Que chorrada, ¿no? Acabo de darme cuenta de que he dedicado mogollón de entradas a las partes del castillo, incluyendo algo tan inusual como las letrinas y, sin embargo, no he mencionado en detalle su parte más importante: la muralla. Sí, han sido estudiadas de pasada en lo referente a los tipos de aparejo y tal, pero no tienen, como se merece, entrada propia, así que ahí va eso...
Bueno, ahí vemos una muralla vista en sección. De arriba hacia abajo tenemos:
A: El parapeto, coronado por el almenado. Luego entramos en detalle sobre esta parte.
B: El paradós. Según todas las definiciones que se dan del mismo, era un pequeño pretil destinado a impedir que los que circulan por el adarve se cayesen, así como a servir de protección a la guarnición en caso de ver el patio de armas invadido por el enemigo. Ambas cosas creo que son una chorrada de esas que, a base de repetirlas, se toman como artículo de fe. Me explico: para impedir que alguien se caiga, y más en pleno fragor del combate, hace falta algo más que un pretil de 30 ó 40 cm. de altura, que son los que se suelen ver. Y en cuanto a lo de servir de protección, pues haría falta mucha más, y si el defensor tiene que tirarse al suelo para no verse alcanzado, poco va a poder combatir. Así pues, más me inclino a pensar que el paradós era en realidad, en función a su escasa altura, la base para instalar una barandilla de madera que, obviamente, nunca ha llegado a nosotros por ser un material perecedero. O sea, la base de una balaustrada fabricada con madera más o menos trabajada, que sí que impediría costaladas desde lo alto de la muralla. Porque el riesgo de caída no solo estaba presente en combate, sino simplemente al hacer la ronda de noche. Un mal paso y centinela descalabrado.
C: El archimanido adarve, término procedente del árabe ad-darb, que significa el sendero. Generalmente, iban ensolados con losas de piedra y, mayormente, con ladrillos de adobe. En algunos se pueden ver aún vertederos o canalizaciones, bien de barro, bien de piedra, que, aparte de desaguar el agua de lluvia de los mismos, la conducía hasta el o los aljibes de la fortificación.
D: Pasadizo. Es un elemento poco habitual, pero que podemos ver en algunos castillos. Por citar algunos que he visto personalmente, el de Burgalimar, en Baños de la Encina (Jaén), el de Medellín (Badajoz) y en los de Ourèm y Vila Viçosa (Portugal). En los casos que conozco carecen de aberturas que delaten su presencia al exterior y, en tres de ellos, Medellín, Ourém y Vila Viçosa, también hacia el interior. Eran generalmente usados para comunicar de forma secreta diferentes partes del recinto. Sus accesos se solían realizar desde torres o lugares ocultos, de forma que la guarnición podía moverse sin ser vistos en caso de verse invadidos. Aunque, como digo, no es un elemento habitual, no quería dejar de mencionarlo porque se puede uno topar con alguno de estos pasadizos y no saber para qué servían.
E: Talud o rebotadero. Este elemento ya ha sido estudiado, así que no es plan de repetirme.
F: La zapata de sillería que sirve de base a la muralla.
G: El relleno.
H: Los paramentos.
Vamos pues a centrarnos en los parapetos, que es lo que menos se ha estudiado. Su espesor suele rondar entre los 40 cm. y los 50 cm., o sea, media vara de la época ( aprox. 84 cm. dependiendo de la zona) o un codo árabe (entre los 47 y los 53 cm., también dependiendo de la zona). En muchos de ellos veremos aspilleras abiertas en el mismo, con un acusado derrame hacia abajo para cubrir al máximo posible el ángulo de tiro inferior. En cuanto al almenado, insistir una vez más en que la almena es el hueco entre dos merlones. Así pues, cuando nos referimos al "almenado" podemos hacerlo en referencia al conjunto de almenas y merlones, pero también podríamos decir "merlonado" o "merlatura".
El término almena es una mezcla del árabe y el latín. Los moros, en este caso, adoptaron el término latino y se limitaron a añadirle el artículo "al", para poner después la palabra latina "minae", amenaza. O sea: que almena significa la amenaza. Y ciertamente lo era, porque desde ella te podían escabechar de un virotazo. En cuanto al término merlón, proviene del italiano "merlo". Es un término medieval, así que puede que fuese adoptado en esa época, y que anteriormente se diese el nombre de almena a todo el conjunto, tema este que es objeto de profundos debates entre los aficionados a estas cuestiones, que no se aclaran qué fue primero, si la almena o el merlón, y como deben denominarse empleando la más pura ortodoxia castellológica. En cualquier caso, actualmente se llama almena al hueco entre dos merlones y santas pascuas. Añadir que los italianos los diferenciaban en dos tipos: el merlón güelfo, que es el típico merlón en forma de prisma cuadrangular, y el gibelino, formado por dos merlones gemelos unidos entre sí. Vamos a ver los más habituales en la Península. Ojo, hay castillos que los tienen, digamos, con un diseño exclusivo, por lo general los edificados o reformados a finales de la Edad Media. A esos no haremos referencia tanto en cuanto no se ciñen a los patrones habituales.
