El principal problema con el que
tenía que enfrentarse era la velocidad del ciclo de elevación-retracción por
una mera cuestión física: hacer que una mole de más de 100 Tm. subiera y bajara
como un yo-yo sin que la inercia de su enorme masa afectara a los mecanismos no
era ninguna tontería. Para que me entiendan, cuando vuecedes van en un ascensor
notarán que, antes de que este se detenga, ya sea subiendo o bajando, se
produce un leve descenso de la velocidad. Es lo que se denomina principio de
recuperación inercial, que permite ralentizar el movimiento del objeto sin que
haya una pérdida en la energía que lo mueve. Si el ascensor se detuviera de
golpe, aparte de las molestias para los que van dentro, los mecanismos, cables,
etc. del mismo se resentirían, acortando su vida operativa. Como es obvio, si
un ascensor que pesará menos de media tonelada acusaría ese efecto, imaginen
una cúpula, como en el caso de la Galopin, de 200 Tm.
En la ilustración superior tenemos una vista en sección de la cúpula, en este caso el modelo armado con un solo cañón, que nos permitirá comprender mejor su funcionamiento. El enorme peso de la cúpula se equilibraba mediante dos contrapesos colocados en los extremos de sendas vigas al final de la columna que sustenta la cúpula. Al accionar el mecanismo funcionaba igual que la puerta de una nave industrial gracias a la acción de dichos contrapesos, lo que permitía que el ciclo de elevación-disparo-retracción fuese de solo 4’5 segundos mientras que el ciclo de giro lo completaba en 60 segundos. Esto impedía la réplica de la artillería enemiga ya que, aunque disparasen en el momento en que la cúpula emergía del suelo, esta ya se habría ocultado mientras que los proyectiles del adversario estaban en camino. Está de más decir que los mandamases no sacaron a hombros a Galopin porque estaba feo, pero lo cierto es que su cúpula arrasó a sus competidoras, y se convirtió en el modelo base para las futuras cúpulas acorazadas de las fortificaciones gabachas incluyendo, por supuesto, las de la Línea Maginot.
|
Cúpula modelo 1900. Como se puede ver, le falta el alero metálico que impedía la entrada de agua y suciedad entre el cilindro y el pozo de hormigón |
La primera cúpula operativa fue el modelo 1900, con un diámetro de 5’5 metros y armada con dos cañones Bange de 155 mm. L (los mismos que la Mougin). Su nivel de protección era superlativo ya que la bóveda tenía un espesor de nada menos que 40 cm., teniendo una masa total de 200 Tm. de las cuales 150 correspondían a la parte móvil de la cúpula incluyendo las 80 Tm. de la cámara de tiro. Los cañones podían regularse independientemente uno del otro con un ángulo vertical de -2º a 22º, con un alcance máximo de 7.500 metros. Como ya se ha comentado, el disparo se efectuaba con un mecanismo eléctrico, disponiendo de un sistema de seguridad que impedía activarlo cuando la cúpula estaba retraída. La cadencia de tiro era de dos disparos por minuto, y su dotación estaba formada por 17 hombres. Eso sí, el precio se disparaba como sus cañones, porque cada unidad salía por la friolera de 850.000 francos oro de la época. Debido precisamente a su elevado costo, solo se fabricaron cinco cúpulas a cargo de la firma Schneider que fueron instaladas en los fuertes de Manonviller, Frouard y Pont Saint-Vincent en sustitución de cuatro desfasadas Mougin, mientras que la quinta fue enviada al fuerte de Arches.
