miércoles, 22 de mayo de 2019

FLAKTÜRME. Armamento. MG-151/20


Efectos de la munición de 20 mm. sobre la cola de un Short Striling alcanzado durante una incursión a Duisburg en abril
de 1943. Aunque el aparato pudo regresar a base, el artillero de cola quedó hecho un colador y dos tripulantes más
sufrieron heridas de diversa consideración. Como vemos, ser alcanzado por la artillería ligera no era ninguna tontería

MG-151/20 sobre una base fija en la
G-turm de Friedrichshain, en Berlín
Bueno, criaturas, con este chisme completamos lo referente a la artillería ligera emplazada en las Flaktürme protagonistas de esta pequeña monografía y, ciertamente, es el arma más singular de todas ya que sus orígenes no tenían nada que ver con la artillería antiaérea, sino que fue creada para armar los cazas de la recién nacida Luftwaffe. En todo caso, si un arma instalada en un avión sirve para destruir otro avión, esa misma arma será igualmente válida para mandar a hacer gárgaras al mismo avión estando emplazada en tierra o incluso en la mesita de noche junto a la piltra para, de ese modo, poder conciliar el sueño mientras uno se entretiene derribando aparatos enemigos. En fin, a lo que vamos...

Como ya sabemos sobradamente, cuando el ciudadano Adolf se hizo el amo del cotarro empezó a bajar la descomunal tasa de paro de Alemania a base, entre otras cosas, de iniciar el rearme del maltrecho ejército tedesco, que hacían la instrucción poco menos que con tirachinas. Las prestigiosas firmas armamentísticas germanas estaban más mustias que un pescadero en el Sáhara, y cada cual subsistía como podía o le dejaban. Como es obvio, en cuanto el ciudadano Adolf llegó al poder y se reunió con los mandamases del Heer para anunciarles que el Tratado de Versalles era papel mojado y que ya podían hacerle una lista de lo que necesitaban para devolver a la nación su poder militar, todos se pusieron a hacer palmitas empezando por los fabricantes de armas, que por fin veían la luz al final de un túnel que había durado quince años.

La criatura. El cable era para conectar el arma al sistema eléctrico del avión
Uno de ellos era la Waffenfabrik Mauser A.G., que apenas se mantenía fabricando fusiles y sus magníficas pistolas C96 que exportaban a todo el mundo, especialmente a los chinos que, por aquel entonces, pasaban el tiempo matándose entre ellos y que mantenían una gran demanda de este tipo de armas que suministraban entre los tedescos y las afamadas copias españolas de la icónica pistola. En 1935 la Mauser recibió el encargo de desarrollar una ametralladora de 15 mm. destinada a armar los aparatos de la recién nacida Luftwaffe. Esta máquina debía estar preparada para disparar munición de alta velocidad y, por su calibre, ser complementaria de la MG-131 de 13 mm. fabricada por la  de Rheinmetall. Básicamente, el resultado fue una ametralladora provista de un sistema de disparo eléctrico que eliminaba los problemas de sincronización- recordemos que muchos aviones disparaban a través de la hélice- que, entre otras cosas, reducía las posibilidades de interrupciones ya que la introducción del cartucho en la recámara, el cierre de la misma y la expulsión de la vaina servida no se llevaba a cabo por un sistema mecánico tradicional, sino eléctrico, por lo que si un cartucho fallaba era extraído y expulsado de forma automática. O sea, algo parecido a lo que actualmente vemos en los cañones rotativos. 

Fragmento de cinta de cartuchos de 15x96 mm. En el detalle se pueden ver
como eran los eslabones, unidos unos a otros por una simple pestaña
Las prestaciones de la munición de 15 mm. eran bastante notables. Su velocidad inicial era ligeramente superior a los 1.000 m/seg. logrando una cadencia de entre 650 y 700 dpm. La alimentación se llevaba a cabo mediante cintas formadas por eslabones desintegrables, el mismo sistema que emplea, por ejemplo, una M60 o una MG42, reduciendo así las posibilidades de interrupciones ya que cuando el cartucho era empujado hacia la recámara los eslabones se desprendían, cayendo por una ventana de expulsión. Y, como hemos dicho ya, la alimentación y el sistema de disparo por electricidad aseguraba el funcionamiento del arma. Por lo demás, las cintas por eslabones permitía su reutilización cuando, posteriormente, se empezaron a usar estas armas en emplazamientos terrestres ya que bastaba unirlos para recargarlos y formar una nueva cinta, para lo que no hacía falta emplear ningún tipo de máquina llegado el caso aunque el proceso fuese más lento. 

