martes, 6 de marzo de 2012

Mitos y leyendas: Las terroríficas balas Dum-Dum



No creo que haya mucha gente que no haya escuchado alguna vez esa denominación y sus siniestras connotaciones y, si alguien pregunta, los "expertos" de turno inmediatamente te informan que eran unas demoledoras balas explosivas que inventaron los malvados alemanes. Bueno, pues ni eran explosivas ni las inventaron los alemanes. Es otro de los muchos mitos y leyendas que circulan desde tiempos inmemoriales y que, por norma, la mayoría dan por ciertos. Veamos de qué va la cosa...

Antes de nada, el nombre. Dum-Dum es una población hindú cercana a Calcuta fundada en 1783  en la que los ingleses tenían un arsenal e industria metalúrgica a finales el siglo XIX, en pleno apogeo de su imperio victoriano. En dicho arsenal estaba destinado el entonces capitán de la Artillería Real Neville Sneyd Bertie-Clay, el cual creó un cartucho con munición expansiva pensando, como hicieron los yankees cuando desarrollaron el .45 ACP, en dotar a las tropas de una bala capaz de hacer mucho más daño que una convencional debido al fanatismo de los rebeldes con los que se solían enfrentar, generalmente hasta las cejas de drogas de todo tipo y a los que un balazo normal ni los inmutaba. Así, en 1896, se creó el cartucho modelo Mk. II en calibre .303 British para el fusil Lee-Metford reglamentario en aquel momento, el cual podemos ver en la foto de la izquierda. Su estreno tuvo lugar en las expediciones llevadas a cabo en Chitral y Tirah durante los años 1897 y 1898.

Y, curiosamente, los alemanes no solo no la inventaron, sino que incluso denunciaron ante la Conferencia de la Haya ese tipo de munición por considerarla inhumana, a lo que los ingleses replicaron que sí, que vale, pero que los sikhs tenían muy mala leche y que eso era lo que había. En todo caso, su uso quedó proscrito en 1905 en los campos de batalla occidentales o, al menos, las de fabricación convencional, porque trucos para convertir una bala blindada reglamentaria en expansiva hay bastantes. Sin embargo, los ingleses siguieron haciendo uso de esa munición, según informaba ese panfleto alemán de la Primera Guerra Mundial en el que da cuenta del hallazgo de la misma en Longwy (Francia). En el mismo aparecen fotos de la munición normal, la expansiva, y un envoltorio para 8 cartuchos de munición.

Ante esto, el "experto" levantará las cejas, asombrado al ver que su hipótesis sobre la autoría de esta munición acaba de derrumbarse. Pero insistirá rotundo afirmando: "¡Sí, pero era explosiva!". Pues no, tampoco. De hecho, no se ha fabricado nunca munición explosiva para calibres de arma corta o larga. Otra cosa son las municiones para artillería antiaérea, o la que usan los cañones que arman los aviones de combate. Pero eso no viene al caso. La cuestión es que la Dum-Dum era expansiva, y es de donde procede la actual munición de caza mayor en sus infinitas variantes. ¿Y en qué consiste eso de la expansión? Pues es bastante fácil: si tomamos una bala normal, vemos que está enteramente recubierta por una capa de latón, cobre, cobre-níquel, o cualquier otro material que impida su deformación cuando impacta sobre un ser vivo. Producen heridas más o menos limpias, sin grandes destrozos salvo que toque hueso y se fragmente. Sin embargo, la munición expansiva está pensada para que al impactar se deforme en forma de hongo (véase foto superior), con lo que se consiguen dos cosas, a saber:

1: Que la energía cinética del proyectil sea cedida al blanco, con lo que el traumatismo provocado por el impacto aumente notablemente sus efectos.

2: Que al deformarse, los destrozos causados en el organismo sean infinitamente peores que con una bala normal, pudiendo incluso separar un brazo del tronco o dejarlo en tan mal estado que solo cabría la amputación del mismo.

En fin, algo bastante desagradable. En todo caso, las municiones de guerra actuales compensan ese efecto de expansión con unas velocidades que casi duplican las de la munición al uso hasta hace pocas décadas, dando lugar a lo que se conoce como "efecto hidráulico" que, por abreviar y no venir a cuento, diré solo que produce el mismo efecto que si metemos un corcho a presión en una probeta llena de líquido: revienta. La secuencia de fotos de abajo mostrará con más claridad de qué va la cosa:




Todo sea para matar más y mejor, especialidad extremadamente desarrollada entre los humanos desde que Caín hizo uso de algo tan simple como una mandíbula de asno para apiolar al iluso de su hermano.

Bueno, espero que haya resultado esclarecedor en tema, y que dejen de culpar a los malvados germanos de la creación un invento puramente inglés. Como cierre, ahí dejo un ilustrativo grabado de la época en el que se puede ver el efecto de una bala normal en un cráneo humano y, debajo del mismo, el de una Dum-Dum. Acojona, ¿eh?

Hale, he dicho...