miércoles, 11 de noviembre de 2020

BA-3 Y BA-6 EN ESPAÑA, 2ª parte

 

Columna formada por cuatro BA-6 y un FAI del Cuerpo de Ejército Norte durante la ofensiva de noviembre de Asturias

Prosigamos...

Conocer con exactitud el número de BA-3 y, sobre todo, de BA-6 que el padrecito Iósif envió a España es un misterio misterioso encerrado en un enigma dentro de una adivinanza porque no hay dos fuentes que coincidan. Colijo que el motivo no es otro que las denominaciones con las que aparecían en los manifiestos de los buques que los trajeron, así como las pintorescas designaciones con que eran nombrados en los planes de operaciones, que iban desde "blindado sobre ruedas" a "carros blindados" o, simplemente, "coches blindados". Todo era motivado por el maremagno de vehículos blindados tanto caseros como fabricados en serie, así como por el desconocimiento de muchos mandamases ascendidos por sus méritos como sindicalistas o por haber sido especialmente belicosos en las huelgas de antes de la guerra pero que, en realidad, no sabían un carajo del tema. 

BA-6 en una polvorienta carretera, posiblemente en el Frente de Madrid

Si le digo la verdad, las cifras que veremos a continuación no pueden considerarse como definitivas porque los bailes de números según la fuente a consultar son tan dispares que, finalmente, he optado por validar las que más se aproximan entre ellas. Así, tenemos que Javier de Mazarrasa, prolijo autor sobre carros de combate con 17 obras publicadas sobre el tema, afirma que hubo dos primeros envíos de BA-6 a Cartagena en el mes de octubre de 1936 formado por 25 y 15 vehículos, a los que añade posteriormente 22 a Alicante, 10 a Bilbao y 8 a Cartagena, con lo que ascenderían a 80 en total, "cifra que se vería aumentada por otros tantos a lo largo de 1937" según el autor. No cita de dónde ha sacado semejante cantidad de vehículos, pero el hecho de que afirma que las primeras series estaban armadas con un cañón de 37 mm. e ilustrarnos con un plano del BA-3 colocado al revés da que pensar, la verdad.

J. Prenatt en cambio plantea unas cifras más realistas: 3 BA-3 y 37 BA-6, que casi coinciden con las que ofrece G. Howson, ya que este autor da un envío inicial de 16 BA-6 que se vería luego aumentado aunque no especifica la cantidad, y 4 BA-3, uno de ellos con radio y que, al menos, de este último sí existe un testimonio gráfico irrefutable. Zaloga coincide con 37 BA-6 y "algunos BA-3", que posteriormente concreta con tres unidades y, al mismo tiempo, menciona seis por otro lado si bien imagino que en este caso es una errata refiriéndose en realidad a BA-6. Finalmente, tenemos unas cantidades similares de parte de  Maxim Viktorovich Kolomiets, con 3 BA-3 y 37 BA-6 que coinciden con las de Prenatt y Zaloga, por lo que deduzco que unos bebieron de los otros. En cualquier caso, vehículo arriba, vehículo abajo, estas cifras son más lógicas que las de Mazarrasa, y más si tenemos en cuenta que, de ser ciertas estas últimas, más de la mitad de la producción de BA-6 habría venido a parar a la ardiente España. Por lo demás, en la foto superior podemos ver el BA-3 con radio que sugiere Howson. Se trata de un vehículo capturado en el Frente Norte por las tropas nacionales que, como era habitual, el personal acudía a contemplar y, si era posible, sacarse una fotillo para dar fe de su adhesión al glorioso Movimiento y tal. Las flechas señalan los soportes de las típicas antenas de barandilla de los blindados rusos de la época si bien parece que esta pasó a mejor vida. En todo caso, corrobora que, en efecto, el dato aportado por Howson es cierto.

Milicianos del Ejército del Norte posando ante un BA-6

Por otro lado, la llegada de estos chismes también es un enigma porque no hay ni remotamente una relación detallada de los buques y las fechas. Omitiré las de Mazarrasa porque, en honor a la verdad, se me antojan tan imposibles como las cifras de vehículos, así que solo nos quedamos con dos que entran dentro de la lógica: un primer envío aportado por Howson formado por los 4 BA-3 y 16 BA-6, aparte de cantidades de material diverso, cargados en el Lepin el 10 de octubre de 1936 en Sebastopol y que arribaron a España- no cita el puerto de llegada que bien podría tratarse de Cartagena- el 28 del mismo mes. No menciona dónde y cuándo fueron enviados los restantes BA-6. Otro envío, que seguramente sería el que completaría el total, nos lo da Artemio Mortera con la llegada el 1 de noviembre al puerto de Bilbao del A. Andreev con 20 BA-6, además de grandes cantidades de armas, blindados e incluso aviones. Con los dos fletes mencionados tendríamos 4 BA-3 y 36 BA-6, prácticamente la misma cifra que dan Prenatt y Kolomiets. Lioso de cojones, ¿que no?

