lunes, 2 de mayo de 2022

VIVIR DE LA SOLIDARIDAD

 

Vivir de la caridad es un oficio antiquísimo que hoy se ha convertido en todo un entramado empresarial que mueve miles de millones en todo el mundo sin que los verdaderos menesterosos se enteren siquiera de que están siendo usados como mera carnaza para que los granujas de turno se forren gracias a ellos

Una VENATIO en la que el EDITOR se gastaba un pastizal para
ganarse el favor del pueblo. Del éxito de una de estas movidas
podría depender la obtención de algún cargo importante

El ser humano es tanto o más manipulable que un macaco al que premian con un puñado de cacahuetes si, a cambio, hace una pirueta. De hecho, los poderosos y algunos no tan poderosos siempre han recurrido a la manipulación para alcanzar objetivos que, en condiciones normales, serían imposibles por lo intolerable de los mismos. Tenemos mogollón de ejemplos más antiguos que el hilo negro. Los romanos manipulaban al personal una cosa mala para crear estados de opinión entre la plebe y decantar unas elecciones, eliminar a un enemigo político o perpetrar algún pequeño genocidio acusando a los practicantes de tal religión o los miembros de tal raza para que la masa furibunda se encargase de hacer el trabajo sucio, o sea, levantarse en armas y liquidarlos a todos. De no haber sido mediante la manipulación, cualquier romano con dos dedos de frente se diría que por qué había que eliminar a los cristianos cuando ellos eran los primeros en aceptar cualquier religión foránea. Por la misma razón, cualquier ciudadano medieval se preguntaría por qué había ido con sus cuñados a quemar la judería con los judíos dentro y que, gracias a ese avenate provocado por algún poderoso endeudado hasta las cejas, él ya no tendría a quién pedir prestado si la cosecha se la arrasaba el pedrisco o se le morían los gorrinos por alguna enfermedad. En fin, la lista de manipulaciones sería tan larga que, si pudiéramos caminar sobre ellas, llegaríamos a Marte echando un paseo. ¿Que qué tiene que ver la solidaridad con la manipulación? Pues todo. Veamos...

¿Les suena el careto imberbe de ese sujeto? Es un tal Hossein Shahbazi, y les habrá aparecido en mogollón de pantallazos solicitando las firmas de los probos y generosos ciudadanos para impedir que sea ejecutado por la implacable justicia de los ayatolás. Bueno, relacionar el término justicia con esa caterva de orcos con turbante se me antoja un oxímoron, pero según ellos son extremadamente justos ya que se basan en los dictados de su profeta. Bien, la cosa es que llevan varios años pidiendo firmas para impedir su ejecución, como si a los ayatolás les importase un soberano carajo que unas decenas de miles o, ya puestos, millones de occidentales les pidieran no ser tan justos. Para exhortar a la firma, te añaden un aviso diciendo que la ejecución está prevista para el día 25 sin especificar de qué mes o incluso de qué año, porque pasan los días 25 y no ocurre nada.

Otro caso similar es el de esa sonriente ciudadana que también es bastante conocida en los pantallazos de la famosa ONG. Se trata de Nasrin Sotoudeh, una abogada iraní también víctima de los justos ayatolás que ha sido condenada a 30 años en la trena y a recibir 148 latigazos, ni uno más ni uno menos. Bueno, pues llevan años esperando a darle los latigazos, porque siempre piden tu firma para que los ayatolás dejen el látigo en el latigario. Sin embargo, es de todos sabido que esos seres de luz de la religión de la paz no son precisamente dados a dilatar el cumplimiento de sus sentencias, y menos las que conllevan un castigo físico que se administra en público para mayor humillación del reo y mayor adoctrinamiento del pueblo, a los que deben dejar claro que, aparte de no haber nadie más grande que Alláh, éste se encarga de que los malvados que pecan contra sus mandamientos lo tenga crudo. ¿Qué tampoco ven que tenga nada que ver lo de vivir de la solidaridad con abogar por unas víctimas del fanatismo islamista? Bueno, prosigamos...

