miércoles, 11 de enero de 2012

Armamento medieval: El ahlspiess


Esas picas de aspecto terrorífico que portan los dos peones que escoltan a su capitán eran las que en Centroeuropa se conocieron como ahlspiess, una pica de infantería aparecida en Alemania allá por el siglo XV y que se extendió por los países limítrofes: Austria, norte de Italia, Suiza, Francia e Inglaterra.

Su denominación (conste que es la unión es dos palabras: ahl y spiess; ésta última significa lanza), traducida por los ingleses como awl-spare, o sea punzón-lanza si lo traducimos literalmente, obedece a la peculiar morfología de su moharra, una larguísima pica en forma de pirámide cuadrangular. Sin embargo, hay otra teoría que dice que el término awl es una corrupción fonética del inglés de la palabra ahl, que en alemán moderno se escribiría aal, o sea, anguila. No es ciertamente descabellada la teoría tanto en cuanto su aspecto, largo y delgado, se asemeja a la de ese peculiar pez. En cualquier caso, no tenemos una traducción al español debido a que ese tipo de arma no llegó a la Península, así que si queremos bautizarla me arrogo la primicia y la denomino "punzón enastado", hala...

El ahlspiess, según parece, nació de la necesidad de disponer de un arma que reuniera dos cualidades muy concretas: una, que fuese capaz de perforar las cada vez más impenetrables armaduras de placas de la época. Y la otra, que su asta no pudiera ser partida por las armas de corte usadas por los caballeros y hombres de armas, como espadas o hachas. Las astas de las lanzas convencionales podían ser limpiamente seccionadas de un tajo, dejando al infante desarmado, así que, para impedirlo, nada mejor que fabricar una lanza con una moharra tan larga que quedara fuera del alcance de las armas del enemigo. Por otro lado, su sección cuadrangular era la mejor opción para perforar las corazas y yelmos del adversario, ya que su poder de penetración y su resistencia eran muy superiores a las moharras con hoja lanceolada convencionales.


El ahlspiess tuvo una rápida difusión gracias a su incuestionable eficacia, perdurando su uso hasta el siglo XVII, e incluso fue adoptado como arma para justar a pie ente los caballeros de la época, o para combatir desmontados. En esa ilustración que tenemos a la derecha, podemos ver como un escudero arma a un caballero. En la mesa hay varias piezas de su armadura y, tras ella, un martillo de mango largo (el pole-axe inglés), y lo que podría ser el arma en que se inspiró el ahlspiess, una lanza corta provista de varaescudo y con una moharra prismática o cónica. A ese tipo de arma, por su similitud con los candelabros de la época,  cuyo brazo terminaba en un platillo con un pincho en el centro para clavar la vela, los italianos la llamaban  candeliere, o sea, candelero o candelabro.



En cuanto a la morfología del ahlspiess, a la izquierda tenemos una ilustración que nos permite analizarla con detalle: el asta es relativamente corta en proporción al total del arma. Su longitud oscilaba por los 150 cm. o incluso menos si observamos las que aparecen en la imagen de cabecera. Al final de la misma vemos el cubo de enmangue que fija el hierro al asta. Estos cubos se fabricaban de la misma forma que los de las lanzas convencionales: una chapa de forma trapezoidal enrollada sobre el asta y sujeta a la misma mediante uno o varios remaches pasantes. A continuación tenemos un varaescudo, destinado a proteger la mano del combatiente de los tajos de espada o hacha del enemigo. Finalmente, la larga pica de un metro o más de longitud, que impedía a cualquier agresor partir el asta. Esto nos daba un arma con una longitud total de alrededor de los 2,5 metros, y un peso que oscilaba, siempre en función del largo de la pica, entre los 1.500 y los 2.500 gramos aproximadamente. O sea, suficientemente larga para hacer frente a una carga de caballería, para mantener a una distancia prudencial a un hombre de armas, y con una masa que, unida a la fuerza del que la empuñaba, capaz perforar la chapa de entre 1,5 y 2 mm. de espesor de las armaduras de la época.

Su aguzadísima punta podía perforar cualquier defensa corporal y, en el peor de los casos, siempre podía introducirse fácilmente por cualquier unión entre las piezas (sobre todo entre las hombreras y el peto), por la ocularia del yelmo, o apuntar al bajo vientre o la entrepierna, parte esta generalmente menos protegida. Recordemos que las armaduras estaban diseñadas principalmente para montar a caballo, por lo que esa zona quedaba protegida por el arzón de la silla de montar. Solo cuando el caballero echaba pie a tierra era más vulnerable, y de ahí la creación de las armaduras de tonelete, de las que ya hablaré un día de estos.


A la derecha tenemos un candelero similar al mencionado anteriormente. Su pica, como se ve, es mucho más corta y de sección circular, igualmente efectiva en lo referente a poder de penetración. Su asta, en este caso, va protegida por una lámina de metal enrollada hasta la mitad de la misma, impidiendo así que fuese cortada por el enemigo. Finalmente, un varaescudo con cierta conicidad, similar a las arandelas de las lanzas de justas, permitía proteger la mano de los golpes que pudiera recibir.

Por lo demás, no hubo excesivas variantes en este tipo de armas. Se conservan muchas de ellas en diversos museos de Alemania, Austria e Inglaterra, lo que nos da una clara idea de su popularidad, y, básicamente, son todas similares, con pequeñas diferencias en lo referente a la longitud de la pica. La única diferencia notable entre unas y otras radica en la presencia o ausencia del varaescudo. En ese caso, al parecer, eran usadas como armas de brecha. Y, en plan alarde tecnológico de la época, incluso se fabricaron plegables, cosa que ya se hacía con otros tipos de armas enastadas, como la roncona. En este caso supongo que era por una mera cuestión de comodidad a la hora de portarlas. Pero es indudable que una articulación en un arma destinada a propinar y recibir fuertes golpes, no debía ser la opción más adecuada. Quizás, y esto es una mera suposición mía, en este caso serían destinadas solo para justas donde, caso de romperse, se tenía la seguridad de que el contrincante no lo aprovecharía para pasarte de lado a lado.



Concluyo con esa ilustración de la izquierda, en la que vemos la tipología más básica de este tipo de armas que, como comenté arriba, iba desprovista de varaescudo y destinada como arma de brecha. Para fijar el hierro al asta va provisto de dos barretas de enmangue que, además, servían de protección contra los tajos del enemigo. Los italianos los llamaban quadrellone por la sección cuadrangular de la moharra.

Bueno, ya está. Hale, he dicho...




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