Varios BA-6 aguardan la hora de entrar en acción en la carretera de San
Martín de Gurullés el 1 de diciembre de 1936
Tampoco es fácil dilucidar dónde y en qué cantidades tomaron parte estas máquinas porque, como no podía ser menos, en los partes de guerra también suelen aparecer con los nombres más variopintos, así que hay que tener poderes extrasensoriales para hacerse una idea de por dónde anduvieron. Sea como fuere, la cosa es que durante el otoño de 1936 las fuerzas del Frente Popular no tenían por delante un panorama nada alentador. Tres columnas nacionales habían llegado ya a los arrabales de Madrid, en la zona norte resistía como gato panza arriba Oviedo con las escasas pero efectivas fuerzas que pudo reunir el coronel Aranda, y San Sebastián había caído el 13 de septiembre. A la vista de que la presión sobre la capital era rotunda por razones obvias y su caída implicaría el final de la guerra, se decidió iniciar una ofensiva sobre Asturias para distraer tropas y medios del frente de Madrid. La ofensiva consistiría en atacar Oviedo y el estrecho corredor que unía la capital a la zona nacional, usando entre otros medios el Batallón de Carros del Ejército del Norte al mando del capitán Saiz Palacios, formado por nueve BA-6, tres FAI y nueve dinosaurios autóctonos construidos sobre camiones convencionales. Esta unidad entró en fuego el 27 de noviembre.

Uno de los BA-6 capturados y expuestos en las calles de Vitoria
Sin embargo, y a pesar de que sus enemigos carecían de medios acorazados para repelerlos, no lograron romper la línea del frente. Los BA-6 podían desplegar una gran potencia de fuego que les permitía aniquilar sin problema a los CV-33 italianos o los Panzer I tedescos, pero su escaso blindaje les obligaba  a mantener cierta distancia porque era precisamente grueso, apenas 9 mm. Por otro lado, su movilidad no era comparable a la de un carro de combate convencional a pesar de las Overoll que, como vimos en la entrada anterior, podían adaptarse a las ruedas traseras, por lo que salirse de los caminos en pleno invierno y zambullirse en campos nevados, enfangados y con una orografía abrupta era la mejor forma de perderlos. Y a todo ello, sumarle la artillería anticarro enemiga que se llevó por delante a más de uno. En resumen, el ataque inicial resultó un completo fracaso, sin que las tropas republicanas lograran alcanzar ni uno de los objetivos planteados. El día 1 de diciembre volvieron a intentarlo, nuevamente sin éxito, y el día 10 se decidió atacar el corredor para aislar por completo la capital asturiana, pero algún cuñado les debía haber gafado, porque el fracaso fue una vez más estrepitoso. La actuación de los BA-6 se tuvo que limitar a apoyar desde las carreteras a las tropas que avanzaban, logrando a lo sumo destruir algún parapeto o desalojar momentáneamente alguna posición que era inmediatamente recuperada, pero nada más. 
En resumen, el estreno del BA-6 fue un fiasco suntuario, porque resultaron capturadas tres unidades más alguna que otra- debido a lo ambiguo de su denominación no he podido identificarlas con claridad- que fue destruida. Los BA-6 fueron llevados a Vitoria para mostrarlos al personal y, naturalmente, usarlos adecuadamente los expertos en propaganda. Mientras tanto, otros tres BA-6 agregados al Cuerpo de Ejército vasco junto a un FAI y varios dinosaurios fueron enviados contra las tropas que cercaban Santander para sufrir también un descalabro notable, siendo incapaces de romper las débiles líneas nacionales, realizando a lo largo del mes de diciembre varios intentos para infiltrarse aprovechando la dura climatología de la estación, con espesos bancos de niebla que impedían verse la punta de la nariz. Pero, como se ha dicho, no fueron capaces de lograr desalojar a los defensores de sus posiciones. En fin, que se cubrieron de gloria con el estreno, vaya...

En el Frente de Madrid las cosas les fueron mucho mejor. Un terreno más llano y unas carreteras más transitables permitieron a los BA-3 y BA-6 hacer una devastadora demostración de su potencial gracias al cañón de 45 mm. Mientras que a sus colegas enviados al norte les daban las del tigre, en los arrabales de Madrid las cosas pintaban de otro modo. En aquel mismo mes de noviembre que vio la desastrosa ofensiva contra Asturias, media docena de BA-6 pudieron liquidar de una tacada nada menos que 16 CV-33 del CTV en las cercanías de Valdemoro, repitiendo unos días más tarde la escabechina acompañados de 15 T-26 con el resultado de otros cinco CV-33 reducidos a chatarra. En la foto de la derecha vemos un CV-33 capturado por los republicanos en Guadalajara, donde por cierto les dieron para el pelo a los del CTV. Como vimos en su momento, estas "latas de sardinas", como eran apodados, con su escaso blindaje y sus dos ametralladoras no eran enemigos para los potentes carros soviéticos.