Fotos hábilmente montadas para emitir un mensaje que calará en
los corazones más impermeables. ¿Quién se resiste a la sonrisa de
un crío? ¿Quién podría obviar su miseria? Lo malo es que ese
mensaje no lo emite el crío, sino el granuja que trinca pasta gracias
a la miseria del crío

Hace ya bastantes años, cuando en la caja tonta empezaron a proliferar los anuncios de las ONG's pidiendo eso de apadrinar a un niño, un familiar me exhortó a sumarme al padrinazgo alegando que por 6 míseros euros mensuales un crío tercermundista podría pasar a ser segundomundista como poco. Repliqué que solo con el costo de la campaña publicitaria- rodaje, anuncios a todas horas, etc.- podrían alimentar a mogollón de críos, por lo que era obvio que aquello sonaba a montaje. Naturalmente, fui acusado de inmediato de cicatero, de insolidario y de ignorante, porque las cadenas televisivas no cobraban nada a las ONG's por la publicidad (falso, por supuesto), y el guaperas cachas y generoso que salía en el anuncio limpiando los mocos a un negrito no era un actor, sino un miembro de la organización que, gentilmente, prestaba su físico para obtener más donativos, quizás de señoras más proclives a ser generosas con un sujeto tan apuesto. A los hombres, como somos más duros de roer, no nos tentaron con una donosa activista que ablandara nuestros graníticos corazones.

Por 2.000 pelas (12 €) mensuales te garantizaban un lavado de conciencia.
Lo que nunca decían era qué porcentaje de las 2.000 pelas llegaba al
negrito de la foto

Al cabo de varios meses, el citado familiar me plantó ante mis augustas barbas una foto de un nene supuestamente peruano con una cara de pena que daba ídem para causar más ídem de ídem. La foto venía acompañada de un texto tipo circular informativa donde explicaba que se llamaba fulanito, que le estaba muy agradecido y, como obsequio, le adjuntaba un dibujo de una casa de colores. Yo, como soy un miserable que solo disfruta arruinando las ilusiones del personal, le dije que reparase en algunos detalles como, por ejemplo, que el texto no estuviera escrito a mano por el apadrinado, que la foto podía ser la misma que habrían recibido varios cientos de padrinos o, mejor dicho, primos más, y que en cualquier colegio se podrían recolectar miles de dibujos en una mañana premiando a cada crío con una bolsa de chucherías por hacerles el trabajo. Está de más decir que el familiar exigió mi lapidación inmediata, pero como nadie le secundó pues se tuvo que chinchar. Con todo, a pesar de sus vehementes protestas colijo que mis razonamientos le debieron hacer mella en su generoso ánimo, porque al cabo de una temporada le pregunté por su apadrinado y me respondió que el tiempo amenazaba lluvia.

Cooperantes que pagan por cooperar. ¿No sería mejor que lo que
pagan lo empleasen para proporcionar alimento y medicinas a los
críos, en vez de enseñarles a cantar el Cumbayá?

Una más. Por aquella misma época, el hijo de un conocido había terminado la carrera y, como está mandado, había enviado cantidades ingentes de curricula a diestro y siniestro sin el más mínimo resultado. A la vista de su éxito tras años dedicados al estudio y a dejar los ahorros del clan bajo mínimos a base de matrículas, libros de texto, etc., se alistó en una ONG como cooperante, eufemismo que se aplica a ciudadanos supuestamente solidarios que, a cambio de un estipendio, ayudan a los parias de la tierra a sobrellevar sus miserias. ¿Qué soy un embustero además de un miserable que disfruta arruinando las ilusiones del personal? Entonces es que el fulano este me engañó cuando me aseguró ante mi pasmada jeta (yo también creía que los cooperantes esos ayudaban gratis) que le pagaban 700 pavos de hace 20 años más el alojamiento, la manduca y los traslados. O sea, 700 pavos limpios de polvo y paja, que para aquella época no es que fuera para tirar cohetes, pero no estaba mal. De hecho, hoy día la mayoría del personal sobrevive con poco más de mil sin que ninguna ONG les pague el monstruoso recibo de la luz o la interminable hipoteca.

¿Van captando ya por dónde van los tiros? La solidaridad se ha convertido en un medio de vida para muchos pícaros que, aprovechando su capacidad como manipuladores, sablean a los dadivosos a base de exprimirles el complejo de culpa que muchos sobrellevan de mala manera por vivir en un país razonablemente próspero por mucho que nuestros abominables políticos se empeñen en llevarnos a la ruina. Además, ser solidario es lo más guay que se puede ser. Un solidario tiene las puertas abiertas en todas partes. Los ayuntamientos les ceden locales para el desempeño de sus actividades, los buitres de los bancos les facilitan atesorar el fruto de sus sablazos e incluso se dejan sablear para deducir impuestos y hasta los gobiernos les dan toda clase de canonjías con tal de no ser señalados como los malvados que se negaron a auxiliar a los negritos hambrientos o a los indios amazónicos acorralados por las implacables empresas madereras. Hoy día, el que es acusado de insolidario lo tiene más crudo que Judas, maldito PER OMNIA SECVLA SECVLORVM por haber vendido a Cristo por 30 siclos de plata que, seguramente, si hubiese regalado a los pobres de Jerusalén no se le habría tenido tan en cuenta su alevosía.

