Ya lo decía Joseph Göbbels: repite mil veces una mentira y será verdad. En cuestiones históricas, esa frase del maquiavélico ministro de propaganda nazi es de una certeza rotunda. Estas falsedades fueron en muchos casos propaladas por los historiadores decimonónicos que, más dados a lo legendario que lo verdadero, parece ser que no se preocuparon mucho de contrastar datos y optaron por dar por bueno lo que quedaba más molón. Veamos unos cuantos de estos camelos que la mayoría del personal suele tener por verdaderos...
Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando
Esta frase, sobradamente conocida, trascendió como una especie de símbolo de que ambos monarcas mandaban lo mismo, quizás creada por la también falsa creencia de que Isabel era más enérgica y con más redaños que su marido aragonés. Ambas creencias son falsas. De entrada, "Tanto monta" era el mote que usaba en su blasón la corona aragonesa desde mucho antes del casorio de ambos monarcas. Es de todos sabido que estos motes, por lo general de arcano significado, eran muy habituales en la heráldica de la época y, en este caso, parece ser que venía a querer decir algo así como "No importa", en referencia a que cualquier dificultad que entrañase una empresa emprendida por ellos carecía de importancia. De hecho, en muchos relieves y yeserías en edificios mandados reformar por estos monarcas aparece el término "Tanto monta", pero sin la coletilla inventada posteriormente. O sea, que lo de, "...monta tanto Isabel como Fernando" es una chorrada sin fundamento.
Por otro lado, como decía más arriba, ninguno mandaba más que el otro. Ambos eran reyes propietarios de sus reinos. Otra cosa es que Fernando, considerado como el político más aventajado de su época y que hasta sirvió de modelo a Maquiavelo cuando compuso su obra "El príncipe", ayudase a su mujer en cuestiones de gobierno y, sobre todo, en la toma de Granada, en la que sus redes de espías y agentes realizaron una demoledora labor de zapa en la resistencia enemiga.
La unificación de España la llevaron a cabo los Reyes Católicos
Durante el reinado de ambos monarcas, Castilla y Aragón siguieron siendo reinos independientes el uno del otro. De hecho, cuando Isabel murió en 1504, Fernando volvió a sus dominios y hasta de volvió a casar, a fin de buscar un heredero para su trono, con Germana de Foix. Mientras tanto, en Castilla se juraba como reyes a Juana y a su consorte, Felipe de Habsburgo, más conocido como Felipe el Hermoso y casi desconocido como Felipe I de Castilla. ¿Nunca os habéis preguntado qué Felipe reinó antes que Felipe II? El que verdaderamente unió bajo un mismo cetro ambos reinos fue el nieto de ambos, Carlos I, el cual, absurdamente, es más conocido como Carlos V. Este ordinal hasta lo usan sin pudor alguno muchos historiadores cuando se refieren a ese personaje. Quede claro pues que en España aún no ha reinado ningún Carlos V, cuyo ordinal corresponde a la corona del Sacro Imperio Germánico. En España fue Carlos I. Así pues, al morir Fernando de Aragón sin descendencia de Germana de Foix, la corona revirtió en la enloquecida Juana que, incapacitada para el gobierno, fue entregada a su hijo primogénito Carlos, el cual se convirtió en realidad en el primer rey de ambos territorios. Si Germana hubiese dado descendencia al aragonés, dicha unión no se habría materializado jamás. Lo propio pues, sería decir que los Reyes Católicos pusieron el germen de la unificación, pero esta se materializó por una serie de circunstancias providenciales sin las cuales, posiblemente, hoy día Castilla y Aragón aún serían estados diferentes.
El escudo del águila de San Juan era un escudo fascista
Esta es una muestra palmaria más de la estulticia, la ignorancia y el sectarismo de mucha gente, y no voy a entrar en cuestiones políticas. Pero el escudo del estado español entre 1939 y 1975 era en realidad el de los Reyes Católicos con pequeñas modificaciones, a saber: se cambió el escudo del reino de las Dos Sicilias tanto en cuanto ya no pertenecía a España (concretamente a Aragón), por el de Navarra. Se añadió la cartela con la leyenda "Una, grande y libre", así como las columnas de Hércules con el "Plus Ultra" en referencia a que el poder de España llegó "Más allá" tras el descubrimiento de América, columnas estas que por cierto fueron usadas por los reyes posteriores a los Católicos hasta nuestros días. Lo del yugo y las flechas, siempre identificados como símbolos fascistas por ser el emblema de Falange Española, ya vemos que aparecían en el escudo de Isabel y Fernando. El yugo representa el nudo gordiano deshecho, como símbolo de poder hacer frente a cualquier dificultad, y las flechas en un haz el que la unión hace la fuerza. O sea, que ni fascista ni gaitas. Franco, en el típico empeño de todos los dictadores por hacer resurgir las añejas glorias patrias, se limitó a copiar el del los, en teoría, unificadores de los reinos que dieron lugar a la nación española.
La princesa de Éboli perdió el ojo tirando esgrima
Esta es quizás una de las creencias más extendidas sobre el enigmático parche que lució toda su vida la más controvertida, altiva, poderosa, traidora y enrevesada ricahembra que ha dado este reino: Ana Mendoza de La Cerda. La verdad es que siempre me pregunté como una mujer de aquella época había podido quedarse tuerta practicando un arte marcial que, en aquellos tiempos, era algo exclusivo de hombres. La respuesta más atinada o, posiblemente, mas encaminada a la verdad, la dio don Gregorio Marañón el cual, aparte de eminente médico, fue un historiador notable que nos legó varias obras de incomparable valor.
Concretamente, en la biografía que compuso sobre Antonio Pérez, uno de los mayores traidores que ha conocido España y artífice o coadyuvador de la Leyenda Negra anti-española, nos hace un detallado estudio de las posibles causas de la mutilación de la hermosa tuerta, concluyendo que no fue a causa de un puntazo de espada, sino de un leucoma que padeció desde cría. Esta enfermedad ocular, por si alguno no lo sabe, aparte de producir pérdida de visión en el ojo afectado, le da una apariencia un tanto desagradable en forma de una nube lechosa. También se baraja la posibilidad de que padeciese estrabismo en ese ojo. En una dama de tan elevado rango es evidente que no podía mostrar ante el mundo su deformidad, por lo que optó por taparla con el parche de marras lo cual, además, contribuía a aumentar el morbo que su innata hermosura producía entre los hombres que la conocieron. A esta conclusión no llegó Marañón por las buenas, sino tras la observación de un retrato de la venenosa hembra en el que el parche, un poco traslúcido, muestra tras el mismo la implacable verdad. Conviene aclarar también un detalle para los que afirmen que, siendo denominada en sus tiempos como tuerta, es que carecía del ojo: en aquella época se decían tuertos a aquellos que carecían de visión de un ojo, ya fuese porque lo habían perdido o porque, a causa de una enfermedad, no veían por el mismo.
Por cierto, ¿han visto la peli sobre este personaje que protagonizó Belén Rueda en 2010? Aparte del ramalazo feministoide en defensa de la alevosa noble, que aparece como una víctima del frío y desalmado Felipe II cuando en realidad fue una traidora de tomo y lomo que no acabó en el cadalso por su linaje, la protagonista aparece con el parche en el ojo izquierdo, cuando debía ser en el derecho. Al parecer, lo que supuestamente es un glorioso gazapo es en realidad un problema de la actriz, que por el ojo derecho ve menos que un gato de escayola. Así pues, tuvo que cambiarse el parche de sitio para no pasearse a ciegas por el plató y darse una costalada de antología.
Bueno, vale de momento.
Hale, he dicho
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