En esto también hay teorías para todos los gustos, como no podía ser menos. Ciertamente, no deja de ser curioso que todos los ejércitos del mundo, que al cabo son un reflejo de los occidentales, saluden más o menos de la misma manera, llevándose la mano a la visera de la gorra o el casco con la palma orientada hacia abajo o hacia adelante, dependiendo del país. Sólo los polacos lo hacen de otra forma: en vez de colocar la mano plana, la cierran sacando solo los dedos índice y corazón, como cuando los curas dan la bendición.
En cualquier caso, las dos teorías que aporto son bastante dispares, más una producto de mis deducciones, así que cada uno crea la que prefiera. Total, no hay forma de averiguar al 100% la verosimilitud de cada cual...
La más antigua se remonta al ejército romano. El cine (como no) nos ha mostrado como los legionarios saludaban a sus mandos de mil maneras, si bien casi siempre incluyendo el brazo estirado o dándose un golpe, bien con el puño, bien con el canto interno de la mano, en el pecho. Hay quien dice que el saludo fascista (que es más antiguo que el nazi) proviene de ahí, en el empeño de Mussolini de volver a las añejas glorias imperiales. Hasta copió los lictores, pero eso es otra historia. Sin embargo, algunos autores afirman que, en realidad, los legionarios saludaban exactamente igual que los militares modernos, o sea, llevando la mano de canto al borde de la GALEA. Se basan en algunas representaciones escultóricas en las que aparecen legionarios en esa actitud, especialmente en los relieves de la tumba de un tal Tito Flavio Mikkalos, o en un altar dedicado a Lucio Domicio Ænobarbo que se encuentra en el Louvre. Ahí abajo dejo tres imágenes que son ciertamente bastante elocuentes. En las tres, la posición de la mano es similar, y siempre usan la derecha, cosa lógica si se tiene en cuenta que la izquierda sujeta el escudo.
Son muy ilustrativas, ¿no? La cosa es que el saludo con el brazo estirado era en realidad un saludo de origen germánico, que daba a entender que se venía en son de paz y sin armas en la mano. Bueno, esa es una de dichas teorías y, a la vista de los testimonios gráficos que nos ha legado el pasado, no es ciertamente nada descabellada.
La otra es más reciente, concretamente medieval. En ella se dice que el saludo de marras tiene su origen en la costumbre de los caballeros, durante los torneos, de hacer un gesto ante la dama de sus anhelos poniendo la mano ante los ojos, como simulando que su belleza los deslumbraba. Al pertenecer estos hombres a una casta militar, dicho gesto acabó convirtiéndose en una salutación. En honor a la verdad, esta teoría me parece más traída por los pelos tanto en cuanto no hay representaciones gráficas que la muestren en situaciones castrenses, como hemos visto en el caso de los romanos. En la Edad Media, el saludo hacia alguien de un rango superior consistía en una reverencia, ya fuese en el ámbito civil o militar. Ni siquiera hay constancia de la existencia de ese tipo de saludo en ejércitos modernos, como los Tercios.
En cualquier caso, es a partir del siglo XVIII cuando se generaliza esa costumbre, que más bien parecía ser un gesto de sujetarse el sombrero para hacer una reverencia sin que se cayera. Esta última teoría es de cosecha propia y, aún a costa de pecar de inmodesto, se me antoja bastante creíble. Y se me antoja creíble por tres motivos, a saber: por un lado, si verdaderamente era un saludo romano, ¿cómo es que no trascendió en el tiempo, y fue rescatado 1.800 años más tarde? Por otro, hace 300 años no se conocía más que una ínfima parte de los restos de la antigua Roma que se conocen hoy día. Ya sería casualidad que hubiera algunos donde se apreciase el gesto de saludar y que, encima, lo asociasen con un saludo militar. Y finalmente, recordemos que los sombreros de tres picos al uso en la época, colocados sobre pelucas empolvadas, debían ser susceptibles de caerse con facilidad si uno se inclinaba sin sujetarlo, por lo que ahí sí tendría lógica que, al irse dejando de lado la costumbre de la reverencia, perdurase el gesto de sujetar el sombrero para, con el tiempo, convertirse finalmente en el saludo militar que conocemos todos. Y como corroboración final: ¿no perdura aún el gesto, entre los hombres que llevan sombrero, de llevarse la mano a la ala del mismo al saludar?
En fin, que cada cual tome por buena la que prefiera.
Hale, he dicho
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