BA-6 capturado por las tropas nacionales. Obsérvense las cadenas
Overoll estibadas sobre el guardabarros
Y como las ofensivas desarrolladas en el frente del Norte no lograron rebajar la presión sobre Madrid, que solo quedó ralentizada por la llegada masiva de material soviético, en el verano del año siguiente se planteó una nueva ofensiva que, de paso, sacase las castañas del fuego al ejército del Norte, que de ser agresor pasó a convertirse en agredido. Hablamos de la batalla de Brunete, librada entre los días 6 y 25 de julio de 1937, donde ambos bandos pusieron literalmente toda la carne en el asador. En el tema que nos ocupa, los republicanos comprometieron una fuerza acorazada como no se había visto anteriormente, desplegando 129 T-26 y 43 BA-6, BA-3 y FAI. Según qué autor, Brunete acabó en tablas, mientras que otros aseguran que, aunque los republicanos lograron ocupar un pequeño sector, fue una victoria pírrica porque les costó un número de bajas y unas pérdidas de material muy superiores a las de los nacionales, que lograron detener una ofensiva donde se jugaba alejarlos de Madrid aunque sin éxito. Pero lo más grave era que el material blindado que los republicanos iban perdiendo no se reponía y concretamente en el caso de los BA, entre los destruidos y los capturados iban menguando en número de forma alarmante.

Una vez solventado el susto de Brunete, los nacionales decidieron dar un respiro a Madrid para rematar de una vez la resistencia de los republicanos en el norte atacando Santander el 14 de agosto, cuando no hacía ni tres semanas que había dado término la fallida ofensiva gubernamental en el frente de Madrid. En esta ocasión, las tropas nacionales y las del CTV italiano arrollaron a las republicanas que no pudieron contener la avalancha. Tanto los italianos como las Brigadas Navarras que tomaron parte en la acción capturaron diverso material blindado incluyendo varios BA-6, algunos de ellos, como el de la foto, literalmente abandonado en mitad de Santander. O sea, que sus tripulantes se bajaron, quizás por una avería o falta de combustible, y se largaron echando leches de allí. Otros fueron capturados cuando intentaban retirarse en dirección a Asturias, que aún permanecía bajo el control de la República si bien durante poco tiempo, porque en el mes de octubre siguiente cayó definitivamente en manos de los nacionales. Por cierto que, en esta ocasión, se resarcieron con creces de lo de Brunete, porque las pérdidas infligidas a las tropas gubernamentales, tanto humanas como materiales, fueron suntuarias. 

BA-6 destruido en el frente de Madrid
Tras la batalla del Ebro, al ejército del Frente Popular solo le quedaban apenas siete BA-6. Entre los perdidos en combate y los capturados por los nacionales, las existencias habían quedado ya bajo mínimos ya que, como se ha dicho, desde 1937 el padrecito Iósif no mandó ni uno más. Se intentaron sustituir con vehículos de fabricación española, el UNL-35 y el B.C., más conocido como Chevrolet 1937, pero el primero estaba armado con una única ametralladora, y el segundo con una ametralladora y un cañón de 37 mm., muy inferior al de 45 mm. de los BA. En manos de los nacionales había al término del conflicto 25 BA-3/BA-6 que fueron asignados a la Agrupación de Carros de Combate de la Legión y al Ejército del Sur. Estos vehículos permanecieron en activo hasta los años 50 sirviendo en Sidi-Ifni, donde eran bastante eficientes para misiones de patrulla en un terreno que no tenía nada que ver con la abrupta geografía peninsular. 

Dos BA-6 tostándose al sol en algún acuartelamiento de la Legión
en Sidi-Ifni
En fin, así fue grosso modo la actuación de los BA-3 y BA-6 en suelo español. Las conclusiones sobre su empleo son similares a las del T-26: a pesar de su abrumadora superioridad, los mandos del ejército republicano no supieron sacarle todo el potencial que contenían y que, sin duda, bien desarrollado habría podido ser determinante en el devenir del conflicto. Pero bueno, así fue la historia, y lo pasado pasado queda.

Bueno, ahí queda eso.

Hale, he dicho


Desfile de la Victoria en Sevilla en 1939. En primer término aparece un BA-3, y tras él tres BA-6. También desfilaron vehículos similares en Valencia y Madrid, así que hubo para repartir y vacilar de material capturado. Merece la pena señalar la posición del ametrallador tras la puerta del BA-3, que nos permite apreciar claramente las proporciones de la cámara de conducción

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