miércoles, 7 de septiembre de 2011

Partes del castillo: Aspilleras, troneras y buzones





En alguna que otra entrada, aunque muy por encima y de forma somera, he mencionado estas partes, bastante importantes por cierto, de los elementos defensivos de las fortificaciones tanto medievales como los castillos abaluartados de transición. Y como merecen un estudio más a fondo, pues ese será el tema de esta entrada. Comencemos pues...

Las aspilleras o saeteras, como es de todos sabido (supongo), son las estrechas aberturas que vemos en torres y parapetos de todas las fortificaciones medievales. Su morfología permaneció prácticamente inalterable durante siglos, hasta la aparición de las armas de fuego. Como ya se puede suponer, su objeto no era otro que poder disparar a través de ellas con una ballesta ofreciendo un blanco prácticamente ínfimo al enemigo.

A fin de obtener el máximo ángulo de tiro, dicha abertura se abría hacia el interior en sentido horizontal. Es lo que llamaremos "abocinamiento". Esto permitía al ballestero cubrir una amplia zona, cubriendo de flanco la muralla, caso de disparar desde una torre, y varios metros de terreno antes de la misma. Y para disponer también de un mayor ángulo de tiro hacia abajo, tenía el "derrame", o sea, una inclinación con un grado determinado, a fin de cubrir desde lo más cerca posible de la torre a lo más alejado. Los dos croquis nos permitirá entenderlo más fácilmente. En el de la izquierda, podemos ver una hipotética cortina de una muralla cubierta por dos torres de flanqueo, en la que se abren dos aspilleras en cada una de ellas: una al frente y otra en un costado. La zona de la muralla entre ambas torres, en color rojo, sería la zona de máxima concentración de los disparos, ya que se cruzan a poca distancia los de una torre y otra.

O sea, desde ambos lados podrían acribillar a virotazos a todo aquel que se aproximase a la muralla. La zona anaranjada sería la zona frontal de cada torre cubierta sólo por los disparos procedentes de las aspilleras que miran hacia el frente, y la pintada de amarillo sería en la que se cruzarían los disparos entre las aspilleras frontales y las laterales. La zona azul correspondería a los ángulos muertos para esas aspilleras, ángulos que, naturalmente, quedarían cubiertos por los ballesteros situados en el parapeto de la muralla y de las torres, caso de ser las azoteas de las mismas accesibles. En definitiva, no quedaba un solo resquicio donde un hipotético agresor no pudiera ser eliminado por los defensores.

La construcción de estas aspilleras no albergaba ninguna complejidad. Su única variación podía radicar en el material empleado. Abajo tenemos los ejemplos más habituales. El A corresponde a una aspillera abierta en un paramento de sillería. Como se ve, está igualmente compuesta de pequeños sillares. Más básicamente, podría ser una simple abertura entre los mismos sillares que componen el paramento. El B sería una aspillera sobre tapial. Al no ser este un material en el que una abertura tan estrecha permaneciera inalterable mucho tiempo, generalmente se optaba por fabricarlas con cantería, sillería o ladrillo. En este caso, he ilustrado una hecha con sillería. Y el C es una abierta sobre mampuesto. Podría ser, al igual que en el caso de la sillería, una simple abertura sin más en el paramento, o bien con sillería, o con ladrillo. En este caso he ilustrado el primer ejemplo, bastante habitual: una simple abertura en el muro. En definitiva y concluyendo, podremos encontrar aspilleras en torres, parapetos, almenas, e incluso en los muros de las escaleras de las torres del homenaje, apuntando hacia las cámaras, para hostigar desde allí a enemigos que lograsen introducirse. Y en todos los casos, su estrechez, no más de pocos centímetros, hacían casi imposible para los atacantes acertar en una de ellas, abatiendo al que estuviera tras la misma. Quedaría por comentar un tipo más, que se suele ver en Portugal, pero que solo lo ubicaban en los parapetos. Eran unas aspilleras horizontales con muchísimo derrame, buscando más una amplitud de ángulo horizontal que vertical. Mirando a través de ellas, solo permitían disparar a hombres muy cercanos a la muralla, pudiendo crear literalmente una barrera de virotes a escasos metros de la misma a base de fuego cruzado. Bien, prosigamos...

