miércoles, 4 de diciembre de 2019

Misterios misteriosos: LORICA SEGMENTATA




No, no se me ha ido la pinza. La LORICA SEGMENTATA es un misterio de lo más misterioso. Cierto es que, con diferencia, se trata del tipo de armadura más representativa del ejército romano hasta el extremo de que cualquier cuñado afirmaría que no usaron otras, dejando de lado la LORICA HAMATA y la LORICA SQVAMATA. Más aún: es la que usan de forma mayoritaria los probos ciudadanos recreacionistas e incluso la que aparece en las maravillosas historias de Astérix y Obélix pero, aunque parezca mentira, son un misterio rotundo. Así pues, dejen que les baje el ritmo cardíaco, pónganse cómodos en su butaca predilecta y lean cómo estas peculiares armaduras salieron a la luz tras siglos de meras suposiciones. Ojo, por ser un tema bastante extenso, este artículo estará dedicado a narrar el origen de las primeras pruebas fehacientes de su existencia, dejando para otro las diversas tipologías, etc.

Escena de la Columna de Trajano en la que aparece un grupo de legionarios
haciendo trabajos de construcción y protegidos por sus armaduras
segmentadas. No debía ser cómodo trabajar con ese chisme encima
Desde hace casi dos mil años se tiene constancia de la existencia de un tipo de armadura segmentada. Obviamente, muchos dirán que vaya misterio misterioso cuando, de entrada, ya reconocemos que todo quisque tiene noticia de ellas desde casi los tiempos de Cristo. Pero lo que se conocía de ellas no estaba avalado por ni una sola prueba física. El testimonio principal se limitaba a la Columna de Trajano, erigida hacia el 106-131 d.C. en el foro creado por el mismo emperador para conmemorar sus victorias sobre los dacios. Del mogollón de legionarios representados en cada escena, un total de 608 de ellos, el 42,5% del total, aparecen armados con la LORICA SEGMENTATA. El elevado nivel de detalle de los relieves hizo pensar a todos que, de forma indudable, eran fieles reflejos de la realidad, pero no era así. Más aún, contienen errores notables porque, más que representar el armamento real, pretendían establecer una diferencia notable entre las tropas romanas y sus enemigos, armados con cotas de malla o de escamas, o que el espectador pudiera reconocer a las tropas romanas de las auxiliares, armadas con camisas de malla. De hecho, en la columna aparecen cinco tipos de armadura segmentada más una que, por su aspecto, podemos considerarla como propia de un rango superior. Una teoría plantea que, por su similitud con escenas de la Columna en las que aparecen armaduras sueltas de los enemigos incluso se ha pensado que la LORICA SEGMENTATA podría tratarse de corazas capturadas a los sármatas.

Grabado que presenta a IVTVS LIPSIVS como
ilustre historiador, consejero, profesor regio, etc.
Con todo, la Columna de Trajano no es el único testimonio, al menos hoy día. También se pueden ver en el Arco de Severo, la Columna de Arco de Marco , el Friso de Trajano o el pedestal de la Columna de Antonino Pío entre otros. Sin embargo, en ningún caso las LORICÆ SEGMENTATI que muestran, una vez analizadas con detenimiento, no parecen especialmente prácticas, y menos aún permitir los movimientos habituales de un combatiente al manejar sus armas. Pero era lo que había y a nadie se le pasó por la cabeza cuestionar la fidelidad de estas representaciones, dando por hecho que eran un fiel reflejo de la realidad. 

Por otro lado, nadie sabía cómo se llamaban. Los términos HAMATA y la SQVAMATA eran conocidos por fuentes clásicas, pero nadie mencionaba para nada aquellas corazas formadas por tiras de metal. Lo más aproximado es una referencia que aparece en un inventario de una FABRICA que suministraba a la LEGIO II TRAIANA FORTIS donde se menciona una cantidad de LAMINÆ LEVISATARES (láminas ligeras), pero relacionarlas con estas armaduras no pasa de ser una mera conjetura. Así pues, y como algún nombre había que darles, fue en el Renacimiento, cuando el interés por el mundo romano empezó a tomar pujanza surgió el término LORICA SEGMENTATA de la mano de Justus (en puridad, IVSTVS) Lipsius, un filólogo y humanista natural de Brabante, en Flandes, cuyo verdadero nombre era Joost Lips. Su pseudónimo no era más que la latinización del suyo ya que,  como era costumbre en aquella época, los escritores cultos usaban el latín en vez de su lengua materna. El término apareció por primera vez en su obra DE MILITIA ROMANA, publicada en Amberes en 1596 si bien tampoco se sabe con certeza si se le ocurrió a él o ya era usado en los ambientes académicos de la época. En todo caso, al menos se le puede atribuir el hecho de haberlo popularizado. Así pues, quede claro que el término LORICA SEGMENTATA no es original y que nadie sabe cuál era el nombre verdadero de esta armadura a pesar de la impenitente costumbre de los romanos de apuntarlo to-do. En lo referente a la elección del palabro, es más que evidente: proviene de SEGMENTVM, que significa franja o segmento, que era como estaba construida esta armadura, a cachos.

