El antemuro, término procedente del latín ANTEMVRALE, es, como ya podemos imaginar, una muralla situada delante de la muralla principal como primera línea defensiva. Es también denominado como falsabraga, un galicismo procedente del término fausse-braye, así como barbacana, un arabismo derivado de bäb al-báqqara (puerta de las vacas) si bien este último puede dar pie a ciertas confusiones ya que por barbacana se entiende también a cualquier tipo de fortificación exterior destinada a defender zonas o puntos de importancia, generalmente las puertas y los puentes. De hecho, la palabra pudo ser introducida por los cruzados ya que, por ejemplo, Alberto de Aquisgrán, cronista de la Primera Cruzada, comenta en el Libro IV de su “Historia de Jerusalén” al referirse a sus murallas que tenían un “…ANTEMVRALE QVOD VULGO BARBICANAS VOCAMVS”. Es decir, que los francos empezaron a hacer uso del término barbacana como una forma vulgar del culto ANTEMVRALE, si bien otros autores como Spelman afirmaban que el término fue introducido por los españoles, los cuales lo tomaron de los andalusíes, cosa esta que también entra dentro de lo posible.
Así pues, y considerando que barbacana puede inducir a error
y que con el término antemuro se describe a la perfección este tipo de muralla,
colijo que los apropiado sería usar barbacana para las fortificaciones exteriores
que defendían puntos concretos. Aclaradas las
cuestiones etimológicas, diremos que, en resumen, el antemuro era una muralla de menor
altura destinada a actuar como primera línea defensiva, anulando de ese modo la
acción de máquinas de batir como el ariete, o de aproche como bastidas y
tolenos, y construido a menor altura a fin de no restar visibilidad ni ángulo
de tiro a los defensores situados en el adarve de la muralla principal. Por ello, podremos ver antemuros con torres de flanqueo o, en su defecto, dientes de sierra, así como cámaras de tiro, su parapeto y su adarve y, naturalmente, una merlatura similar a la de la muralla que precede. Un buen ejemplo lo tenemos en la imagen superior, correspondiente al antemuro de la alcazaba de Yabir, en Alcalá de Guaraíra (Sevilla). Como vemos, en este caso no se optó por una torre convencional, sino por unos salientes que facilitaban el flanqueo de la muralla pero que no ofrecían protección por la zaga de forma que, caso de que el antemuro fuese rebasado por el enemigo y este se hiciera con el control de la liza, no pudieran usar la torre para hostigar la muralla, quedando a merced de los defensores de la misma al carecer de cualquier tipo de protección.
El
espacio de terreno comprendido entre la muralla y el antemuro se denominaba
liza y en cuanto a
su morfología, es exactamente igual que la de una muralla normal con la única
salvedad de que, por sistema, siempre será más baja por los motivos detallados más arriba. En cuanto al origen del término, como siempre, nos movemos en las dudas que surgen a raíz de teorías diversas ya que el periodo en que el latín pasó a irse vulgarizando hasta convertirse en las lenguas medievales dio lugar a multitud de variantes que dificultan estos temas. La etimología que ofrece la RAE para esta acepción del término es un galicismo: lice. Sin embargo, me parece más coherente la versión que nos da Almirante, en la que proviene del latín bajo LICIÆ, que era al parecer como denominaban a las empalizadas o barreras que precedían a sus fortificaciones. Para ello se basa en la obra de Charles du Fresne, señor de Canje, "GLOSSARIVM MEDIÆ ET INFIMÆ LATINITATIS", escrita en 1678 y en el que se cita que "...MVRI FIRMATI SUNT LIGNEIS CASTILLVLIS, AC LICIIS". O sea, que la liza era un sólido muro de maderos como si se tratara de un pequeño castillo. Así pues, resulta que la liza sería en realidad el antemuro propiamente dicho si bien, por motivos que desconocemos, pasó a designar la zona comprendida entre estos y la muralla principal.
Hale, he dicho
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