|
Elevador de cangilones. Obsérvese que en uno va el proyectil, y en el superior la carga |
La Galopin estaba distribuida en tres niveles. En el inferior estaban los contrapesos y los mecanismos para elevar, retraer y girar la cúpula, para cuya maniobra eran precisos seis hombres. Así mismo, a través de este nivel llegaba la munición procedente de los pañoles que se trasladaba al segundo nivel, donde había un elevador de cangilones que subían a la cámara de tiro los proyectiles. Para los que no sepan de qué va la cosa, un elevador de cangilones es un mecanismo con un funcionamiento circular con compartimentos repartidos a lo largo del mismo, lo que permite colocar objetos de forma continua sin tener que esperar a que suba o baje. Si cuando sube un proyectil el fulano que está arriba lo deja pasar de largo, simplemente prosigue su trayectoria descendente y ahí se quedará dando vueltas para arriba y para abajo hasta que alguien lo coja. Finalmente, en el nivel superior estaba la cámara de tiro. Como vimos en el gráfico anterior, para acelerar la graduación vertical de los cañones tenía un contrapeso en el interior de la columna que sustentaba la cúpula, y cuando se producía el disparo, el sistema hidráulico del retroceso accionaba un mecanismo que la retraía de forma automática. Como vemos, una virguería para aquella época.
No obstante, su elevado costo obligó
a realizar algunas modificaciones, empezando por eliminar uno de los cañones y
emplazando una versión acortada del Bange de 155 mm. reglamentario y cuyas
prestaciones eran similares a las de su hermano mayor con un alcance de 7.200
metros contra los 7.500 del modelo largo (foto de la izquierda). Esto permitió reducir el tamaño de la
cúpula, cuya bóveda tenía 30 cm. de espesor, y el peso de la parte móvil se
redujo hasta las 70 Tm. El funcionamiento de la cúpula era similar, pero en
este caso totalmente manual. Por lo demás, su distribución era la misma, basada
en tres niveles. El inferior estaba ocupado por los mecanismos y los
contrapesos que, en este caso, solo precisaban para su manejo de cuatro
hombres. Se añadió un cañón de repuesto y un pañol con capacidad para 3.000
proyectiles con sus respectivas cargas (el cañón Bange usaba el sistema de
proyectil y carga separados, y por seguridad las espoletas no se colocaban hasta que no empezaba la fiesta). En el nivel intermedio se instaló el sistema de
puntería del cañón provisto de un embrague que permitía girar lentamente la
cúpula para un ajuste fino de la puntería. En este nivel había además cuatro
nichos con una capacidad de 50 proyectiles de uso inmediato que se subían con
el elevador de cangilones. Finalmente, en la cámara de tiro se encontraba el
cañón con sus servidores, los cuales disponían de una palanca que permitía subir
o bajar la cúpula, por lo que no necesariamente se retraía cada vez que se
disparaba, sino que podía hacer fuego el tiempo que se considerase oportuno si
se tenía la seguridad de que el enemigo no respondería con artillería. Por lo
demás, el precio de esta cúpula era notablemente inferior al de su hermana
mayor, concretamente 537.500 francos oro. Esto permitió la fabricación de 13
unidades de las que se llegaron a instalar solo 12
a causa del estallido de la Gran Guerra.
|
Interior de una cúpula armada con dos cañones de 75 mm. |
Para aumentar la gama de cúpulas artilladas, en 1894 se comenzó a estudiar la posibilidad de fabricar otro modelo, en este caso armado con dos cañones de 75 mm., el famoso “setenta y cinco” que tantos quebraderos de cabeza, nunca mejor dicho, provocó a los tedescos a causa de su abrumadora cadencia de tiro, que durante períodos breves de tiempo limitados por el sobrecalentamiento de la pieza podía llegar a la pavorosa cifra de 50 disparos por minuto. Imaginen un fuego de barrera protagonizado por una batería de seis de estas piezas: en apenas un minuto 300 metralleros estallarían sobre las cuadriculadas testas germánicas. Un poco apocalíptico, ¿qué no? Bien, la idea era usar un cañón más ligero para defender las proximidades de las fortificaciones, los flancos de la misma y detener a la infantería que intentase la aproximación. El diseño se culminó en 1901 y entro en servicio en 1905 con el citado cañón de 75 mm., pero con la caña recortada 30 cm. para adecuarlo al interior de la cúpula, obteniendo unos nada despreciables 4.900 metros de alcance. La cadencia de tiro normal oscilaba entre los 10 y los 13 disparos por minuto y arma, suficiente para clavar en el suelo a los aguerridos tedescos que pretendieran acercarse.
