domingo, 21 de agosto de 2011

PRO PATRIMONIUM III: Fuerte de São João Baptista. Vila do Conde, Oporto (Portugal)



No, no, no... Esa pancarta no es un montaje realizado con San Fotochó del Píxel Bendito. Aunque parezca increíble, ese adefesio es totalmente real. Tras la crisis de ansiedad que me produjo verla en mi periplo lusitano de la semana pasada y bajar las pulsaciones lo suficiente como para no sacar la foto movida, plasmé ese desafuero, esa infamia, esa villanía, esa aberración con letras de color fucsia y, encima, hasta escrito en inglés: "Summer Parties 11" proclama la infausta y casposa horterada.

El fuerte de São João Baptista, o fuerte de Nossa Senhora da Assunção, como también se le conoce, a pesar de estar en perfecto estado de conservación, ha sido destinado a algo tan patético, ridículo, grotesco, denigrante y macarra como sala de fiestas para saraos nocturnos de los pamplinas que disfrutan de los mojitos, cubatas y caipirinhas hasta las tantas, profanando con "música" y con su presencia tan augusto edificio, construido para defender las costas de la nación.



Pero el dueño del negocio no ha tenido bastante con joder un baluarte con la gachí sumergida en hojas de palmera que, dicho sea de paso, sí que está retocada, y a base de bien, con el Fotochó. Es que además también ha profanado el opuesto. Vean, vean... En la puerta, cerrada a cal y canto, hay un letrerito que informa del teléfono de contacto a los interesados en mancillar el edificio con sus jolgorios. Pinchad la imagen, que se pone grandecita y se puede ver mejor la perpetración llevada a cabo por el empresario en cuestión que, en un alarde de chispeante ingenio de mercadotecnia, se dedica a fastidiar la contemplación del recinto con sus dos inmundas pancartas.



Pero, por desgracia, la cosa no termina ahí. Aparte de las carpas que se vislumbran sobre el terraplén del recinto, el ayuntamiento ha estimado oportuno colocar los contenedores playeros adosados a su muralla. Alrededor del fuerte debe haber más de 50 metros de explanada totalmente libre para poner, no solo contenedores, sino incluso la carpa de la sala de fiestas. Pero no. Nada de eso. El espacio libre es para que el viento corra a gusto en la nada. Los contenedores junto a la muralla, que molan mazo, le dan un toque de modernidad y hasta son de un color que hace juego con las piedras. ¿Verdad que es una auténtica genialidad de los ediles municipales de Vila do Conde? Me pregunto si, además de leer y escribir sin cometer cuatro faltas de ortografía cada tres palabras, tienen noticia de algo que se denomina "buen gusto", cosa que dudo muchísimo.



Pero la visita aún me deparaba más sorpresas, desagradables, naturalmente. A medida que iba rodeando el fuerte, la bilirrubina me subía como la espuma de una cerveza en manos de un epiléptico. En la cortina que da a la costa, además de un nuevo surtido de contenedores, veo espantado que, lo que era una poterna dotada de puente levadizo (es evidente que existió una obra exterior, además de un foso, hoy desaparecidos), ha sido tapada con un cristalito por donde se vislumbra el interior de la instalación hostelera, con unos plantajos artificiales y tal.



Ya me rechinaban los dientes de justa cólera cuando, al volver la última esquina, me quedé de piedra con la última monstruosidad. En lo que posiblemente fue parte del foso, han habilitado unos urinarios públicos. O sea, UN VIL MEADERO SUBTERRANEO en el foso del fuerte. No había otro sitio mejor. En una zona inmensa, con enormes explanadas totalmente vacías, no tenían otra ubicación más adecuada para verter la caca y el pís de la ciudadanía que el foso. No haré más comentarios sobre eso, porque la foto habla por sí misma. Dudo mucho que alguien de Vila do Conde me lea. De hecho, y a pesar de que el blog está inicialmente dedicado al patrimonio portugués, entra muy poca gente del país vecino. Curiosamente, tengo más visitas del Reino Unido, Alemania o incluso Rusia que de Portugal. Pero me gustaría que algún vecino de por allí leyese esta entrada y viera el pésimo efecto que produce el desafuero cometido.

En fin, dilectos lectores, ya sabéis lo que os podéis encontrar si decidís visitar Vila do Conde: una muestra palmaria del más pésimo gusto, una horterada casposa de proporciones piramidales, un atentado incuestionable contra un edificio histórico, un derroche de ensañamiento hacia un bien cultural. Me pueden esperar sentados en Vila do Conde a que vuelva a aparecer por allí. Cojones. Estoy cabreado. He dicho.

Post scriptum: Y para faenón, el que me espera a mi junto a San Fotochó del Píxel Bendito para borrar toda esa morralla infecta y darle a las fotos un aspecto decente. Manda carallo...



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