No, no se me ha ido la pinza. La LORICA SEGMENTATA es un misterio de lo más misterioso. Cierto es que, con diferencia, se trata del tipo de armadura más representativa del ejército romano hasta el extremo de que cualquier cuñado afirmaría que no usaron otras, dejando de lado la LORICA HAMATA y la LORICA SQVAMATA. Más aún: es la que usan de forma mayoritaria los probos ciudadanos recreacionistas e incluso la que aparece en las maravillosas historias de Astérix y Obélix pero, aunque parezca mentira, son un misterio rotundo. Así pues, dejen que les baje el ritmo cardíaco, pónganse cómodos en su butaca predilecta y lean cómo estas peculiares armaduras salieron a la luz tras siglos de meras suposiciones. Ojo, por ser un tema bastante extenso, este artículo estará dedicado a narrar el origen de las primeras pruebas fehacientes de su existencia, dejando para otro las diversas tipologías, etc.
Desde hace casi dos mil años se tiene constancia de la existencia de un tipo de armadura segmentada. Obviamente, muchos dirán que vaya misterio misterioso cuando, de entrada, ya reconocemos que todo quisque tiene noticia de ellas desde casi los tiempos de Cristo. Pero lo que se conocía de ellas no estaba avalado por ni una sola prueba física. El testimonio principal se limitaba a la Columna de Trajano, erigida hacia el 106-131 d.C. en el foro creado por el mismo emperador para conmemorar sus victorias sobre los dacios. Del mogollón de legionarios representados en cada escena, un total de 608 de ellos, el 42,5% del total, aparecen armados con la LORICA SEGMENTATA. El elevado nivel de detalle de los relieves hizo pensar a todos que, de forma indudable, eran fieles reflejos de la realidad, pero no era así. Más aún, contienen errores notables porque, más que representar el armamento real, pretendían establecer una diferencia notable entre las tropas romanas y sus enemigos, armados con cotas de malla o de escamas, o que el espectador pudiera reconocer a las tropas romanas de las auxiliares, armadas con camisas de malla. De hecho, en la columna aparecen cinco tipos de armadura segmentada más una que, por su aspecto, podemos considerarla como propia de un rango superior. Una teoría plantea que, por su similitud con escenas de la Columna en las que aparecen armaduras sueltas de los enemigos incluso se ha pensado que la LORICA SEGMENTATA podría tratarse de corazas capturadas a los sármatas.
Grabado que presenta a IVTVS LIPSIVS como ilustre historiador, consejero, profesor regio, etc. |
Por otro lado, nadie sabía cómo se llamaban. Los términos HAMATA y la SQVAMATA eran conocidos por fuentes clásicas, pero nadie mencionaba para nada aquellas corazas formadas por tiras de metal. Lo más aproximado es una referencia que aparece en un inventario de una FABRICA que suministraba a la LEGIO II TRAIANA FORTIS donde se menciona una cantidad de LAMINÆ LEVISATARES (láminas ligeras), pero relacionarlas con estas armaduras no pasa de ser una mera conjetura. Así pues, y como algún nombre había que darles, fue en el Renacimiento, cuando el interés por el mundo romano empezó a tomar pujanza surgió el término LORICA SEGMENTATA de la mano de Justus (en puridad, IVSTVS) Lipsius, un filólogo y humanista natural de Brabante, en Flandes, cuyo verdadero nombre era Joost Lips. Su pseudónimo no era más que la latinización del suyo ya que, como era costumbre en aquella época, los escritores cultos usaban el latín en vez de su lengua materna. El término apareció por primera vez en su obra DE MILITIA ROMANA, publicada en Amberes en 1596 si bien tampoco se sabe con certeza si se le ocurrió a él o ya era usado en los ambientes académicos de la época. En todo caso, al menos se le puede atribuir el hecho de haberlo popularizado. Así pues, quede claro que el término LORICA SEGMENTATA no es original y que nadie sabe cuál era el nombre verdadero de esta armadura a pesar de la impenitente costumbre de los romanos de apuntarlo to-do. En lo referente a la elección del palabro, es más que evidente: proviene de SEGMENTVM, que significa franja o segmento, que era como estaba construida esta armadura, a cachos.