MG-151 de 20 mm. Este modelo en concreto no está provisto de
mecanismo ni disparador eléctrico
Sin embargo, lo que en teoría era una ventaja, en este caso la alta velocidad del proyectil, dejó claro durante las pruebas que se llevaron a cabo que en realidad era un verdadero problema y gordo además. Dicha velocidad, unida a la alta cadencia de tiro del arma, liquidaba el estriado del ánima en un tiempo bastante corto con los inconvenientes que suponía. Pero había otro inconveniente más, y era que la munición de 15 mm. no daba cabida a una carga decente de alto explosivo, por lo que su poder letal se limitaba a convertir en un colador a los aviones enemigos, pero si no alcanzaba el motor o los depósitos de combustible de poco servía. Sólo disponían de un proyectil trazador con dispositivo de auto-destrucción que cargaba 2,8 gramos de explosivo, pero al parecer no era lo bastante dañino para asegurar el derribo de un aparato enemigo.

Arriba tenemos un proyectil de 15 mm. Debajo, el de 20 mm. La diferencia
es más que notable
Así pues, la Mauser se puso las pilas para rediseñar el cañón y adaptarlo a un calibre que fuera menos veloz, por lo que el desgaste del rayado no sería un problema, y que tuviera un poder destructivo mayor. Los encargados del proyecto fueron los mismos que crearon la primera versión: el profesor Kurt Fleck, que era el que controlaba la producción del arma, y los profesores von Lossnitzer y Doerge, que fueron los responsables del diseño. El calibre elegido era un cartucho de 20×82 mm. resultante de recortar y ensanchar el diámetro de la vaina del cartucho de 15 mm. Lógicamente, el proyectil de 20 mm. era mucho más poderoso y su capacidad permitía además una variedad más amplia de municiones en función del uso requerido. Por otro lado, su mayor masa permitía poner en el aire más cantidad de metal capaz de hacer pupa: 42 kilos contra 86, y además la cadencia de la variante de 20 mm. era de 50 disparos por minuto más, por lo que su potencia de fuego era notablemente superior a la de su antecesor de 15 mm. Por todo ello, a partir 1941 fue el cañón estándar de la aviación tedesca. 

MG-151/20 en configuración de arma anticarro. A 100 metros podía
perforar hasta 18 mm. de acero con una inclinación de 30º
Por cierto que, en este punto, conviene abrir un paréntesis acerca de la denominación del arma. Conforme a las normas alemanas de la época, todo lo que fuera de un calibre inferior a 20 mm. se consideraba como un arma larga: fusil, fusil anti-carro, ametralladora... Por lo tanto, su denominación original era la correcta ya que el arma disparaba un cartucho de 15 mm. Era una Maschinen Gewher o MG, una ametralladora. Pero al reconvertirla para disparar un proyectil de 20 mm. en teoría sería un Maschinen Kanone, un MK, o sea, un cañón ametrallador. Sin embargo, conservó su denominación original basada, según las citadas normas, en que los dos primeros números indicaban el calibre en milímetros, 15, y el segundo el modelo del arma, 1 en este caso, de donde sale el 151 por el que todos lo conocemos. Así pues, la denominación oficial pasó a ser MG-151 15/20 para hacer notar que era una variación del modelo original. Sin embargo, al poco tiempo la coletilla del 15/20 se dejó de usar, quedando su denominación como MG-151 de 20 mm. y santas pascuas.

Curiosa foto que muestra una cinta de munición de 20 mm.
en una G-Turm. Al fondo se ve la pieza pero con lo cañones
desmontados. Igual les estaban sacando brillo, digo yo...
Bien, ese es el origen del arma. Pero en 1944 y a la vista de como estaba el patio, los mandamases de la Luftwaffe llegaron a la conclusión de que los 20 mm. ya se quedaban cortos, y más cuando se trataba de derribar bombarderos cuatrimotores erizados de ametralladoras o los poderosos cazas yankees con sus seis u ocho ametralladoras Browning M2 de calibre 12'70 mm. Los P-47, P-52 o P-38 eran verdaderas malas bestias porque uno de esos trastos podía poner en el aire unos 4.000 proyectiles por minuto, que no es moco de pavo. Los tedescos prefirieron menos ametralladoras y más cañones, así que se decantaron por los MK-108 de 30 mm. que con unos pocos disparos podían mandar a hacer puñetas a un B-17 o un B-24, para no hablar de un caza. Obviamente, las MG-151 no fueron ni mucho menos eliminadas ya que, solo la Mauser, entre 1940 y 1943 había fabricado 29.500 unidades, pero se les empezó a dar uso instalando afustes para tres armas en vehículos, ferrocarriles, sobre cureñas remolcadas, patrulleros de la Kriegsmarine e incluso se llegaron a emplear como arma contra vehículos y carros ligeros instalando un cañón sobre una cureña rodante. Su capacidad de penetración hasta los 300-400 metros oscilaba entre los 10 y los 15 mm. dependiendo del grado de inclinación del blanco, por lo que podían dejar fuera de combate a más de un enemigo. Y, por supuesto, se destinaron a emplazamientos fijos como el caso de las Flaktürme que nos ocupan. 