|
Cúpula modelo 75R05 |
Su funcionamiento era en principio enteramente manual, bastando dos hombres para su manejo. Por otro lado, su peso inferior permitía prescindir de uno de los contrapesos, usándose solo uno de 6 Tm. al final de la palanca de 4 metros que iba unida a la columna que sustentaba la cúpula. Del mismo modo, su precio también disminuía de forma ostensible, 133.000 francos oro, lo que permitió la fabricación de muchas más unidades. En concreto se produjeron 77 cúpulas, de las que 55 se llegaron a instalar a tiempo cuando estalló la Gran Guerra. Las restantes quedaron en reserva y fueron instaladas posteriormente en la Línea Maginot. En cuanto a su distribución, era similar a las anteriores: una planta inferior donde se encontraba el contrapeso y los mecanismos de elevación, más un cañón de repuesto y un ventilador manual que se accionaba cuando empezaba la fiesta para evacuar los humos que, debido a la elevada cadencia de tiro, hacían irrespirable el ambiente de la cámara de tiro. En el nivel intermedio se ubicaba el puesto de mando de la cúpula donde se ajustaba el cálculo de tiro más un pañol para 750 proyectiles de uso inmediato que se subían a la cámara de tiro con dos elevadores de cangilones, uno por cada cañón, situados junto a la columna central. Finalmente, la cámara de tiro protegida por una bóveda de 30 cm. de espesor.
|
Cúpula para ametralladoras, en este caso dos Hotchkiss modelo 1900. Obsérvense los visores que rodean el cilindro para un mayor campos visual de los alrededores |
El último diseño realizado antes de la Gran Guerra era una cúpula para ametralladoras con el fin de disponer de defensa cercana que, en este caso, no era el modelo diseñado por Galopin, sino la de Bussière. Su bóveda de 12 cm. de espesor le permitía resistir un impacto directo de un proyectil de 155 mm., pero las paredes del cilindro apenas tenían 1,5 cm. de grueso, que fueron aumentados hasta los 2 cm. en 1902, pero a pesar de todo seguían siendo vulnerables a la acción de la metralla cuando estaban en posición de tiro. Sus dimensiones eran lógicamente más reducidas: 1’31 metros de diámetro y una altura máxima sobre el terreno de 83 cm., dando un peso total de 25 Tm. que se accionaban manualmente con un contrapeso de 3’2 Tm. Inicialmente, la cúpula estaba concebida para albergar una Gatling de 8 mm. que fue sustituida por dos Hotchkiss 1900. Estas máquinas emplazadas una sobre la otra, permitían mantener un eficaz fuego sostenido disparando por turnos para evitar recalentamientos. Cuando una agotaba la munición, la otra reiniciaba el fuego mientras su hermana era recargada y se dejaba enfriar. Su ángulo de tiro vertical era de -9º a 8º, disponiendo de una dotación de 57.600 cartuchos. En la cámara de tiro se instaló un extractor de humo y un pequeño motor eléctrico para el movimiento de la cúpula que, no obstante, conservaba el mecanismo manual por si las moscas. Añadir que, en este caso, los cañones de la máquinas sobresalían del cilindro cuando la cúpula emergía, siendo necesario volverlos a introducir antes de retraerla. En cuanto al costo, era lógicamente la más barata, apenas 72.500 francos oro. Se fabricaron un total de 89 de ellas.
