domingo, 5 de febrero de 2023

LOS PEGAJOSOS

 

Si a estos dos gilipollas con el C.I. de un bonobo los hubiesen dejado una semana pegados al cuadro en semejante postura, aparte de tener que estar una temporada acudiendo al fisioterapeuta fijo que se les quitan las ganas de hacer el gamba profanando el patrimonio artístico de la humanidad

En estos tiempos tenebrosos que nos toca vivir, rara es la semana en la que no aparece en los medios de comunicación alguna noticia que nos informa de que dos imbéciles con la sesera convertida en comida para gatos- gatos veganos, naturalmente- han perpetrado la fechoría de moda: arrojar cualquier porquería contra una obra de arte para, a continuación, untarse pegamento en una mano y quedarse pegados a una pared, el suelo o incluso a la obra de arte profanada. Imagino que cualquier homínido dotado de un mínimo de sentido común verá espantado como estos pseudo-redentores de chichinabo pretenden salvarnos de nosotros mismos recurriendo a formas y métodos totalmente inadecuados que, supongo, causarán un gran rechazo social ya que hay muchas formas de hacerse oír sin necesidad de demostrar que, además de comer lechuga, son subnormales.

Dos taradas pegadas a la pared de una sala de la National Gallery
tras arrojar una lata de sopa de tomate a un cuadro de Van Gogh. Por
cierto que igual fue una maniobra de la Campbell para desacreditar
a la Heinz que se usó para perpetrar el atentado

Bien, la cuestión es que no alcanzo a entender cómo se permite existir a estas organizaciones terroristas tanto en cuanto plantean una suerte de fascismo totalitario escondido tras una hipotética voluntad de luchar contra los males que acechan a nuestro vapuleado planeta. Sí, no levanten la ceja que se levanta cuando uno lee algo que le resulta extraño. Reitero: las organizaciones a las que pertenecen estos botarates son terroristas y fascistas ya que promueven su perversa ideología mediante actos de terror- que no solo consiste en matar gente o poner bombas- y obligar a todo el mundo a seguir sus dogmas. El ciudadano Adolf, por poner un ejemplo, se valía de métodos similares cuando plantaba a un fornido SA ante la tienda de un judío. El SA no mordía en la yugular al que quisiera entrar en el establecimiento, pero su intimidatorio aspecto era suficiente para espantar a la posible clientela. Y no se pegaba a la puerta porque le bastaba con pintar una estrella de David en el escaparate sobre la palabra Jude, que por otro lado era más eficaz y más cómodo que verse con la mano pegada bajo los devastadores efectos de un repentino apretón que le obligaría a dejarse el pellejo en la puerta para poder salir pitando en busca de un retrete.

Y no solo hay niñatos tarados, sino ciudadanos maduritos que, en vez
de dedicarse a hacer algo útil, prefieren pegarse a un cuadro de Picasso
para informarnos de que las guerras son chungas para el clima, como
si eso fuera una revelación y como si por pegarse a un cuadro se fueran
a terminar las guerras en el mundo. Hay que ser tonto, carajo...
Pero lo que me resulta más irritante de esta nueva moda no es que cuatro perroflautas pretendan imponernos sus ridículos mantras, sino la condescendencia con que son tratados por las autoridades, que parece ser que los miran como unos inocentes traviesos, unos ilusos con más ideología que mala leche a los que hay que perdonarle sus fechorías porque, total, su causa es salvar al planeta, a las vacas y a las gallinas, para impedir que sean violadas por los gallos y obligadas a poner huevos a todas horas. Si por ejemplo yo, o vuecé, o incluso sus cuñados, dejamos el coche un instante aparcado encima de la acera, como por arte de magia se personará ipso-facto un guardia a multarnos. Hará oídos sordos a nuestras razones, le dará una higa que le expliquemos que hemos parado solo un momento a recoger a la abuela, o que nos hemos bajado solo para recoger la compra del súper. Hemos contravenido la ley y hemos ocupado el espacio destinado a los peatones aunque haga siete horas que nadie pasa por allí. Multazo al canto y mejor retratarse pronto para coger el 50% de descuento por pronto pago. No hemos puesto en peligro la vida de nadie, no hemos intentado destrozar una obra de arte invaluable, pero es el destino de los paganos: pagar.

Horda de pegajosos pegados en la M-30 en plena operación salida
para joderle las vacaciones a probos ciudadanos deseosos de disfrutar
del merecido descanso. Pero como los pegajosos no la doblan, pues
no necesitan descansar. ¿De verdad creen que jodiendo a la gente
normal van a conseguir adeptos a su causa? Juraría que no...
Del mismo modo, si hoy toca pagar un impuesto y se nos va el santo al cielo o, peor aún, estamos tiesos y no podemos hacer frente al sablazo, mañana nos costará un 20% más. Da igual alegar que nos rompimos el menisco tras caernos al cruzar la calle. Da igual presentar un parte de baja que afirme que nos arrolló un tren de mercancías, por lo que no pudimos ir al banco a pagar. Da igual presentar la necrológica del abuelo, en la que dice claramente que palmó el día anterior. Hemos ido más allá del límite legal para pagar y, por ello, nos castigan con un 20% más. Los ciudadanos normales no nos escapamos ni nos pasan ni una. ¿Por qué? Fácil... Tenemos nóminas que pueden embargar, negocios que pueden intervenir, cuentas corrientes que pueden saquear, viviendas que también pueden embargar... Nos tienen pillados literalmente por los cojones, por lo que se ensañan con nosotros porque el afán recaudatorio del estado es de una voracidad increíble, y saben que pagaremos sí o sí si no queremos vernos un día con la jeta desencajada y cubierta de sudor frío al recibir una carta certificada con acuse de recibo de cualquier organismo oficial que nos demanda el pago insatisfecho. Y ojo, ni se nos ocurra amotinarnos un poco y darle dos leches a un guardia o perpetrar cualquier desorden público, porque entonces se nos cae el pelo y no nos mandan a galeras porque hoy día los barcos funcionan con motor, pero nos la meten doblada fijo.

