Cañón de descarga Vandenberg con 121 cañones de calibre .451 |
Reffye de 25 cañones. Inicialmente diseñada para disparar cartuchos de papel, posteriormente se adaptó a cartuchería metálica de 11 y 13 mm. |
Otra perspectiva del Vandenberg. Como se puede ver, era una pieza más bien rechoncha, de apenas 91 cm. de largo. Su peso en este modelo de 121 cañones era de 181 kilos sin contar el afuste |
Vista trasera de un Vandenberg de 85 cañones en la que podemos observar su pesado cierre |
Aspecto de la parte delantera del cañón mostrado en el párrafo anterior. Las cosas como son: saberse enfilado por esa cosa con 85 cañones debía ser enormemente inquietante |
George D. Ramsey (1802-1882) |
Otro ejemplar del Vandenburg montado sobre una cureña distinta |
Muy cabreado por el rechazo, el patriotismo y el interés mostrado por Vandenberg por favorecer a su amado gobierno se evaporó en un periquete, y como las libras esterlinas que pagaría a la Robinson and Cottam por su fabricación debían pesarle más que las barras y las estrellas, pues no dudó en ofrecerlas al gobierno de la Confederación que, debido a su escasez endémica de armas modernas y ante la imposibilidad de fabricarlas porque su capacidad industrial era una birria, aceptaron comprar los tres ejemplares si bien fueron remitidos con el nombre de la empresa británica estampada en los cañones, que no era plan de que ahorcasen por traición a Vandenberg si se sabía había vendido armas al enemigo. Poco se sabe de ellas durante su periplo en manos de los malvados rebeldes esclavistas del sur, e incluso es posible que adquieran más de tres unidades. En todo caso, se tiene constancia de una que fue enviada a defender Petersburg y otra que fue comprada a título personal por el coronel del 26 Rgto. de Carolina del Norte y, al mismo tiempo, gobernador de dicho estado, Zebulon Baird Vance. El cañón recibió por parte de las tropas el mote de "Vance folly", "La locura de Vance", con lo que ya podemos imaginar la impresión que causó el invento de Vandenberg incluso entre los malvados rebeldes esclavistas del sur. En abril de 1865 este ejemplar fue capturado en Salisbury (Carolina del Norte) por una unidad de caballería de la Unión al mando del mayor general George Stoneman, y se conserva actualmente en el Tredegar Iron Works de Richmond (Virginia) (es el que aparece en la foto de cabecera).
Bien, esta fue la breve pero controvertida vida operativa del sistema de artillería de Vandenberg, que tuvo menos éxito que un vendedor de impermeables en el Sáhara. Veamos a continuación como funcionaba.
El primer problema con que se topó nuestro inventor fue con el hecho de que no resultaba viable tomar un cilindro de acero y hacerle tantos orificios como cañones debía tener el arma. Este método podría servir para cuatro o seis cañones, pero no para los 85 mínimos y ni hablar de los 451 máximos. Así pues, optó por formar un haz de cañones soldados entre ellos e introducidos en una carcasa de bronce en cuya boca habría tantos orificios como cañones y con la parte trasera abierta para alojar el cilindro de las recámaras y el cierre. Pero el siguiente problema se presentó cuando comprobó que las vibraciones producidas en cada descarga se transmitían de uno a otro cañón, por lo que la precisión era una verdadera birria. Por lo tanto, probó con diversos tipos de soldaduras que actuasen como amortiguador, llegando a rellenar con la misma el espacio de forma triangular que quedaba entre los cañones hasta formar una especie de panal macizo. La soldadura empleada era una aleación de plomo con otros metales que no mencionó en su conferencia, así que vate a saber... En función del calibre y del número de cañones, la carcasa tenía un diámetro determinado que iba desde los 17,78 cm. de un arma con 85 cañones de calibre .451 hasta los casi 40 cm. de una de 451 cañones del mismo calibre. En el cuadro superior podemos ver las dimensiones por arma, así como el peso de la munición por descarga. Estos cuadros los elaboró Vandenberg para comparar el poder letal de su invento con la artillería de campaña y demostrar así que sus cañones disparan la misma cantidad de proyectiles que metralla los cañones convencionales.