Bien, este interminable introito nos servirá para comprender el cómo y el por qué de las cúpulas artilladas de la Maginot. En esta ocasión, me temo que no habría otra forma de poder explicar la creación y el desarrollo de este tipo de fortificación sin remontarnos casi medio siglo ya que entrar de lleno en la cuestión produciría innumerables dudas para los que desconozcan el funcionamiento de estos chismes, los motivos de su proliferación y, sobre todo, las causas que indujeron a fabricarlas y perfeccionarlas a medida que pasaba el tiempo. Y dicho esto, ya podemos ir de una puñetera vez al grano.
La Línea Maginot se armó con 152 cúpulas de ocho tipos diferentes. Algunas procedían de los excedentes de las fabricadas antes de la Gran Guerra, mientras que otras fueron modificadas y, finalmente, otras fueron construidas para la ocasión. Los cañones Bange de 155 mm. fueron eliminados porque se consideró que sus prestaciones no eran necesarias para el nuevo concepto de fortificación por bloques de la Maginot, por lo que se optó por dividir el armamento en dos categorías, a saber: por un lado, el cañón de 75 mm. como arma básica con una serie de modificaciones en la longitud de la caña, una nueva cureña y un sistema hidráulico para acortar aún más el retroceso. Por otro, unos lances-bombes, o sea, un chisme equivalente a los lanzaminas de la Gran Guerra con un calibre de 135 mm. destinado a cubrir las medias distancias. Y para las distancias cortas se recurrió a torretas armadas con ametralladoras, morteros de 81 mm. y, aprovechando las 12 cúpulas 75R05 que no llegaron a emplazarse durante la Gran Guerra, crear cúpulas de armas mixtas. Con esta selección de armamento se podía batir desde tropas que se encontrasen literalmente encima hasta objetivo situados a los 9.600 metros de alcance máximo del cañón modelo 1932 de 75 mm. que podía disparar munición rompedora, perforante o metralleros (lámina de la izquierda). Estos últimos eran uno de los proyectiles más temibles de la época. Con una carga interior de 100 gramos de pólvora, impulsaban 250 bolas de plomo endurecidas con antimonio que podían formar un cono de 300 metros de largo por 25 de ancho Todo este compendio defensivo lo creó un conjunto de comisiones nutridas por artilleros e ingenieros formadas a mediados de la década de los años 20 para desarrollar el nuevo sistema defensivo francés: la Comisión de Defensa del Territorio, la Comisión de Defensa de la Frontera y la Comisión para la Organización de las Regiones Fortificadas. Veamos con más detalle cada tipo de cúpula.
En primer lugar tenemos la cúpula modelo 1935 armada con dos lanzaminas de 135 mm. cuyo alcance máximo era de 4.000 metros. Al contrario que sus antecesores de 155 mm. estos chismes no tenían la opción de regular el ángulo de tiro de forma independiente, sino que ambas piezas lo hacían al unísono. El mecanismo de elevación de la cúpula era accionado ya por un motor eléctrico fabricado por la firma Sautter-Herlé & Cie., aparte del consabido manubrio de emergencia por si fallaba el motor. La cadencia de tiro era de 12 disparos por minuto contando ambas armas, que tampoco podían ser disparadas de forma alterna, sino al mismo tiempo. Puede que esta serie de limitaciones parezcan un atraso, pero para la misión que tenían encomendada eran más que aceptables ya que se trataba de establecer una barrera de fuego para posibles atacantes situados a una distancia media, entre 3 y 4.000 metros del bloque.
