Dilectos lectores, el mes de mayo es un mes absolutamente nefasto. Mi bisabuelo materno materno le tenía pavor. El pobre resollaba aliviado cuando abría el ojo en su piltra los días 1 de junio y exclamaba gozoso: "Y'ha pasao tó". La bisabuela le afeaba aquella superstición, pero la cosa es que su amado cónyuge acabó teniendo razón: palmó un 25 de mayo, cuando apenas quedaban seis días para ver conjurado el peligro. Para colmo de males, yo vine al mundo en mayo, cosa que siempre he abominado porque nadie me pidió permiso para traerme a este lugar infecto lleno de cuñados y políticos. Y, encima, hasta soy un nonato porque la cosa se complicó cuando decidí salir por el útero de mamá. En fin, podría elaborar una larga lista de efemérides chungas habidas en este mes tenebroso, pero paso de comerme el tarro con paranoias. Sea como fuere, sí es cierto que se combina lo lúgubre del quinto mes con el cambio de estación que, como saben, me sienta como una coz en el bulbo raquídeo, de modo que no estoy para muchas historias. Los articulillos en gestación están de momento parados, y a saber cuándo me animaré a retomarlos. Por lo tanto, y para hacer relleno, he decidido perder la tarde con algo un poco chorra pero que, posiblemente, alivie mi justa cólera ante los desmanes y atropellos que se están perpetrando por obra y gracia del hembrismo rampante que ha convertido a las féminas en seres de luz mientras que a los hombres nos ha metamorfoseado en íncubos aullantes desollados y sacados del abismo solo por haber nacido con colita en vez de con rajita.
Hablamos, como dice el título, de las famosas cuotas de género por las cuales a una señora o señorita la dan todo tipo de facilidades sin tener en cuenta sus méritos o, al menos, disminuyendo la altura del listón. Eso sí, las cuotas esas se exigen con gran vehemencia para ocupar cargos de altos ejecutivos en las empresas del Ibex o en los consejos de administración de multinacionales, uséase, esto:
Super guay. Tres caballeros y tres señoras dirigiendo el cotarro. Pero demos un voto de confianza y admitamos que todos han sido elegidos conforme a sus capacidades, estudios, cualificación, etc. Lo que obviamente sería injusto es que un cuarto hombre quede fuera de la foto en detrimento de la manida cuota, y en su lugar pongan a una señora con menos capacidad solo por tener rajita en vez de colita. Hablamos lógicamente de puestos remunerados con salarios muy cuantiosos que, además del estipendio obligado, reciben cantidades masivas de extras por consecución de objetivos, viajan en aviones privados, disfrutan de coches de empresa, etc. Así, a cualquier pelagatos le haría ilusión verse con un traje a medida de 12.000 pavos de John Lobb y unos Oxford fabricados a mano por Siroeno Yosui.
Sin embargo, cuando hablas de este tema con otros primates de los que tienen colita en vez de rajita, plantean sin solución de continuidad la misma disyuntiva. Si exigen cuotas paritarias en los trabajos mejor remunerados (hablamos de cientos de miles o millones de pavos anuales)...
...¿por qué no en este, sobre todo en las provincias del sur de España, donde la sensación térmica en verano y al sol supera los 65º?
... ¿por qué no en este, donde te garantizan una silicosis o un EPOC si antes no te quedas sepultado por millones de toneladas de tierra?
...¿por qué no en este, donde en pocos años el lumbago será tu compañero de por vida y las palmas de las manos se convertirán en cuero curtido?
...¿y tienen noticia de que se exija paridad para moverte literalmente en mierda a cambio de un sueldo de mierda?
En fin, la lista de cuotas y paridades no exigidas son infinitas. No quiero con esto dar a entender que las mujeres no trabajan, y las hay en los oficios antes descritos si bien de forma muy minoritaria. Lo hacen con el mismo tesón que los hombres porque, aunque unos tengamos colita y las otras rajita, somos ante todo personas. Pero toca bastante los cojones que nos hayan convertido en zánganos que vivimos de las mujeres, que no valemos para nada, que nuestra palabra no valga nada, que la carga de la prueba se vuelva contra nosotros, que no seamos presuntos inocentes, sino presuntos culpables, etc., etc....
En resumen, me parece cojonudo que todos desempeñemos los trabajos a partes iguales, pero todos y conforme a sus méritos, no solo los de altos ejecutivos y por cuestiones de cuotas de género. Estas "luchadoras por los derechos mujeriles" se me antojan similares a las sufragistas de antaño, que reclamaban el voto y la igualdad en su apacible Londres mientras sus maromos, novios, hijos, hermanos, etc. caían como moscas en el Frente Occidental.
En fin, ya he despotricado bastante. Empiezo a estar un poco bastante hasta los cojones de que mis hijos TENGAN MIEDO A ECHARSE UNA NOVIA PORQUE PIENSAN QUE PUEDAN ARRUINARLES LA VIDA. Manda cojones, ¿no?
Al carajo con todo.
Hale, he dicho
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