miércoles, 14 de diciembre de 2011

Tormentaria VI: Las bastidas o torres de asalto

Las torres de asalto datan de la más remota antigüedad. Demetrio Poliorcetes hizo fabricar una, denominada como heliopolisys, de unos 40 metros de altura durante el fallido sitio a Rodas que, según parece, fue luego usada para erigir el Coloso que fue una de las Siete Maravillas del mundo antiguo.

Eran máquinas de aproximación con una apariencia más o menos similar a la de una torre normal de un castillo, a las que se dotaba de ruedas para su desplazamiento. Se las recubría, como aparece en la ilustración de la izquierda, de pieles crudas previamente empapadas con agua para impedir que fueran incendiadas. En algunos casos incluso se les cubría el frontal con chapas metálicas o con adobe. Se fabricaban de forma que tuviesen la misma o más altura que la muralla del castillo a asaltar a fin de dar ventaja a los atacantes. Su diseño era de lo más variado, en función del ingenio o la capacidad  de su constructor. Las había incluso con arietes en su planta baja para batir la muralla o la puerta mientras que, desde arriba, se hostigaba a los defensores con virotes de ballesta, escorpiones y pequeñas catapultas.

En su planta superior se disponía una pasarela levadiza o sambuca por la que los atacantes entraban en tromba al adarve. Aprovechando la estrechez del mismo y que, debido a eso, no podían concentrarse un gran número de defensores en la muralla, una vez que se bajaba la pasarela iban entrando haciendo un gran despliegue de ferocidad para hacerse con el control de la muralla.



En la ilustración de la derecha vemos una bastida convencional. En la parte inferior lleva un tope para adosarla a la muralla a una distancia adecuada. En la azotea, almenada como una torre normal, vemos la pasarela por la que los atacantes pasarían a la muralla. En su flanco se abren unas aspilleras desde las cuales los ballesteros podían hostigar a los defensores. El acceso a las diferentes plantas de la torre se llevaba a cabo mediante escalas de mano.






Está de más decir que éste tipo de máquina, sumamente pesada, requería de animales de tiro para acercarla a la muralla, pero tirando a la inversa. Para ello, según vemos en el dibujo de la izquierda, se hincaban gruesas estacas (A y B), en las que se fijaban dos poleas y se pasaban cabos para que los animales tiraran en dirección opuesta a la muralla. El principal elemento disuasorio a la hora de usar este tipo de máquinas era la existencia de fosos, si bien no eran un obstáculo insalvable tanto en cuando podían ser rellenados con faginas, tierra y cascotes, que luego eran recubiertos por zarzos a fin de establecer una superficie razonablemente uniforme por la que poder rodar hasta ser finalmente adosada a las murallas. Otra forma de defenderse de estos artefactos era intentando acertarle de lleno con bolaños a fin de inutilizarlos, o bien lanzandoles pellas empapadas en brea y azufre en un intento de incendiarlas para lo cual, como de comentó anteriormente, se las cubría con pieles crudas, chapas de metal o adobe a fin de proteger al menos su zona frontal, la más expuesta al enemigo. Como se puede suponer, el lanzamiento de flechas incendiarias no era suficiente para prenderles fuego con la suficiente rapidez,

Pero no solo se usaron estas máquinas para asaltar fortificaciones, sino también para guarnecer padrastros o incluso defender las líneas defensivas de los sitiadores. Seguro que más de uno habrá escuchado alguna vez algún topónimo en el que aparezca la coletilla de "la bastida", ¿no? En el primer caso, eran torres destinadas a hostigar desde su posición dominante la fortificación asediada, instalando en la misma balistas o cualquier tipo de máquinas de lanzamiento, llegándose incluso a protegerlas con camisas de tapial a modo de pequeña pero efectiva fortificación. Un ejemplo de esto data del cerco al que sometió a Lerma Alfonso XI: "...otrosi, mandó tapiar las dos bastidas encima de los otros oteros.", lo que indica claramente que el monarca hizo uso de los padrastros que rodeaban la plaza para, primero, instalar en ellos bastidas que, posteriormente, fueron fortificadas mediante un muro. En el segundo caso, eran bastidas que se distribuían alrededor de la fortaleza asediada para, desde ellas, hostigarla, proteger su propia artillería y, por supuesto, hacer frente a una posible fuerza que acudiera en auxilio de los sitiados. Incluso podían ser usadas para alojamiento de la tropa, como ocurrió en el cerco de Algeciras, en el que el rey "... pensó de fazer una bastida de madera alta en guisa de torre en que estoviesen los que guardasen los trabucos del fonsario".

La extensa vida operativa de estas máquinas tuvo término con la aparición de la artillería, cuando se pasó de asaltar las murallas a abrir una brecha en ellas a cañonazos. Sus últimas actuaciones en España tuvieron lugar a finales del siglo XV. Pero en el tiempo en que estuvieron operativas, fueron quizás la forma más eficaz para asaltar las altas murallas de las fortalezas de la época, permitiendo a los asaltantes la aproximación sin ver diezmadas sus tropas ya que esto se hacía a cubierto mediante la protección que brindaba la torre. Además, al ser construidas con una altura superior a la de las murallas a tomar, desde su posición dominante era más fácil llevar a cabo un asalto que mediante el tradicional método de lanzar escalas, lo que suponía una verdadera masacre para los atacantes hasta que algunos pudieran colarse al adarve.

Finalizar comentado que los ingenieros militares de la época desarrollaron diversos diseños para este tipo de máquinas, generalmente orientados en la posibilidad de permitirles, mediante mecanismos de poleas, crecer en altura. Imagino que esto iba encaminado a facilitar su desplazamiento ya que, siendo más bajas, su enorme mole era más manejable al estar el centro de gravedad a un nivel inferior. Sin embargo, las bastidas tradicionales fueron las que predominaron en todo momento hasta su desaparición.

Bueno, creo que no se me olvida nada importante, así que he dicho...




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