jueves, 17 de diciembre de 2020

Cine "histórico": EL CID

 

Hoy leí en el periódico que mañana se estrena una miniserie dedicada a nuestro más insigne héroe nacional, Rodrigo Díaz. Naturalmente, me picó la curiosidad así que he bicheado un poco a ver de qué va la cosa...

Bueno, solo ha sido necesario ver el trailer y algunas fotos cogidas de la red para dar por sentado que el invicto Campidoctor se deberá estar revolviendo furioso en su tumba, y que sus venerables cenizas se habrán encendido de justa cólera ante el enésimo cagarro de nuestra patética industria cinematográfica, más digna de Somalia que de un país del primer mundo. Sí, alguno me dirá que, al menos, me moleste en ver el primer capítulo para opinar, pero esta no es más que una de las muchas oportunidades perdidas para haber hecho un producto razonablemente decente. Solo ver la melenita del protagonista ya me produjo cierto malestar estomacal, pero me armé de valor cidiano para ver el trailer y corroborar lo que imaginaba.


Vean la foto superior. El Cid con la espada que, según el trailer, le da su progenitor por toda herencia antes de palmarla luchando por el rey. Bueno, aparte de que el Cid quedó con el riñón muy bien cubierto y heredó pasta gansa, Diego Laínez no murió en ninguna batalla y, de hecho, no se sabe siquiera la fecha del deceso. Pero lo sangrante es la espada. Mira que hay réplicas fieles de la época. Mira que hay información... Mira que Oakeshott se molestó en clasificarlas con pelos y señales... Pues nada. Se van a una tienda de recuerdos de Toledo y se agencian una copia de la "Joyeuse", la espada de Carlomagno que se conserva en el Louvre que, en realidad, es un arma datada hacia el siglo XII y que se usaba en las coronaciones de los monarcas galos. Empezamos bien, ¿que no?


El vestuario, pues como siempre. Los absurdos estereotipos más sobados que la teta de una vaca: las muñequeras, esa especie de cotas de cuero llenas de tachones de bronce y las hebillas que aún no se usaban. E insisto: el corte de pelo de palmero de tablao flamenco de los años 80 clama al cielo.

Aquí aparece el héroe con otra espada- más realista, no lo niego- que sería de antes de heredar la "Joyeuse" de Carlomagno vía paterna. Naturalmente, con sus muñequeras, un cinturón cutre con hebilla mochilera de dos argollas en vez de la correa bífida de la época y un tahalí de bayoneta Mauser. La loriga de manga corta y el almófar flojucho, todo medio roto y desvencijado no casa mucho con la panoplia de un infanzón criado en la SCHOLA REGIS e hijo de un adinerado hidalgo castellano. De verdad, ¿tanto cuesta contratar a alguien que sepa un poco del tema? Basta con recurrir a cualquier grupo de recreación medianamente serio para evitar esas cagadas... Pero no. Cagarla es dogma de fe.



Vean a ese probo figurante con una cruz negra en el pecho a modo de freire de una orden militar. Bueno, como en el siglo XI aún estaban por inventar las órdenes militares- la más antigua es la de Calatrava, fundada en 1158, cuando nuestro héroe llevaba ya unos 60 años criando malvas-, pues se sacaron de la manga esa cuyo emblema es una cruz fijada. La cruz fijada es en realidad una más de las muchas cruces heráldicas usadas para amueblar blasones. El pincho que aparece debajo es, precisamente, para "fijarla" donde sea. Por cierto, con esas lanzas tan cortas poco podrían hacer los belicosos caballeretes de la foto.


El realismo y la fidelidad histórica brillan... por su ausencia. Sillas de cuernos romanas en el siglo XI. Hay tropocientas monografías sobre la evolución de la silla de montar a lo largo de la historia, y van y se equivocan de época y echan mano de las que se usaban diez siglos antes. La serie promete...


Y el toque erótico, que no falte, porque una peli donde no salgan guarrerías españolas (Chiquito de la Calzada dixit), ni es peli ni es nada. En el segundo escaso que dura la secuencia intuyo que una mora pretende trajinarse al héroe enseñándole su frondoso muslamen. Supongo que se la calzará como Dios manda, digo yo... Obviamente, sería un grave error no incluir los revolcones cidianos, parte integrante de su vida y complemento indispensable para comprender mejor su actitud ante los avatares del destino, su desmedida ambición y su crueldad palmaria con los enemigos, porque el que no fornica mucho no se convierte en famoso según los mantras de nuestra triste y malbaratada sociedad. Ah, por cierto, tampoco faltan las cuotas obligatorias de reivindicaciones feministas en las que, cómo no, se pone a caldo al perverso heteropatriarcado en particular y a los hombres en general, y se sugiere de forma bastante diáfana que el mundo es una mierda gracias a los varones.

En fin, menos de minuto y medio de trailer y algunas fotos no dan para mucho más si bien solo he cogido lo más patético, porque da un poco de vergüenza ajena analizar cada segundo de la muestra. En todo caso, los verdaderos héroes no serán los aguerridos mesnaderos del ilustre infanzón, sino los que sean capaces de tragarse el culebrón entero sin echar la pota.

Que les sea leve la diarrea mental, amén.

Hale, he dicho

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