Casi con seguridad, más de uno y más de dos se habrán preguntado alguna vez cómo se fabricaban las bóvedas que se suelen ver en las cámaras de las torres de estos edificios. Y también es posible que se pregunten cómo eran los entresuelos de dichas torres en las que no se ve nada, o sea, están más huecas que la bóveda craneana de la mayoría de los polit... estoooo....más huecas que un botijo quería decir. Lapsus linguae, ¿en qué estaría yo pensando? Jejeje...
Bueno, digamos que básicamente podemos hacer seis grupos, a saber:
1: Torres con entresuelos de madera
2: Torres con bóveda de cañón
3: Torres con bóveda de cañón apuntado
4: Torres con bóveda de arista
5: Torres con bóveda vaída
6: Torres con bóveda de crucería
Dos observaciones antes de proseguir: una es que las bóvedas de crucería, más bien escasas, tienen una enorme variedad de diseños a cual más sofisticado. Como es obvio, de esas veremos más bien pocas y sólo en castillos palaciegos, como la de la foto de cabecera, correspondiente a la primera planta de la torre del homenaje del castillo de Beja (Portugal). La otra es que esas bóvedas son también aplicables a los aljibes, concretamente la 2, la 3 y la 4. Bien, a lo que vamos...



Este mismo sistema era válido para las bóvedas de cañón apuntado y de arista. En cuanto a las escaleras, en estos casos siempre solían ir por dentro del muro ya que, de otra forma, el hueco de la misma restaría apoyo a la bóveda.
En esa otra foto tenemos una bóveda de arista, en este caso provista además de crucería para darle un toque más, digamos, refinado a la estancia. La bóveda de arista consiste en dos bóvedas, bien de cañón o bien apuntada, que se cruzan perpendicularmente formando una cruz. El sistema de construcción era exactamente el mismo que el mostrado en el croquis anterior si bien, en este caso, en vez de ladrillo se recurrió a sillería. Para la crucería se montaba una estructura de madera como la ya mencionada, sobre la que se iban colocando las piezas hasta cerrarla con la piedra clave. Luego se cubría la bóveda de la forma explicada tras lo cual se retiraba todo el maderamen. Las nervaduras podían ir apoyadas sobre ménsulas a partir del arranque de la bóveda, o sobre baquetones adosados en las esquinas.
En Portugal es habitual ver que, en vez de sillería a soga y tizón o ladrillo, se usaban enormes lajas de piedra que cubrían completamente los huecos de la bóveda. Obviamente, este sistema abarataba bastante la obra y, además, aceleraba significativamente los trabajos. En esa foto se puede ver claramente. Sobre un arco apuntado labrado con sillería se han colocado lajas rectangulares de pizarra. Este tipo de piedra, más ligera que el granito o la piedra caliza, permitía cubrir de golpe una superficie mucho mayor sin necesidad de recurrir a dovelas que había que cortar dándoles determinados ángulos para ajustarlos a la bóveda, y no precisaban de entarimado para su colocación. Simplemente se apoyaban sobre los arcos, se llagaban con mortero y santas pascuas. Eso sí, quedaba un tanto burdo porque la pizarra, al estar formada por estratos, no permite más elaboración que el corte en perpendicular. En todo caso, era un sistema bastante eficaz que, curiosamente, no he visto en ningún castillo de España.
Por último, ahí tenemos una bóveda vaída. Eran bóvedas destinadas a cubrir espacios de planta cuadrangular que, definidas técnicamente, eran bóvedas cortadas perpendicularmente por la proyección de los planos que constituyen las cuatro caras de su base, paralelos dos a dos. Como se ve en la foto, forma un casquete semiesférico que parte de las pechinas, que son las zonas triangulares entre los arcos que forman los paramentos verticales. En este caso, la cúpula se forma a base de hiladas de dovelas que van disminuyendo de tamaño a medida que ascienden. También podía usarse ladrillo. En algunos casos podremos ver que la bóveda queda cerrada mediante una clave de forma circular en la que se abre un orificio a modo de buhera. De esa forma, se podía cerrar la bóveda, permitiendo además una abertura desde la que hostigar a posibles atacantes.
Bueno, creo que con esto queda claro el tema. Añadir que la construcción de estas bóvedas no podía llevarla a cabo cualquier pelagatos. Solo alarifes que tuvieran conocimientos de geometría podían llevarlas a cabo sin peligro de que se derrumbaran a las primeras de cambio, teniendo que calcular de forma muy precisa los ángulos, la distribución de los pesos y las tensiones que generaría una vez concluida. Una bóveda ejerce una presión, no solo inferior, sino también lateral, por lo que apoyarla sobre unos muros débiles implicaría el reventar literalmente los paramentos del edificio. Es pues obvio el por qué en muchos de los castillos que visitaréis veréis que se optó por lo más fácil: los entresuelos de madera, para lo que no se requerían conocimientos arquitectónicos profundos. Para consultas más detalladas, se me dirijan a un arquitecto, porque este menda tampoco es Bramante. Hale, he dicho.
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