|
Cúpula modelo 1935 de 135 mm. A la derecha la vemos en el ciclo de retracción. |
La dotación era de 21 hombres, 15 de los cuales estaban distribuidos por los distintos niveles para el manejo de los mecanismos de la cúpula y el acarreo de munición. En el nivel medio se encontraba un pañol con 600 proyectiles de uso inmediato y en el mismo se situaba el jefe de la cúpula, que recibía las órdenes del bloque principal y comunicaba las coordenadas del blanco al brigadier jefe situado en la cámara de tiro mediante un tubo acústico. Este se encargaba de manejar el arma nº 1 (la de la derecha mirando la cúpula desde el exterior), así como de regular el giro hacia la derecha de la cúpula, además de cargar el arma. Otro cargador era el que manejaba el arma nº 2, con el mismo proceso que su colega y girando la cúpula hacia la izquierda. Una precisión: al decir “cargar el arma” no nos referimos a introducir a mano el proyectil ya que este era llevado directamente hasta la recámara mediante el elevador con el arma puesta en posición vertical (véase gráfico de la derecha). Una vez introducido, se colocaba a su posición de tiro, graduable con un ángulo entre 9º y 45º, teniendo la opción de obtener más o menos alcance aumentando o disminuyendo la carga con discos de propelente. Cada vaina tenía capacidad para hasta diez discos. Cuando las dos armas estaban listas para abrir fuego, la cúpula emergía y el brigadier jefe apretaba el pedal que activaba el disparador eléctrico. Una vez efectuado el disparo, las recámaras se abrían de forma automática y las vainas salían eyectadas, cayendo en una tolva en espiral que las llevaba al tercer nivel, donde eran recogidas para ser reutilizadas. Este sistema era el mismo en las demás cúpulas artilladas con piezas de 75 mm. Para evitar recalentamientos se pulverizaban ambas armas con agua, para lo cual disponían de un depósito de 250 litros.
En cuanto a sus dimensiones, el diámetro exterior de la cúpula era de 2’90 metros, si bien debido al tamaño de las armas quedaba un espacio interior muy reducido de apenas 2,10 metros debido al espesor del blindaje, que en la bóveda y las paredes del cilindro era de 30 cm., siendo la altura en posición de tiro de 103 cm. En la foto de la izquierda podemos ver una de estas cúpulas en plena construcción con las armas montadas, apreciándose el escaso espacio disponible para los artilleros. El peso total era de 163’5 Tm. De estas cúpulas se instalaron un total de 17 unidades, 10 de las cuales fueron fabricadas por la firma Châtillon-Commentry et Neuves-Maison, mientras que las 7 restantes quedaron a cargo de la Fives-Lille. Este modelo era el más complejo a nivel técnico, lo que hizo que su precio se elevase a los 2.220.ooo francos más 150.000 de transporte e instalación. No obstante, tuvo diversos fallos que plantearon su sustitución por cañones de 105 o 155 mm., lo que nunca llegó a llevarse a cabo. La primera cúpula se instaló en 1932, y las restantes entre enero de 1933 y mayo de 1934 y, a pesar de los fallos registrados, lo cierto es que su potencia de fuego resultaba bastante contundente, formando una formidable barrera a media distancia.
Por otro lado tenemos la cúpula 75-33 (foto de la derecha), armada con una pareja de cañones de 75 mm. acortados para adaptarlos al interior de la cámara de tiro. Esta cúpula tenía la particularidad de que podía efectuar tiro directo sobre el enemigo, para lo cual se le practicó a la pared del cilindro una abertura desde la cual el artillero podía hacer los cálculos mediante observación directa con un visor. Dicha abertura estaba situada entre ambas piezas que, en este caso, sí tenían la opción de poder graduar el ángulo vertical independientemente para efectuar fuego de barrera. Considerando la enorme cadencia de tiro, cualquiera que se intentara acercar corriendo tras explotar un proyectil cerca de él vería como al cabo de un instante lo explotaba otro en sus narices. Como sistema de seguridad, estas cúpulas no podían disparar a menos que estuvieran elevadas y con las recámaras cerradas, y no podían retraerse mientras que no se abrieran dichas recámaras y las vainas servidas hubieran sido eyectadas. Por lo demás, al igual que sus compañeras estaba dividida en tres niveles y la distribución del personal era similar. Solo se diferenciaban en la enorme dotación de munición depositada en el pañol: 6.400 proyectiles divididos de la siguiente forma: 6.080 de alto explosivo y rompedores, 192 perforantes y 128 metralleros. En total se instalaron 21 cúpulas de este modelo, 6 fabricadas por la Châtillon-Commentry et Neuves-Maison, 11 por la Batignolles-Châtillon y 4 por la Chantiers de Loire. El precio de cada una era un pelín bastante exorbitante: 4’5 millones de francos incluyendo las armas y la instalación.
