jueves, 13 de diciembre de 2012

Simbología: El erotismo eclesiástico



Dilectos blogueros, por mis pecados, hoy me veo acometido por uno de mis fastuosos dolores de cabeza. Así pues, y como tengo por costumbre cuando mi ánimo se ve atribulado por esta machacona e irritante dolencia que ni el metamizol magnésico me alivia, pues hoy toca una entrada ligerita, poco enjundiosa pero no por ello creo que menos interesante.

Puede que a más de uno le llame la atención el título de la entrada, porque eso del erotismo y la iglesia no suelen casar salvo cuando algún miembro nefando del clero se desmanda y se pierde por los placeres carnales. Pero es de todos sabido que el Maligno, que es profundo conocedor de las debilidades del alma humana, nos suele poner en bandeja la tentación para incurrir en el pecado. Obviamente, así es como pensaban desde hace siglos los Padres de la Iglesia que, curiosamente, siempre prevenían sobre la lujuria al hombre, y no a la mujer ya que estas eran precisamente consideradas como la herramienta de Satanás para hacer caer al sexo viril en el pecado. Igualmente, daban por sentado que era el hombre el que solía andar necesitado de aliviar sus humores con los placeres carnales, y no la mujer, a la que se le atribuía un papel pasivo y mera engendradora, paridora y propaladora de la simiente varonil.

Así pues, en la simbología que podemos ver en los templos románicos encontraremos numerosas representaciones sobre el tema que nos ocupa, algunas de ellas tan explícitas que causan extrañeza verlas en una iglesia. Pero todo esto tenía sus motivos, y es que en una sociedad analfabeta y más bien con pocas luces, nada mejor que una adecuada representación gráfica que no quedara lugar a dudas acerca de lo peligroso que era caer en el pecado de la carne. 

Sin embargo, antes de entrar en más profundidades, conviene hacer una concreción, y es la siguiente: según algunos estudiosos en la materia, conviene diferenciar entre este tipo de representaciones ya que, mientras unas advierten sobre el pecado de lujuria, otras en realidad lo que hacen es invitar al personal a la procreación aunque, lógicamente, dentro del matrimonio. En una época en que la mortandad infantil alcanzaba niveles escalofriantes, y solo un porcentaje mínimo de críos nacidos alcanzaban los 5 años de edad y, aún menos, la pubertad o la edad adulta, la necesidad de aumentar la demografía era imperiosa. Hablamos de una época y un territorio que, debido al constante avance cristiano sobre tierras ocupadas por los musulmanes, la repoblación era de vital importancia para crear fronteras ocupadas por pobladores a fin de no dejar territorios vacíos y, por ello, susceptibles de ser recuperados por la morisma. Por otro lado, era imprescindible sacar rendimiento a dichos territorios a fin de mejorar la economía de cada reino fomentando la agricultura, la ganadería y la industria. Dicho esto, veamos los diferentes tipos de representaciones eróticas o anti-lujuriosas que se pueden encontrar en nuestra geografía:



Primero, tenemos los animales del Bestiario que representan a la lujuria: el sapo, el cabrón y la serpiente cuando es representada mordiendo los pechos de una mujer. En las imágenes de la derecha tenemos algunos ejemplos: en la foto A vemos a una mujer cuyos pechos son mordidos por sendos sapos. En B y C aparecen dos mujeres mordidas por serpientes. También puede verse en determinadas ocasiones que, además, un sapo le muerde los genitales. Obviamente, pechos y vagina son las zonas eróticas por antonomasia de la mujer, de ahí que se vean atacadas por estos animales tan asquerosos. Es pues el demonio, representado por estos bichos, el que intenta alentar al pecado.



También pueden verse advertencias hacia los peregrinos. En muchas crónicas medievales se hace constar la cantidad de rameras que se apostaban en los caminos a la espera de clientes, así como en el mismo Santiago de Compostela. Del mismo modo, se advierte de que las criadas de ventas y fondas están siempre dispuestas a vender sus favores a hombres que, tras largo peregrinar, andan faltos de cariño y dispuestos a refocilarse como sea. En la foto de la derecha podemos ver como una de esas mujeres seduce a un peregrino. La imagen es de lo más explícita: vemos como el miembro viril del romero está penetrando a la mujer en feliz coyunda mientras éste le morrea la cara. Lógicamente, estas situaciones daban lugar a problemas de todo tipo de forma que hubo incluso que legislar al respecto, enumerando una serie de artículos que abarcaban tanto el trato carnal con mujeres solteras como en caso de adulterio. Está de más decir que, caso de encontrar el marido cornudo a su mujer yaciendo con otro, podía matarla allí mismo sin que hubiera pena alguna por ello. 