La aparición de las armas de fuego hizo preciso la creación de otro tipo de abertura que facilitase el uso de arcabuces y mosquetes. Hablamos de las troneras. Cualquiera podría decir que las aspilleras valdrían para el mismo fin, ya que una bala de arcabuz podría pasar fácilmente por la misma. Sin embargo, tras haber observado decenas y decenas de troneras de diversos tipos y formas, hay un detalle que me lleva a deducir el motivo del por qué hubo que hacerlas diferentes. Según se muestra en los ejemplos de la ilustración inferior, todas ellas disponen de aberturas circulares más o menos grandes. Dichas aberturas abocinadas hacia dentro por las mismas razones que se explicaron en el caso de las aspilleras. Pero, igualmente, casi todas disponen de una especie de aspillera añadida en la parte superior, en algunos casos en forma de cruz. Esto, al menos en lo que a mí se refiere, carece de sentido para hacer fuego con un arcabuz. La abertura circular sobra para hacer puntería en cualquier ángulo. ¿Qué sentido tendría pues esa abertura superior? A mi modo de ver, en realidad se trataría de una combinación de tronera con aspillera. O sea, el arcabucero hace fuego desde la abertura inferior (generalmente están dispuestas en los parapetos de forma que el tirador casi siempre tendría que estar tumbado o rodilla en tierra), mientras que por la aspillera superior puede disparar un ballestero situado tras él y en posición erguida. Hay que considerar que la aparición de las armas de fuego no relegaron de inmediato al olvido a las ballestas sino que, en realidad, ambas armas convivieron al menos durante doscientos años. Esto que explico es una conjetura mía, que conste, pero es que no le veo otro sentido salvo lo dicho. Pasemos a comentar los ejemplos que pongo, los cuales están basados en troneras reales, que podemos ver en mayor o menor grado en la mayoría de los castillos que visitaremos. Dos concreciones:
1: En todos los casos, estas troneras están labradas en piedra, bien en una sola pieza o en varias.

2: La morfología no es idéntica aunque hablemos del mismo tipo. En esto, como en todo lo referente al tema que nos ocupa, no veremos dos exactamente iguales.
Bueno, al grano...


A: Es la denominada "de cruz y orbe", por tener forma circular (el orbe) y la cruz superior, a modo de símbolo del orbe regio. Son las más habituales. La abertura circular no suele tener por su parte exterior más de 15 ó 20 cm. de diámetro a lo sumo. En este caso, la cruz no actuaría como una aspillera, ni tampoco tendría mucho sentido su uso para hacer puntería. Así pues, me inclino a pensar que dicha cruz era un mero ornato.

B: Similar a la anterior, pero con una cruz de Caravaca. Es mucho más rara de ver. E, igualmente al tipo A, la cruz sería un mero adorno.

C: Esta es la denominada "palo y orbe". Aquí si estaríamos ante uno de los casos comentados antes: una tronera con una aspillera combinadas. Son frecuentes de ver. El diámetro del círculo es similar al del tipo A.

D: Este tipo no es para arcabuces, sino para pequeñas piezas de artillería. Su forma puntiaguda por la parte superior es para permitir que la boca de fuego asome un poco por la tronera. Las bombardas más primitivas, formadas a base de flejes unidos con anillas de hierro, llevaban la última con un saliente puntiagudo a modo de punto de mira llamado "joya". De ahí la peculiar forma de este tipo.

E: Es similar al tipo B, pero con los brazos de la cruz del mismo tamaño. Además, son muchísimo más largas, de más de 1 metro de altura. Este tipo sería otro de los que permitirían al arcabucero abrir fuego tumbado (el círculo queda a pocos centímetros sobre el suelo), y a un ballestero disparar por la aspillera.

F: Son dos troneras de cruz y orbe, pero la superior para un calibre más pequeño que la inferior. Podríamos estar ante un mismo caso que la combinación arcabucero-ballestero, pero en este caso sería mosquetero-arcabucero. (Los mosquetes eran de mayor tamaño en aquella época que los arcabuces).