La hermana menor era el modelo 75R32 (foto de la izquierda), armada también con una pareja de cañones de 75 mm. con una capacidad de regulación vertical de -5º a 35º y un alcance máximo de 9.600 metros. Para evitar el sobrecalentamiento se podían enfriar rociando los cañones con rociadores Vermorel y, en algunas cúpulas, se instaló un sistema de irrigación con boquillas que inyectaban agua en las ánimas de los cañones cuando estaban retraídas. La dotación de este modelo era de 25 hombres, tenía un diámetro de 3’04 metros, el espesor de la bóveda y las paredes era de 30 cm. y pesaba 188’7 Tm. La altura en posición de tiro era de 1’02 metros, y el costo de cada unidad ascendía a 2’5 millones de francos. Se fabricaron un total de 12 cúpulas de este modelo, 4 de ellas fabricadas por la Cail, 5 por la Châtillon-Commentry et Neuves-Maison y 3 por la Chantiers de Loire. Por cierto que a esta categoría habría que añadir la cúpula 75R05 que quedó sin instalar durante la Gran Guerra, completando así las 43 cúpulas armadas con cañones de 75 mm. que se emplazaron en la Maginot y que sumadas a las 17 unidades del modelo 1932 de 135 mm. completaban el arsenal destinado a la defensa de larga y media distancia.
En cuanto a la defensa cercana, se confió a 164 cúpulas de cuatro tipos: ametralladoras, de dos armas mixtas, de dos armas mixtas más un mortero de 50 mm. y para morteros de 81 mm.
Como recordaremos, se dejaron sin instalar una docena de cúpulas 75R05, las cuales fueron modificadas para acoger dos ametralladoras y un cañón anticarro de 25 mm., siendo renombradas como T2AM (foto de la derecha). Se llevó a cabo una modernización por la firma Châtillon-Commentry consistente en un refuerzo de la parte delantera del blindaje, sistema de transmisión de órdenes, extractores de humo, suministro de municiones e iluminación si bien los mecanismos de giro y elevación siguieron siendo manuales. Los datos de tamaño, peso, etc. serían los mismos de la cúpula original si bien las modificaciones alteraron su peso, que alcanzó las 135 Tm. El espesor de la bóveda era de 25’8 cm. y el de las paredes de 18’5 cm., teniendo una elevación máxima sobre el suelo de 103 cm.
Las armas emplazadas eran dos ametralladoras Reibel MAC 31 (foto 2) alimentadas con tambores de 150 cartuchos colocadas en paralelo sobre el afuste que vemos en la foto 3. Para batir el terreno se basaban en la misma táctica que las antiguas Hotchkiss: mientras una disparaba hasta agotar la munición, la otra se enfriaba. Con todo, cada cúpula disponía de un rociador Vermorel que podemos ver en la foto 4. Como se puede apreciar, son como los que actualmente usan los probos agricultores para fumigar. En cuanto al cañón, era un Hotchkiss modelo 1934 (foto 1) de 25 mm. con la caña recortada a 150 cm. para poder darle cabida en la cúpula. Este cañón, que alcanzaba una cadencia de 18 disparos por minuto, se emplazaba sobre una de las ametralladoras, y para apuntar tanto uno como las otras el tirador usaba un visor L-700. Y aparte de esta combinación, a siete cúpulas se les añadió un mortero de 50 mm. con un alcance entre 65 y 1.400 metros y una cadencia de entre 10 y 30 disparos por minuto cuya utilidad veremos a continuación íntimamente relacionada con los morteros de 81 mm.