Sin embargo, las más habituales son las que parecer ser que se toman como un estímulo para la procreación. Una representación de las más repetidas son las que vemos a la derecha: una mujer abierta de piernas muestra claramente su vagina. Pero observemos un detalle, y es que por sistema llevan la cabeza cubierta con una toca, lo que indica que es una mujer casada. O sea, incitan al apareamiento, pero dentro del sacrosanto matrimonio, que eso ya no es pecaminoso.




Estas representaciones suelen verse acompañadas de escenas en las que se pueden comprobar la consecuencia de la contemplación de la mujer desnuda ofreciendo su sexo al hombre: el coito. Obsérvese que, al igual que las imágenes superiores, las mujeres en este caso llevan sus cabezas cubiertas por tocas, lo que indica que son casadas y que están realizando el acto sexual bajo la bendición del sacramento matrimonial. Sin embargo, la del peregrino de más arriba lleva el pelo suelto, o sea, o es una ramera o una mujer soltera. Es pues importante observar en estas escenas si la mujer va o no provista de toca, ya que ello variaría totalmente el sentido de lo que estamos contemplando.



Y, naturalmente, también ser puede ver el resultado del apareamiento: el parto. A la derecha tenemos dos ejemplos en los que se ve a dos mujeres en el momento de dar a luz, con lo que tendríamos el proceso completo para llenar el reino de nuevos vasallitos: incitación a la concupiscencia, apareamiento y parto. Nuevamente conviene reparar en que las mujeres llevan su correspondiente toca, indicador de su estado civil y de haber por ello parido hijos legítimos.




Pero no siempre se invita al personal a concebir nenes. En otras ocasiones podremos ver figuras que sí nos ponen sobre aviso de los peligros de la lujuria, generalmente representados en burlones itifálicos o parejas en complejas posturas amorosas. A la derecha tenemos algunos ejemplos: en la foto A podemos ver a un tipo barbudo masturbándose. Por cierto que este acto de autocomplacencia  es denominado usualmente como onanismo, término incorrecto ya que el pecado de Onán no consistía en cascársela, sino en practicar el coitus interruptus, vulgo marcha atrás. Esta práctica, destinada a impedir la concepción, estaba muy mal vista por los judíos tanto en cuanto, al igual que el cristianismo, consideraban que el acto sexual estaba destinado primero y ante todo a procrear, no a pasárselo bien con la parienta. En la foto B tenemos a otro sujeto masturbándose y, al mismo tiempo, con la mano metida en la boca, estirándosela. Esto indica uno de los atributos de la blasfemia y la mentira, o sea, que además de vicioso es un embustero. El falo roto es por desgracia habitual. Al parecer, muchos curas de antaño se escandalizaban en demasía con ellos, y por lo visto incitaban a los críos a partirlos a pedradas. Finalmente, en C tenemos una pareja practicando el coito mientras la mujer acaricia un descomunal falo.



Estas figuras itifálicas también se pueden ver representadas en algunos animales, concretamente la liebre, atributo de la vida desordenada, y de monos, que es una de las formas de representar a Satanás. A la derecha tenemos un ejemplo, en éste caso de un mono cuyo falo ha pasado a la historia, pero que en su día estaba en su sitio. Como se puede ver, lleva un dogal al cuello a modo de garrote, lo que podríamos interpretar cómo las pasiones carnales nos someten y nos ahogan.

Bueno, como siempre, acabo enrollándome más de la cuenta. Y lo malo es que no se me ha quitado el dolor de cabeza, así que procedo a dar por concluida la entrada y a solazarme con alguna película donde haya tiros y violencia, que así me duermo antes.

Ya seguiremos.

Hale, he dicho...




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