Prosigamos...
Louis Renault |
Tal como vimos en la entrada anterior, el concepto táctico inicial de los carros de combate era el de una fortificación rodante potentemente armada. Ya vimos que, tras la sorpresa inicial, los alemanes supieron poner rápidamente los medios necesarios para contrarrestarlos, y la fabricación en masa de las unidades necesarias para poder llevar a cabo los ataques en masa que podrían resultar decisivos era totalmente inviable ya que la industria francesa estaba literalmente desbordada por las constantes peticiones de todo tipo de armas, municiones e incluso de tractores de artillería para poder desplazar con rapidez las piezas sin tener que depender de los vulnerables y sufridos caballos. Así pues, Estienne concibió otra tipología de vehículo acorazado cuyo empleo táctico era también diferente al empleado hasta el momento. Para llevarlo a cabo, en julio de 1916 contactó con Louis Renault el cual, aparte de fabricar automóviles, se estaba haciendo de oro con los jugosos pedidos de tractores.
EL CONCEPTO DEL CARRO LIGERO
La foto nos permite apreciar perfectamente la enorme diferencia entre un Mk. I inglés y un FT. No hace falta ser un artillero experto para saber cuál de los dos sería un blanco más fácil. |
Previamente a la reunión que Estienne mantuvo con Renault, el visionario militar ya se había dado cuenta de que los Schneider y los St. Chamond estaban muy lejos de convertirse en el arma definitiva que en principio se creía. Los cañones de 7,7 cm. alemanes los agujereaban como si tal cosa, y su masa los convertía en torpes mastodontes que se quedaban inmovilizados constantemente en los cráteres y el barro de la tierra de nadie. Por lo tanto, y por aquello que rectificar es de sabios, ideó un carro totalmente opuesto a la doctrina inicial. Fue el inicio de la andadura del FT. A Renault le gustó la idea y puso a su equipo técnico a trabajar en ello, de forma que en octubre de aquel mismo año, apenas tres meses después de la reunión que mantuvieron ambos, ya tenían terminada una maqueta de madera del prototipo inicial. Está de más decir que, como ya vimos anteriormente, los zoquetes de turno empezaron a poner pegas, especialmente el Ministro de Armamento Albert Thomas y, de hecho, cuando la maqueta fue presentada en diciembre al Comité Consultivo de la Artillería de Asalto empezaron a ponerle pegas a todo. La más truculenta partió de un "experto" que afirmaba que, debido a su reducido espacio interior, el humo producido por los disparos sería capaz de asfixiar a los tripulantes en apenas diez minutos.
Ilustración de la época que muestra las vista de planta y perfil del FT. Se aprecian las siluetas de los dos tripulantes en sus respectivos puestos dentro del vehículo |
No obstante, el proyecto fue aprobado porque contaba con el patrocinio del general Joffre, ordenándose la construcción de 100 unidades iniciales que fueron aumentadas en 50 más en febrero de 1917. El prototipo estuvo listo en enero, tras lo cual fue sometido a las pruebas necesarias para corregir posibles defectos y que los negativistas de siempre no pudieran fastidiar el proyecto, que parecía que les iba la vida en ello a los muy capullos. Finalmente, fue presentado el 21 de abril en Marly, resultanto las pruebas totalmente satisfactorias. Thomas, como no, aún tuvo que poner la enésima traba: pretendía que la dotación de munición para la ametralladora que armaba el carro fuese nada menos de que 10.000 proyectiles, lo cual requeriría poco menos que rediseñarlo entero. En todo caso, y como ya pudimos ver en la entrada anterior, el desastre de la ofensiva de Nivelle supuso la destitución de este y el ascenso al mando supremo de Pétain, el cual se quitó de encima al pesado de Thomas en cuanto pudo y, finalmente, el Renault FT ya no tuvo que verse sometido a más atrasos absurdos. Las cifras de unidades pedidas subió como la espuma, hasta el extremo de que Renault, en un avenate patriótico y ante la imposibilidad de hacer frente a semejante demanda, renunció a las patentes del invento para que otros fabricantes se pudieran sumar al proyecto incluyendo a la poderosa industria militar estadounidense que, aunque no estaban aún metidos en la guerra, se interesaron vivamente por el pequeño carro de Estinne.