Ahí tenemos el más habitual: un merlón con forma de prisma cuadrangular. Es la tipología más antigua de Europa, ya usado por los romanos en sus fortificaciones. Su fábrica puede ser de cualquier material: sillería, mampuesto, ladrillo o tapial. El espacio de la almena, o sea, el hueco entre ambos, viene a ser generalmente de la misma anchura que el merlón.
En las esquinas van dos merlones juntos formando un ángulo, por lo que, en el interior, cada lado tendrá la anchura de medio merlón.
Los árabes no implantaron la merlatura propia de su tierra original, sino que adoptaron el anterior, en muchos casos coronándolos con capuchones en forma de pirámide cuadrangular más o menos alta. En todo caso, esta tipología la podemos ver en fortificaciones de uno y otro bando, y de cualquier época por ser, aparte de eficaz, más fácil de construir.
Conviene observar los vertederos ubicados en cada almena, destinados a impedir que se acumule el agua de lluvia y se filtre en el material. Aunque no lo parezca, estos edificios acusaban mucho la acción de los agentes meteorológicos, y la humedad, el frío y los cambios bruscos de temperatura les hacían más daño de lo que imaginamos. Añadir que en muchos castillos góticos se adoptó esta merlatura, con piezas más altas y el capuchón sobresaliendo por todas las caras.
Este tipo de merlón podemos verlo formando parejas, como aparece esa ilustración. A la izquierda vemos como quedan totalmente unidos, aprovechando su anchura para instalar una aspillera. A la derecha, separados con una abertura central. En los castillos góticos podemos verlos con n remate esferoidal coronando cada capuchón.
Ahí tenemos otro tipo de merlón, propio de fortificaciones románicas. Se trata de merlones fabricados siempre con piedra, formando un prisma triangular. Esta merlatura daba pie a un parapeto de menos espesor de lo habitual si bien, por la resistencia del material con que estaban construidos, era un mal menor. Este tipo de fábrica no usaba argamasa, con lo que los sillares reposan por su propio peso sobre el parapeto. Así que mucho ojo con apalancarnos en alguno a la hora de hacernos la foto molona, porque si se desprende nos vamos al suelo con el merlón de compañía. Por cierto que esta tipología también podemos verla en forma de dos unidos, quedando un ángulo vacío entre el coronamiento de ambos.
A continuación, tenemos otra tipología, consistente en un merlón con el cuerpo mucho más ancho que lo visto hasta ahora. El remate consiste en una superficie con derrame hacia el exterior, quizás para escupir hacia fuera cualquier proyectil que impactase en esa zona, impidiendo así que cayera al adarve. También pueden ir coronados con un remate prismático rectangular, como se ve en la ilustración derecha.
En este caso, también aprovechando su anchura, se abren en ellos troneras de cruz y palo y aspilleras.
Finalmente, ahí tenemos el merlón típicamente árabe en forma de cola de milano y que, curiosamente, veremos con mucha profusión en las casas solariegas y cortijos andaluces, así como en los tejados de muchas iglesias de Andalucía. Supongo que lo usarían por ser más decorativo... En todo caso, no es una merlatura habitual ni siquiera entre las fortificaciones árabes, usando estos casi por norma el tipo romano o el prismático rectangular coronado por un capuchón piramidal.
Bueno, creo que no se me escapa nada. Como colofón, concretar lo siguiente:
1: En una misma fortificación podemos ver diferentes tipologías, debido por lo general a reformas acontecidas a lo largo del tiempo, y en la que se usaron las que en aquel momento estaban más de moda entre los alarifes de turno.
2: Tanto en parapetos como en merlones es habitual ver aspilleras y/o troneras. En muchos casos, al igual que se ha comentado en el punto anterior, fruto de reformas.
3: Puede que a veces os haya extrañado ver algún castillo en bastante buen estado pero carente por completo de parapetos en sus murallas y torres. Generalmente, esto era debido a que, aún en la Edad Media, fueron desmochados. El desmochado era una práctica habitual por parte de la corona cuando temía que un castillo cayese en manos enemigas, o bien como castigo a algún noble que se había pasado de la raya. De esa forma, el castillo quedaba totalmente indefenso, ya que su guarnición no tenía donde resguardarse en caso de un ataque. Alguno pensará que, con reconstruir los parapetos, estaba todo solucionado. Cierto, pero si un noble se atrevía a eso, ya podía hacerse fuerte de verdad en el castillo de turno, porque si el castillo caía en manos de la hueste regia, su cabeza no valdría ni un mísero pepión. Por otro lado, que nadie piense que un parapeto con su merlatura se reconstruía en dos días. Y si la corona recibía aviso de que se contravenían sus sentencias, en pocos días se personaba un enviado de la curia regia acompañado de una mesnada para meter en cintura al rebelde. O sea, que no era habitual porque nadie quería dejar de sentir el agradable peso de su cabeza sobre los hombros.
Bueno, ya me he enrollado bastante...
Hale, he dicho
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