Sí, venga, les dejo que durante un minuto me insulten, me tachen de difamador y se acuerden de todos mis ancestros por afirmar, que no sugerir siquiera, que la solidaridad es al día de hoy un negocio que produce pingües beneficios. Aprovecho para ir a mear, ahora vuelvo...

¿Ya se han desahogado? Yo también. Prosigamos pues...

Agnes en una de sus misiones que, a la vista de las donaciones que
recibía, podrían ser un poco más confortables, digo yo... ¿O no?

Cuando palmó Agnes Gonxha Bojaxhiu, más conocida como Teresa de Calcuta, medio planeta clamó por su inmediata canonización. ¡Santa, santa!, afirmaban sus enfervorecidos seguidores, que exigían al pontificado que se pasase por debajo de la sotana el largo e intrincado proceso de canonización que la Iglesia lleva a cabo para deducir que el candidato a los altares se ha sentado en efecto a la diestra de Dios, y no que está en un jacuzzi con forma de caldera en el puñetero infierno. Sin embargo, varios miembros de la curia, inspirados sin duda por el Maligno, elevaron sus voces protestando por la premura con que se pretendía canonizar a la controvertida monja. En primer lugar, según el Derecho Canónico, uno de los cánones para iniciar el proceso indicaba que debían pasar al menos cinco años tras el deceso del aspirante a la santidad. Y en segundo lugar, y esto fue lo que escoció de verdad al personal, fue que cuestionaron la obra de la buena de Agnes. Más aún, alegaban que en sus misiones no se hacía nada por aliviar o curar a los que acudían a ellas, sino que se limitaban a confortarlos espiritualmente para recibir a la Parca con una sonrisa de oreja a oreja porque cuando estirasen la pata se irían al cielo. Tócate el níspero.

Pero lo peor no era que sus abnegadas beatas se limitasen a contemplar como el personal entregaba la cuchara sin darles siquiera una aspirina, sino que se planteó algo que antes nadie había osado siquiera mencionar: Si esta buena mujer recibía donaciones multimillonarias de todos los acomplejados del planeta y, sin embargo, sus misiones, auténticas casas de la muerte, no ofrecían ningún tipo de atención médica ni personal cualificado que hiciera algo por los enfermos, ¿dónde estaban los millones de dólares que recibía anualmente? ¿A manos de quién o quiénes iban a parar verdaderas fortunas obtenidas por la mediación de personajes como Diana Spencer, que animaba a sus seguidores a sacar la chequera y escribir cifras con varios ceros para ayudar a Agnes en su inconmensurable labor para aliviar al planeta del peso de tanta miseria? Ah... misterio misterioso. 

Clientes-cooperantes de Projects Abroad, una empresa radicada en
R.U. que permite a los acomplejados elegir entre mogollón de destinos
miserables para limpiar sus atribuladas conciencias por unos 1.700
pavos al mes. En ese tiempo te dejan jugar a solidario todo lo que
quieras. De esos 1.700 €, los críos reciben unos 80. ¿Quién se queda
el resto?

Pero lo de Agnes es solo la punta del iceberg. Las ONG's se han convertido en una auténtica industria en la que los generosos con más complejos que un canijo en un concurso de culturistas se dejan la pasta para aliviar sus maltrechas conciencias que, debidamente manipuladas, los hunden en el abismo de la desesperación por haber nacido en un país del primer mundo, pecado original que acosa a los más lerdos del planeta. ¿Saben que han proliferado como hongos las ONG's dedicadas a lo que llaman turismo solidario? Esos cooperantes anónimos que aparecen en algunas ocasiones ni siquiera son de los que cobran, sino que encima pagan por dejarles pasar las vacaciones limpiando culitos de nenes huérfanos, jugando al escondite o haciendo dibujitos a cambio de 1.500 o 2.000 pavos. Sí, no es coña. Pagan lo mismo que lo que cuesta alquilar un apartamento en la playa por irse a aliviar sus conciencias a África o Asia y volver al cabo de un mes con paludismo o malaria con la que presumir ante familia, amigos y demás parientes y afectos. Pero ese pastizal no va a parar a los huerfanitos africanos o los asiáticos, sino a las cuentas corrientes de los pseudo-generosos que organizan esos eventos solidarios. ¿No me creen? Bueno, busquen en la red. Hay información en cantidad sobre ese tema. De hecho, muchos de estos críos ni siquiera son huérfanos, sino retoños de familias pobres que los entregan al orfanato de turno para que, al menos, coman caliente a cambio de hacer el papel de pobre crío abandonado a su suerte y maltratado por la vida. Gracias a su actuación, la ONG que dirige el cotarro se embolsa los donativos de los acomplejados y de los que los pseudo-huérfanos no verán un duro, naturalmente.