En estos casos se dejó de lado el mecanismo eléctrico por uno convencional ya que, por razones obvias, no siempre era posible disponer de una fuente de energía adecuada y, por otro lado, en su uso terrestre una interrupción no era lo mismo que verse en pleno combate aéreo sin poder defenderse, así que se hicieron las modificaciones oportunas para ello. El resultado podemos verlo a  la derecha. El conjunto estaba formado por tres MG-151 montadas sobre un pedestal. Su capacidad de giro horizontal era de 360º, y el grado de elevación iba de -10 a 60º. El peso de cada cañón era de 42 kilos, y con su cadencia de 750 dpm. ponía en el aire 2.250 proyectiles. Recordemos que este chisme no funcionaba con peines de 2o cartuchos como el Flak 30/38, sino por cintas. Estas se alojaban en dos depósitos situados en los costados para las dos armas laterales con capacidad para 240 cartuchos, mientras que la del cañón central, situado en la parte delantera, era para 500 cartuchos. La recarga no tenía ningún misterio. Bastaba quitar el depósito vacío, sustituirlo por otro lleno e introducir la cinta por la tolva. Como en muchas ametralladoras había que accionar el cierre dos veces para cargar el arma: una para sacar el cartucho de la cinta, y otra para introducirlo en la recámara. Para manejar el arma disponía de dos apoyos para los hombros, uno de ellos circular y generosamente acolchado, que incluían un freno de bloqueo, y un asidero a cada lado como si se tratara del manillar de una moto. El disparador estaba en la empuñadura derecha.

En la foto de la izquerda podemos ver el aspecto del drilling (trío) sobre un SdKfz 251/21, uno de los vehículos más empleados para convertirlos en plataformas antiaéreas, contra vehículos o incluso anti-personal. Como podemos observar, los cañones laterales estaban montados en su cureña levemente girados hacia fuera, imagino que para facilitar su recarga. El sistema de puntería para uso terrestre era el visor de 3×8º que ya vimos en la entrada que se dedicó al Flak de 37 mm., mientras que para uso antiaéreo se tenían que conformar con la típica mira de anillas y ayudarse con las trazadoras. En el caso del SdKfz 251/21, el escudo envolvente que vemos le limitaba bastante el grado de elevación, que se veía reducido a un rango de -5º a 49º. Pero lo más reseñable de esta foto son las peculiares bocachas llamadas schrägdüse (bocacha oblicua) que llevan los cañones laterales y que son motivo de controversia entre el personal aficionado a estos temas sin que nadie tenga claro el motivo de su uso. Si nos fijamos, tienen un corte cejado, quedando la parte más corta hacia fuera mientras que el cañón central no lleva bocacha. 

Esto ha hecho pensar a más de uno que el motivo era impedir que el rebufo de las armas laterales interfirieran en la precisión de la central. Sin embargo, mi conclusión es otra, debido entre otros motivos a que hay gran cantidad de fotos en las que aparecen los drilling sin estas bocachas, ergo no necesariamente había que usarlas para no perjudicar la precisión. Observemos el gráfico de la derecha donde vemos el morro de un Messerschmitt Me 410 armado con dos MG-151, una a cada lado del fuselaje. Como vemos, la peculiar forma de estas bocachas servían para adaptar la boca del cañón a la forma curvilínea del fuselaje, nada más. Y, como es lógico, cada una debía adaptarse al lado que le correspondía, derecho o izquierdo, por lo que cada una quedaba mirando hacia el lado correspondiente. 