Tuvieron que pasar unos siglos de nada hasta que, por fin, aparecieron restos auténticos de las mismas. El hallazgo de los primeros testimonios físicos que corroboraban la existencia de la LORICA SEGMENTATA corrió de la mano del coronel retirado Maximilian von Groller-Mildensee, un probo militar que había servido en el ejército austro-húngaro y que en 1890 se había convertido en el jefe del Departamento de Topografía del Instituto Geográfico Militar, lo que siempre era útil a la hora de saber moverse por los campos donde no había nada a la vista más que sembrados de cereal o patatas pero se suponía que podía haber algo debajo de la vista y, sobre todo, tener una idea clara de donde había que empezar a excavar llegado el caso. Una vez jubilado en 1896 (había nacido en Praga en 1838) y junto a su mujer, Emma, que era una apasionada arqueóloga, al año siguiente fue designado como jefe de la Limeskommision, en la sección de historia de la Academia de Ciencias de Viena. Sus conocimientos de topografía e ingeniería le valieron para dirigir las excavaciones de los extensos CASTRA de CARNVNTVM y LAVRIACVM.
Plano del edificio VI levantado por el mismo Von Groller y donde podemos ver las habitaciones donde aparecieron las armas. La sala N, abajo a la derecha, parece que fue usada como almacén para grano |
Reconstrucción de Von Groller basada en la Columna de Trajano |
Sin embargo, Von Groller carecía de los conocimientos sobre armamento que le habrían permitido interpretar lo que tenía ante sí, en este caso los restos de las LORICÆ SEGMENTATI que, en a simple vista, no eran más que una masa de láminas pegadas unas a otras a causa del óxido. A lo más que llegó fue a deducir que los restos de piel que se conservaban mineralizados por la parte trasera de algunas piezas eran fragmentos de una prenda a modo de SVBARMALIS sobre la que se sustentaban las láminas. Para entendernos: el concepto de Von Groller era una armadura formada por una prenda-soporte donde se remachaban las piezas, o sea, como una brigantina pero al revés, el metal por fuera en vez de por dentro. Los trabajos de Von Groller, publicados en 1901, dieron a conocer entre otras cosas la reconstrucción de esta coraza según su concepto que, como vemos, consta de una prenda, hipotéticamente de cuero, con las piezas adosadas a la misma. En este sentido, nuestro hombre se dejó influenciar claramente por lo que conocía de la Columna de Trajano. Del mismo modo, adaptó las piezas halladas para que casasen con las tipologías que aparecen en la dichosa columna pero, las cosas como son, tampoco disponía de una mínima base para saber por donde empezar y, de hecho, sus conclusiones se consideraron como válidas durante muchos años hasta que la aparición de nuevos hallazgos permitieron ver que Von Groller se había equivocado.
Restos de la armadura de Newstead, que consistían en fragmentos de la hombrera derecha y parte del peto del mismo lado. Con todo, más adelante fueron reveladoras |
El hombre que fue capaz de empezar a arrojar luz sobre el misterio misterioso fue Henry Russell Robinson, que en los años 40 era un joven especializado en armamento medieval tras haber pasado la guerra fabricando maquetas para interpretar fotos aéreas de reconocimiento. Nada más acabar la contienda fue contratado por sir James Mann como asistente para el mantenimiento de la Armería de la Torre de Londres, donde fue ascendiendo con el paso de los años hasta convertirse en conservador de la misma. Russell no tenía ni puñetera idea de arqueología, pero en lo tocante a armas y armaduras era una lumbrera, y su mismo conocimiento de las diversas tipologías medievales le permitió deducir, muy acertadamente por cierto, la verdadera distribución del puzzle de piezas de LORICA SEGMENTATA descubiertas hasta la fecha y que, hasta aquel momento, nadie había logrado colocar en su sitio, y mucho menos los sistemas empleados por los armeros romanos para unir las piezas.