Orcos parisinos haciendo gala de sus elevados principios y su
civismo, que obligaron a intervenir a los antidisturbios para
convencerlos de que sembrar el terror en las calles está muy feo
Sin embargo, estos niñatos siempre se van de rositas. Por un lado, las autoridades prefieren hacer la vista gorda para que sus conmilitones no la líen parda y metan fuego a varios contenedores de basura exigiendo su inmediata puesta en libertad. Por otro lado, la progresía cavernaria y anti-sistema saldrá de inmediato en su defensa alegando que son unas pobres víctimas del malvado capitalismo que se dedica a devorar vacas y violar gallinas. Y, finalmente, ni se molestan en multarlos porque son insolventes y no pagarán jamás de los jamases. Son parásitos sin oficio ni beneficio que no saben lo que es dar un palo al agua, que con treinta y tantos tacos aún viven chupando la sangre a sus progenitores y su futuro es siempre el presente. Por lo tanto, ni pagan ni penan. Así, obviamente, cualquiera saca un tubo de pegamento y se pega a los leones del Congreso ya que sabe que su gamberrada quedará impune.

Pero, pregunto, ¿por qué no se les obliga a pagar con trabajo? Si a uno de estos macacos les obligan a pasar un año levantándose a las 6 de la mañana para currar ocho horas para pagar los destrozos causados, juraría por mis mayestáticas barbas que no sacan los pies del tiesto jamás en la vida. Pero, claro, eso sería considerado como un vil ensañamiento contra estos bondadosos idealistas que destrozan lo que sea para salirse con la suya. En fin, aunque nos rechinen los dientes de justa ira, es lo que hay. 

Sin embargo, observen la foto inferior. A los que peinen canas en cantidades industriales posiblemente les suene...


El fulano que arde envuelto en llamas era Thích Quang Dúc, un bonzo que decidió auto-inmolarse como protesta por las discriminaciones que sufrían los budistas en Vietnam, cuyo mandamás, Ngô Dhìn Diêm, que era católico, favorecía a sus correligionarios a pesar de que a la mayoría de la población le caía mejor Buda que Jesucristo. El 11 de junio de 1963, el bonzo se plantó delante de la embajada de Camboya en Saigón, se sentó en el suelo adoptando la postura del loto y un cuñado lo roció con la gasofa que contenía el bidón que vemos en la foto. A continuación, el mismo bonzo prendió un cerillo y se metió fuego, sin que en ningún momento se le moviera ni un músculo de la jeta, y eso que arder vivo es tela de desagradable. Por cierto, la foto la hizo Malcom Browne, lo que le supuso ganar el premio Pulitzer.

Dos sub-productos cárnicos pretendiendo salvar el planeta a costa
de joder los marcos de las Majas goyescas, y encima pintarrajeando
la pared. El repintado de la misma y la reparación de los marcos dañados
no lo pagan ellos. Lo pagamos Vds. y yo, que quede claro
Bien, el probo bonzo quiso protestar y llamar la atención sobre algo que él consideraba injusto. Pero no puso una bomba, ni se pegó la mano al culo de Diêm, ni siquiera se presentó con una pancarta poniendo en duda la decencia de la madre de Diêm. Se limitó a arder vivo, y ciertamente su protesta llegó a todo el planeta porque nadie se mete fuego como si tal cosa. Obviamente, no pretendo que estos niñatos se rocíen de gasofa porque, aparte de estar carísima, los humos contaminarían una burrada y tal, pero sí podrían hacerse oír de formas más pacíficas y menos dañinas. A mí me da una higa que pasen de comer carnaca, que prefieran los grillos a la brasa a un chuletón de 2'5 kilos o que jamás caten huevos fritos con chorizo de gallinas violadas, pero lo que no me da ninguna higa es que pretendan imponer sus ideas, y más aún contemplar atónitos la impunidad con que perpetran sus desmanes. En fin, creo que no haría falta recurrir a multas que nunca pagarán o trabajos sociales que jamás desempeñarán. Bastaría con dejarlos pegados dos o tres días, meando y cagando in situ, sin agua ni nada que llevarse a la boca. Fijo que tras la experiencia se vuelven feroces carnívoros, odiarán a los gatitos adorables y pisotearán con saña bíblica cualquier grillo o cucaracha antes que pensar en lo ricos que estarían asados con salsa de ortigas.

Bueno, ya me he desahogado y, de paso, he cubierto el expediente porque el ataque de molicie no remite y llevaba ya más de dos semanas sin decir ni pío.

Hale, he dicho

Métodos similares aunque aparentemente distintos- la coacción en este caso- para imponer una ideología que unos cuantos consideran como la única válida, uséase, totalitarismo

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