Si hay un continente en el planeta cuyos habitantes no han dejado de masacrarse desde que la historia se sume en las brumas del tiempo ha sido Europa. Igual es por algo genético, pero la cuestión es que somos un tanto agresivos desde antes de los tiempos de Noé, y me temo que así seguiremos hasta que el infierno se congele o nos exterminemos bonitamente unos a otros. Debido a ello, podríamos afirmar que ha sido en Europa donde la tecnología bélica ha ido avanzando más deprisa, cosa lógica si consideramos que para ganar guerras son necesarias, además de buenas tropas con grandes dosis de testiculina, armas eficaces para vencer al enemigo y quitarle las ganas de batallar en una larga temporada y, ya puestos, arrebatarle sus territorios, que al cabo las guerras han sido siempre un métodos para robar a gran escala.
Así pues, en los diversos tratados sobre las armas y su evolución a través del tiempo vemos que han sido las protagonistas de las vida cotidiana durante siglos. Diversos autores y estudiosos como Oakeshott, Geibig o Petersen se han dedicado a estudiar profundamente y a clasificar las diversas tipologías de la que fue la reina de las armas: la espada. Por otro lado, hay bastantes trabajos sobre armas enastadas, mazas, arquería de todo tipo y hasta del armamento de circunstancias surgido por la necesidad de armar a milicianos con medios económicos escasos o nulos, aprovechando para ello todo tipo de utillaje agrícola y del que se ha tratado bastante a fondo en éste blog.
Sin embargo, hay un arma que, curiosamente, entraña ciertos misterios en lo tocante a sus orígenes. Un buen día apareció en los campos de batalla y, a la vista de su demoledora eficacia, permaneció activo hasta tiempos tan recientes como el siglo XIX. Hablo, naturalmente, del martillo de guerra o, como algunos lo denominan en español, martillo de armas si bien éste último término me parece inadecuado. Primero por ser un galicismo derivado del francés marteau d'armes, y segundo porque estimo más acertado especificar su cometido, o sea, para la guerra. Cuestiones semánticas aparte, sí es cierto por otro lado que hay bastante ambigüedad en lo tocante a la denominación de este tipo de arma tanto en español como en otros idiomas. Pero vayamos por partes y de forma ordenada, que si no esto quedará como un churro de entrada. Así pues, empezaremos por los orígenes, como está mandado.
Mientras que vemos representado todo tipo de armamento tanto en los manuscritos como en efigies funerarias, etc. datados hacia finales de la Edad Media, curiosamente no hay la más mínima referencia a los martillos de guerra en obras tan reveladoras como la Biblia Maciejowski o el Códice Manesse. De la primera ya realicé en su día una serie de entradas estudiando detenidamente todas y cada una de las armas que aparecen en sus iluminaciones, y no hay ni una sola en la que aparezcan martillos. Lo más aproximado que podemos ver son unos picos en manos de peones que los usan para abrir una brecha en las murallas y, aunque hay quienes consideran que podrían ser los ancestros de los martillos, francamente creo que no tienen absolutamente nada que ver ya que en obras posteriores ni se le cita ni vuelve a ser representado y, quizás lo más significativo, en ningún caso aparece usado como arma, sino como herramienta. Veamos las imágenes inferiores...
Ahí tenemos los fragmentos de las cinco veces que aparecen estos picos en las iluminaciones de la biblia. Como ya he dicho, siempre usados como herramienta de zapa. Solo hay una ilustración en la que aparece un chisme similar utilizado para hundir el cráneo a un ciudadano, y es la que vemos a la izquierda. En realidad, la escena representa a Caín apiolando a su hermano Abel. Curiosamente, no usa la tradicional mandíbula asnal sino una herramienta agrícola, una especie de azada o algo así y que, por razones obvias, no podemos considerar como un ancestro de los martillos de guerra. Así pues, y considerando que esta obra se concluyó hacia el año 1250, podríamos decir que en esa época aún no eran unas armas de uso común o, al menos, no en Francia, donde se elaboró la biblia de marras.
Por mencionar otra obra similar, el Códice Manesse (c. 1305-1340), en sus 138 ilustraciones solo aparece algo que nos recuerda a un martillo de guerra, y es el que porta el escudero o heraldo que sigue al caballero victorioso del fragmento que vemos a la derecha. Pero, ¿es en verdad un arma o una simple herramienta? Por su tamaño más bien parece lo segundo y, además, es clavadito a los martillos usados aún hoy día por los carpinteros, con la lengüeta bífida para arrancar clavos. En definitiva, no hay ni rastro de estas armas, ni aparecen en los tratados de esgrima de la época como el "Manuscrito de la Torre", en los que sin embargo sí se muestran con profusión espadas, dagas, lanzas y hachas de petos.
Así que, visto lo visto, ¿de dónde proceden estas armas? No hay constancia de su creación y posterior evolución en Europa, así que solo queda una posibilidad, y no es otra que su origen radica en otro continente. Concretamente en Asia. A esta conclusión se puede llegar tanto por lo dicho como por la representación más antigua que se conoce en la que aparece este tipo de armas, datada hacia mediados del siglo XIII, que no es otra que una efigie funeraria de un caballero cuyo nombre se pierde en la memoria del tiempo pero que, sin embargo, en vez de la típica espada que solemos ver en estos monumentos, sostiene con su mano derecha un martillo de guerra, el cual reposa sobre su hombro. A la izquierda podemos ver la misma, ubicada en la iglesia prioral de Malvern, en Worcestershire (Reino Unido), datada hacia 1250, o sea, curiosamente la misma época en que se elaboró la biblia Maciejowski.