El arma en sí estaba formada por la carcasa y su haz de cañones, y en la parte trasera llevaba un cierre de tornillo basculante sobre el que se colocaba un cilindro (sombreado en rojo) con tantas recámaras como cañones. Una vez colocado bastaba girar el cierre tal como marcan las flechas rojas, empujar hacia dentro el conjunto sustentado por el raíl-guía que hemos sombreado en azul, atornillarlo en sentido horario y disparar el arma mediante un único pistón de percusión colocado en el centro del cierre. Una vez efectuada la descarga se abría y se procedía a recargar el cilindro que contenía las recámaras o bien se sustituía por otro previamente cargado mientras que la recarga del recién usado se llevaba a cabo aparte.
Como es lógico, cualquiera pensará que ponerse a recargar uno por uno 200 ó 300 cañones sería motivo de baja por depresión, pero Vandenberg ya había contado con ese detalle ya que era más que evidente que el tema de la recarga sería la primera pega que le pondrían. Así pues, ideó una polvorera con dosificador como las usadas habitualmente en las armas de avancarga (foto de la derecha), pero a lo bestia. O sea, algo similar a lo que vemos en la imagen, pero del mismo diámetro que el cilindro de carga y con tantos dosificadores como recámaras. Según Vandenberg, había diseñado un recipiente de latón con un reborde que se ajustaba perfectamente al cilindro, de forma que todos los dosificadores quedaban situados exactamente en su lugar. A continuación bastaba con accionar un resorte que liberaba la cantidad de pólvora, determinada en el tubo dosificador. Luego se accionaba otra palanca y esta caía en las recámaras, quedando todas cargadas al mismo tiempo. Como es evidente, el sistema en sí era incluso más rápido que en el caso de un cañón convencional al que había que introducir la pólvora en un saquete, atacarla y perforar el envase por el oído del arma.
Para cargar la munición se recurría a un proceso similar. Este cañón usaba un tipo de bala denominado por los yankees como "double end" (fig. C), o sea, que tenían forma ojival por ambos lados como si fueran una cápsula de un medicamento moderno. Su diámetro era ligeramente superior al calibre real del cañón- alrededor de 0,01"- ya que, al no ser cargada por la boca, no era necesario subcalibrarlas para que luego se dilatasen con la presión para tomar las estrías, como ocurría con la Minié habitual en este conflicto. En la figura A vemos el "cargador" por llamarlo de algún modo. No era más que un simple disco de madera con tantos orificios como cañones en el que se colocaban las balas previamente envueltas en una tira de papel y selladas con una mezcla de cera y sebo para mantenerlas en su sitio. La parte inferior de cada orificio del disco estaba abocardada para colocarlas sobre el cilindro de carga sin problemas ni tener que perder el tiempo alineando una cosa con otra. Una vez colocado el disco sobre las recámaras se empujaban todas las balas de golpe con la ayuda del chisme que vemos en la figura B, otro disco provisto, como está mandado, de tantas baquetas o empujadores como balas. La longitud de estas baquetas estaba calculada para que las balas fuera introducidas en las recámaras de forma uniforme a la misma profundidad. Aunque inicialmente era necesario empujar a mano, luego ideó una máquina que hacía el trabajo simplemente accionando una palanca. Con esto quedaba completado el ciclo de carga que, en manos de personal entrenado, podía ser bastante rápido, las cosas como son, y más tratándose de un arma con cientos de cañones.
La madre del cordero estaba en el cilindro que alojaba las recámaras. Era, como su nombre indica, un cilindro de acero con tantas recámaras como cañones. Los conos de bronce que vemos en la parte superior eran una idea de Vandenberg para obturar perfectamente el arma en el momento del disparo. Consideraba que los gases producidos por la deflagración de la pólvora que se escapaban por el espacio, por mínimo que fuese, que quedaba entre el plano del cilindro y los cañones, sería perjudicial no solo para el rendimiento del arma, sino que incluso podían destruirla. Básicamente es lo mismo que pasa cuando disparamos un revólver, con la diferencia de que en este caso se trata de una sola recámara y en el cañón que nos ocupa eran cientos. En la figura A vemos el cilindro con sus manguitos cónicos, los cuales encajaban en la recámara de cada cañón cuando se accionaba el cierre. La toma de fuego, marcada con la flecha roja, era un disco con una serie de canales por donde circularía el fuego del único pistón que disparaba el arma y que entraban por el orificio que vemos marcado con la flecha blanca, el cual tenía su salida entre las palancas del cierre. Este disco, según el inventor, podía estar unido al conjunto principal mediante tornillos, que es como lo hemos representado, o soldadura. Cabe suponer que optaría por los tornillos ya que de ese modo sería más fácil solventar un atasco por suciedad o para simples labores de mantenimiento. La figura B muestra el cilindro ya cargado y preparado para ser introducido en la recámara del arma.