Piezas procedentes de un monumento de Marco Aurelio trasplantadas al Arco de Constantino |
Como vemos en la foto del maniquí que representa a un legionario de la época, quedaba totalmente descartada la teoría de que la LORICA SEGMENTATA era un conjunto de láminas pegadas a una prenda-soporte y, aunque las hombreras seguían teniendo una notable semejanza con las de la Columna, vemos que esta coraza era una pieza independiente que, de forma generalizada, tenía ya el aspecto real de una LORICA SEGMENTATA tal como la conocemos hoy día. Quedaban aún por dilucidar muchos detalles, como el número exacto de las piezas que componían las hombreras, cómo estaban unidas entre ellas y los sistemas de cierre de las cinchas que protegían el tórax y el abdomen, pero fue un paso de gigante comparado con lo visto hasta aquel momento. Esta recreación fue presentada en la Galería Newstead del Museo Grosvenor, en Chester, donde su colega Webster fue nombrado conservador en 1949 y no dudó en llevarse con él al sesudo Russell por razones obvias ya que, en aquel momento, era la recreación más fiable del mundo en lo referente a esta misteriosa armadura a pesar de sus evidentes errores, relacionados, como se ha dicho, en lo tocante a las hombreras. Pero de momento era lo que había porque los restos disponibles para su estudio no solo eran relativamente escasos, sino que su estado de conservación solo invitaban a tirarlos a la basura de lo mohosos y hechos polvo que estaban.
Poco después, en 1956, Russell Robinson hiló más fino y presentó una nueva propuesta con algunas modificaciones sobre la recreación del legionario de Chester para un Seminario Imperial Romano convocado por Webster y para el que realizó el dibujo que vemos a la izquierda. En este caso, la propuesta consistía en una armadura formada por cuatro partes claramente diferenciadas: dos mitades que cubrían torax, espalda y tronco, y dos hombreras que, como vemos, no acababan de definirse y seguían aún una morfología cercana a las representadas en la Columna de Trajano, sobre todo en lo referente a su fijación a las mitades inferiores. Pero estas estaban ya bastante acertadas, sobre todo en el número de cinchas que protegían el abdomen, siete en este caso, que aparecen abrochadas por delante mediante unos cordones de cuero con un sistema similar al que usamos para los de los zapatos y una parte trasera unidas mediante bisagras o algo similar. Pecho y espalda lo conforman dos juegos de placas que, al menos en la parte delantera, aparecen bastante bien representados, en este caso con unas piezas donde cuelgan las cinchas mediante unos ganchos y abrochadas entre ellas con correas de cuero, mientras que sale del paso en las traseras con unas simples bisagras, aunque la unión con las cinchas las limita a un simple remachado con la superior.
Representación del cofre con su contenido, obra de Peter Conolly |
Reproducción de una LORICA SEGMENTATA tipo Kalkriese |
Del tipo ALBA IVLIA, datado entre los siglos II y III d.C., solo tenemos un único testimonio en forma de alto-relieve que, francamente, no muestra gran cosa, por no decir casi nada ya que su supuesto portador aparece casi enteramente oculto tras su escudo, dejando ver únicamente el brazo derecho que, como vemos en la imagen, está también protegido por una MANICA segmentada. La coraza está formada por cuatro cinchas más anchas de lo normal para proteger el abdomen y dos placas de una pieza para el pecho. Pero lo más peculiar es que carece de hombreras, que en este caso han sido sustituidas por unos protectores de escamas. No habiendo más testimonio que lo que vemos no podemos saber si verdaderamente se trata de una tipología híbrida, una licencia artística o un simple apaño realizado en la armadura del fulano que aparece en la escultura porque, aunque de eso ya hablaremos en su momento, que nadie piense que el ejército romano reparaba las corazas deterioradas con cuidado y esmero, sino más bien lo contrario. De hecho, y a pesar de lo aficionados que eran a los motivos decorativos, si había que cambiar una bisagra y no había una igual disponible pues se usaba otra, y quién sabe si en este caso cambiaron las hombreras convencionales por otras de escamas a falta de algo mejor. Más aún, era bastante habitual canibalizar piezas de las corazas destinadas a chatarra, como se pudo comprobar en el cofre de Corbridge, donde había bastantes piezas sueltas con toda la pinta de proceder de unidades de desecho que podían ser usadas para sustituir piezas dañadas en las que aún estaban operativas.
Probo ciudadano recreacionista con jeta de no haber matado a un galo en su vida mostrándonos el anverso y el reverso de una LORICA tipo Newstead |
En fin, ya seguiremos, que es hora de merendar.
Hale, he dicho
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