El coronel Von Groller en actividad. Ese chisme
que empuña era una especie de puntero de hierro
con el que iba haciendo agujeros en la tierra hasta
que daba contra algo duro que igual era un
pedrusco enterrado que el paramento de una casa
Tuvieron que pasar unos siglos de nada hasta que, por fin, aparecieron restos auténticos de las mismas. El hallazgo de los primeros testimonios físicos que corroboraban la existencia de la LORICA SEGMENTATA corrió de la mano del coronel retirado Maximilian von Groller-Mildensee, un probo militar que había servido en el ejército austro-húngaro y que en 1890 se había convertido en el jefe del Departamento de Topografía del Instituto Geográfico Militar, lo que siempre era útil a la hora de  saber moverse por los campos donde no había nada a la vista más que sembrados de cereal o patatas pero se suponía que podía haber algo debajo de la vista y, sobre todo, tener una idea clara de donde había que empezar a excavar llegado el caso. Una vez jubilado en 1896 (había nacido en Praga en 1838) y junto a su mujer, Emma, que era una apasionada arqueóloga, al año siguiente fue designado como jefe de la Limeskommision, en la sección de historia de la Academia de Ciencias de Viena. Sus conocimientos de topografía e ingeniería le valieron para dirigir las excavaciones de los extensos CASTRA de CARNVNTVM y LAVRIACVM



Plano del edificio VI levantado por el mismo
Von Groller y donde podemos ver las habitaciones
donde aparecieron las armas. La sala N, abajo a
la derecha, parece que fue usada como almacén
para grano
En 1899 se procedió a comenzar a excavar la zona oeste de la RENTETVRA, la zona posterior de los campamentos romanos, en este caso, el de CARNVNTVM. El yacimiento constaba de una serie de edificios que fueron numerados como IV, V y VI, y en este último es donde se descubrió algo que nunca antes había aparecido en una excavación, y menos en semejante cantidad: unas dependencias llena de armas y material militar de todo tipo. El Edificio VI constaba de siete habitaciones, y de ellas, las nombradas como I, K, L y M tenían el suelo cubierto por una gruesa capa de óxido de hierro de entre 20 y 30 cm. de grosor, lo que indicaba que en su época había contenido grandes cantidades de objetos ferrosos. Pero no todo se había reducido a polvo, y aparte de restos de estanterías para mantener ordenado el material, aparecieron nada menos que 1.052 piezas de todo tipo: 121 fragmentos de LORICA SQVAMATA, 302 de LORICA SEGMENTATA , 14 de un tipo de armadura que denominó como Drahtpanzer (armadura de alambres) que se trataría de una cota de malla irreconocible, dos fragmentos de malla en un estado razonablemente bueno, 62 restos de escudos, casi todos umbos, 58 piezas de cascos, 13 espadas, 5 puñales, 38 armas arrojadizas (quizás VERVTI), 11 fragmentos de PILA, 40 conteras, 209 puntas de flecha 6 167 chismes diversos. Por todo ello denominó el edificio como Waffenmagazine (armería), lo que denota el preclaro sentido común del germano este. Y aparte del hallazgo y a la vista del estado en que se encontraba el interior del edifico, llegó a la conclusión de que había sido destruido por un incendio en algún momento de su vida operativa.

