La daga de arandelas fue una de las armas cortas que más vida operativa tuvo. No se sabe con certeza en qué fecha hizo su aparición, pero por la gran cantidad de efigies funerarias de caballeros que la portan, se suele dar como válida el comienzo del siglo XIV. Su uso perduró hasta el siglo XVI, en pleno Renacimiento, lo que nos indica claramente que fue un arma de incuestionable eficacia, hasta el extremo de aparecer incluso en los manuales de esgrima de la época, como vemos en la ilustración de cabecera, procedente de la obra de Filippo Vadi "De Arte Gladiatoria Dimicandi" (1482-1487).

Haría falta una monografía sólo para describir la enorme cantidad de diseños de empuñaduras realizados durante los más de dos siglos que estuvo operativa. Desde modelos básicos como el del dibujo a virguerías de todo tipo: lisas, grabadas, cinceladas, con pedrería, doradas, de hierro, de bronce, con las cachas de madera, de asta, de hueso, lisas, talladas... En fin, debió haber tantas como dueños hubo, porque la inmensa mayoría siempre llevaban algo que las diferenciaba de las demás.
En cuanto a la vaina, solían estar fabricadas enteramente de cuero, si bien podían llevar, como la del dibujo, una contera en el extremo, e incluso un brocal. Podían estar fabricados con hierro o bronce, e ir decorados al gusto del propietario. Algunas eran un verdadero alarde de refinamiento, literalmente cuajadas de piedras de valor, incrustaciones de oro o plata o, en fin, lo que el poder adquisitivo de su dueño se pudiera permitir para dar a entender al resto de los mortales que no pasaba precisamente apuros económicos.

La hoja que vemos en la parte inferior del dibujo corresponde a un modelo tardío aparecido en el siglo XV, ideado exclusivamente para clavar. Su hoja de sección triangular, con o sin acanaladuras, estaba destinada a meterse entre las rendijas de las armaduras de placas de la época o los visores de los yelmos. Al parecer, se fabricaron incluso hojas con sección cruciforme, si bien fueron muy escasas. En lo que coinciden todos estos tipos de hoja es en lo extremadamente agudo de sus puntas, lo que indica claramente, como ya se ha dicho, que estaban diseñadas primordialmente para clavar, pudiendo incluso perforar cotas de malla o la chapa de una armadura de placas.

Este tipo de daga desapareció en pleno apogeo de la armadura de placas. Quizás las técnicas metalúrgicas de la época, capaces de fabricar un acero de muy buena calidad, las hizo inservibles en los campos de batalla. O quizás, simplemente, pasaron de moda. Solo cuando las armas de fuego relegaron a la obsolescencia a los pesados arneses de antaño y los combatientes dejaron de lado la defensa pasiva de sus cuerpos reaparecieron las dagas de forma inusitada, pero ya como una auxiliar de la espada en forma de daga de mano izquierda, de detener o las conocidas dagas de vela. Eran dagas ideadas como auxiliares de la espada, con hojas diseñadas para partir la de la espada del enemigo o para apuñalar a mansalva en combate cerrado a hombres totalmente desprotegidos. Pero mientras las dagas de arandelas estuvieron operativas, dieron un buen servicio a los que las usaron, ya fueran nobles, caballeros o simples peones.
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