LA TEORÍA DE LA ABEJA
Ahí tenemos al Feldkanone 96 de 7,7 cm. que se convirtió en el verdugo de los grandes y aparatosos carros gabachos y británicos de primera generación. |
A la vista del escaso éxito de los carros puestos en liza y de que tanto estos como los británicos (Dios maldiga a Nelson) ya no suponían una amenaza decisiva para los alemanes, Estienne desarrolló un nuevo empleo táctico del carro de combate, trocando los pesados vehículos producidos inicialmente por el ligero y maniobrable Renault FT. La idea en sí era bastante simple, pero muy eficaz: de entrada, por el precio de un Schneider- unos 52.000 francos de la época- se podían construir cinco FT's, lo cual suponía que con el mismo dinero se podrían poner en liza cinco veces más carros de combate. Y en segundo lugar y lo más importante: los ataques en masa llevados a cabo por los pequeños FT serían como abejas o, como yo lo habría bautizado, moscas cojoneras acosando sin descanso las posiciones alemanas. Un Schneider y un St. Chamond eran un blanco muy fácil para los cañones alemanes, pero cinco FT's avanzando hacia las trincheras enemigas ya no eran tan fáciles de poner fuera de combate. Del mismo modo, mientras que un cañón alemán intentaba acertar a un FT los demás atacarían al cañón, aniquilando a sus servidores. Por esa regla de tres, los alemanes no tenían cañones suficientes para hacer frente a esos enjambres de carros que proponía Estienne. Ese nueva doctrina entusiasmó de tal manera a Pétain que las 1.500 unidades que se habían aprobado tras haber mandado a hacer puñetas a Thomas fueron elevadas a 3.5oo, llegando incluso a prometer a los sufridos polius que no se iniciaría ninguna nueva ofensiva hasta que dispusieran del suficiente número de carros que les permitiera atacar bajo su protección.
DISEÑO Y EVOLUCIÓN DEL RENAULT FT
A la derecha tenemos el prototipo inicial del carro ametrallador Renault FT modelo 1917, que era la denominación que se le dio oficialmente. Era un vehículo de 6.700 kg. de peso equipado con un motor Renault de gasolina de 38 CV que le permitían circular a una velocidad máxima de 8 km./h por carretera. Su autonomía era de entre 40 y 60 km. aproximadamente, dependiendo si circulaba por terreno uniforme o campo a través. Ojo, chupaba gasofa que era una cosa mala porque para hacer esos 6o km. se bebía los 96 litros del depósito. Vamos que no era plan de irse a dar la vuelta al mundo en ese chisme. En el prototipo, tal como se aprecia en la foto, la proa del casco y la torreta eran ambos de fundición, si bien ambas partes fueron sustituidas en la producción inicial por plancha de blindaje ya que las piezas de fundición eran muy caras y difíciles de construir. Iba tripulado por dos hombres: el conductor y el jefe del carro que, además, era el tirador y el cargador. El armamento era una ametralladora Hotchkiss de 8 mm. Lebel con una dotación de 4.800 cartuchos.
Ya en la presentación que se hizo en Morly, el mismo Estinne sugirió la posibilidad de armarlo de forma alternativa con un cañón Puteaux de 37 mm. derivado de una pieza de infantería, el TR 16, lo cual fue aceptado y, de hecho, se pidieron más unidades armadas con cañón. Ese fue el otro motivo por el que se desechó la torreta de fundición ya que esta no admitía la instalación de la pequeña pieza de artillería, por lo que las primeras unidades salieron de producción con una torreta octogonal válida tanto para ametralladora como para cañón, lo cual facilitaba la producción como es lógico. En un alarde de "ingenio" la denominaron como "torreta universal", tócate el níspero. Bueno, la podemos ver en el gráfico superior. El hongo que vemos en el techo no era ninguna escotilla, sino una pequeña cúpula de ventilación provista de tres mirillas de visión directa, una hacia el frente y las otras dos hacia los lados. La escotilla de acceso podemos verla en la parte trasera si bien el jefe del carro podía acceder a su puesto por la del conductor si se terciaba.
Así pues, tras la modificación de la torreta el producto final quedó tal como lo vemos en la ilustración de la derecha. El carro estaba construido sobre una estructura en la que se atornillaban las placas de blindaje, el cual oscilaba entre los 6 y los 16 mm. de la parte frontal, suficientes para detener los proyectiles de las ametralladoras enemigas. La rueda tractora iba en la parte trasera y el primer rodillo de retorno iba provisto de un muelle para mantener una tensión adecuada en la cadena ya que, si iba muy tensa, el barro acumulado en la misma podría llegar a sacarla de su sitio o incluso romperla, lo mismo que ocurriría si estaba demasiado floja ya que se acumularía aún más tierra y/o barro. En la parte trasera del casco aparece su característico patín, ideado para que no diera la vuelta de campana cuando se enfrentaba con una pendiente excesiva, lo que podría ocurrir ya que el peso del motor concentraba el centro de gravedad en la parte trasera del vehículo.
