidad al conjunto. En fin, una chulada tedesca.
Miembros de la UIP en acción con un par de escopetas provistas de bocachas. A la izquierda vemos los cartuchos de proyección de las mismas |
Bueno, con esto concluimos. Supongo que después de estas dos enjundiosas entradas podrán vuecedes chafar al cuñado más empollado en este tema, así que podrán humillarlo de forma inmisericorde hasta dejarlo transido de amargura.
En fin, ya hablaremos otro día de las granadas de fusil para completar esta interesante temática.
Hale, he dicho
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