Reconstrucción de Von Groller basada en la Columna
de Trajano
Sin embargo, Von Groller carecía de los conocimientos sobre armamento que le habrían permitido interpretar lo que tenía ante sí, en este caso los restos de las LORICÆ SEGMENTATI que, en a simple vista, no eran más que una masa de láminas pegadas unas a otras a causa del óxido. A lo más que llegó fue a deducir que los restos de piel que se conservaban mineralizados por la parte trasera de algunas piezas eran fragmentos de una prenda a modo de SVBARMALIS sobre la que se sustentaban las láminas. Para entendernos: el concepto de Von Groller era una armadura formada por una prenda-soporte donde se remachaban las piezas, o sea, como una brigantina pero al revés, el metal por fuera en vez de por dentro. Los trabajos de Von Groller, publicados en 1901, dieron a conocer entre otras cosas la reconstrucción de esta coraza según su concepto que, como vemos, consta de una prenda, hipotéticamente de cuero, con las piezas adosadas a la misma. En este sentido, nuestro hombre se dejó influenciar claramente por lo que conocía de la Columna de Trajano. Del mismo modo, adaptó las piezas halladas para que casasen con las tipologías que aparecen en la dichosa columna pero, las cosas como son, tampoco disponía de una mínima base para saber por donde empezar y, de hecho, sus conclusiones se consideraron como válidas durante muchos años hasta que la aparición de nuevos hallazgos permitieron ver que Von Groller se había equivocado. 

Restos de la armadura de Newstead, que consistían en
fragmentos de la hombrera derecha y parte del peto del
mismo lado. Con todo, más adelante fueron reveladoras
No pasaron muchos años hasta que aparecieron más piezas de LORICA SEGMENTATA. Concretamente, en 1905, el profesor James Curle halló una porción importante de una de estas armaduras en un antiguo CASTRVM romano en Newstead, en Escocia, pero este hombre tuvo un problema similar al de Von Groller: las piezas que encontró no se parecían en nada a las que se veían en las representaciones artísticas conocidas, así que no tenía ni puñetera idea de su uso ni su posición en la coraza. En resumen, tanto los hallazgos que se produjeron a lo largo del primer tercio del siglo XX como los intentos por reconstruirlas siguieron básicamente la misma línea establecida por Von Groller, dando preferencia a los testimonios gráficos antes que a las piezas encontradas, intentando adaptarlas a lo que veían en la Columna de Trajano en vez de pensar que, posiblemente, los que tallaron la columna eran los que estaban equivocados. No obstante, era un razonamiento lógico: ¿quién mejor que un romano contemporáneo para describir el aspecto de un determinado objeto? Pero fue así. Los romanos contemporáneos eran todos unos cuñados.


Los cinco tipos de armadura segmentada que aparecen en la Columna de
Trajano. Fueron catalogados por Paul Couissin en su obra Les Armes
Romaines
, publicada en 1926, dando por sentado que el hallazgo
del Waffenmagazine de Von Groller no era sino la confirmación de que
estas tipologías eran totalmente ciertas. Resultó que no era así
El hombre que fue capaz de empezar a arrojar luz sobre el misterio misterioso fue Henry Russell Robinson, que en los años 40 era un joven especializado en armamento medieval tras haber pasado la guerra fabricando maquetas para interpretar fotos aéreas de reconocimiento. Nada más acabar la contienda fue contratado por sir James Mann como asistente para el mantenimiento de la Armería de la Torre de Londres, donde fue ascendiendo con el paso de los años hasta convertirse en conservador de la misma. Russell no tenía ni puñetera idea de arqueología, pero en lo tocante a armas y armaduras era una lumbrera, y su mismo conocimiento de las diversas tipologías medievales le permitió deducir, muy acertadamente por cierto, la verdadera distribución del puzzle de piezas de LORICA SEGMENTATA descubiertas hasta la fecha y que, hasta aquel momento, nadie había logrado colocar en su sitio, y mucho menos los sistemas empleados por los armeros romanos para unir las piezas.


Piezas procedentes de un monumento de Marco Aurelio
trasplantadas al Arco de Constantino
Su primera intervención con estas peculiares corazas fueron de la mano con Graham Webster, que escribió un artículo sobre los restos de un ejemplar depositado en el Museo Guildhall de Londres que había aparecido bajo el Banco de Inglaterra en 1936 y que, aunque siguió la estela de Groller, al menos reconoció que quizás fuese adecuado ir dejando de lado el dogma de la Columna de Trajano y centrarse en la realidad, que eran las piezas encontradas aunque, de momento, nadie supiera con certeza cuál era su cometido y distribución en aquel intrincado conjunto de láminas de distintos tamaños. Pero Russell era capaz de ver lo que a los arqueólogos se les había pasado por alto porque sabía cómo funcionaba una armadura de placas medieval, que al cabo no difería gran cosa de una romana y, aunque su reconstrucción seguía manteniendo algunos de los cánones establecidos por la Columna, el resultado era muy distinto. 