La torreta poligonal tenía la evidente facilidad de producción, pero su capacidad para deflactar los proyectiles enemigos era muy inferior a la del prototipo inicial. Así pues, se encargó un nuevo diseño de torreta redonda a base de placas de blindaje, o sea, una solución intermedia entre la de fundición y la poligonal. El encargo lo llevó a cabo la firma Aciéres Paul Girod, que previamente ya era la encargada de fabricar las cúpulas de ventilación en forma de hongo. El aspecto de dicha torre era el que vemos a la izquierda y, al igual que la octogonal, era válida para ser armada tanto con una ametralladora como con el cañón. Por cierto que, aunque los esquemas de camuflaje se impusieron rápidamente, inicialmente estaban todos pintados de gris ya que este era el color reglamentario de la artillería y, del mismo modo, de ese color era como se pintaban todas las piezas.
Obviamente, y a pesar del entusiasmo de Pétain y la inamovible fe de Estienne en este pequeño carro, no todo fue un camino de rosas. Como está mandado, en cuanto empezaron a rodar surgieron los verdaderos problemas, esos que aparecen cuando el vehículo está operativo durante días y días en las peores condiciones, cosa que no se da en los campos de pruebas. Así pues, se presentaron fallos debidos a la deficiente calidad de los filtros de combustible o las correas de ventilación, las cuales debían ser cambiadas a diario si no querían verse con el carro tirado por ese motivo. De hecho, la rotura de la correa podía suponer un colapso completo del motor, dejándolo completamente inservible. Por todo ello, las tres cuartas partes de las unidades fabricadas inicialmente tuvieron que ser devueltas a fábrica para corregirles todos los fallos que presentaron.
La imagen muestra a la perfección la necesidad del patín trasero. Ante pendiente así, sin ese accesorio el carro volcaría hacia atrás. |
En otros casos se veían en la surrealista situación de no disponer de armamento para equiparlos debido a que la demanda del frente era prioritaria. No obstante, y a pesar de que los fallos surgidos no pudieron ser enteramente solucionados durante el conflicto, desde que el FT entró en acción demostró su valía frente a sus competidores. Su pequeño tamaño no solo los hacía más esquivos a la artillería enemiga, sino que les permitía circular por caminos y terrenos por los que los Schneider y los St. Chamond no podrían moverse. Por otro lado, la misma infantería no estaba aún lo suficientemente entrenada como para saber llevar a cabo operaciones conjuntas con carros de combate, lo que hacía que el éxito de los ataques no pudieran ser aprovechados al máximo. Con todo, la presencia cada vez más masiva de carros en el frente empezó a hacerse notar a pesar de los fallos y problemas que arrastraban. Los alemanes no acababan de encontrar una respuesta verdaderamente eficaz a los enjambres de abejas que los aguijoneaban sin piedad, y los ataques con carros permitían a la infantería avanzar al resguardo de los mismos.
Incluso se dejaron de lado las monstruosas preparaciones artilleras de antaño a fin de no dañar demasiado el terreno para no entorpecer el avance de los FT, que ya podían aplastar literalmente los hasta entonces casi inexpugnables nidos de ametralladoras alemanes. Para evitarlo, los tedescos optaron por construir pequeñas casamatas de hormigón, como ya comentamos en la entrada anterior, pero los carros, al ser invulnerables al fuego de ametralladora, podían avanzar hasta distancias muy cortas y disparar a través de las troneras de las casamatas. Los tiradores de las ametralladoras solo podían intentar detenerlos disparando contra la mirilla del conductor de forma que la concentración de fuego hiciera saltar hacia el interior astillas de metal del blindaje, de forma que lo cegaran. Para protegerse de dichas astillas, los conductores fueron equipados con las peculiares máscaras de cuero que vemos en la foto de la derecha, formada por un visor en forma de estrechas rendijas y un faldón de malla que protegía la parte inferior de la cara y el cuello. Una de esas astillas podía no solo reventar un ojo, sino seccionar bonitamente una carótida y escabechar al conductor allí mismo.
Bueno, ya me he cansado de escribir. En la próxima entrada daremos un repaso al funcionamiento, mecanismos, armamento y detalle curiosos de este chisme. Ahora es tiempo de echarle algo al buche, amén.
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