Prácticamente en todas las entradas referentes a castillos han salido a relucir las poternas. Algo he hablado de ellas, pero más bien por encima, así que vamos a dedicarles una entrada en exclusiva, que se lo merecen, pobrecitas...
De entrada, hay quien las nombra como postigos. Ciertamente, los postigos pueden ser puertas situadas en zonas discretas de un edificio, si bien su acepción más común es como una puerta que se abre dentro de otra de mayores dimensiones. Antaño también eran llamadas portillos, en clara alusión a su tamaño menor. Finalmente, el término poterna es un galicismo de uso más moderno, introducido a raíz de la generalización de las fortificaciones pirobalísticas. En fin, cualquiera de los tres es válido, así que cada cual use el que prefiera. Yo personalmente prefiero poterna, tanto en cuanto no tiene otro significado, mientras que postigo o portillo pueden inducir a error por tener más acepciones. Dicho esto, vamos al grano...
Primeramente, conviene concretar que las poternas no solo eran puertas de escape, sino que podían tener otros usos, como por ejemplo para acceder a la liza o el foso de un castillo, o a una coracha, o simplemente como puerta menor en una cerca urbana. En este caso en concreto era simplemente para facilitar la entrada o salida a las ciudades sin necesidad de realizar grandes desplazamientos, caso de estar la casa de uno alejada de alguna puerta principal. Por ese motivo no se buscaba disimularlas, ya que se trataban de meros accesos de menor importancia. En caso de asedio, y a fin de eliminar el riesgo de que fueran un coladero de enemigos, se limitaban a tapiarlas, quedando así solucionado el problema aparte de tener que dedicar tropas a su vigilancia, que igual algún traidor la abría en plena noche y servía de acceso al enemigo. Veamos algunos ejemplos.
Ahí tenemos la poterna para acceder a un foso, concretamente en el fuerte de Gracia. Para dificultar su acceso a posibles asaltantes, está elevada sobre el nivel del suelo y, aunque actualmente queda unida a un durmiente por una pasarela de fábrica, en su época disponía de un puente levadizo. Como se ve, es una discreta puerta, de apenas la altura de un hombre, y muy estrecha. Con ello se buscaba, aparte de no llamar demasiado la atención, facilitar su defensa si el enemigo conseguía derribarla. Un pasadizo tan estrecho era difícil de franquear si tras él había tres o cuatro hombres impidiendo el paso a tiros y bayonetazos.
Ahí tenemos otra, en este caso de generosas dimensiones. Sin embargo, aunque da al exterior, lo hace a una especie de terraza debido al enorme desnivel del suelo. Como se ve en la foto de la derecha, da a una parte muy escarpada. La verdad es que no casa mucho tanta puerta para ir a dar a un sitio donde el movimiento de gente era muy restringido, más que nada por lo quebrado del terreno. Quizás en el pasado hubiera en esa zona una falsabraga cuyo acceso era precisamente por esa poterna. La foto pertenece al castillo de Belver, en Portugal.
Ahí tenemos otra, en este caso de generosas dimensiones. Sin embargo, aunque da al exterior, lo hace a una especie de terraza debido al enorme desnivel del suelo. Como se ve en la foto de la derecha, da a una parte muy escarpada. La verdad es que no casa mucho tanta puerta para ir a dar a un sitio donde el movimiento de gente era muy restringido, más que nada por lo quebrado del terreno. Quizás en el pasado hubiera en esa zona una falsabraga cuyo acceso era precisamente por esa poterna. La foto pertenece al castillo de Belver, en Portugal.



Quedaría un tipo más, que eran las que se abrían en desdoblamientos de la muralla para disimular su ubicación. Y como de esas no tengo ninguna foto, pues lo ilustro con un dibujo y santas pascuas. En la parte de arriba vemos como un tramo de muralla ha sido retranqueado. En la esquina que forma ha sido donde se ha emplazado la poterna. La misma, además, queda defendida por la torre de flanqueo situada a la derecha. En la parte de abajo vemos su aspecto vista desde el nivel del suelo. Visualmente, ese desdoblamiento apenas sería perceptible en la distancia, y la abertura de la poterna prácticamente invisible desde una cota inferior. Lógicamente, la ilustración muestra un desdoblamiento hipotético. La forma, ángulo y situación de la poterna respecto a la muralla variará en función del terreno en el que se yergue el castillo.
Una aclaración final: no debemos confundir las poternas con las puertas secundarias de castillos o cercas urbanas. Recordemos que muchas fortificaciones tenían más de una puerta, pero serán fácilmente distinguibles respecto a las poternas por su tamaño. Es algo obvio, pero quiero concretarlo para que, cualquiera que visite un castillo, no piense que son poternas todas aquellas que se abren en las murallas fuera aparte de la puerta principal por la que entró a realizar la visita.
En fin, ya está.
Hale, he dicho
Una aclaración final: no debemos confundir las poternas con las puertas secundarias de castillos o cercas urbanas. Recordemos que muchas fortificaciones tenían más de una puerta, pero serán fácilmente distinguibles respecto a las poternas por su tamaño. Es algo obvio, pero quiero concretarlo para que, cualquiera que visite un castillo, no piense que son poternas todas aquellas que se abren en las murallas fuera aparte de la puerta principal por la que entró a realizar la visita.
En fin, ya está.
Hale, he dicho
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