Martillo turco |
Ankus hindú |
Zaghnal indio |
Así pues, esa sería la razón por la que estas armas irrumpieron en Europa sin que hubiera una serie de tipologías iniciales, como ocurre con las espadas, dagas y las armas enastadas. Llegaron procedentes de Tierra Santa y se extendieron por toda Europa: en la zona occidental, a través de los cruzados que retornaban por mar a su tierra. En la zona oriental, por la misma causa, pero además es probable que por la cercanía terrestre entre el imperio otomano y países como Hungría, Chequia, Rumanía, etc.
Unas de las primeras referencias gráficas de éste tipo de armas aparecen curiosamente en España hacia la segunda mitad del siglo XIV, concrétamente en la iglesia de Santa María de Rubió, por lo que cabe suponer que durante ese siglo ya se habían extendido por toda Europa. Sin embargo, su difusión no gozó de la misma popularidad en todas partes. En España, a pesar de que por lo dicho podría haber sido un territorio donde se extendió con profusión, parece que no fue así. Ni en los museos ni en las armerías hay apenas ejemplares de estas armas, y si los hay son de manufactura extranjera. Concrétamente, en la Armería del Palacio Real solo consta en su inventario un martillo de guerra el cual va provisto de una pica oculta en el mango que emerge al sacudir con fuerza el arma, quedando bloqueada por un resorte. Sin embargo, en los museos de Inglaterra, Francia o Alemania abundan enormemente, y los ejemplares de época que se conservan son prácticamente todos originarios de talleres italianos o tedescos. En cuando a los países del este de Europa, el martillo no solo tuvo una enorme difusión, sino que incluso se convirtió en un símbolo de mando, apareciendo en manos de personajes de relevancia.
En definitiva, en Europa occidental hay bastantes contradicciones en lo tocante a esta arma. Es como si los caballeros y nobles la hubiesen usado apreciando sus cualidades, pero al mismo tiempo prefiriendo ocultarlo como si se tratara de un arma vil. De ahí que prácticamente no haya un solo retrato en el que aparezca en manos de personas de alcurnia, mientras que sí podemos verlo en bastantes cuadros pero formando parte del armamento de peones o gente de baja estofa, especialmente en obras referentes a la vida de Cristo y en el que los sayones y soldados que lo prenden y mortifican suelen portar alguno. De todos los cuadros que he ido localizando en este tiempo, aparece en contadísimas ocasiones relacionado con nobles, como ya he dicho. Una es la conocidísima obra de Ucello "La batalla de San Romano", en la que un jinete hace ademán de estar a punto de golpear con un martillo de una tipología más bien primitiva, contemporánea a la obra (1462). Otra es un retrato de Francesco d'Este, obra de Rogier van der Weyden. Como podemos ver, lleva en la mano un pequeño martillo y un anillo, los cuales se supone representan en este retrato símbolos de poder. Recordemos que la Casa D'Este ostentaba el ducado de Urbino y era una de las familias más influyentes y poderosas de Italia. Un caso más lo tendríamos en el retrato de Moritz von Sachsen que vimos en la entrada preliminar y, a partir de ahí, poca cosa podemos encontrar. Los nobles y militares occidentales, especialmente los españoles, preferían aparecer en los retratos con la espada, arma noble por antonomasia y, a partir del Renacimiento, casi siempre con una bengala.
Pero si nos trasladamos al este de Europa, la cosa cambia. Allí sí parece que gustaban de hacer gala de sus ostentosos martillos de guerra, y monarcas, nobles y militares de rango solían retratarse con uno de ellos en la mano. Algunos tenían un mango tan largo que eran incluso usados como una especie de bastón. Ahí tenemos un ejemplo: se trata del conde Emérico Thököly, un príncipe de Transilvania enemigo de los Habsburgo el cual aparece retratado con un martillo. Hay bastantes ejemplos similares en la iconografía de esa zona de Europa, así que no deja pues de resultar un tanto contradictorio que en unas zonas haya sido considerado con un arma digna de monarcas y en otras no haya apenas referencias de la misma siendo, como he dicho, un caso peculiar el de España, un país donde desde siempre ha sido uno de los más importantes centros productores de las mismas. Sin embargo, como ya he comentado, la producción de martillos fue casi exclusiva de Italia y Alemania para el suministro a los países de occidente.
Ilustración del siglo XIX que muestra tropas turcas |
Bien, con esto creo que más o menos ya podemos tener claro el origen de esta peculiar arma. En la próxima entrada hablaremos de su evolución a lo largo del tiempo y como tanto su morfología como los materiales con que se fabricaban fueron cambiando a medida que el armamento defensivo era cada vez más robusto e impenetrable.
Hale, he dicho...
Continuación de la
entrada pinchando aquí
Caballero renacentista armado con un martillo de guerra |
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