Supongo que los que son aficionados a la historia militar o, simplemente, a la historia, en cuanto se les menciona a los lansquenetes lo primero que se les viene a la cabeza es un tudesco fortachón de fiero aspecto embutido en unos vistosos ropajes con cada manga o pernil de una forma y color diferentes. Como en todo, hay diversas teorías sobre el origen de esta peculiar forma de vestir. Una de ellas es que copiaron los ropajes de los piqueros suizos, en aquel tiempo las más afamadas tropas mercenarias. Sin embargo, el origen de esta pintoresca moda es bastante más siniestro. Veamoslo...
Antes de nada, conviene saber cual es el origen de estas tropas que, desde finales del siglo XV y todo el XVI, dieron tanto que hablar en Europa, y más que por su arrojo o valentía, por su brutalidad, indisciplina y afán de rapiña, así como por su fanático luteranismo, del que dejaron constancia en el saco de Roma en mayo de 1527. El término lansquenete es la castellanización de las palabras alemanas lands y knecht, o sea, siervos de la tierra. Eran básicamente mercenarios, gente por lo general bastante dada al pillaje, los desmanes, la violencia contra civiles y, en definitiva, a los peores vicios que pudieran tener las tropas de la época. Sobre ellos ya hablaré con más detenimiento en mejor ocasión, así que basten esas someras referencias para hacernos una idea de la calaña de estos personajes.
Así pues, y siendo originariamente hombres con pocos medios para equiparse adecuadamente, con una paga más bien escasa y casi siempre viéndose obligados a vivir del pillaje, tomaron al parecer la costumbre de expoliar los cadáveres del campo de batalla, tomando de ellos las partes de su ropa en buen estado y confeccionándose así calzas, camisas y jubones completos. Y como a veces la talla del muerto era inferior a la del rapiñador, para holgarla lo suficiente la acuchillaban longitudinalmente, permitiendo así que una prenda de un hombre menos corpulento pudiera ser vestida por otro de más volumen. De esa forma, sustituían las partes de su atuendo deterioradas en el combate o, simplemente, se fabricaban una prenda nueva. Así, a medida que iban permutando piezas de su ropa, la apariencia general de su atuendo iba adquiriendo cada vez más colorido y diferentes formas.
En el grabado de la derecha, de 1530, vemos a un arcabucero cuya indumentaria parece sacada de cuatro prendas diferentes. Al parecer, las mangas tan holgadas y acuchilladas se impusieron, entre otras cosas, porque permitía más movilidad que la ropa de moda de aquella época, mucho más ajustada. En cualquier caso, y a pesar de que los ejércitos de aquellos tiempos aún entendían poco de uniformidad en lo tocante a la vestimenta, la cosa es que esta forma de vestir se convirtió en una moda adoptada incluso en la vida civil y entre la nobleza y, naturalmente, todo un símbolo de estos disolutos mercenarios.
Como imagen de cierre dejo varios fragmentos de grabados de la época en los que podemos corroborar esta curiosa tendencia cuyo origen, como hemos visto, no era otro que el resultado del pillaje y el expolio de los caídos en combate simplemente porque era la única forma de evitar quedarse en cueros vivos.
Hale, he dicho...
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