Como vemos en la foto del maniquí que representa a un legionario de la época, quedaba totalmente descartada la teoría de que la LORICA SEGMENTATA era un conjunto de láminas pegadas a una prenda-soporte y, aunque las hombreras seguían teniendo una notable semejanza con las de la Columna, vemos que esta coraza era una pieza independiente que, de forma generalizada, tenía ya el aspecto real de una LORICA SEGMENTATA tal como la conocemos hoy día. Quedaban aún por dilucidar muchos detalles, como el número exacto de las piezas que componían las hombreras, cómo estaban unidas entre ellas y los sistemas de cierre de las cinchas que protegían el tórax y el abdomen, pero fue un paso de gigante comparado con lo visto hasta aquel momento. Esta recreación fue presentada en la Galería Newstead del Museo Grosvenor, en Chester, donde su colega Webster fue nombrado conservador en 1949 y no dudó en llevarse con él al sesudo Russell por razones obvias ya que, en aquel momento, era la recreación más fiable del mundo en lo referente a esta misteriosa armadura a pesar de sus evidentes errores, relacionados, como se ha dicho, en lo tocante a las hombreras. Pero de momento era lo que había porque los restos disponibles para su estudio no solo eran relativamente escasos, sino que su estado de conservación solo invitaban a tirarlos a la basura de lo mohosos y hechos polvo que estaban.


Poco después, en 1956, Russell Robinson hiló más fino y presentó una nueva propuesta con algunas modificaciones sobre la recreación del legionario de Chester para un Seminario Imperial Romano convocado por Webster y para el que realizó el dibujo que vemos a la izquierda. En este caso, la propuesta consistía en una armadura formada por cuatro partes claramente diferenciadas: dos mitades que cubrían torax, espalda y tronco, y dos hombreras que, como vemos, no acababan de definirse y seguían aún una morfología cercana a las representadas en la Columna de Trajano, sobre todo en lo referente a su fijación a las mitades inferiores. Pero estas estaban ya bastante acertadas, sobre todo en el número de cinchas que protegían el abdomen, siete en este caso, que aparecen abrochadas por delante mediante unos cordones de cuero con un sistema similar al que usamos para los de los zapatos y una parte trasera unidas mediante bisagras o algo similar. Pecho y espalda lo conforman dos juegos de placas que, al menos en la parte delantera, aparecen bastante bien representados, en este caso con unas piezas donde cuelgan las cinchas mediante unos ganchos y abrochadas entre ellas con correas de cuero, mientras que sale del paso en las traseras con unas simples bisagras, aunque la unión con las cinchas las limita a un simple remachado con la superior.


Representación del cofre con su contenido, obra de
Peter Conolly
La "Piedra de Rosetta" de este tipo de armadura fue el yacimiento de CORIA (ojo, no tiene nada que ver con las actuales Corias españolas), un campamento situado a unos 4 km. al sur del Muro de Adriano, cerca de la actual población de Corbridge, en Escocia. El hallazgo, realizado en 1964, consistió en un cofre de madera forrado de cuero que contenía seis partes superiores y seis inferiores de LORICÆ SEGMENTATI, aparte de piezas sueltas, puntas de lanzas y flechas, tachones, bisagras y cachivaches varios. Cuando Robinson y su colega Charles Daniels pudieron estudiar con detenimiento el contenido del cofre vieron que con las partes completas que había en el interior no se podía, como en teoría podría pensarse inicialmente, tres armaduras, ya que sus piezas no eran coincidentes así que quedaba claro que había existido más de una tipología. Pero lo verdaderamente importante era que, por fin, podían saber cuál era la posición correcta de cada pieza dentro del conjunto. Del estudio de estas partes se pudo llegar a la conclusión de que, al menos dentro de ese modelo en concreto, había habido tres variantes que denominaron como Corbridge A, B y C que, al compararlas con los restos encontrados por James Curle en Newstead, también permitió establecer que esta última también era distinta, por lo que ya no se podía hablar de un único tipo, sino de cuatro claramente diferenciados por la distribución, forma de sus piezas y sistemas de amarre o enganche.