|
Cúpula modelo 1932 para mortero de 81 mm., muy similar a la de los lanzaminas de 135 mm |
|
Mortero de 50 mm. instalado en una cúpula de armas mixtas |
Las cúpulas modelo 1932 para morteros de 81 mm. estaban concebidas, como las mencionadas antes de 50 mm., para la defensa cercana ya que, caso de caer sobre casamatas o cúpulas propias, carecían de potencia para sacudirles siquiera el polvo, pero a los enemigos los convertirían en comida para peces. Por otro lado, eran bastante eficientes para tiros en desenfilada, barrancos y laderas que permitían al enemigo permanecer fuera del ángulo de visión de los cañones o lanzaminas, así como de las ametralladoras. Con una cadencia de unos 6 disparos por minuto y arma, podían ofrecer una resistencia notable que, en caso de necesidad, podía incluso duplicarse, llegando a los 30 disparos por minutos entre los dos morteros.
Para enfriarlos disponían de un pulverizador de 50 litros de agua. Su ángulo de tiro vertical estaba fijado a 45º, por lo que para modificar el alcance se recurrió a dos cilindros situados sobre cada arma y que acumulaban el rebufo del disparo (véase foto de la derecha). La capacidad interior de estos cilindros era previamente regulada conforme a las tablas de tiro para alcanzar la distancia deseada de forma que cuanto más espacio interior hubiese, menos potencia tendría el disparo, ergo el proyectil tendría menos alcance. Al ser munición que no usaba vainas se pudo reducir bastante el interior de la cúpula, cuyo diámetro externo era de solo 235 cm. Si sumamos los 30 cm. de espesor de las paredes del cilindro de la cúpula nos quedaría una cámara de tiro de solo 175 cm. En cuanto a la bóveda, también tenía un grosor de 30 cm. La altura máxima sobre el suelo al emerger era de 60’8 cm., y el peso total era de 124’6 Tm. Los movimientos de la cúpula se realizaban con un motor eléctrico. Sin embargo, su relación eficacia-costo era un poco desproporcionada ya que cada unidad salía al mismo precio que las cúpulas de 75 mm., alrededor de los 2,5 millones de francos, por lo que su producción se limitó a 23 de ellas.
Y por último, que esto dura ya más que la travesía desértica de Moisés y sus cuñados, tenemos las cúpulas Modelo 1935 para ametralladoras (foto de la izquierda), destinadas como es evidente a la defensa muy próxima. Estas cúpulas estaban armadas con dos máquinas Reibel MAC 31 tipo T de calibre 7’5x54 MAS, las mismas que las montada en las cúpulas de armas mixtas. Con una cadencia de 750 disparos por minuto y siguiendo la misma pauta de disparar una mientras la otra se enfriaba, podían ofrecer un fuego sostenido extremadamente eficaz. Caso de necesidad, en la cámara de tiro disponían de un rociador Vermorel para acelerar el enfriado de las máquinas. El diámetro de la cúpula era de 198 cm., el espesor de bóveda y paredes de 30 cm., su altura máxima sobre el suelo de 93 cm. y su peso alcanzaba las 95’9 Tm. Su dotación era de un suboficial, un cabo, cuatro ametralladores y un ingeniero. Con un costo de 1,6 millones de francos, se fabricaron 61 cúpulas enviadas en su totalidad a la frontera con Luxemburgo y Alemania, o sea, justo por donde no se colarían los tedescos.
Bueno, con esto terminamos. Nos quedarían por estudiar los observatorios y las torretas provistas de periscopios, así cómo el sistema de control de tiro de cada fuerte y, naturalmente las casamatas de los mismos, pero eso lo dejamos para otro día. U otro mes. O para un año de estos, para que mentir.
En todo caso, supongo que con lo expuesto quedarán ahítos de artillería para una temporada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario