Rarito, ¿verdad? |
Piotr Ivánovich Shuvalov (1710-1762) en el cenit de su gloria. Su brazo reposa en un cañón como clara referencia a su vinculación con estas armas tan resolutivas |
Mavra Yegorovna Shelepeva (1708-1759) |
Imperatritsa i Samoderzhitsa Vserossiskaya Elizavéta Petróvna Romanova, dicho en cristiano católico, la emperatriz y autócrata de todas las Rusias Isabel I (1709-1761) |
Planos del "obús secreto" junto a los distintos tipos de munición que disparaba. |
Ojo, Shuvalov no inventó la paella porque se conservan piezas datadas en fechas anteriores basadas en el mismo principio si bien estaban concebidas para disparar pelotas convencionales, lo que no quita que, llegado el caso, se pudiera usar metralla. Esta peculiar pieza que vemos a la derecha y que se conserva en el Museo Histórico de Artillería, Ingenieros y del Cuerpo de Señales de San Petersburgo, aparece catalogada como cañón experimental de hierro fundido de 3 libras, y se fabricó en Olonets en 1722, o sea, cuando nuestro probo trepa apenas contaba con 12 años. El cañón, que tiene el ánima con la misma forma que la boca, se cargaba tres pelotas de 3 libras envueltas en una pieza de lino colocadas sobre una bandeja de madera. La verdad es que el invento no tiene mucho sentido ya que su única peculiaridad radicaba en la posibilidad de disparar tres proyectiles al mismo tiempo, cosa que se podía hacer, y con mayor cantidad de proyectiles, con un cañón convencional cargado con una pollada. En todo caso, lo que sí parece claro es que este chisme se quedó en fase experimental y santas pascuas.
Comparativa del radio de acción de un cañón normal (arriba) y el producido por el obús de Shuvalov (abajo) |
Una de las piezas que se conservan. Obsérvese su recargada decoración |
Vista trasera que nos permite apreciar la cuña y, señalada con una flecha, la ubicación de la pequeña concha donde se encontraba el oído |
Vista en sección de los dos tipos de ánimas. En la figura superior vemos la del modelo de 1753 con la recámara cilíndrica, y debajo la del modelo de 1758 con la recámara cónica |
Una vista general que nos permite ver la pieza completa con su cureña |
A pesar de los elogiosos informes que se fueron redactando en las diversas acciones en las que los obuses secretos tomaron parte, la realidad es que su eficacia era similar a la de los cañones normales. Un bote de metralla disparado por una de estas piezas eran tan letal como si lo disparase un cañón mondo y lirondo o un unicornio, otro invento de Shuvalov que, en esta ocasión, si se mostró notablemente superior a otras piezas de la época. Pero no mezclemos churras con merinas, que de los unicornios ya hablaremos otro día. La cuestión es que, como decimos, el obús secreto no aportó nada en realidad, y su elevado costo de producción, la lentitud de su recarga, sus limitaciones respecto a los tipos de munición que podía disparar así como lo complejo de su fabricación hicieron que fueran quitados de en medio en el momento en que el probo trepa entregó la cuchara en 1762, apenas diez días después de su querida imperatritsa. Eso sí, en agradecimiento por los servicios prestados, el nuevo zar lo nombró mariscal de campo, siéndole llevado el bastón de mando propio de su rango al lecho del dolor para que palmase contentito. Con todo, Shuvalov había previsto que sus queridos y arcanos obuses fueran también desplegados como artillería de plaza en las fortificaciones que defendían las fronteras, así como la fabricación de diez unidades para dotar las fortificaciones de Siberia.
Por cierto que, a pesar de que el prusiano se había cachondeado vilmente de los obuses parece ser que intentaron hacer algo similar, como se puede ver en este ejemplar que se conserva en el museo de San Petersburgo si bien se asemejan más al cañón experimental que vimos al principio ya que toda su ánima es rectangular con un calibre de 5x4 pulgadas. En la decoración del primer cuerpo queda clara su procedencia: en el centro vemos el anagrama del monarca prusiano, FR, Fridericus Rex, y sobre el mismo el lema que se aprecia en la cartela, VLTIMA RATIO REGIS (El último argumento de los reyes), aforismo que adoptó inicialmente Luis XIV y, más tarde, Federico de Prusia, que ordenaron que en las piezas fundidas durante su reinado apareciese esta frase. En las fotos podemos ver el aspecto de la criatura. En la imagen de la derecha aparece el anagrama regio, así como el lema anteriormente citado. La flecha señala un tetón perforado donde se fijaría una llave de chispa para disparar el arma.
Y aún hay otro pseudo-obús secreto que, por lo que vemos, era un secreto a voces. En este caso se trata de un ejemplar que se conserva, magníficamente por cierto, en un museo de Copenhague del que solo se ofrece una escueta información: está datado en 1700, lo que creo se trata de un error, y que es un modelo experimental de 3 libras, o sea, lo mismo que el cañón de ánima rectangular que vimos al principio. Colijo pues que más bien se trata de una versión de esa pieza que, como comentamos, estaba destinada a disparar andanadas de tres proyectiles cosa que, por cierto, ya se hacía desde mucho tiempo antes en los cañones normales simplemente superponiendo tres pelotas delante de la carga de proyección.
Otra vista en primer plano de la boca de fuego |
De izda. a dcha., Fermor y Saltykov, los dos probos quejicas que le echaron valor al enfrentarse al todopoderoso Shuvalov |
Bueno, hijos míos, ya me he enrollado bastante. Y aprovechen para dejar a sus cuñados in albis con lo de estos obuses, porque me juego una caja de Vega-Sicilia Único de la añada que prefieran a que no saben una papa sobre este tema, así que leña al mono.
Hale, he dicho
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