El disco donde se alojaban los canales que transmitían el fuego a cada recámara podemos verlo a la derecha. Era un ingenioso sistema compuesto por seis ramales en los que vemos los pequeños orificios que comunicaban con cada recámara. Daba igual que el arma tuviera 85 o 451 cañones, porque siempre serían seis ramales que solo se irían extendiendo hacia fuera de forma radial. Incluso ideó un sistema mediante el cual podían cerrarse los canales por secciones para no efectuar una única descarga, por lo que podía dispararse ⅟₆, ⅟₃ o la mitad del total de cañones, quedando el resto de la carga disponible a punto con solo abrir los canales cerrados y reponer el pistón. No hay planos ni imágenes del sistema de disparo, por lo que cabe suponer que se le instalaría algún tipo de llave de percusión accionada por un cordel. En la conferencia de Londres, Vandenberg hizo mención a los pistones inventados por el general Jacob, un militar británico que sirvió en la Compañía de las Indias Orientales que, además, diseñó diversos tipos de armas y una bala explosiva que detonaba gracias a una cápsula de fulminato de mercurio que llevaba en su interior y explotaba simplemente por el impacto de la bala contra el blanco. Imagino que usaría algo similar, pero no dejó escrito qué tipo de cápsula concreta empleó y cómo se detonaba.
(Nota: cabe la posibilidad de que el pistón estuviera alojado entre el disco que acabamos de ver y el cierre, y que su detonación se efectuase al llegar al tope de presión las palancas del cierre. Lo hago constar así porque la realidad es que no figura en ninguna parte, y solo abriendo alguna de las armas existentes se podría comprobar, cosa que al parecer nadie se ha preocupado aún de hacer)
Por último, en el gráfico de la derecha tenemos dos vistas en sección del arma. La figura superior presenta el aspecto de la carcasa de bronce con los cañones, el cilindro de carga y el cierre en su interior. A fin de reforzar la citada carcasa, la parte trasera tenía un grosor de entre 2'5 y 6'3 cm. en la culata (la parte más gruesa era donde se alojaba el cilindro de carga) y 0'6 cm. en el extremo opuesto de la carcasa. En sí, el cañón Vandenberg tenía el mismo número de piezas que un chupete ya que, aparte de la carcasa con los cañones, solo contenía el cierre y el raíl deslizante que permitía extraerlo y que pivotaba sobre sí mismo con la ayuda de una horquilla y un pasador. En caso de tratarse de un arma de muchos cañones, lo que daría como resultado un cierre mucho más pesado, dicha horquilla sería sustituida por dos piñones que darían más robustez al conjunto.
Esta foto de la parte trasera del arma nos permite ver algunos detalles más de sus mecanismos. De abajo arriba tenemos la flecha naranja que marca la rueda que regula la elevación del arma. La celeste, el hueco de la carcasa por el que se desliza el raíl del cierre tanto para abrirlo como cerrarlo. La verde, el orificio donde se alojaba el pistón. La amarilla, el alza tangencial que se regulaba con el tornillo marcado con la flecha roja, que estaba embutido en el puente de bronce atornillado a la carcasa. Finalmente, en blanco vemos el punto de mira. Para desmontar el arma, al igual que los cañones convencionales, bastaba remover las sobremuñoneras que la fijaban a la cureña y santas pascuas.
Esta imagen en detalle nos permite ver las diferentes piezas del alza, así como el tornillo regulador, así como el sólido y masivo cierre del arma |
Bueno, criaturas, con esto concluimos por hoy. Y una advertencia a los que sean especialmente aficionados a este tipo de artefactos decimonónicos, porque la información que hay en español sobre el tema era, hasta hoy, simplemente inexistente, y la que hay en la abominable lengua de los anglosajones escasa y copiada los unos de los otros, así que tienen una primicia muy especial ya que, además, esta es la entrada número MIL.
BENEDICO VOBIS y esas cosas que se dicen, amén de los amenes.
Hale, he dicho
ENTRADAS RELACIONADAS:
Las primeras espoletas modernas. Espoletas de tiempo
La batería Billinghurst-Requa
Montigny, la primera ametralladora del ejército español
Las balas Minié y sus terribles efectos 1ª parte
No hay comentarios:
Publicar un comentario