La señora negra de la izquierda le deja a la cooperante blanca que
coja a su nene en brazos para sacarse la foto y colgarla en su red
social. Su honor ya está a salvo. A demostrado lo solidaria que es

Pero la cosa no queda ahí. Cuando vuecé pasea por la calle y le asalta un cooperante solicitando un donativo, no crea que es un joven solidario que se quita tiempo de solazarse con sus colegas para hacer una buena obra. No, nada de eso. Son cooperantes mercenarios que curran a cambio de un estipendio para sablear a la gente bajo el escudo protector de cualquier ONG que trabaja afanosamente para erradicar el hambre, el analfabetismo, las enfermedades, la guerra, los cuñados o cualquier otra buena causa. Estas organizaciones han perfeccionado el arte del sablazo con técnicas de mercadotecnia sumamente sofisticadas que permiten manipular a la gente para sacarles el dinero y, también muy importante, sus datos personales y los números de sus cuentas corrientes. Estos datos no son solo usados por ellos, sino que son vendidos a múltiples empresas para bombardearnos a todas horas con maravillosas ofertas. Sí, ya saben, esos que te llaman 8 veces seguidas durante la siesta para que cambies de operador de telefonía, de compañía eléctrica, de gas, etc. Estos pícaros mueven millones a espuertas, y obviamente ganan millones a espuertas de forma que nadie puede acusarlos de estafar a la gente. Total, el que se deja robar no puede denunciar que le han robado, ¿no? Más aún, hasta se han creado empresas que se dedican a asesorar a los creadores de ONG's en el arte de recaudar a base de estimular la compasión de la ciudadanía y cómo reclutar pseudo-cooperantes y adiestrarlos adecuadamente para que desplumen en menos de cinco minutos a los sujetos más correosos.

En fin, criaturas, como ven, vivir de la solidaridad no solo es posible, sino que es bastante recomendable. Basta carecer de escrúpulos, ser un manipulador aceptablemente diestro, viajar un poco en busca de sitios con un índice de miseria adecuado y montar un despachito con las paredes llenas de fotos de niños hambrientos, niñas con burka o crudas escenas bélicas para empezar a recaudar pasta en cantidad. No dudo que haya gente que actúe de buena fe, pero tampoco dudo que muchos, la mayoría quizás, se aprovechan de esa buena fe sin que nadie cuestione sus supuestos elevados principios. No han sido pocos los escándalos que se han destapado ya acerca de directivos y gerifaltes de algunas ONG's bastante famosas, pero al final se corre un tupido velo porque desbaratar el negocio de la solidaridad no beneficia a nadie, empezando por los gobiernos que dan cobertura a estas organizaciones y poder así usarlas como argumento electoral. En resumen, es una auténtica y verdadera mafia, ni más ni menos.

Son, a otro nivel y con técnicas más avanzadas, similares a aquellas pedigüeñas de etnia gitana, antes gitanas a secas, que asaltaban a los píos ciudadanos en las salidas de las misas de 12 con un churumbel en brazos y con la jeta llena de churretes exhortándoles a ser generosos con el crío que pasaba mucha hambre y que muchas veces era prestado por alguna de sus comadres.

-¡Señorito, una limohnita por caridá!- les decía la gitana alargando la mano mientras que con la otra pellizcaba al niño para que llorase y poder así estimular su generosidad-. ¡Ande uhté, que tié carita de marqué! ¡Que mi ninio lleva dó día sin comé!

Y si pasaba de largo, pues le soltaba varias maldiciones calés y, a continuación, se abalanzaba sobre otro ciudadano con jeta de ser más proclive al llanto del nene, que tendría ya el culo lleno de moretones de tanto pellizco.

Bueno, vale de momento. Como la musa sigue en paradero desconocido- igual se ha ido de turismo solidario-, pues ahí dejo esta filípica como testimonio de que sigo en el mundo de los vivos, coleantes y sufridos ciudadanos.

Hale, he dicho

Los mendigos patrios no suelen recibir tantas atenciones por parte de las ONG's. Imagino que es más fácil sacar dinero mostrando un crío canijo que una octogenaria de Móstoles tirada en la puñetera calle

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