G: Este tipo sería prácticamente la única tronera "lógica", por así decirlo. Es una simple abertura circular sin más, si bien en este caso, aunque está abocinada por dentro, también hacia afuera. Eso permitiría aumentar aún más el ángulo de tiro.

H: Similar al tipo C, hablaríamos de una variante de la tronera de cruz y palo. Su cometido y dimensiones serían similares.

I: Este es, como el tipo D, una tronera artillera. La muesca superior es también para la joya de la bombarda. Tanto este tipo como el D las veremos en castillos medievales adaptados a las armas de fuego. En los castillos abaluartados veremos buzones, de los que hablaremos a continuación

J: Otra variante más de la de cruz y orbe, pero sin la parte superior de la cruz. Su cometido y dimensiones son similares. Son relativamente frecuentes.

Finalmente, los buzones. Como ya he dicho, este tipo de tronera, casi siempre destinado a piezas de artillería (aunque los había más pequeños, para arcabuces), lo podremos ver en fortificaciones de transición, como la de la foto de cabecera, correspondiente a la cerca urbana de Évora-Monte (Portugal). Su morfología es totalmente diferente a la de las troneras que acabamos de estudiar, siendo de forma rectangular y, al contrario que troneras y aspilleras, el abocinamiento es siempre hacia afuera, en vez de hacia el interior. Y, como todo, tiene un motivo justificado, y es el siguiente: en caso de tener el abocinamiento y el derrame hacia el interior, se dispone de menos ángulo de visión y no permite batir zonas que estén por debajo del nivel de la boca de fuego. En los croquis que aparecen a continuación se verá más claro.

Según aparece en el croquis de la izquierda, con el derrame hacia fuera, la boca de fuego tiene posibilidad de realizar disparos hacia arriba o hacia abajo, incluso por debajo del nivel del suelo donde se asienta la pieza si se la calza por detrás, de forma que incluso puede batir fosos. Sin embargo, con el derrame hacia dentro tal como aparece en el croquis inferior, el ángulo de tiro se ve muy limitado, ya que sería necesario que toda la boca de fuego asomase por la tronera, cosa imposible debido al grosor del muro. Como se ve, casi se podría decir que sólo puede disparar con un ángulo de 0º.

Obviamente, los buzones disponían también de un amplio abocinamiento a fin de darles el mayor ángulo de tiro horizontal posible. La mayoría de buzones que veremos estarán ubicados dentro de los fosos, a fin de batirlos en caso de ser invadidos por el enemigo, y en posiciones casi a ras del suelo. Hablamos de una artillería incipiente, con un alcance eficaz de apenas unos 150-200 metros, por lo que su uso estaba destinado a diezmar a las tropas que se aproximaban a la fortificación. De ahí que, las que estaban emplazadas a poca altura sobre el suelo, su misión consistía en barrer con metralla a los atacantes. Si mal no recuerdo, fue el rey Fernando el Católico el primero que llevó a cabo esta distribución táctica de la artillería de plaza, con unos resultados inmejorables tanto en cuanto el enemigo no solo tenía que arrostrar el riesgo de una aproximación al descubierto, sino que, caso de alcanzar los fosos, ni allí tenían donde cubrirse porque todo el perímetro de la fortificación podía ser barrido de flanqueo desde el interior de los mismos. Unos de los mejores ejemplos lo tenemos en el castillo de La Mota, por mencionar uno bien conocido entre los aficionados a la castellología.

Concluir esta entrada comentado que la construcción de estos buzones, por razones obvias, conllevaba una dificultad mucho mayor que la de una simple tronera. Por su tamaño, tenían forzosamente que ser construidos al mismo tiempo que el baluarte, dando lugar así a la cámara artillera del interior. En fortificaciones en las que no era posible llevar a cabo esta adaptación, no quedaba otra que edificar ante los viejos muros medievales obras exteriores que pudieran albergar piezas de artillería. En cuanto a los buzones para armas ligeras, esos los veremos casi exclusivamente en los fuertes pirobalísticos. Pero de eso ya hablaremos otro día. 

Hale, he dicho




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