Primera reconstrucción de la LORICA SEGMENTATA tipo A de  Corbridge realizada por Russell Robinson y fotografiada
por Daniels, que colaboró confeccionando plantillas de cartón y cuero para su elaboración

Reproducción de una LORICA SEGMENTATA tipo Kalkriese
Pero la diversidad de armaduras segmentadas aún no se podía dar por terminada. En 1994 apareció una nueva tipología en el yacimiento de Kalkriese, cerca de Osnabrük, en Alemania, precisamente donde tuvo lugar la catastrófica derrota de las legiones al mando de Publio Quintilio Varo el 9 d.C. a manos del caudillo querusco Arminio (Hermann en su lengua nativa). Y este hallazgo no solo implicaba la aparición de un nuevo tipo, denominado como Kalkriese, sino que el uso de la LORICA SEGMENTATA era alrededor de medio siglo anterior a la fecha que se consideraba como más próxima a su puesta en servicio, o sea, mediados del siglo I d.C. Auque el sagaz Robinson había fallecido en 1978 y no podía analizar con su buen ojo clínico las piezas extraídas, al menos su metodología sí podía ser aplicada, dando como resultado un tipo de armadura muy similar a la de Corbridge en lo referente a los sistemas de sujeción, pero no así las guarniciones y piezas de unión del conjunto de placas. En todo caso, en su momento ya hablaremos detalladamente de la morfología y demás cuestiones de cada tipo incluyendo un híbrido denominado tipo ALBA IVLIA por ser el nombre del campamento donde apareció, ubicado en Transilvania, Rumanía


Del tipo ALBA IVLIA, datado entre los siglos II y III d.C., solo tenemos un único testimonio en forma de alto-relieve que, francamente, no muestra gran cosa, por no decir casi nada ya que su supuesto portador aparece casi enteramente oculto tras su escudo, dejando ver únicamente el brazo derecho que, como vemos en la imagen, está también protegido por una MANICA segmentada. La coraza está formada por cuatro cinchas más anchas de lo normal para proteger el abdomen y dos placas de una pieza para el pecho. Pero lo más peculiar es que carece de hombreras, que en este caso han sido sustituidas por unos protectores de escamas. No habiendo más testimonio que lo que vemos no podemos saber si verdaderamente se trata de una tipología híbrida, una licencia artística o un simple apaño realizado en la armadura del fulano que aparece en la escultura porque, aunque de eso ya hablaremos en su momento, que nadie piense que el ejército romano reparaba las corazas deterioradas con cuidado y esmero, sino más bien lo contrario. De hecho, y a pesar de lo aficionados que eran a los motivos decorativos, si había que cambiar una bisagra y no había una igual disponible pues se usaba otra, y quién sabe si en este caso cambiaron las hombreras convencionales por otras de escamas a falta de algo mejor. Más aún, era bastante habitual canibalizar piezas de las corazas destinadas a chatarra, como se pudo comprobar en el cofre de Corbridge, donde había bastantes piezas sueltas con toda la pinta de proceder de unidades de desecho que podían ser usadas para sustituir piezas dañadas en las que aún estaban operativas.


Probo ciudadano recreacionista con jeta de no haber matado a un galo en su
vida mostrándonos el anverso y el reverso de una LORICA tipo Newstead
Bueno, así fue, grosso modo, como fueron saliendo a la luz estas peculiares corazas que todo el mundo conocía pero que nadie podía asegurar si verdaderamente habían existido. Sin lugar a dudas, el mérito principal corresponde a Russell Robinson que, con la ayuda de Daniels, fueron los que mandaron a paseo el dogma de los testimonios gráficos de época para buscar la verdadera morfología de estas LORICÆ, y de descubrir que hubo varios tipos en uso de forma simultánea. O sea, no se fueron sucediendo en el tiempo, sino que estuvieron operativas prácticamente de forma contemporánea. No obstante, el estudio de estas armaduras no está cerrado ni remotamente. Aún hay muchas lagunas que rellenar aunque, en apariencia, por las reconstrucciones que se han realizado pueda parecer que ya está desvelado el misterio de la LORICA SEGMENTATA. Pero no es así. En cualquier momento pueden aparecer nuevos hallazgos que den más luz al respecto o incluso que echen por tierra todo lo que hasta ahora se ha considerado como definitivo.

En fin, ya seguiremos, que es hora de merendar.

Hale, he dicho

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LORICA SEGMENTATA. Partes y morfología


Escenas 70 y 71 de la Columna de Trajano. En la misma, una TESTVDA formada por legionarios intenta apoderarse
de una fortificación enemiga mientras varios AVXILIARIES muestran al emperador las cabezas de unos dacios dados de
baja de forma radical. Obsérvese que la LORICA SEGMENTATA era, en este caso, una buena manera de diferenciar
a las tropas romanas de las auxiliares que servían bajo sus estandartes. ¿Fue esa la intención del escultor? Quién sabe...

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