No, esto no va de linajes ni nada así. El apellido era una acción bélica cuya etimología, procedente del latín APPELLITVM, ya nos da un indicio claro de qué va la cosa: llamada, proclama. Alfonso X expuso con claridad meridiana lo que era el apellido en la Ley 24 de la 2ª Partida, diciendo que "...quiere tanto dezir como boz de llamamiento que fazen los omes para ayuntarse e defender lo suyo quando resciben daño o fuerça". Resumiendo, era una llamada a las armas que se llevaba a cabo cuando una cabalgada enemiga irrumpía en el territorio, la cual se realizaba con todos los medios disponibles: toque de añafiles y cajas, campanas, ahumadas desde las atalayas cercanas, etc.
Esta llamada a las armas era inmediatamente secundada por todos los hombres disponibles, tanto civiles como militares, ya que se trataba de impedir a toda costa que el enemigo se saliese con la suya en la cabalgada de turno, que no era otra cosa que robar ganado, apresar a las gentes para esclavizarlos o pedir rescates y, en definitiva, hacer el mayor daño posible. Cualquiera que me lea pensará que vale, que el apellido era la respuesta a la cabalgada y sanseacabó. Pero no. Esta acción de guerra de curioso nombre tenía ciertas connotaciones de tipo legal que dieron lugar a no pocas controversias entre apellidadores, o sea los componentes del apellido, y los vecinos que, ansiosos, esperaban verlos de vuelta con el botín recuperado. Veamos de qué iba el tema, porque es asaz curioso...

Y para complicar más la cosa, si los apellidadores se veían obligados a pernoctar fuera del territorio en la persecución, lo que obviamente conllevaba un riesgo añadido, tenían derecho a quedarse con todo lo recuperado para más satisfacción propia y mayor cabreo por parte de los vecinos, que veían que tanto les daba que los enemigos se hubiesen largado con el botín como que los apellidadores volvieran con sus ganados, pero con la propiedad de los mismos cambiadas de manos.

Alfonso XI intentó acabar con estas situaciones con la aplicación del "Fuero de las Cabalgadas" o "del Emperador" (por estar atribuido a Carlomagno), a fin de que quedara bien clara la diferencia entre apellido y cabalgada que tantos quebraderos de cabeza y tantos pleitos generó. En cualquier caso, los abusos y las trolas perduraron hasta el siglo XV, o sea, cuando no quedaron moros que emprendieran cabalgadas y hubiera que organizar apellidos para repelerlas.
En la próxima entrada, como digo, se hablará de dichas cabalgadas y de las represalias con lo que, con todo junto, se tendrá una mejor comprensión sobre estas peculiares acciones de guerra.
Hale, he dicho
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