Así pues, mi teoría es que, simplemente, cuando usaron cañones procedentes de aviones no se molestaron en desmontar las puñeteras bocachas. ¿Que por qué entonces el cañón central no llevaba ninguna puesta? Pues quizás por la misma razón que el drilling sobre pedestal que vemos en la foto solo tiene puesta la del cañón derecho, o por la misma por la que el montaje ferroviario de la foto de al lado no lleva ninguna. Capricho, estética o, tal vez, la creencia de que lo del rebufo podría interferir en la trayectoria del proyectil central. Pero digo yo que, en ese caso, ¿qué pasa con los montajes triples de los acorazados, que disparan proyectiles cuyo rebufo es capaz de mandar a hacer puñetas un camión bien gordo? En cualquier caso, ahí dejo el tema por si alguien sabe la respuesta y nos quiere sorprender a todos, lo cual será de agradecer.

Y en lo referente a las Flaktürme, en 1944 se empezaron a enviar estas armas para sustituir o complementar la artillería ligera emplazada tanto de las G-Türme como las L-Türme. En la foto de la derecha vemos como una de ellas a la que se le ha desmontado provisionalmente el cañón central es izada para, una vez arriba, emplazarla en la plataforma triangular con discos regulables en altura en cada pata para nivelar la pieza. En el caso de ser enviadas como refuerzo su pequeño tamaño permitía colocarlas en cualquier parte de la plataforma inferior de las torres, no siendo necesario ocupar un nido de golondrina. La dotación de cada drilling era de seis hombres que, aparte del tirador, se dedicaban a reponer a toda velocidad el arma cada vez que un depósito de munición se vaciaba, lo que ocurriría con bastante rapidez, o a acarrear dichos depósitos desde los respuestos a la pieza. Ciertamente, la potencia de fuego que podían desplegar era superior a la del Flakvierling 38 que, limitado por sus cargadores de 20 cartuchos, ponía 800 proyectiles por minuto en el aire mientras que la MG-151, con un cañón menos, sobrepasaba los 2.200 proyectiles.

Auxiliares de la Luftwaffe recargando una
cinta con los eslabones que quedan esparcidos
por el suelo tras una refriega
Como ventaja añadida, en caso de sobrecalentamiento si se mantenía fuego sostenido cambiar de cañón era extremadamente fácil. Bastaba agarrarlo con los guantes de amianto, darle un cuarto de vuelta y ya estaba fuera. Se ponía otro de repuesto y a seguir repartiendo estopa. Un artillero entrenado hacía el cambio en segundos, así que bastaba tener a mano un juego o dos de cañones para irlos reponiendo cuando fuese necesario. Por cierto que, contrariamente a los Flakvierling 38, los drilling no podían efectuar fuego selectivo, o sea, que cuando se pulsaba el disparador funcionaban siempre los tres cañones. Por lo demás, de la misma forma que llegaron a las Flaktürme se fueron. No hay constancia ni datos que permitan saber con certeza quién fue el que ordenó armar estas torres con las MG-151, pero tampoco quién y por qué se ordenó que fueran retirados. Del mismo modo tampoco hay noticias de su eficacia, ni de que lograran algún derribo. Quizás su eficacia no fuera la que se esperaba o tal vez sus sistemas de puntería, válidos solo contra aparatos que volasen a muy baja cota, fue la consecuencia de su magra cosecha de derribos. O puede que fuesen más necesarios en los SdKfz 251/21, donde podían acudir a apoyar unidades de infantería que, en esos casos, sí eran ciertamente hostigadas por cazas que volaban a muy poca altura. 

Bueno, dilectos lectores, con esto terminamos. Con todo, antes de concluir debemos tener en cuenta que, a pesar de que en las torres no dieran el resultado apetecido, estas armas tuvieron un rendimiento francamente bueno a lo largo de la guerra tanto como armamento aéreo como en sus diversos empleos terrestres. De hecho, tras el conflicto fueron usados por Rumanía, Rodesia, Portugal e incluso Francia, que los empleó para artillar helicópteros en sus violentos cambios de impresiones con los viet-congs de Indochina. 

En fin, s'acabó. Me piro, vampiro.

Hale, he dicho

Un drilling en un emplazamiento de circunstancias. La foto nos permite observar los depósitos de munición con sus
peculiares aberturas para facilitar la salida de la cinta sin interrupciones. Encima se ve la tolva de alimentación. Por
cierto que, en este caso, las polémicas bocachas no están orientadas hacia los lados, sino hacia abajo. Misterio misterioso...

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